Desde el feminismo negro. La palabra de Anabel Mitjans Alayón

| Diálogos | 10/04/2017
Foto: Alberto Maceo

¿Qué cambios implica el ser feminista lesbiana, bisexual, trans, queer…?

Me acerqué a los pensamientos feministas desde muy temprana edad, pero fue en la universidad cuando comencé a interesarme y enfocarme como profesional en la producción teórica feminista, principalmente en el pensamiento feminista negro, entre cuyas cultivadoras se encuentran AudreLorde, Gloria Anzaldua, Patricia Hill Collins, Kimberly Crenshaw, Cheryl Clarke, entre otras feministas.

Por otro lado, estas lecturas me llevaron a acercarme a la comunidad del hip hop en Cuba y su discurso de emancipación racial. Allí conocí la obra de Las Krudas, principalmente los temas “La gorda” y “Metía”, que cambiaron completamente mi vida. Luego las conocí a ellas y desde entonces han sido mis tutoras, mis maestras y amigas. Ellas me introdujeron en el mundo del activismo feminista antirracista y anticlasista, queer, ecológico; en fin, una de las expresiones del mundo feminista más radicales de Latinoamérica y Estados Unidos. Gracias a ellas comprendí la brecha tan grande que existe entre la academia y el activismo feminista, principalmente en Cuba, donde gran parte de la producción académica se ha limitado a los estudios de género, y los estudios y los discursos feministas quedan cada vez más en el ostracismo.

La producción historiográfica sigue potenciando la vida, obra y procesos históricos dirigidos por hombres, blancos, ricos o pertenecientes a la clase media. Ello implica un profundo desconocimiento, sobre todo por parte de las generaciones más jóvenes, de la importante participación de sujetos sociales provenientes de los barrios más pobres, madres solteras, afrodescendientes, lesbianas, bisexuales, queers, personas trans y sus aportes a la historia y cultura de nuestro país; y, por lo tanto, el incremento de la enajenación política de estos sujetos.

Para mí, el proceso de autoreconocerme como feminista queer negra, activista y profesora implica un cambio de actitud con respecto a mi comunidad, mis estudiantes y mi sociedad. Principalmente, me interesa conmover las estructuras heteropatriarcales de la academia cubana, promover un pensamiento feminista descolonizador entre mis estudiantes y “amigues”, luchar contra la heteronormatividad y el pensamiento colonialista racista y clasista que predomina en nuestra sociedad y, finalmente, luchar contra mis propios demonios, descolonizar mi mente y mi cuerpo de esos mismos prejuicios para mi bienestar y el de las personas que me rodean.

Reconocerme como queer, lesbiana, trans y afrodescendiente me ha permitido solidarizarme con otras luchas sociales como el movimiento ecologista y el movimiento por los derechos de los animales, el derecho a tener acceso a una alimentación saludable. Una vez que vas comprendiendo cómo funcionan los sistemas de opresión que frontalmente te oprimen, te das cuenta de otros muchos que influyen sobre ti y sobre la sociedad.

A su criterio, ¿cuáles presupuestos del feminismo no debieran faltar en la lucha contra la discriminación por orientación sexual e identidad de género?

Como expresé anteriormente, el feminismo negro y la crítica afrodescendiente de la teoría queer son mis principales presupuestos teóricos. Para estas corrientes de pensamiento, la lucha contra la discriminación no debe simplificarse en solo un tema o una sola forma de opresión social; los temas de la homofobia, la transfobia y lesbofobia no deben verse separados de otros sistemas de discriminación como el racismo, el predominio de la ideología burguesa colonialista blanca, la misoginia, el sexismo, el clasismo, la homonormatividad, la contaminación del miedo ambiente, la geofagia de las grandes transnacionales, la comercialización de los discursos de izquierda y su consecuente mercantilización.

Una de las principales críticas que tengo hacia la producción académica que aborda los estudios de género es la progresiva separación con los movimientos feministas. Ello ha estado estrechamente vinculado con la demonización del feminismo en la pasada década de los sesenta. Muchos líderes revolucionarios tildaron a los movimientos feministas como parte de las políticas liberales de la ideología capitalista. De esta forma, además de ser reconocido como políticamente incorrecto por las instituciones gubernamentales, se reforzó una imagen negativa sobre las feministas y los feministas en los imaginarios populares latinoamericanos.

