Entrevista | Tania Vergara, pasión por la danza

Tania Vergara, coreógrafa del Sarasota Cuban Ballet, habla sobre sus inicios en Cuba, sus proyectos y los retos de trabajar en Estados Unidos.

Tania Vergara, coreógrafa cubana.
Tania Vergara, coreógrafa cubana.

El nombre de Tania Vergara es inseparable del prestigioso Sarasota Cuban Ballet, institución que ha venido consolidando una merecida reputación artística y pedagógica. Tania Vergara, coreógrafa muy talentosa, maestra de reconocida y amplia experiencia, marca el sello del Sarasota Cuban Ballet y su apertura a diversos lenguajes de la danza en el presente.

Recuerdo a Tania Vergara desde sus tiempos de estudiante en la antigua filial del Instituto Superior de Arte en Camagüey. Una joven de ojos luminosos, absorta, soñadora. Fue la única alumna de su grupo que me pidió realizar su tesis de graduación como una coreografía.

«Es lo nunca visto ―dijeron―. Escándalo. No puede ser. ¿Una alumna? ¿Pero qué se piensa? Hay que llamar a La Habana y que lo nieguen allá».

Olga García Yero, entonces directora de la unidad docente del ISA en Camagüey, la apoyó firmemente; y así comenzó a crecer, poco a poco, el deseo de obligarla a renunciar a su cargo, pues allí no se quiere directivos, ni siquiera de poco rango, que defiendan al arte.

Aquella muchachita ensimismada hizo su primera coreografía y empezó a desbrozar un camino seguro y creador. Nacía una artista cabal. Su trayectoria, su lucha por formar una compañía inusitada en Cuba, su partida a Estados Unidos y su segunda batalla para abrirse paso en ese país, hoy son historia. Tania Vergara es un nombre artístico establecido y ejemplar.

Sarasota Cuban Ballet School
Sarasota Cuban Ballet School. Foto: Soho Images

Los inicios en Cuba

Tania, ¿cómo descubriste tu pasión por la coreografía? ¿Cómo, con condiciones para ser bailarina clásica y una bella figura, preferiste el muy arduo sendero de la coreografía?

Fue amor a primera vista y pasión al pasar los años. Desde mis años de estudio en la escuela, hice par de coreografías con mis compañeros de clase. Eran cosas muy simples en colaboración con el propio grupo. En 1986, luego de graduada, pasé a formar parte del colectivo de maestros de la Vocacional de Artes. Al llegar allí, tuve banderín abierto para coreografiar por parte de Ángela Reyes, quien dirigía el Nivel Elemental.

Inmediatamente se despertaron en mí las ganas de contar historias, probar pasos, diseños, usar música clásica y jugar con los clásicos del rock. No paraba de hacer diferentes tipos de piezas, neoclásicas, comerciales, de corte social, infantiles. Hasta con los estudiantes de artes plásticas trabaje en rutinas bailables que ellos querían mejorar. Estaba tan entusiasmada con la posibilidad de componer piezas con los estudiantes que me iba a casa, me bañaba, comía y regresaba a la escuela para seguir trabajando. No me importaba que la escuela estuviese en las afueras de la ciudad, ni si el transporte era un dolor de cabeza.

La coreografía fue mi salvación. No tenía las piernas y el pie (punteo o empeine) necesarios para bailar clásico, mi etapa de estudiante fue de mucho trabajo, constancia y disciplina. Pero estaba consciente de que la vida como bailarina profesional en el ballet sería limitada. Por suerte, mi vida tomó otro rumbo y tuve la dicha de convertirme en maestra de ballet y danzas de carácter a la temprana edad de 18 años. Aprendí tanto en esa etapa, tanto o quizás más que en los ocho años de carrera.

¿Qué recuerdas de tus primeros tiempos al frente de Endedans?

Recuerdo las horas creando el proyecto junto a Reynaldo Labrada para presentarlo a la Asociación Hermanos Saíz, la sed de entrenamiento físico e intelectual diferente al ballet, de aquellos primeros bailarines, las garras firmes por crearnos un pedacito de espacio para hacer algo diferente, la angustia porque se iban bailarines y la sorpresa porque llegaban más.

