Ofelia Domínguez: otra voz olvidada del feminismo cubano (segunda parte y final)

“Es necesario, urgente, volver sobre los pasos de la historia de la mujer cubana. Pero tiene que ser desde posturas inclusivas.”

| Escrituras | Vidas | 23/09/2024
Ofelia Domínguez junto a otras integrantes de la Unión Laborista de Mujeres (1930).
Ofelia Domínguez junto a otras integrantes de la Unión Laborista de Mujeres (1930).

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Una personalidad como la de Ofelia Domínguez Navarro mantiene hoy una vigencia extraordinaria. Ella generó un importante pensamiento jurídico y civil sobre la mujer cubana que los especialistas en ese terreno apenas han tenido en cuenta. Y no solo eso, sino que encarcelada en más de una ocasión por sus luchas en defensa de la mujer, escribió su testimonio, De 6 a 6. La vida en las prisiones cubanas, que vio la luz en México, en 1937. En esa misma línea temática, Edelmira González publicó en 1939 sus Estampas de la cárcel en la Imprenta de F. Verdugo, situada en La Habana. Con estos dos textos, unidos a otros que tuvieron un carácter periodístico, se da inicio en la isla a una escritura de temática carcelaria llevada a cabo por mujeres.

El testimonio carcelario en Cuba

Mujeres presas políticas en la cárcel de Nueva Gerona, 1932.
Mujeres presas políticas en la cárcel de Nueva Gerona, 1932.

Este tipo de escritura puede verse, de forma orgánica, junto a Presidio Modelo de Pablo de la Torriente Brau, Hombres sin mujer de Carlos Montenegro, y tienen su antecedente en el siglo XIX. ¿Qué fueron los diarios escritos por prisioneros españoles y cubanos en la manigua? No solo diarios de campaña, sino también memorias u otras formas de escritura testimonial sobre la vida en prisión. No comienza este corpus con el Presidio Político de José Martí, sino que tiene sus orígenes mucho antes. Tanto, que se nos pierde en el tiempo.

Considero que el testimonio carcelario debe ser entendido desde un punto de vista incluyente. Porque a este tipo de texto es imposible ponerle camisa de fuerza. Son voces que se expresan desde el silencio, la violencia, la falta de derechos, las características del presidio cubano, la vida ante la muerte y los abusos de que son objeto. Al reo, no se olvide, como al paciente de un hospital, le borran su identidad para convertirlo en un número. La experiencia de la difícil vida en presidio, tanto de mujeres como de hombres, fue conocida por Ofelia Domínguez.

Ahora bien, insisto en que es un tipo de literatura que hay que ver de forma no excluyente. ¿Adónde irán la correspondencia y los testimonios de los presos políticos de la isla a lo largo de todos estos años? Pero no solo el testimonio escrito, sino también el fílmico, recogido este último por el Instituto de la Memoria Histórica Cubana Contra el Totalitarismo, que ha realizado más de diez documentales en los cuales los ex-presos políticos narran sus horribles experiencias en las cárceles cubanas. Un presidio plantado es muestra de ello, por ser el estremecedor alegato de quienes sobrevivieron a aquellos primeros años, desde 1959 hasta 1965, en el antiguo Presidio Modelo.

También hay que analizar, no solo como testimonio, sino como obras cinematográficas, otros documentos. Me refiero a Plantados y Plantadas, los dos filmes de Lilo Vilaplana. La otra historia para contar la otra historia, la no oficial, pero de la cual no podemos prescindir si de identidad y patria se habla. Diversa, con mayor o menor formación, pero es un tipo de escritura ―testimonio o memoria, como quiera llamársele― que nos acompaña desde los lugares más oscuros de la historia insular.

Mujeres en las cárceles cubanas

Primera edición del libro "De 6 a 6. La vida en las prisiones cubanas" (1937), de Ofelia Domínguez.
Primera edición del libro "De 6 a 6. La vida en las prisiones cubanas" (1937), de Ofelia Domínguez.