Desde que estudiaba Historia en la universidad , en mi centro de trabajo actual, en reuniones con otras mujeres, en conversaciones con activistas, raperas, académicas, profesionales, frecuentemente escucho que el feminismo y el machismo son lo mismo desde dos puntos de vista diferentes.

Otra expresión muy frecuente en la sociedad y en los círculos intelectuales es que las feministas son todas unas lesbianas, peludas y mujeres que odian a los hombres. Con esa fama es muy difícil captar la atención de las personas jóvenes, crear una plataforma política feminista que logre popularidad y menos aún conseguir el respaldo de las instituciones gubernamentales.

El feminismo en Cuba necesita crear importantes lazos entre las académicas y las activistas para lograr una visibilidad perdida. Cuba tiene una larga historia en el movimiento feminista latinoamericano, recordemos la lucha feminista por el derecho de las mujeres al divorcio, legalizado en 1918; los Congresos Feministas; el logro del derecho a votar en 1934; el enfrentamiento de los grupos feministas a la dictadura batistiana y las batallas ganadas durante la Revolución: la legalización del aborto, los círculos infantiles, la licencia por maternidad, los altos índices de mujeres profesionales.

Sin embargo, los movimientos de mujeres que actualmente están emergiendo necesitan crear alianzas entre sí y con otros movimientos sociales, especialmente reconociendo y celebrando las diferencias. Las mujeres blancas y afrodescendientes debemos luchar contra nuestros prejuicios internos, reconocer la ideología heteronormativa en la cual hemos sido criadas, la misoginia, el racismo y la lesbofobia y la homonormatividad interna, que son los principales muros de separación entre nosotras.

Otra crítica que tengo con respecto al feminismo en Cuba es el continuado uso de la categoría “género” como una categoría vacía, sin una intención política, convirtiéndose más en un instrumento de status quo y de normalización, que de descolonización política del cuerpo y de las sexualidades.

Julieta Paredes, una feminista boliviana, expresó: “el género constituye una categoría relacional que denuncia y devela la subordinación impuesta por el sistema patriarcal a las mujeres”. Para ella, el género es una categoría política revolucionaria de denuncia, de una injusta, opresora y explotadora relación impuesta por los hombres sobre las mujeres. Añadía que esta categoría está perdiendo su esencia revolucionaria, ya que ha sido utilizada por muchas mujeres de clase media en Latinoamérica para aliarse a las políticas neoliberales.

La utilización del concepto de Julieta Paredes de género en nuestra sociedad debe incluir un cuestionamiento más profundo sobre lo femenino y lo masculino, ya que existen muchas feminidades y masculinidades y otras identidades de género que esta categoría debe incluir en su rol de denuncia, y quienes la encarnan han sido históricamente personas invisibilizadas y oprimidas.

Siguiendo el hilo de esta feminista, quiero resaltar que en nuestro país la utilización de la categoría género ha creado cátedras de estudio en universidades, carreras profesionales, ONGs; sin embargo, su impacto en las comunidades, en las estructuras de pensamiento heteropatriarcal y en las políticas estatales no se ha comportado de la misma forma.
El pago de la manutención de los hijos por los padres sigue siendo de 40 pesos cubanos, sin cuestionar el costo de la canasta básica de manutención de los niños y adolescentes, dejando el grueso de la manutención económica de los hijos a las madres.

Pese a que el Estado está llevando a cabo una política de sensibilización por la diversidad sexual, las fiestas gay son de los espacios más caros en nuestra isla. Se están socializando los comportamientos homonormativos donde prevalecen una ideología blanca, de clase media y con una educación profesional… en fin, incluso en Cuba se está fomentando la cultura del hombre blanco, gay, con dinero y una presentación muy masculina. Todo lo que salga de esos valores está siendo muy discriminado, especialmente las mujeres lesbianas con una presentación de género masculina, las mujeres trans y los hombres gays que transitan entre el travestismo y distintos modos de feminidad.

La mayor parte de las acciones que realiza el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) están enfocadas hacia una población gay masculina y a las mujeres trans. Por poner algunos ejemplos.

¿Cómo valora la presencia del feminismo lésbico/queer dentro del activismo LGBTI y el feminismo cubanos?

