«Aura»: Una historia de amores brujos

"Aura es, sin lugar a dudas, un extraordinario homenaje a la mujer y a su capacidad de rebeldía y permanencia, un canto doloroso a la tolerancia, la flexibilidad y la resistencia femenina".

| Escrituras | Mundo | 29/03/2023
Un hombre y una mujer conversan de frente en una escena de "La bruja en amor"  versión cinematográfica de "Aura", de Carlos Fuentes.
"La bruja en amor" (1966), película italiana, libérrima versión de "Aura", de Carlos Fuentes, del director Damiano Damiani. / Imagen: Fotograma.

“Lees ese anuncio: una oferta de esa naturaleza no se hace todos los días. Lees y relees el aviso. Parece dirigido a ti, a nadie más. Distraído, dejas que la ceniza del cigarro caiga dentro de la taza de té que has estado bebiendo en este cafetín sucio y barato. Tú releerás. Se solicita historiador joven. Ordenado. Escrupuloso. Conocedor de la lengua francesa. Conocimiento perfecto, coloquial. Capaz de desempeñar labores de secretario. Juventud, conocimiento del francés, preferible si ha vivido en Francia algún tiempo”. (Primeros párrafos de la novela Aura, de Carlos Fuentes).

En una entrevista para el periódico mexicano La Jornada, Carlos Fuentes (Panamá, 1928- Ciudad de México, 2012) recordó cómo surgió una de sus más famosas historias, Aura:

«Aura me vino a la cabeza estando con una muchacha en París. Salió, regresó y en ese momento pasó bajo una luz que la transformó en una anciana. Luego entró y volvió a ser la de 19 años, y dije, ‘¡ay!, qué pasaría si uno tuviera el poder, siendo anciano, de volverse joven, ¡ahí está la novela!’ Me senté a escribirla en un café. La escribí en cinco días, me salió muy rápido.»

Considerada una de las mejores obras de la narrativa latinoamericana, Aura fue publicada en México en 1962. Ese mismo año también se publicó otra gran novela de Fuentes, La muerte de Artemio Cruz, de manera que 1962 fue para el escritor un año “en estado de gracia”.

Tanto Aura como La muerte de Artemio Cruz forman parte del fenómeno literario conocido como boom latinoamericano surgido entre los años sesenta y setenta del pasado siglo XX. Las obras de esta etapa se difundieron por todo el mundo. Sus autores, impactados por los movimientos modernistas y de vanguardia del siglo XX, pasaron a ser iconos de la literatura de la noche a la mañana.

Un rasgo común de buena parte de las novelas del boom es su tratamiento del tiempo de manera no lineal, disociando la forma tradicional de la fábula, utilizando atrevidos juegos de palabras y apostando por las múltiples voces en un mismo relato, y hasta en un mismo párrafo.

En la mayoría de las obras se mezclan el realismo y la fantasía mostrándose acontecimientos contradictorios y surreales con absoluta normalidad. Los muertos conviven con los vivos, los animales hablan lenguas diversas, algunos personajes ascienden a la gloria sin abandonar su envoltura carnal, abundan los seres que poseen múltiples dones de magia y anticipación, arden cuerpos de la nada, nacen criaturas mezcla de humano y bestia, llueven mares de agua, caen flores de los cielos…

Todo este rico imaginario, que no es otra cosa que la traducción literaria y metafórica de una forma de sentir, pensar y soñar el mundo a partir de la historia regional y sus leyendas, acabaría acuñando un concepto muy conocido actualmente: el Realismo Mágico.

Pero, ¿no es acaso América Latina un continente mágico en el que lo verosímil y lo inverosímil se dan la mano? ¿No vivimos a medio camino entre la realidad y el sueño? ¿No acontecemos más en nuestros pensamientos que en nuestros actos cotidianos, pálidos fulgores de lo que en verdad somos y sentimos?

«La primera condición del realismo mágico, como su nombre lo indica, es que sea un hecho rigurosamente cierto que, sin embargo, parece fantástico». (Gabriel García Márquez).

Algunos críticos sitúan cuatro exponentes principales entre los autores del boom latinoamericano: el colombiano Gabriel García Márquez, el peruano Mario Vargas Llosa, el argentino Julio Cortázar, y el mexicano Carlos Fuentes.

Si a estos escritores sumamos, entre otros ilustres, a Guillermo Cabrera Infante, de Cuba, Augusto Roa Bastos, de Paraguay, José Donoso, de Chile, Jorge Amado, de Brasil, Miguel Ángel Asturias, de Guatemala, o Augusto Monterroso, de Honduras, conformamos un grupo literario como pocos en la historia de la cultura occidental, y en la historia del arte, en sentido general.

Mujeres escritoras, una vez más, las grandes olvidadas

Puedo apuntar aquí que las mujeres escritoras, una vez más, fueron las grandes olvidadas.

