Érase una vez

Ya no somos
y resulta extraño verte sentado todavía en el banco
a donde ya no vamos,1
sitio para los roces,
la mansa melodía tarareada a media voz.
Así fue, antes de que las noches se cerraran de insultos,
de palabras tremendas como espectros;
mucho antes de que los hijos
aliviaran el golpe seco sobre la pared de mi mano.
Ya no existe el nosotros en archivos
ni en la cama a medias destendida.
Es raro,
pero resulta bueno saber que al café que humea,
una taza le espera sin tu nombre.
Del “Dossier de poetas contemporáneas” en: Alas Tensas, revista feminista cubana, No. 3, marzo 2017.
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