Creo que está aumentando cada vez más la presencia de discursos contrahegemónicos, antirracistas, lésbicos queer, que están surgiendo de los márgenes de la sociedad de la cultura hip hop, de la poesía hablada, del activismo afrodescendiente comunitario, desde una postura crítica desde la academia. También veo un incremento de redes de apoyo, alianzas entre diferentes posiciones feministas y la inclusión de varios discursos emancipadores en algunas de las posturas políticas de las feministas y activistas más jóvenes.

Pero esta presencia todavía necesita crecer más, ocupar otros espacios de movilización cívica. Especialmente, es necesario influir en las políticas gubernamentales oficiales desde una postura crítica.
Es importante también trabajar intencionalmente para deconstruir esas ideas reduccionistas e ignorantes sobre los movimientos feministas, desde propuestas creativas, interesantes y que respondan a las necesidades de la sociedad y de las jóvenes generaciones.

¿Quéexperiencias, proyectos, discursos protagonizados por mujeres feministas lesbianas, bisexuales ytrans puede distinguir? ¿Cuáles considera sean sus principales aportes?

Entre las feministas que conozco que también tienen un discurso lésbico o queer, en primer lugar se encuentran Las Krudas; su discurso es una de las posiciones más críticas de la heteronormatividad y del sexismo que prevalece en la sociedad cubana. Se reconocen como afrofeministas, lesbianas/queer, veganas que apoyan la comida saludable y cruda, defensoras de la naturaleza y los animales.

En mi experiencia, su activismo en sus comunidades, en la cultura hip hop, en la sociedad en general, ha sido uno de los motores de cambio de las políticas reivindicativas de los movimientos afrodescendientes en Cuba, incluyendo la voz y la participación femenina y queer en la toma de decisiones en estos movimientos. Por supuesto, estos logros son incipientes y falta mucho por andar; no obstante, Las Krudas abrieron un camino para la reivindicación afrofemenina y otras identidades de género en las comunidades, entre intelectuales y activistas afrocubanos.
Las Krudas han fomentado y alentado a las raperas y poetas del movimiento hip hop para que persistan con sus carreras como artistas, han profundizado en cuestionamientos de las políticas sexistas y heteronormativas que predominan en la cultura hip hop en Cuba; han fortalecido los vínculos entre las mujeres del rap con otras feministas negras, lo cual ha permitido primero formar alianzas y trabajar juntas desde diferentes posturas políticas, desde el feminismo negro. Han logrado también que muchas afrofeministas reconozcan las profundas raíces transfóbicas, lesbofóbicas y homofóbicas de la cultura hip hop y de los movimientos afrodescendientes en el país.

Negracubanateniaqueser o Sandra Álvarez es otra persona feminista cuyo trabajo considero que tiene un fuerte impacto en las políticas en torno a la comunidad LGBTQI (lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, queer, interséxuales) en Cuba, en el activismo lésbico y queer. Su blog ha sido uno de los instrumentos más fuertes y radicales que los movimientos LGBTQI han podido utilizar para llevar a la palestra pública nacional e internacional lo que está pasando en la isla, las posturas políticas de los activistas e intelectuales que están luchando por lograr plenos derechos como ciudadanos para nuestra comunidad queer.

Me gusta mucho la obra de Sandra Álvarez porque también comprende las intersecciones entre raza, sexo, sexualidad y clase sobre las personas. Por ello su blog y su discurso político hablan no solamente sobre la lucha LGBTQ, sino que incorpora en esa lucha y otras luchas diferentes factores necesarios a tener en cuenta en el enfrentamiento a la homofobia. La labor de Sandra Álvarez como periodista ha sido fundamental en el desarrollo de la creación de alianzas entre diferentes feminismos, movimientos sociales y académicos e intelectuales de los que hablaba anteriormente.

Yasmín Silvia Portales Machado es otra de las activistas e intelectuales cuya postura política es una de las más radicales en cuanto a las relaciones raciales y de diversidad sexual. La primera persona cubana que conocí que se reconoce como queer con un entendimiento muy crítico de esa teoría y modo de vida. Fundadora de Arcoíris, su trabajo es fantástico; ha logrado visibilizar, desde una postura postcolonial, el tema de las diferentes sexualidades y la necesidad de romper las estructuras económicas heteropatriarcales para la emancipación de las innumerables expresiones sexuales e identidades de género.

(Por su importancia, y con el consentimiento de la entrevistada, hemos seleccionado fragmentos de diversas entrevistas, tomadas de distintos medios. Nota del editor.) 

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