También recuerdo la apatía de algunos directores de instituciones y el apoyo optimista de otros. Y recuerdo los dolores de espalda por mis andanzas en una bicicleta, llevando al hombro un maletín grande con una grabadora y montones de CDs para los ensayos. Me recuerdo pedaleando al sol, de teatro en teatro, buscando un espacio para hacer ensayos. La suerte de poder hacerlos en la tarde-noche en la Escuela de Nivel Medio donde su director, Daniel Gómez, me abrió las puertas de los salones de ballet. Y la sensación de culpa por llegar a casa con dos niños de 6 y 9 años que ya dormían, pues yo no estaba para recogerlos de la escuela ni compartir sus horarios de regreso de la escuela.

Sarasota Contemporary Dance
Sarasota Contemporary Dance. Foto: Sorcha Augustine

¿Cuáles de tus primeras obras recuerdas con más afecto y por qué?

No puedo mencionar solo una. En cambio, quiero traer a colación piezas cortas que se convirtieron en caballos de batalla y nos dieron un sello distintivo en la manera de crear: “El Alucinado”, “La otra habitación”, “El drama de la memoria”, “La muerte del Hombre”, “Las manos que nunca me tocaron” y “Estuche”. Estas son piezas del periodo entre 2003 y 2007 que marcaron los inicios de Endedans, fueron muy elogiadas por el público y la crítica nacional.

Ser coreógrafa en Estados Unidos

Tu carrera profesional en Estados Unidos ha sido bien interesante. Háblanos de tu escuela, de tu labor coreográfica y de los reconocimientos que tan merecidamente has alcanzado.

Desde el 2016 trabajo en The Sarasota Cuban Ballet School, escuela con técnica cubana y claustro de maestros cubanos. La mayoría son ex bailarines del Ballet de Camagüey. Sus directores, Wilmian Hernández y Ariel Serrano, fundaron la escuela con un sentido artístico comprometido con el arte danzario, con una línea de trabajo pre profesional. Aunque también tenemos estudiantes con opción vocacional, que después podrán ingresar en los grupos pre profesionales con mayor entrenamiento físico.

Sarasota Contemporary Dance
Sarasota Contemporary Dance. Foto: Sorcha Augustine

Aquí, en Estados Unidos, son más comunes las escuelas de baile con mayor cantidad de estilos danzarios, alta incidencia en competencias regionales y nacionales y con mayor enfoque en lo comercial. La nuestra no es una escuela con gran cantidad de estudiantes, pero sí con un buen nivel técnico y artístico. Con ellos he podido obtener premios en certámenes de rigor, como el Youth American Grand Prix.

He sido invitada a coreografiar en compañías como Milwaukee Ballet II, Kentucky Ballet, Dimension Dance Theatre of Miami, además de varias escuelas dentro y fuera de Estados Unidos. También soy maestra de danza contemporánea en el Sarasota Contemporary Dance y colaboro coreográficamente con la Ópera de Sarasota en sus temporadas de estrenos y en sus programas de danza de verano.

Retos, sueños y proyectos de Tania Vergara

¿Cuáles son los desafíos principales para una mujer coreógrafa en el presente? ¿Cuáles son los retos para una artista como tú?

Los mayores retos que tengo son la edad y el idioma. Sin el inglés fluido, y con 55 años, es difícil abrirse paso en un país de mucha competencia en todas las áreas, en una disciplina que demanda mucha “fisicalidad” y donde el arte no es una prioridad. Por eso agradezco lo alcanzado y me siento optimista con lograr mayores cosas.

¿Tus sueños, tus proyectos?

Tengo como proyecto apremiante hacer un laboratorio de coreografía con los estudiantes avanzados de la escuela: ChoreoLab. Es algo que empecé en 2020 y con la pandemia se detuvo. Me hace mucha ilusión hacer pequeñas y variadas presentaciones con el público de cerca, y ofrecerles a los bailarines herramientas de creación y momentos para compartirla con el público. Me gustaría que antes de salir a ingresar el amplio y cada vez más difícil mundo profesional, saboreen el hecho creativo como máxima expresión de sí mismos.

Sarasota Cuban Ballet School
Sarasota Cuban Ballet School. Foto: Soho Images

Mi mayor sueño es consolidar Endedans Contemporary Ballet. Hasta ahora, es un proyecto con el cual he tenido varios estrenos pero aún no puedo hablar de compañía establecida. Gracias a un grupo de personas y especialmente a Leymis Bolanos, quien con su programa Sarasota Contemporary Dance In-Studio Series, me ha dado un espacio más sólido. He podido mostrar mi trabajo, nos han visto más personas y fuimos nombrados por Sarasota Magazine como “Mejor Nueva Compañía Danzaria” en 2023.

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