Ofelia Domínguez Navarro, desde su experiencia en las cárceles cubanas, entró en contacto con esas voces silenciadas. Presidiaria ella también, sintió la necesidad de denunciar y defender a aquellas mujeres que iban a la cárcel con toda su familia. En 1937, en medio de uno de sus exilios políticos, publicó en México el texto De 6 a 6. La vida en las prisiones cubanas.

La ensayista Ana Casado se refiere a este tipo de literatura desde la mirada de la mujer, a saber, Ofelia Domínguez, que relata su experiencia en las cárceles de la isla, donde compartió la experiencia del encierro no solo con mujeres, sino también con hombres. En una ocasión uno de esos hombres le escribió a Domínguez desde el presidio de Gerona: “Estamos llevando una descansada vida, lejos del mundanal ruido, al compás de los melodiosos cantos de las cotorras, y esperando ver si algún día me comisionan para ir a buscar el tesoro escondido”.1

Ana Casado le da el valor que, en efecto, merece Domínguez por su condición de abogada. Esta formación en Derecho la hace ver y valorar otras cuestiones de la vida en presidio que pasarían por alto otras personas. Por eso, el libro de Ofelia Domínguez adquiere, para Ana Casado, una importancia enorme, pues en él se denuncia a todo el sistema penitenciario de la isla. Así lo argumenta casado:

La literatura carcelaria cubana femenina plantea diversas cuestiones interesantes respecto al género literario utilizado para abordar el espacio de la prisión. ¿Bajo qué forma adentrarse en esa entraña monstruosa vigilada, cubierta de enfermedad, vicio o locura? ¿Utilizando el testimonio para proyectar de cerca, desde una primera persona, el inframundo habitado por seres marginales o, por el contrario, la ficción para tomar distancia y hacer la denuncia de una forma menos directa? ¿Quizás formar un híbrido entre realidad y ficción para llegar a lo que se llama novela testimonial?2

Considero que este tipo de escritura, incluyendo la de ficción, tiene una base testimonial importante. En el caso que nos ocupa, Ofelia Domínguez hizo una denuncia no solo de la represión de que era objeto la mujer, sino también del estado de insalubridad y abandono en que se encontraban las cárceles para mujeres. Además de acusar al régimen carcelario de la isla por encerrar muchas veces a familias enteras en aquellos recintos monstruosos. Allí morían niños y ancianos sin culpas. Y ese entorno agresivo, violento y carente de todo vestigio de humanidad, influía en el comportamiento y afectaba la psicología individual de las presidiarias. Ofelia Domínguez lo captó muy bien:

El horizonte lejano de la libertad las hace comportarse dóciles y sumisas, trabajadoras y diligentes […]. Estas mujeres se adaptan al reglamento y evitan tomar parte en las frecuentes revueltas del penal. No protestan de nada. Tratan de aliarse a las autoridades de la cárcel. […] Representan el tipo medio de mujer en general, de la mujer de su casa, y encajan dentro de la normalidad establecida por la ley y la costumbre. Esa normalidad que borra perfiles, empalidece tonalidades y que solo sirve para engendrar seres despersonalizados.3

Pero ese no era el único rostro de las mujeres en la prisión. Hay que distinguir entre la presa política y la común. Aunque la historia ha demostrado cómo muchas veces esos límites fueron porosos y dieron paso a una solidaridad que solo puede nacer en tales condiciones. Ofelia Domínguez, que estuvo varias veces en presidio, recibía numerosas cartas de mujeres y hombres con los que compartió su encierro. Algunas de esas cartas se conservan, pero en varias de ellas no se consignan la fecha o el nombre de quien las envía. Aun así, constituyen un importante testimonio de ese tipo de escritura que nació en los presidios. Una de esas misivas está firmada por Rosa, una mujer recluida en Nueva Gerona, quien le escribió a Ofelia, el 4 de mayo de 1932, lo siguiente:

