Desafiante y libre, María Emilia Cornejo fue pionera del feminismo y de la poesía erótica femenina en una de las sociedades más conservadoras de América.
La poesía de Pat Parker, arraigada en sus propias traumáticas experiencias, dio voz al dolor y las esperanzas de muchas otras mujeres.
Marcada por el auge de los movimientos totalitarios en el siglo XX, Ingeborg Bachmann vio en la literatura un camino para la renovación ética de la sociedad.
La poesía de Dulce María Loynaz sobresale por la hondura de una sensibilidad que logra armonizar, sin apagarlos, el dolor y la paz, la fragilidad y la rebeldía.
“Eres la llegada y la partida, la fe y la desesperanza, la primavera todos los años aguardada y nunca disfrutada.”
Kikí Dimulá destaca en el panorama de la poesía griega del siglo XX por su búsqueda incansable del significado de la vida humana en el mundo actual.
A lo largo de su obra, Han Kang explora desde disímiles perspectivas el tema del silencio y el lenguaje, y cómo nuestra relación con el mundo afecta la comunicación.
Humilde y genuina, pero plena de orgullo, la voz lírica de Georgina Herrera nos conduce por una travesía íntima y continúa solitaria, a la vez que intensa y enérgica.
Ileana Álvarez deja constancia en estos versos, dolorosos pero limpios, de su viaje a través de la noche, un viaje personal que, sin embargo, ilumina el curso de muchas otras mujeres.
Reconocida entre los grandes escritores de su tiempo, Marina Tsvietáeva es una de las poetas más innovadoras en lengua rusa.