Afortunadamente, el tiempo ha hecho lo suyo y muchas literatas son consideradas ya parte del movimiento. La mexicana Rosario Castellanos, la argentina Silvina Ocampo, la chilena Isabel Allende, a quien han llegado a llamar el García Márquez con faldas, ¡menuda insensatez!, o la brasileña Clarice Lispector, entre otras autoras, conquistaron a golpe de talento y perseverancia su lugar en la historia de la literatura, y, lo que más importa a un escritor, un lugar de honor en la mente de los lectores.

«Aún hoy, las escritoras latinoamericanas merecen más estudios, publicaciones y reconocimientos«.

Aún hoy, las escritoras latinoamericanas merecen más estudios, publicaciones y reconocimientos. Estas gratificaciones van llegando a cuentagotas a través de tesis, ponencias, disquisiciones, traducciones e impresiones por parte de editoriales de diversa índole. Pero aún no es suficiente. Siempre se puede más. Todas merecen más, mucho más.

Aura, la novela


Aura (significado): Halo que algunos dicen percibir alrededor de determinados cuerpos y del que dan diversas interpretaciones. Viento suave y apacible. Hálito, aliento, soplo.


La novela, de inusual brevedad. se lee de un tirón. Misteriosa y envolvente como un maleficio, Aura es un cuento de brujas aferradas al amor y a la batalla por la eternidad.

Argumento

Felipe Montero, un joven historiador inteligente y solitario que trabaja como profesor encuentra en un periódico un anuncio en el que solicitan un profesional de sus cualidades para un trabajo muy bien remunerado. El empleo consiste en organizar, traducir y corregir las memorias de un general mexicano escritas en francés.

Cuando llega a la dirección, Felipe nota que en la calle se mezclan lo viejo y lo moderno. Al entrar en la casa, una destartalada mansión tragada por las tinieblas, una voz de mujer lo conduce a través de la oscuridad. Felipe sube una escalera hasta una habitación. Allí lo espera su empleadora, la señora Consuelo, viuda del general Llorente, una anciana de edad indefinida y piel “afieltrada”.

Consuelo lo atiende sin levantarse de una cama enorme. Durante la entrevista el joven conoce a la otra habitante de la mansión, Aura, la sobrina de la viuda, que posee unos impresionantes ojos verdes.

Aura y su tía Consuelo viven en la oscuridad, como atrapadas en un purgatorio de silencio. La señora Consuelo parece controlar a Aura. En ocasiones, Felipe cree percibir que ambas ejecutan los mismos movimientos, como si una fuese el espejo en el que la otra se reflejara…

«El relato fluye como un disparo»

El relato fluye como un disparo, desdibujando las fronteras entre la vigilia y sueño, el deseo y el letargo. Todo el libro posee una intensa carga erótica y poética que rozan la asfixia. Esta poesía es la que permite el desdoblamiento de los personajes, la fusión del pasado con el presente, la identificación del amor con el horror.

Uno de los aciertos del autor fue escribir la novela en la segunda persona del singular.

En una entrevista hecha a Carlos Fuentes a propósito de la persona literaria utilizada en su libro respondió: “Llega un personaje que eres tú. Tú llegas. Tú entras. Tú tocas la puerta. Tú, etc. Es el lector. Eres tú… que se enamora de la joven…”.

“No han sido muchos los casos en que el encuentro con un libro haya dejado en mi memoria un tan intenso y perenne recuerdo”. (José Saramago, escritor portugués, Premio Nobel de Literatura 1998, sobre la novela Aura).

Sobre Carlos Fuentes

Hijo de padres mexicanos, Carlos Fuentes nació en Panamá el 11 de noviembre de 1928. Desde pequeño tuvo una vida muy activa en el ámbito intelectual pues su padre era diplomático de carrera y el niño se benefició de esto. Al cumplir los 16 años, y luego de residir en varios países del mundo, Fuentes se estableció en la Ciudad de México para cursar sus estudios de bachillerato.

Retrato del escritor mexicano Carlos Fuentes donde posa cruzado de brazos.
Retrato del escritor mexicano Carlos Fuentes. / Imagen: Muy Interesante.

A esa edad también comenzó sus labores como periodista, colaborando en la revista Hoy. Más tarde se licenció en leyes, recibiendo su doctorado en el Instituto de Estudios Internacionales de Ginebra, Suiza. Tuvo una activa vida como escritor: Escribió veintitrés novelas, además de cuentos, ensayos, piezas dramáticas, antologías, guiones cinematográficos y libretos de ópera.

Entre sus novelas podemos recomendar, además de Aura, La región más transparente, La muerte de Artemio Cruz, Cambio de piel y Terra Nostra, esta última un auténtico delirio en el que la narrativa del autor estalla con toda su riqueza lingüística de estilos cruzados.

En 1987, Carlos Fuentes fue galardonado con el Premio Rómulo Gallegos y con el codiciado premio Cervantes, considerado el Nobel de las Letras Hispanas. También en 1994 le fue otorgado el premio Príncipe de Asturias de las Letras y ya en la última etapa de su vida recibió el doctorado honoris causa en varias universidades dentro y fuera de México.

