“Maltrato a la propiedad del Estado. Cartografía del grafiti en barrio de Colón”

“Maltrato a la propiedad del Estado. Cartografía del grafiti en el barrio de Colón”, fue un proyecto organizado en el año 2017 por Luis Manuel Otero Alcántara y Yanelys Nuñez para el Museo de la Disidencia en Cuba.

| Mundo | 01/11/2023
Foto en la que puede verse a Yanelys Nuñez, una de las coordinadoras del proyecto Maltrato a la propiedad del Estado. Cartografía del grafiti en barrio de Colón.
Yanelys Nuñez, coordinadora junto a Luis Manuel Otero Alcántara del proyecto “Maltrato a la propiedad del Estado. Cartografía del grafiti en barrio de Colón”.

I.

“Algo se advierte en el barrio de Colón, hay un olor a pintura recién mezclada. Hay ruidos de pasos sigilosos en las noches. Uno no logra entender por qué se concentran en esta zona, pero ahí están: en el Paseo del Prado, con sus skates, o en un taller medio apuntalado, medio sucio, medio comunitario; escuchando rap, electrónica, garabateando cartulinas, lienzos, vendiendo suvenires; usando argollas en las narices, redactándose tatuajes en el cuerpo, sonriendo despreocupados, mientras se empinan una botella plástica con ron”.

Así comenzaba mi texto de presentación del proyecto “Maltrato a la propiedad del Estado. Cartografía del grafiti en el barrio de Colón”, organizado por el Museo de la Disidencia en Cuba en el año 2017. Sus coordinadores, el actual preso político y artista, Luis Manuel Otero Alcántara y la que suscribe, Yanelys Nuñez, ideamos esta iniciativa desde la fascinación y la amistad.

Los grafiteros que trabajaban en esta zona de La Habana eran amigos y/o conocidos con los que compartíamos muchas noches de tertulias y fiestas. Una de las cosas que más no llamaba la atención era la juventud de la mayoría de ellos. Una juventud que rondaba entre los 15 y los 33 años aproximadamente. También nos entusiasmaba cómo se inspiraban mutuamente y cómo querían comunicarse sin lienzos de por medio, no sólo debido a la precariedad sino también porque querían hablar desde otro lugar.

Como parte del proyecto nos interesaba, más que documentar una escena artística específica, conocer qué les impulsaba a ocupar el espacio público en un contexto represivo como el de Cuba.

La curadora Yanelys Nuñez frente al mapa del proyecto “Maltrato a la propiedad del Estado. Cartografía del grafiti en barrio de Colón” en el IV Foro Intemperie, 2023.
La curadora Yanelys Nuñez frente al mapa del proyecto “Maltrato a la propiedad del Estado. Cartografía del grafiti en barrio de Colón” en el IV Foro Intemperie, 2023.

II.

Sobre los de referentes de estos jóvenes escribí en esa oportunidad: 

“Uno no logra entender cuándo comenzó todo. Danilo Maldonado, aunque logró firmar El Sexto en la fachada del Museo Nacional de Bellas Artes, no estuvo demasiado cerca, temporalmente hablando, como para movilizar a estos chicos. Quizás más bien se inició con Five Stars, saliendo a la calle primero con Yulier P. y luego con Fabián.

Pero Yairán (Five Stars) marchó en algún momento a Alemania, donde sigue trabajando, entonces el Yuly perdiendo todo miedo escénico asumió la escribanía de la ciudad. Ahí pululan sus personajes amorfos bajo la nomenclatura de P. 14, P. 15, P.16.

Fabián, luego de varios tanteos, encuentra a su encapuchado (el súper malo), a su huevo frito y a su desigual cuenta matemática: 2+2=5. El 13 de enero de 2016 hace su primer grafiti. Él no lo olvida. Y promete celebrarle todos sus cumpleaños”.

III.

“Maltrato a la propiedad del Estado” tomó como antecedente al ciclo “Parche rosa sucio, muestra de grafiti habanero”, llevado a cabo entre el 15 de septiembre hasta el 28 de noviembre de 2012, por otra plataforma independiente, Cristo Salvador Galería. Nuestro proyecto intentaba “hacer visible a la nueva hornada de grafiteros del centro capitalino, y romper con los niveles de intolerancia de las autoridades que no consienten fenómenos ubicados fuera de alguno de sus controlados extremos”.