Entretanto, nosotras laboramos. Hacemos los quehaceres domésticos con una dedicación que confundiría a nuestros detractores. Esos buenos sujetos que sostienen la incompatibilidad de una idea avanzada con el arte de guisar y de coser. Mi compañera de faena es Carmen Blanco. Estamos instaladas en la misma galera. Además de labores domésticas, celebramos actos culturales. Leemos. Y escribimos. Y como el patio de la vieja casona colonial que es la cárcel de Nueva Gerona, tiene dimensiones muy amplias, el pensamiento encuentra la amplitud maravillosa del cielo […].4

Prisión y diferencias sociales entre las mujeres

Grupo de presas políticas al salir de la cárcel de Guanabacoa, 28 de enero de 1934.
Grupo de presas políticas al salir de la cárcel de Guanabacoa, 28 de enero de 1934.

Como abogada y presidenta de la Unión Laborista de Mujeres,5 Ofelia Domínguez defendió a las mujeres trabajadoras, blancas o negras, despalilladoras, modistas, oficinistas, obreras o de servicio, entre otras. Mujeres que confiaron en la lucha y en las posibilidades del cambio se dirigieron a ella. Es el caso de esta costurera que firma Cubanita para denunciar los abusos en su gremio:

Antes, todas las mujeres ricas mandaban a hacer sus trajes y sombreros a los talleres de las Modistas Cubanas. Como Ud. Sabe, las mujeres pobres nos dedicamos a ese trabajo por ser más decente, y porque los dueños eran mujeres que pagaban un jornal de 1.50 y 2.00 diarios […], pero vino la Danza de los Millones y nos mató, pues esos extranjeros que tienen aquí tiendas, no contentos con el producto que sacaban de las grandes mercancías, avariciosos pusieron en sus tiendas vestidos y sombreros, y de esta manera han matado a […] modistas, y nuestras hermanas las ricas, sin darse cuenta del mal que nos hacen, se van todas a comprar “de tiendas”; si se llenaran de humano patriotismo y volvieran a casa de las Modistas Cubanas, donde se le puede confeccionar vestidos pues se reciben grandes figurines […]. Siga su campaña a favor de las obreras.6

En una ocasión, le escribió un desconocido que admiraba la labor incansable de esta abogada. La carta estaba firmada por Roberto Díaz, quien le advierte acerca de las diferencias sociales entre las mujeres. Para este señor, Ofelia debe tener en cuenta que su lucha a favor de las mujeres es, especialmente, por las mujeres más desfavorecidas. Con aguda inteligencia, Roberto Díaz le escribió en esa carta, que se conserva inconclusa, lo siguiente:

Fue Usted a mezclar la clase, que muy bien denominó Mariblanca Sabas Alomá de “rebaño de apellidos”, a una causa que sin conocimiento de la misma no es posible unirse.
Y las puertas a las que llamó, le abrieron, pero al pasar su vista por el interior, no vio más que juegos de Man Jon, afeites, recibos e invitaciones al Tennis, de Clubs, de rosarios y breviarios entre otras cosas […]. Esas son doctora, las que se educan en escuelas particulares y religiosas; las que pueden concurrir a escuelas públicas, pero no van, porque el trato con los hijos del pueblo […] les causa náuseas.
En cambio, habrá Ud. visto que las hijas del pueblo, las otras, pobres […], responden a las iniciativas de todo progreso y emancipación, con voluntad, con alegría, con entusiasmo, conocedoras de los problemas y dispuestas a la lucha sin preocupaciones malsanas, sin envidias, sin ambiciones de figurar […], sino solo por los ideales en sí, porque saben de trabajo, de privaciones y saben más que nada lo que significa la libertad y la emancipación.7

Ofelia Domínguez y la guerra antifascista

Ofelia Domínguez en la cárcel de Guanabacoa (1934).
Ofelia Domínguez en la cárcel de Guanabacoa (1934).

