Libros | Para adentrarse en la espesura poética de Jesús J. Barquet

"Esta miscelánea inesperada no es solo un himno al erotismo y la pasión vital; también resulta, muy secretamente, un canto de amor a la poesía cubana en todos sus caminos".

Retrato del poeta cubano Jesús J. Barquet
Jesús J. Barquet, poeta cubano.

Jesús J. Barquet (La Habana, 1953), poeta y ensayista radicado en los EE.UU. desde 1980, acaba de publicar en Uberlândia, Brasil, el poemario bilingüe (portugués-español) A fundo na espessura (miscelânea do desejo, 1971-2023) / Adentro en la espesura (miscelánea del deseo, 1971-2023), bajo el sello editorial O Sexo da Palavra (2023, 256 pp.). Me hallo ante un libro singularísimo que, más allá de su factura como recopilación de poemas provenientes de previas obras publicadas por Barquet hasta 2018 y de poemas inéditos posteriores, se levanta no sólo como un peculiar y coherente recorrido gozoso e implacable por el renovado descubrimiento del erotismo y del deseo, sino también como una indagación prodigiosa por los caminos múltiples y la sensualidad de la poesía.

Lo confieso: es un texto difícil para mí, y no tanto por su tema (la infinitud del deseo y la palabra poética) como por la inusitada energía, la vitalidad indomable y el gozo de la palabra lírica. Barquet ha construido un libro que, sin duda, merecía una edición bilingüe, puesto que su cuerpo inmenso pone de manifiesto los miles de vasos comunicantes (incluso dentro de la llamada métrica tradicional) entre las dos lenguas: son de un deslumbrante refinamiento y cuidado las traducciones al portugués debidas a Fábio Salem Saie, Giliard Ávila Barbosa, José Antônio Ramos Alves, Lucy Zollner y el propio autor.

Insisto: me ha sido difícil. Pocas veces me he encontrado un libro con un dominio tan muscular y fascinante del verso como este, que no sé si llamar recopilación, miscelánea (como sugiere el subtítulo) o simplemente nuevo poemario. Un libro erótico, si es excepcional, resulta un fogonazo para cualquier lector, prevenido o no. Se fija uno en las maneras de abordar el tema eterno y suele desatender la sabiduría, la intensidad, la especie de manía (esa palabra griega para referirse al deseo y al amor). Detesto dejarme llevar por la admiración a un libro, a un estilo, a una voz ajena; pero Barquet se revela aquí como un poeta capaz de cualquier diapasón, tanto en sus versos de firme barroquismo cubano (Ballagas, Baquero, Lezama) como en los más voluntariosamente conversacionales, sabiendo mantenerse ajeno, en lo fundamental, a cualquier sospecha de influencia o seguimiento serviles.

Los poetas y ensayistas cubanos Luis Álvarez y Jesús Barquet
Los poetas y ensayistas cubanos Luis Álvarez y Jesús Barquet, en la presentación de Adentro en la espesura, en São Paulo, Brasil.

El autor ha creado su propia lengua del deseo, de modo que todo entra y cabe aquí libre y sutilmente: la prosa poética, el verso libre, la rima y el metro en la forma; la dureza inmediata, el ensueño imposible y el dolor en el tono. Polierotismo en andas, secreta e impalpable conexión con la infinita sabiduría de vida de los griegos, devoradora sed de una belleza extraña, tan aguda en sus relentes clásicos como entrañable en su simple envoltura de “camiseta azul” (pp. 85 y 249). El poemario contiene una belleza arrasadora, sí, pero por la vía de un conocimiento absoluto del verso (no, no me lo esperaba, es mi falta): esta miscelánea inesperada no es sólo un himno al erotismo y la pasión vital, sino también, de manera más o menos secreta, un canto de amor a la poesía Occidental (y cubana, en particular) en todos sus caminos. El propio libro lo revela desde su primer poema “Que mejor vuela…”: “Un barco de luz, perdido, humillante, atraviesa muy solo el horizonte” (p. 18). Barco de luz, perdido, ¿no nos trae subrepticiamente a la mente la soledad sin fondo, la riqueza de sol y de avena del cubano René López (1881-1909)?

