Alejandra Pizarnik: Lo personal es político

Alejandra Pizarnik fue una gran poeta y un espíritu singular e influyente como pocos en la literatura, paradigma de rebeldía y accionar contestatario.

| Vidas | 11/03/2023
Retrato de Alejandra Pizarnik.
Retrato de Alejandra Pizarnik. / Imagen: El Diario Argentina.

«Simplemente no soy de este mundo… Yo habito con frenesí la luna. No tengo miedo de morir; tengo miedo de esta tierra ajena, agresiva… No puedo pensar en cosas concretas; no me interesan».

Alejandra Pizarnik, poetisa argentina (1936-1972)

La noche que puso fin a su vida ingiriendo 50 píldoras de Seconal, Alejandra Pizarnik (Avellaneda,1936- Buenos Aires,1972) escribió en el pizarrón de su apartamento: “No quiero ir más que hasta el fondo”.

Dejó este mundo convencida de que la poesía no era una carrera sino un destino, ignorando que todo aquello por lo que luchó desde la escritura se convertiría en paradigma de rebeldía y accionar contestatario.

“Aunque ser mujer no me impide escribir, creo que vale la pena partir de una lucidez exasperada. De este modo, afirmo que haber nacido mujer es una desgracia, como lo es ser judío, ser pobre, ser negro, ser homosexual, ser poeta, ser argentino, etc. Claro es que lo importante es aquello que hacemos con nuestras desgracias”. (Alejandra Pizarnik)

Hija de judíos polacos que llegaron a la Argentina huyendo del nazismo, la niña Alejandra, bastante tímida y arisca, creció en el barrio de Avellaneda. El amor por la literatura empezó desde temprano, cuando su madre le dio unos centavos y la mandó a comprar libros.

Se comenta que los altibajos de su personalidad tienen su raíz en la infancia, como casi siempre sucede, en su temprana inconformidad con su apariencia física, en su sobrepeso bombardeado con anfetaminas que la convirtieron en una adicta, en su acné, su tartamudeo, su compararse con su hermana mayor, bella pero insulsa, en su español hablado con acento europeo, al que nunca consideró suyo pero en el que escribió sus poemas nocturnales, sus diarios, sus cartas… Nunca sintió pertenencia a lugar ni a lengua alguna, aunque profesaba verdadera veneración por la lengua hebrea…

Estudió periodismo, filosofía y letras en la universidad de Buenos Aires, pero no terminó. Enamorada de la pintura, tomó clases con el artista Juan Batlle Planas, llegando a exponer algunos dibujos en una galería de Buenos Aires, pero también abandonó las clases harta de las repeticiones. Nada la retenía. Fue lírica, amó a los simbolistas franceses, a los surrealistas…. Tradujo a Artaud, a Henri Michaux, a Césaire e Yves Bonnefoy; estudió Historia de la religión y Literatura francesa en la Sorbona. Fue amiga de Julio Cortázar, Rosa Chacel y Octavio Paz, quien escribió el prólogo para su libro Árbol de Diana (1962), del que dijo que era “una higuera mítica” que muchos no entenderían.

«Yo debiera pintar. La literatura es tiempo. La pintura es espacio. Y yo odio el tiempo y querría abolirlo. Pero ni la pintura. Hablo de poder expresarme en un arte que fuera como un aullido en lo oscuro, terriblemente breve e intenso como la muerte». (Alejandra Pizarnik)

Se consideraba anárquica, antisocial y apolítica. Sin embargo, esta “ignorancia”, este “rechazo” a todos los preceptos y dictados de la sociedad implicaban una naturaleza política reconocida por el llamado Segundo Feminismo(1)

Lo personal es político(2)

En 1960 varios grupos de mujeres manifestaron públicamente su hastío hacia un feminismo representado únicamente por una mujer blanca, occidental, heterosexual y burguesa. Las inconformes apuntaron con acierto que la categoría “mujer” es compleja, porque no solo es diferente en cada grupo social sino en cada mujer.

Retrato de Alejandra Pizarnik sentada en un banco fumando.
Retrato de Alejandra Pizarnik. / Imagen: Zenda Libros.

El término interseccional se formuló como respuesta al feminismo transversal que no consideraba a mujeres de razas, condiciones de vida y clases sociales diferentes. Desde este enfoque es posible identificar las desigualdades sobre las mujeres, y, asimismo, sobre otros grupos que son marginados, silenciados y vilipendiados.