Tuvo una vida larga y fecunda. Falleció en su amada Ciudad de México el 15 de Mayo de 2012 a los 83 años. Profeta en su tierra, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de México creó el Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en el Idioma Español.

Aura, un «extraordinario homenaje a la mujer»

“Sabes, al cerrar de nuevo el folio, que por eso vive Aura en esta casa: para perpetuar la ilusión de juventud y belleza de la pobre anciana enloquecida. Aura, encerrada como un espejo, como un icono mas de ese muro religioso, cuajado de milagros, corazones preservados, demonios y santos imaginados”. (Fragmento de Aura, de Carlos Fuentes).

Más allá de la historia de Felipe y Aura, o de Consuelo y el general Llorente, la novela desarrolla temáticas relacionadas con la vejez y la juventud, la belleza y el deseo, la finitud y la eternidad, todo esto concentrado en el anhelo desmesurado de una mujer por mantenerse eternamente joven. La poca luz que existe depende del fuego. Y el fuego nos remite de inmediato a edades pasadas y a viejos ritos de animismo y de brujería que poco a poco van manifestándose.

Aura está integrada por cinco capítulos, en los que se narran los acontecimientos que se suceden en la extraña casa de doña Consuelo Llorente. El tiempo, casi siempre tratado de manera lineal, se ve alterado de vez en cuando por las evocaciones que hace el protagonista durante la revisión de las memorias y fotografías del general Llorente.

En esta novela la mujer no ocupa un rol secundario sino protagónico, absoluto. Aquí la mujer es un ser etéreo que puede alcanzar tanto el infinito del deseo como el otro, el más inabarcable y poderoso, el de la imaginación. Hacedora de milagros, dueña de la vida y de la muerte, es la mujer, ¿quién sino?, la que maneja los hilos del destino a la manera de las antiguas magas y sibilas.

Aura es, sin lugar a dudas, un extraordinario homenaje a la mujer y a su capacidad de rebeldía y permanencia, un canto doloroso a la tolerancia, la flexibilidad y la resistencia femenina.

A modo de conclusión: la rebelión de los mentecatos

Como no podía ser menos, tardaron bastante en arremeter contra Aura, teniendo en cuenta la intensidad y erotismo de ciertos pasajes del libro, y la estrechez de miras de buena parte de los miembros de la especie humana, ya fuera porque les faltó valor en su momento, o porque esperaron pacientemente a que los aires “soplaran a su favor”, algunos poderosos censuraron la novela en el año 2001.

¡Una novela publicada en 1962, que gozaba de reconocimiento mundial, traducida a múltiples idiomas, una obra venerada por millones de lectores fue censurada 38 años después! Pues sí, nunca es tarde para la censura.

La historia es la siguiente:

El entonces Secretario del Trabajo de México, Carlos Abascal, presentó una queja porque la maestra de español de su hija había pedido a sus alumnos que leyeran el libro.

Lo que para muchos era una sensual escena entre dos personajes, para Abascal y la Unión Nacional de Padres de Familia, cuyo presidente no había leído Aura, era una obra inadecuada que podía causar un «conflicto existencial» a las adolescentes.

«Como era de esperar, la censura tuvo el efecto contrario y la novela Aura volvió a los escaparates de las librerías incrementando sus ventas»

Abascal y otros padres de familia consiguieron que la maestra de literatura de sus hijas fuese apartada de su puesto y que las adolescentes de 15 años no leyeran ni Aura ni Doce cuentos peregrinos, de Gabriel García Márquez. «Hice valer mi derecho a vigilar lo que lee mi hija», justificó el funcionario ante la polémica desatada.

El hecho dio cabida a enfrentamientos entre escritores que defendían al autor y personeros de la Iglesia y del gobierno que apoyaban a Abascal. Carlos Fuentes se encontraba en Estados Unidos cuando estalló el escándalo. Él y García Márquez se lo tomaron con mucho humor.

El autor colombiano lo llamó por teléfono y le comentó: «Ya sabes que ahora vamos a vender más libros». Como era de esperar, la censura tuvo el efecto contrario y la novela Aura volvió a los escaparates de las librerías incrementando sus ventas. No olvidemos que es una novela de brujas. Y a las brujas no se les derrota fácilmente.

¿Será porque comen riñones encebollados, ese plato que se sirve en la obra y que fortalece el cuerpo y la mente? Tal vez.

¿Una novela contra los principios religiosos y morales?

Queda a criterio del lector saber si lo que en esta novela se relata va en contra de los principios religiosos y morales, o si es una soberbia fantasmagoría literaria de uno de los más influyentes escritores del siglo XX.

Y si usted señora, o usted, caballero, se escandaliza al leer un pasaje literario… pues siga leyéndolo. A lo mejor su mente se abre a algún milagro y su cuerpo se relaja experimentando nuevas y placenteras sensaciones… Y si no puede seguir leyendo pues sus prejuicios son más fuertes que sus anhelos pues deje el libro en algún banco que alguien menos intoxicado y más curioso cargará con él.

¡Ah! ¡Y no lo queme, se lo suplico! Que empezamos quemando libros y acabamos quemando hombres.

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