Aunque todavía dude en escribirlo, Adentro en la espesura me revela a un poeta profundamente enraizado en sus varias culturas (Cuba, América Latina, tradición griega, legado europeo en general). De ahí su erotismo desbordante, homosexual, sí, pero también universalmente tensado —Eros socrático— hacia una diana de pensamiento ideal, sin demarcaciones limitadoras. Por eso se trata de un libro donde no hay el más mínimo temor, y donde el sujeto lírico empuña con total libertad cualquiera de las texturas de lo poético, incluso en una evanescente atracción por el Modernismo hispánico de fines del siglo XIX e inicios del XX, como revela el poema “Espectáculo”:

Nenúfar blanco de incontrolable presencia:

sol de la noche que fructifica en bestia.

De escuálida muerte

en obsoleto sueño

hasta decirle rosa de los mares.

Así del agua se vuelve intransigencia;

de la noche fugaz negro, mortal engaño,

y yo con tu sexo jugueteando

jugueteando. (p. 24)

Más allá de su vigorosa sensualidad, este libro además gira alrededor de preguntas angustiosas, en particular en los poemas provenientes del poemario Sagradas herejías (1985): “Pero ahora dime cómo / responderé a tus preguntas, cómo / responderás a las mías”. Como en un juicio interminable (“Acto I: Juicio”), nos enfrentamos al destino de perdernos en las “infinitas aguas [del amor] / inevitablemente, / para encontrarnos de pronto arrepentidos / llorando a la puerta de nuestro finito amor” (pp. 28 y 30). Por momentos, a través del personaje de Tiresias, que experimentó placer primero como hombre y luego como mujer, el fluir lírico parece desdoblarse u oscilar entre los dos polos:

Sí, hube de gozar ambos placeres, padecer

ambas inhibiciones, concebir besar y ser besado;

hube de amar cada vez lo contrario, lo complementario

que engendra sucesión: quizás fui

padre, pude haber sido madre, yo, Tiresias,

por la intolerancia celestial castigado, perdí

la humana facultad de ver

para ganar la divina de prever. (p. 32)

Toda la fuerza del deseo y del placer no oscurece en absoluto a la palabra, que se levanta siempre con un esplendor de enorme intensidad:

Los recibirá un recinto de sándalo y temblores,

de azulaciones ebrias, lluvias y cantos devoradores.

Luego una puerta augusta,

esa que todos alguna vez hemos atravesado

sin poder ya regresar. (p. 36)

Polierotismo, transfiguraciones y herencia cultural en «Adentro en la espesura» de Jesús J. Barquet

Portada de A fundo da espesura / Adentro en la espesura (Miscelánea del deseo), de Jesús J. Barquet.

Todos los temas se funden en el gran tema del erotismo, incluso el de las raíces entrañables: En sábanas de amor o simplemente de placer / dejé bien alto / el nombre«.

Irrumpe también, imposible y apremiante, la búsqueda del Semejante, del otro, que tantas veces rehúye a la comunicación. “¿Y me preguntas, Ángel?” retoma así el tópico tremendo de la otredad como “espejos prohibidos / donde asomarme”, como un “mar desfigurado” (p. 50). Todos los temas se funden en el gran tema del erotismo, incluso el de las raíces entrañables que presenta el poema “Patriótica”: “En sábanas de amor o simplemente de placer / dejé bien alto / el nombre de mi patria” (p. 58).

La voz y la piel misma devienen texto de húmeda poesía: se trata de una inmensa transfiguración de las cosas gracias al erotismo, así como de una celebración de la infinita diversidad de las cosas que, sin embargo, subyacen en secreta unidad spinoziana. Pues hay que decir que no estamos en presencia de una poesía desnudamente sensual, a pesar de su flexible eficacia en trazar los caminos directos del deseo: subyace en ella un sustrato profundamente reflexivo, incluso filosófico, que nos obliga a recordar grandes herencias recibidas.