A partir de la identificación y la denuncia de las relaciones de desigualdad y las discriminaciones múltiples, asociadas a la orientación sexual, la edad, la raza, la diversidad funcional, la clase, la salud y el origen, el feminismo interseccional sitúa sus objetivos de denuncia y construye un concepto de mujer con una perspectiva multidisciplinaria desde lo complejo de la vida social.

La escritora francesa Simone de Beauvior indicó que la mujer se construye, lo que significa que no hay nada biológico que justifique la discriminación hacia las mujeres: “La cultura es el medio de dónde parten los conceptos de ser mujer e incluye los estereotipos. Por ello, la mujer se encuentra envuelta en un ideal femenino, un concepto de belleza eterna, sumisión, maternidad y trabajo del hogar. Al enfrentarse a estos ideales, la mujer decide construirse diferente, dejar la postura de vasalla y volverse independiente, permitiéndose seguir sus expectativas, desde un deseo propio y no desde un deseo impuestos por una sociedad machista”.

«Yo no sé hablar como todos. Mis palabras son extrañas y vienen de lejos, de donde no es, de los encuentros con nadie…». (Alejandra Pizarnik)

La gran poeta Olga Orozco, amiga y madrina literaria de Pizarnik encaró tras su muerte una grandiosa tarea de rescate que le permitió salvar su obra y organizar cada manuscrito existente. Revisados por Julio Cortázar y por su mujer en aquel entonces, la traductora Aurora Bernárdez, los originales fueron depositados en la Universidad de Princeton, Estados Unidos.

Alejandra Pizarnik nunca encajó en ningún molde. De cabello corto, ropa holgada, sin maquillaje ni accesorios, transitaba por la vida como un ser andrógino. Siempre hubo rumores sobre su sexualidad, ¿pero cuándo no existen habladurías y suspicacias si se escoge el camino del Yo soy? Se sabe que en Paris sostuvo relaciones íntimas con hombres y mujeres, pero nunca confesó su lesbianismo. La palabra homosexual la espantaba. Cualquier etiqueta la sacaba de sus casillas, la ponía en estado de alerta, la incomodaba hasta la agresividad. Alguna vez le preguntaron que porque no se había casado y respondió lacónica: “Yo estoy casada con la poesía”.

«D. vuelve a mostrar sus fauces de hembra de alcoba. La deseo profundamente. Su cercanía es como una premasturbación (…) Tan sucia y superficial. Tan adorable. Tan lejana (…) Hoy llegué a un pobre orgasmo después de imaginar mucho tiempo que los nazis me apuntaban y me entregaban a un militar tenebroso y muy temido, que me castigaba mientras fornicaba conmigo… de todos modos, lo esencial es esto: me excita que me castiguen”. (Diario de Alejandra Pizarnik)

Pizarnik tensa el lenguaje poético para llevarlo al límite del silencio: poemas muy breves, combinación exhaustiva de elementos mínimos que se repiten como variaciones musicales y que desdibujan los sentidos de las palabras y sus asociaciones habituales; dislocaciones sintácticas, sobre todo en el juego con el pronombre personal. Sus poemas indagan en los temores que todos tenemos; a la muerte, al desamor y al silencio, reflejando también algo de nuestras tinieblas.

María Eugenia López(3) lo resume así: “Leí más que nada sus poemas. Pero la puse a distancia rápidamente, porque es peligrosa. He visto a muchos poetas de mi generación fagocitados por su estilo. Y está bien como ejercicio, ya que al comienzo vamos tanteando, pero la meta debe ser encontrar una voz propia y Alejandra no te suelta. Entonces tuve que soltarla yo”. Hay que cuidarse de ella como de una yiddische mamme(4).

«¿Qué haré cuando me sumerja en mis fantásticos sueños y no pueda ascender? Porque alguna vez va a tener que suceder. Me iré y no sabré volver.». (Alejandra Pizarnik)

La palabra escrita fue su amparo.

Explorando sus textos con agudeza reconocemos que por más que la escritora no deseara encasillarse en grupos determinados, luchó denodadamente por la libertad de la mujer y el desdibujamiento de los roles de género.

«Soy mujer. Y un entrañable calor me abriga cuando el mundo me golpea. Es el calor de las otras mujeres, de aquellas que hicieron de la vida este rincón sensible, luchador, de piel suave y tierno corazón guerrero”. (Alejandra Pizarnik)

En varios de los poemas de Alejandra Pizarnik se perciben temáticas marcadamente feministas; la noción de mujeres unidas; el enfrentamiento a los estereotipos de género, la independencia de la mujer, la apropiación del cuerpo, la construcción del concepto de mujer desde una perspectiva “outsider”, la denuncia de las barreras infranqueables entre los derechos que posee una mujer y los derechos del hombre.

