En la disputa Piqué contra Shakira, yo apoyo la traición

"Si queremos combatir la violencia de género a través de vías emancipadoras, me parece que un paso fundamental es la renuncia radical a la idea de fidelidad sexual".

15/02/2023
collage de Piqué con Shakira
Collage: Alas Tensas

El diccionario define la traición como: falta que comete una persona que no cumple su palabra o que no guarda la fidelidad debida; delito cometido contra un deber público, como la patria para los ciudadanos o la disciplina para los militares”. 

La traición existe, como idea, como premisa, dentro de una estructura altamente controladora del deseo y de la sexualidad ajenas. Esa estructura es la bien conocida monogamia. Es dentro de esa estructura que tal figura —la traidora, el traidor— gana vida. Una estructura que propone un acuerdo inmutable de exclusividad, una promesa infinita y eterna de que nunca te vas a sentir atraída sexualmente, románticamente por nadie más en el planeta y que, si eso ocurre, “usted estará cometiendo una falta, un delito, estará faltando a su palabra”.

Ya de entrada vale preguntarse: si hay que empeñar la palabra, es porque existe la posibilidad de que esa promesa no se cumpla, ¿cierto? Delante de la imposibilidad de sustentar esa promesa, entonces se crea una cláusula moral que criminalice, que puna a quien decida partir. Para enmascarar el chantaje emocional que implica ese cercenamiento de la sexualidad y afectividad ajenas, se  categoriza con el rótulo de “fidelidad”. Si hasta hoy ninguna promesa de exclusividad impidió que personas casadas se enamoraran de otras, vale la pena entonces que repensemos nuestro entendimiento sobre amor, fidelidad, traición y cuestiones afines.

Equiparar la traición a un crimen

Por un lado, la idea de la traición asociada a las relaciones de pareja, entraña una carga moral que culpabiliza a quien eventualmente pueda tener interés afectivo/sexual por otras personas distintas a su cónyuge. Por otro lado, ello no niega, en absoluto, el dolor que ocasiona dejar de ser amado, deseado por  quien amamos, ni el sufrimiento delante de la posibilidad de una ruptura. Sin embargo, apostar en la inmutabilidad del interés sexual y afectivo de una persona es una idea que presupone una altísima dosis de narcisismo, pues alimenta la fantasía de que la persona que amamos está blindada para que le guste alguien más en un planeta habitado por millones de personas (interesantes, atractivas, en fin, objetos potenciales de deseo).

«La simple sospecha de que existe la posibilidad de ruptura de una cláusula de exclusividad sexual, ha sido históricamente una munición usada por hombres cis para violentar mujeres, al punto de interrumpir sus vidas». 

Y obviamente, cuando equiparamos la traición a una falta, a un delito, a un crimen, ello autoriza todo tipo de puniciones simbólicas y materiales, contra la persona que, aún siguiendo su deseo, cometió “tal crimen”. ¿Por qué creen ustedes que tantos hombres se sienten autorizados a asesinar mujeres? ¿Cuál es la munición que está en la base de tantos feminicidios? ¿Ya se detuvieron a pensar? La simple sospecha de que existe la posibilidad de ruptura de una cláusula de exclusividad sexual, ha sido históricamente una munición usada por hombres cis para violentar mujeres, al punto de interrumpir sus vidas. 

Es por ello que, considerando apenas el hecho de que Piqué “se fue con otra”, no veo en ello, en sí mismo, un problema que autorice algún tipo de enjuiciamiento moral como el que vimos en redes sociales. O sea, delante del desconocimiento de las interioridades de esa ruptura (porque obviamente no tenemos acceso a todos los detalles de esa relación), e insisto, apenas considerando el hecho de “la traición” (léase, el interés sexual afectivo por otra mujer) me parece que la cuestión no puede ser simplificada a buenos contra malos. No juzgo el modo como Shakira decidió lidiar con el sufrimiento que le ocasionó esa ruptura (al final lidiamos con una separación, un luto con las herramientas emocionales y sociales que tenemos disponibles); sin embargo, sí me interesa discutir el argumento de la fidelidad que creó los dos bandos: Piqué contra Shakira.

Hay que renunciar de forma radical a la idea de fidelidad sexual

La idea de la fidelidad sexual es en sí misma problemática si tenemos en cuenta el modo en que ese concepto pone de relieve la cultura sexual que no es impuesta (principalmente a las mujeres). En virtud de esa moral sexual, se vincula la sexualidad apenas al deleite de otro, en detrimento de la exploración de nuestros propios deseos. Esto frena cualquier apertura para otras interacciones sexuales que eventualmente podamos experimentar.

Si la idea de la traición (inclusive de la sospecha) está en la base de tantos feminicidios, ¿cómo es que vamos a combatir la violencia de género por un lado, e invocar una moral sexual, por otro? ¿Cómo es que vamos a defender la idea de la sexualidad como una esfera de nuestra vida pautada en la autonomía, por un lado, y por otro, invocamos una castidad sexual? ¿A quién sirve esa idea de fidelidad sexual? ¿Quiénes son los que más se benefician de ella? 

Estoy pensando aquí en estrategias de lucha política contra las opresiones de género, pues la defensa de la fidelidad sexual alimenta varias estructuras de poder como el patriarcado, la monogamia y la propia heterosexualidad compulsoria. Imaginen cuántas personas se identifican a lo largo de su vida con otras orientaciones sexuales después de haber estado durante años en relaciones exclusivas con apenas un género/sexo. ¿Estarían condenadas esas personas a no vivir su sexualidad, por una promesa de “fidelidad”? 

Es atendiendo a esto que me declaro defensora de la traición y reivindico el derecho a traicionar cualquier sistema de poder que nos restrinja, que nos controle. Creo que la traición carga en sí misma un potencial desestabilizador de la confianza con que solemos aceptar las imposiciones de varios sistemas de poder que nos convidan a lo siguiente: “sea fiel, manténganse casta y pura, entregue eterna y definitivamente a otra persona (que no es usted mismx) su sexualidad, el autodescubrimiento de su placer, la posibilidad de ir y venir, su autonomía afectiva”. 

«Si queremos combatir la violencia de género a través de vías emancipadoras, me parece que un paso fundamental es la renuncia radical a la idea de fidelidad sexual».

Si queremos combatir la violencia de género a través de vías emancipadoras, me parece que un paso fundamental es la renuncia radical a la idea de fidelidad sexual. Esa idea está tanto en la base de feminicidios como sirvió para que Shakira destilara su clasismo contra otra mujer (equiparada a un modelo de carro “más atrasado”). 

Si es nuestro deseo mantenernos al lado de alguien por el tiempo que ese lazo tenga sentido, no hará falta ningún contrato o cláusula que nos “obligue” a cumplir nuestro deseo. La sexualidad no es sacrificio ni propiedad de terceros que deba ser donada a otros por toda la eternidad. La sexualidad y los afectos no son un campo de legislaciones ajenas que deban ser tipificadas como pecado o traición. El amor y las relaciones de pareja son también sobre autonomía, la autonomía de permanecer así como la de partir cuando ese vínculo no tenga más sentido para alguna de las partes (y hagamos la terapia que necesitemos para lidiar con la ruptura, busquemos fortalecernos con redes de apoyo, etc.). 

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Psicóloga por la Universidad de Oriente, Cuba. Máster en Intervención Comunitaria (CENESEX). Doctora en Ciencias Humanas (Universidad Federal de Santa Catarina). Investigadora de Post Doctorado vinculada a la Universidad de São Paulo, Brasil. Feminista, con experiencia en varias organizaciones y movimientos sociales.