Ofelia Domínguez fue, durante la Segunda Guerra Mundial, directora del Departamento de Propaganda Nacional de Guerra Antifascista. Desde ese espacio dirigió importantes acciones encaminadas a salvaguardar a la nación de cualquier manifestación de nazismo. Advirtió de la presencia de submarinos alemanes en las costas cubanas. Convocó a las mujeres a cursos de primeros auxilios. Tuvo un programa radial que mantenía al tanto a los cubanos sobre el curso de la guerra.

Domínguez llamaba a la unidad de la nación, especialmente cuando Cuba le declaró la guerra a Alemania. Ella exhortó a los latifundistas cubanos a que no practicaran el desalojo, porque eso debilitaba la economía agraria del país en un momento en que se necesitaba más que nunca de ella. Se dirigió al pueblo para denunciar la situación de muchos científicos, escritores y artistas alemanes. En la alocución radial del 5 de julio de 1942 señaló:

Tú, hombre y mujer de Cuba, debes saberlo y decirlo a todos, si es que te preocupas por la cultura y el progreso, que en Alemania no hay actividades artísticas. Los artistas alemanes han tenido que huir al extranjero, o han perecido bajo las pistolas de la Gestapo, o se pudren en los campos de concentración. Hitler no quiere arte. Hitler quiere solo sangre y muerte.8

Ofelia Domínguez llamaba la atención, en la misma alocución, acerca de lo que significaría para Cuba ser ocupada por las tropas hitlerianas. Por eso explicó también la necesidad de que los jóvenes pasaran el Servicio Militar Obligatorio. Pero al hablar de las consecuencias de una Cuba bajo la bota nazifascista dejaba claro nuestra condición mestiza, lo cual dice mucho a favor de su visión acerca de lo cubano:

¿Sabes lo que nos esperaría a los hombres y mujeres de Cuba si Hitler llegara a invadir nuestro territorio? Hitler ha entronizado el mito de la superioridad racial de los germanos. Nosotros, como pueblo mestizo, según la falsa filosofía nazi, no tenemos derecho a disfrutar de libertad ni de autodeterminación. Contra esta amenaza, tenemos todos que reaccionar, unidos, firmes e incorruptibles. La Patria no les preguntó a los hombres que la hicieron cuál era el color de su piel, ni de dónde procedían. Ahora, lo único que interesa, como base de triunfo, es la unidad más estrecha entre todos los que amen la libertad y el progreso. La unidad nacional precipitará la derrota de Hitler.9

Ayudó al pueblo español, víctima de la agresión fascista, y envío medicamentos y ropa para los republicanos. Organizó la educación de los niños españoles emigrados en Cuba con un grupo de maestros cubanos. Ellos le garantizaron no solo la enseñanza, sino también el abrigo necesario a quienes habían perdido todo en la Guerra Civil. La experiencia de España fue una lección al mundo que la abogada Ofelia Domínguez entendió enseguida. Ella supo que, en España, se definía el destino y la paz mundial.

El legado de Ofelia Domínguez

Ofelia Domínguez disfrazada de monja para escapar de la persecución de Gerardo Machado.
Ofelia Domínguez disfrazada de monja para escapar de la persecución de Gerardo Machado.

Ofelia Domínguez dedicó buena parte de su vida a la lucha por los derechos civiles sin importarle sexo o raza. Llegó a ser la primera mujer directora de un periódico en Cuba. Por su talento y prestigio representa a la isla en su condición de secretaria general de la Asociación Cubana de las Naciones Unidas desde 1947 hasta 1963. Fecha última que marcó el rumbo de su vida. La fundadora de la Alianza Nacional Feminista nunca fue llamada a trabajar ni a asesorar a la Federación de Mujeres Cubanas. Fue totalmente olvidada por esta.