Retrato de Alejandra Pizarnik.
Retrato de Alejandra Pizarnik. / Imagen: Taller Igitur.

En contextos conservadores, y posicionándose desde la sublevación y la deconstrucción de la mujer enraizada en el patriarcado, Pizarnik opta por la androginia en sus escritos como la expresión subversiva ante una única elección de género de tipo heterosexual.

En sus escritos se origina esa necesidad de generar una elección diferente, donde lo fundamental es escuchar los deseos y reclamos del cuerpo y defenderlos más allá de aquello vinculado a la conservación de la especie y al rol ortodoxo de la mujer en la sociedad, vista siempre como alguien conservador, ajena al placer y a merced del esposo, configurada por este, por el gobierno, por la sociedad y por la cultura reconocida, mas nunca por ella misma.

“Cada uno es dueño de su propio cuerpo, cada uno lo controla como quiere y como puede. Es el demonio de las bajas prohibiciones quien, amparándose en mentiras ´morales´, ha puesto en manos gubernamentales o eclesiásticas las leyes que rigen el aborto. Esas leyes son inmorales, dueñas de una crueldad inaudita. Cabe agregar, a modo de ilustración, la sugerencia de Freud de que aquel que inventara el anticonceptivo perfecto o infalible sería tan importante para la humanidad como Jesucristo”. (Alejandra Pizarnik)

Una parte de la ruptura sobre la imposición social es la de percibir a la mujer como un sujeto libre, que puede elegir casarse o no, divorciarse o no, elegir ser madre o no. Asimismo, la autora expresa una orientación sexual distinta a la heterosexual, porque ella es la que elige su experiencia de vida sexual y sentimental, y aboga por la educación sexual, a la que considera de crucial importancia ya que, según ella misma, “lo sexual es arduo”.

“Solo quiero beber, comer y hacer el amor. Tengo hambre de placeres físicos. L. ya no dice que me ama, solo me desea. Insiste en la boda. ¿Para qué?. Debo dejarlo (¿Pero si me caso con él???) Lo dejaré. Aún en estos momentos en que me siento tan animal, tan frívola, siento firmemente que deseo estudiar, escribir, curarme, viajar, y no casarme nunca (quiero agregar que deseo alguna experiencia sexual, ¡with womens!”. (Diario de Alejandra Pizarnik)

Alejandra Pizarnik optó por expresar su existencia a través de las palabras aunque, de acuerdo a la autora, estas no eran suficientes para abordar el deseo o para explicar su postura de inconformidad con el mundo en el que respiraba y al que se enfrentaba en sordo silencio, casi con desprecio.

“No creo que la sociedad actual necesite una reforma. Creo que necesita un cambio radical, y es en ese sentido que pueden redundar beneficios para la mujer”. (Alejandra Pizarnik)

No es Pizarnik una “autora maldita”, es, ante todo, una gran poeta y un espíritu singular e influyente como pocos en la literatura. No es tampoco la encarnación de algún numen poético, aunque algunos hayan hecho el ridículo en más de una ocasión al invocarla en una sesión de espiritismo porteño.

El nudo que su estética propició entre locura, muerte y poesía, cristalizó para algunos en la idea de que el sufrimiento es poético y necesario, y que cierto toque de locura puede ser considerado hasta elegante. Pero el periodista y escritor argentino Jorge Aulicino dio el tiro de gracia a tanta cursilada con una frase contundente: Alejandra Pizarnik “está sobrevalorada por señoras cultas que creen que la locura es un estado de gracia mientras no la sufran ellas”.

Notas:

(1) https://www.womenshistory.org/exhibits/feminismo-la-segunda-ola

Feminismo interseccional: El feminismo interseccional tiene una estrecha relación con todas las corrientes de la Tercera Ola por razones evidentes: estas introdujeron nociones de raza, clase social o religión y cuestionaron el feminismo blanco hasta entonces imperante.

En términos simples, la interseccionalidad es la interacción entre dos o más factores sociales que definen a una persona. Cuestiones de la identidad como el género, la etnia, la raza, la ubicación geográfica, o incluso la edad no afectan a una persona de forma separada.

(2) Lo personal es político: https://www.clarin.com/cultura/significa-expresion-feminista-personal-politico_0_iRpg2k9_Z.html

(3) María Eugenia López, poetisa argentina (1977).

(4) Yiddische mamme: Madre judía, caracterizada arquetípicamente como sobreprotectora y posesiva.

(5) Laura Crespi, poetisa argentina (1973).

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