Poesía argentina | Alejandra Pizarnik: “Caminos del espejo”

La poesía de Alejandra Pizarnik es expresión de una búsqueda intensa, siempre renovada, de su propio lugar en el mundo.

Georgia O'Keeffe, "Lake George Reflection" (1921).
Georgia O'Keeffe, "Lake George Reflection" (1921).

I

Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto.

II

Pero a ti quiero mirarte hasta que tu rostro se aleje de mi miedo como un pájaro del borde filoso de la noche.

III

Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia.

IV

Como cuando se abre una flor y revela el corazón que no tiene.

V

Todos los gestos de mi cuerpo y de mi voz para hacer de mí la ofrenda, el ramo que abandona el viento en el umbral.

VI

Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste.

VII

La noche de los dos se dispersó con la niebla. Es la estación de los alimentos fríos.

VIII

Y la sed, mi memoria es de la sed, yo abajo, en el fondo, en el pozo, yo bebía, recuerdo.

IX

Caer como un animal herido en el lugar que iba a ser de revelaciones.

X

Como quien no quiere la cosa. Ninguna cosa. Boca cosida. Párpados cosidos. Me olvidé. Adentro el viento. Todo cerrado y el viento adentro.

XI

Al negro sol del silencio las palabras se doraban.

XII

Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo. No, no estoy sola. Hay alguien aquí que tiembla.

XIII

Aun si digo sol y luna y estrella me refiero a cosas que me suceden. ¿Y qué deseaba yo?

Deseaba un silencio perfecto.

Por eso hablo.

XIV

La noche tiene la forma de un grito de lobo.

XV

Delicia de perderse en la imagen presentida. Yo me levanté de mi cadáver, yo fui en busca de quien soy. Peregrina de mí, he ido hacia la que duerme en un país al viento.

XVI

Mi caída sin fin a mi caída sin fin en donde nadie me aguardó pues al mirar quién me aguardaba no vi otra cosa que a mí misma.

XVII

Algo caía en el silencio. Mi última palabra fue yo pero me refería al alba luminosa.

XVIII

Flores amarillas constelan un círculo de tierra azul. El agua tiembla llena de viento.

XIX

Deslumbramiento del día, pájaros amarillos en la mañana. Una mano desata tinieblas, una mano arrastra la cabellera de una ahogada que no cesa de pasar por el espejo. Volver a la memoria del cuerpo, he de volver a mis huesos en duelo, he de comprender lo que dice mi voz.

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Entre el desequilibrio y la lucidez, sintética y simbólica, la poesía de Alejandra Pizarnik es expresión de una búsqueda intensa, siempre renovada, de su propio lugar en el mundo; un mundo que, sin embargo, siempre le resultó esquivo. Sobre su singular estilo de escritura, advirtió Octavio Paz que es una “cristalización verbal por amalgama de insomnio pasional y lucidez meridiana en una disolución de realidad sometida a las más altas temperaturas”.

La obra de Georgia O’Keeffe (Sun Prairie, 1887 – Santa Fe, 1986), contrastante en muchos aspectos con la poesía de Alejandra Pizarnik, no busca copiar con exactitud la naturaleza del mundo, sino reducir a formas esenciales su representación, para expresar a través de ellas un estado emocional íntimo. “Nada es menos real que el realismo”, decía. Desde este punto de vista, sus empeños como creadora confluyen con la introspección descarnada de Alejandra Pizarnik en un propósito común: explorar los laberintos del alma humana.

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