Para empezar, El banquete, de Platón, y su atormentada indagación del sentido complementario de la búsqueda de amor: “Sabia la naturaleza en sus entregas. / Torpe el hombre que siente / la diversidad como enemiga” (p. 66), sin que ello excluya otros vínculos misteriosos entre pensar filosófico y sexualidad, incluso invocando explícitamente a la “Patrística”: “Alma: Velo / Cuerpo: Vuelo”,fe que traiga cuerpo a las palabras” (p. 70). Es el universo convocado por la poesía, el erotismo acrisolado, transfigurado en un saber sin límites, en una cultura indoblegable. Tal es una de las esencias de este extraño libro: su devoradora sabiduría, su conocimiento exacto sin pedantes alusiones ni vocabulario disecado, como si sus poemas, parafraseando a Mallarmé, se irguiesen “después de haber leído / todos los libros” (p. 74).

Sabe el sujeto lírico que el deseo, que es “verde” y “flota” como “el alga” (p. 76), transfigura las carnes cuando estas se hallan en contacto pasional. Transparente resulta la evocación estremecida de La realidad y el deseo, de Cernuda, a quien se debe además el epígrafe del poema, pero es esta una evocación más destilada y actual: el erotismo también genera nuevas realidades, como un modo cognitivo ineluctable. Por eso también sabe el sujeto lírico que no está ajeno a su tiempo, a pesar de su poema “Anónimo”, taraceado con mil y un fragmentos de cultura: “di testimonio de mí cuando la historia no era / todavía la Historia” (p. 116). Y por lo mismo, con audacia casi de prosa, levanta Barquet en el poema terrible “Zonas erógenas” uno de los textos más intensamente opuestos a la represión, a la violencia discriminatoria y al desamor: el polierotismo flamea como bandera gozosa frente a las más dispares inhibiciones y, en particular, aquellas que jalonaron el siglo XX y aún no han desaparecido por completo.

Entremezclado con un fluir de imágenes, atraviesa todo el poemario un torrente de alusiones y ecos: si en “Los once” (p. 132), con epígrafe de Coleridge, yo imaginaba más a “El durmiente del valle”, de Rimbaud, unas páginas después “Marte” (p. 138), con similar asunto mortuorio y explícito epígrafe de ese poema francés, me decía que mi imaginación no se había equivocado. Pero, ¿qué importa que yo me equivoque ante una imagen tan arrasadora de la muerte? Al fin y al cabo, como sabe Barquet, todos sienten la furia, el impulso de destruir lo que no deben, fuera o dentro de nosotros mismos.

Huelga decir que Cavafis también es convocado, como una admonición de la calidad proteica, autotransformativa, del humus poético helénico. Y de vuelta a Cuba, Barquet, consciente de su fuerza y ajeno a timideces, nombra lo que ama al ejercer un diálogo entre su “Elegía a su nombre” y la “Elegía sin nombre”, de Ballagas.

Alción o albatros renacido, esta peculiar miscelánea tiene en verdad una unidad estremecedora de estilo, de propósito y de meditación. Polierotismo, como he dicho, pero sobre todo ambiciosa represa paradójicamente liberadora de lo humano, de su esencia atormentada y rebelde, que en este libro bilingüe le abre cauces esenciales a lo que hemos creído que es nuestra cultura y nuestra angustia.

Jesús J. Barquet sobre su libro Adentro en la espesura

“Entre los temas presentes en mi poesía, la crítica ha señalado el destierro, la identidad, la poesía, el destino trágico de Cuba y las cuestiones homoeróticas o eróticas en general, para ser, sexualmente hablando, más abarcador. Sin embargo, más allá de lo sexual, el erotismo tiene otros referentes, y creo que es esa concepción plural del erotismo el cimiento que ha sostenido por décadas mi visión poética y que ahora reveladoramente recurrió al deseo para componer A fundo na espessura”.

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