La mayoría de los grafiteros que se incluían en nuestra cartografía “no provenían de la academia, salvo algunos casos como el de Luis[1], graduado de la Universidad de las Artes de Cuba (ISA) en el año 2012, quien además es uno de los pocos que trabaja insertado en el circuito galerístico. También se encontraba Musashi, artista cubano que usaba este seudónimo a la hora de crear bohíos que soñaban con transformase en casas de mampostería.

El resto, no estaba vinculado a estos espacios formales. Aunque quizás la separación real entre todos ellos se planteaba desde las respectivas posturas políticas y posicionamientos públicos. Una parte, dejaba sin marcar sus grafitis, y recontextualizaba la imagen del héroe, mascullando una crítica al sistema. De este modo, podíamos encontrar a Martí, amando free wifi[2]; y al Che proclamando… al imperialismo, ni tantico así. En estos ejemplos, el mártir, desde la repetición acertada de la plantilla, volvía acercarse al pueblo a través sus preocupaciones. En este grupo, también se incluían dos que sí hablaban abiertamente de su personal disidencia política: El Sexto y Yulier P.

La otra parte, utilizaba tags (Allie) o imágenes antropomórficas, (monos, monstruos) y a la hora de defender su trabajo, acudía al término “social” como si de esa manera se eliminara toda connotación política. Cada uno de ellos tenía una filosofía muy particular: la zombificación de la ciudad, la discriminación racial, los mecanismos antidepresivos, la simbología de los illuminati, los masones, el cristianismo; sin embargo no les interesaba enmarcarse dentro de un llamado “arte político”.

Pese a estas diferencias, el gobierno cubano los coloca(ba) a todos en el mismo saco. Todos eran (son) un peligro público.

De izquierda a derecha el grafitero B8, la curadora Yanelys Nuñez, y los artistas Amaury Pacheco y Luis Manuel Otero durante el montaje de “Maltrato a la propiedad del Estado...” en 2017.
De izquierda a derecha el grafitero B8, la curadora Yanelys Nuñez, y los artistas Amaury Pacheco y Luis Manuel Otero durante el montaje de “Maltrato a la propiedad del Estado. Cartografía del grafiti en barrio de Colón” en 2017. Foto: Cortesía de la autora.

IV.

“Maltrato a la propiedad del Estado…”, tuvo varios momentos. El de investigación, donde entrevistamos (en vídeo) a los grafiteros que así lo deseaban[3]; y el de documentación de los grafitis en el espacio, y ubicación en el mapa. Otro momento fue la presentación del proyecto, donde se intervinieron las paredes del Museo de la Disidencia, ubicado en Damas 955; y además se realizó un encuentro con algunos de los grafiteros incluidos dentro de la cartografía.  

V.

Aunque no sabemos el destino de todos estos jóvenes, esta presentación que hacemos hoy del proyecto, en la IV edición del Foro Intemperie, busca rescatar un tiempo íntimo, frente a lo efímero que puede ser una parte del arte urbano y ante el borrado sistemático de la memoria colectiva disidente que hace el régimen de La Habana. También como homenaje a todos esos “vándalos” (no sólo cubanos) que se arriesgan a ser multados; que a veces son forzados (por la policía) a borrar el grafiti; que son amenazados, y a los que se les decomisa sus materiales de trabajo.

Además, es un homenaje a todos esos artistas cubanos que ahora mismo se encuentran en prisión por razones políticas: María Cristina Garrido, Luis Manuel Otero Alcántara, Jessica Lisbeth Torres, Ángel Miguel Martín Caro, Maykel Osorbo, Juan Enrique Pérez, Wilmer Moreno, Randy Arteaga Rivera, Yasmany González Valdés, Rolando Sardiñas, Marlon Hitachi y Dayán Gustavo

Visita comentada de la exposición colectiva Justicia y Cultura Alternativa, de la que forma parte “Maltrato a la propiedad del Estado. Cartografía del grafiti en barrio de Colón”.

[1] Este grafitero prefiere que su identidad se mantenga reducida al uso de su nombre.

[2] En 2017 aún en Cuba no había datos móviles. Sólo había conexión a Internet a través de algunas zonas wifi donde se accedía a altos costos y a una velocidad risible.

[3] Algunos de los grafiteros no desearon ser entrevistados en cámara. En otros casos, consintieron al inicio pero al final decidieron salirse del proyecto por temor a represalias del gobierno. El caso particular de Silis, un joven grafitero negro que deseaba entrar a la Academia de Arte de San Alejandro en ese momento, no fue colocado en el material final de entrevistas porque en ese momento sólo tenía 15 años.

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