Los barrotes de la cárcel de Leningrado se cubrían de lodo y nieve y fuego y nieve y sangre y nieve… Silencio y nieve. A Ana Ajmátova le florece la nieve y la nieve enseña los brillantes frutos, los cristales que hechos racimos le cuelgan de los ojos, de sus pechos y le brotan aún […]