La abogada Ofelia Domínguez se jubiló en el Departamento de Política Internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba con la misma dignidad que la caracterizó a lo largo de su vida. Al escribir sus memorias, publicadas por el entonces Instituto del Libro y que no han tenido nunca una reedición, en 1971 afirmó:

[…] a medida que pasaba el tiempo y nos asomábamos a los años treinta, la unidad empezó a resquebrajarse. Pudimos avanzar en la difusión de la situación jurídica de la mujer y merodear por los predios de la obrera en una labor social, en la que no llegábamos a otra cosa que a promesas y limosnas disfrazadas.10

En estas palabras, alertaba sobre los peligros que corrían las diferentes tendencias del feminismo cubano. Ella intuyó que la problemática de la mujer y su lucha iba a adquirir, inevitablemente, diversos caminos. Es necesario, urgente, volver sobre los pasos de la historia de la mujer cubana. Lo he dicho muchas veces desde estas páginas. Pero si en algún momento se lleva a cabo, tiene que ser desde posturas inclusivas. No es posible seguir distorsionando el discurso nacionalista e identitario de la patria. Eso un lujo que ningún pueblo puede darse.

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1 Carta de Ismael Saijas, desde el presidio de Nueva Gerona, a Ofelia Domínguez Navarro, en: Fondo Donativos y Revisiones, Archivo Nacional (1920-1962). Consultado en julio de 2024. Nótese el tono humorístico de este presidiario, del cual no sabemos la causa de su encarcelamiento. Pero el humor también salva, aun en las condiciones más difíciles.

2 Ana Casado: “Cuerpos (h)errados: mujer y prisión en la narrativa cubana contemporánea”, en: Dicenda. Cuadernos de Filología Hispánica. Número especial, vol. 30, 2012, p. 196. Consultado el 20 de agosto de 2024.

3 Ofelia Domínguez Navarro: De 6 a 6...s.e., México, 1937, p.19.

4 Carta de Rosa a Ofelia Domínguez Navarro, Cárcel de Nueva Gerona, 4 de mayo de 1932, en: Fondo Donativos y Revisiones, Archivo Nacional (1920-1962).

5 “Entre sus miembros directivos estaban la Dra. Ofelia Domínguez Navarro (Presidenta), Dulce María Borrero de Luján (Vice-presidenta), Dra. Bertha Darder Babé (Secretaria general), Veneranda Martínez (Vice-secretaria general), Blanca Fernández de Castro (Tesorera), Rosa Pastora Leclere (Vice-tesorera), Dra. Carmen Ramírez Sureda (Vice-tesorera), Blanca Piedra (Secretaria de Relaciones Exteriores), Dra. María Julia de Lara de González (Vice-secretaria de Relaciones Exteriores), Rosa Arredondo de Vega (Directora de prensa), Eudosia Lara (Directora de Propaganda Obrera) y otras.” Cf. Kenia Santa Herrera: “La participación de la Unión Laborista dentro del proceso revolucionario de los años 1930-1935”. Tesis presentada en opción al título de Máster en Estudios Interdisciplinarios sobre América Latina, el Caribe y Cuba. Facultad de Filosofía e Historia. Universidad de La Habana, 2021, p. 49.

6 Carta sin fecha de una costurera cubana a Ofelia Domínguez Navarro, firmada con el seudónimo “Cubanita”, en: Fondo Donativos y Revisiones, Archivo Nacional (1920-1962).

7 Carta inconclusa de Roberto Díaz a Ofelia Domínguez, fechada el 28 de marzo de 1930, en: Fondo Donativos y Revisiones, Archivo Nacional (1920-1962).

8 Alocución radial de Ofelia Domínguez como Directora del Departamento de Propaganda Nacional Antifascista, en: Fondo Donativos y Revisiones, Archivo Nacional (1920-1962).

9 Ibíd.

10 Ofelia Domínguez Navarro: 50 años de una vida, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1971, p. 159.

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