Análisis Crítico de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) 

“La FMC participa en actos de represión, cuestionando su independencia y representatividad debido a su vínculo con el gobierno y el Partido Comunista de Cuba (PCC)”.

Ilustración de informe de ogat ante la cedaw
Ilustración: Alas Tensas

Las organizaciones firmantes, la Red Femenina de Cuba, el Centro Esperanza en Cuba, la Alianza Democrática de Activismo Cubano (ADAC), la Alianza Cubana Por la Inclusión (ACI), Red en defensa de los derechos humanos, ARTICLE 19 México y Centroamérica, Museo Virtual de la Memoria contra la Violencia Basada en Género (Museo V), Museo de la Disidencia en Cuba, Mesa de Diálogo de la Juventud Cubana (MDJC), Observatorio de Género de Alas Tensas (OGAT), Ciudadanía y Libertad, Campo de Girasoles y Cubalex, además del Partido Demócrata Cristiano de Cuba, presentamos el siguiente informe para exponer las contradicciones entre los argumentos del Estado cubano en su respuesta a la CEDAW respecto a la FMC y la realidad de su rol en la promoción de los derechos de las mujeres. Las organizaciones firmantes autoriza al Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) a publicar este informe en su página web.

1. Introducción

En 2013, el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) expresó su preocupación por la efectividad de la FMC como mecanismo nacional para el adelanto de la mujer en Cuba, destacando que operaba como una organización no gubernamental sin fondos estatales, lo que limitaba su capacidad para promover la igualdad de género. El Comité recomendó crear un mecanismo estatal con recursos adecuados para aplicar la Convención. Diez años después, en 2023, el Comité solicitó información sobre las medidas adoptadas para fortalecer la FMC, a lo que Cuba respondió reafirmando su rol central en la política de género y su integración en el Consejo de Estado.1

La respuesta del Estado cubano sobre el rol de la FMC presenta una visión viciada de esta organización como defensora de los derechos de las mujeres y promotora de la igualdad de género. El Estado la describe como un mecanismo clave para el cumplimiento del Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres (PAM). Sin embargo, las investigaciones revelan una realidad distinta: la FMC no sólo falla en su mandato, sino que actúa como un brazo represivo del Estado. Las mujeres activistas y periodistas documentan cómo la FMC participa en actos de represión, cuestionando su independencia y representatividad debido a su vínculo con el gobierno y el Partido Comunista de Cuba (PCC). Esta falta de autonomía compromete su capacidad para defender los derechos de las mujeres, especialmente en contextos de disidencia, y monopoliza la representación femenina, excluyendo otras voces críticas y limitando el pluralismo necesario para enfrentar los desafíos de las mujeres en Cuba.2

2. Cuestionamiento de la Independencia de la FMC

Dependencia del Estado

La FMC es formalmente presentada como una organización de la sociedad civil cuyo objetivo es promover los derechos de las mujeres y la igualdad de género en Cuba. Sin embargo, un análisis más profundo revela que la FMC está profundamente vinculada al Estado cubano y al PCC, único permitido en el país, lo que compromete seriamente su independencia. La FMC fue creada en 1960 por Vilma Espín, quien era miembro del movimiento revolucionario cubano y esposa de Raúl Castro, lo que desde su origen vincula estrechamente a la organización con las estructuras de poder del Estado y del PCC.3

Esta relación simbiótica se manifiesta claramente en la estructura de liderazgo de la FMC. La actual Secretaria General de la FMC, Teresa Amarelle Boué, ocupa también cargos importantes dentro del PCC, siendo miembro del Consejo de Estado y del Buró Político del PCC. Esta dualidad de funciones es atípica para líderes de organizaciones de la sociedad civil en contextos democráticos, donde la independencia es un principio fundamental. En un sistema donde el PCC es reconocido constitucionalmente como la fuerza política dirigente superior, la posibilidad de que la FMC actúe de manera independiente y desafíe las políticas estatales se ve gravemente limitada. En lugar de operar como una entidad autónoma, la FMC funciona más como un brazo del Estado y del PCC, promoviendo los intereses del gobierno en lugar de los intereses independientes de las mujeres cubanas. En muchos aspectos, la FMC actúa como un instrumento del Estado para implementar políticas que, si bien pueden estar diseñadas para promover la igualdad de género en un sentido limitado, también sirven para consolidar el control estatal sobre las mujeres y sus actividades. Esto plantea serias dudas sobre la capacidad de la FMC para operar como un verdadero mecanismo de la sociedad civil, que debería ser independiente del gobierno y representar una pluralidad de intereses y voces.

Además de su dependencia política, se presume que la FMC carece de autonomía financiera, ya que para su funcionamiento parece al menos utilizar los recursos proporcionados por el Estado cubano. En el contexto cubano, la falta de transparencia es un problema significativo. El acceso público a la información financiera de las organizaciones de masas como la FMC es inexistente, lo que impide verificar de manera clara de dónde provienen sus fondos y cómo se gestionan. Esta opacidad genera dudas sobre la verdadera fuente de su financiamiento. Si bien no se pueden confirmar oficialmente las cifras del presupuesto estatal destinado a la FMC, su evidente vinculación con el gobierno hace suponer que depende en gran medida del financiamiento estatal.

Implicaciones de la falta de independencia

La dependencia de la FMC del Estado cubano y del PCC tiene implicaciones significativas para su capacidad de actuar como un defensor efectivo e imparcial de los derechos de las mujeres. En un contexto donde las políticas gubernamentales pueden estar en conflicto con los intereses o derechos de las mujeres, la FMC carece de la autonomía necesaria para desafiar dichas políticas. Por ejemplo, en situaciones donde las mujeres activistas y defensoras de derechos humanos se enfrentan a la represión estatal, la FMC, en lugar de intervenir en defensa de estas mujeres, ha sido documentada participando en actos de repudio y represión, lo que contraviene su misión declarada de promover los derechos de las mujeres.

Los actos de repudio en Cuba son manifestaciones organizadas y promovidas por el Estado, destinadas a intimidar y desmoralizar a las personas que son consideradas opositoras políticas o disidentes. Estos actos son llevados a cabo por personas que, a menudo, incluyen miembros de organizaciones sociales y de masas como la FMC. Durante estos eventos, se utilizan tácticas de violencia verbal, psicológica y física, acompañadas de gritos de consignas políticas, ofensas y amenazas.  La FMC, reconocida oficialmente como el Mecanismo Nacional para el Adelanto de la Mujer, coordina con el PCC y las autoridades policiales para organizar y ejecutar estos actos. Esta participación se ejemplifica en eventos donde líderes de la FMC en diversas provincias han sido identificados como promotores principales de los actos de repudio, comprometiendo así su papel como defensoras de los derechos de las mujeres.4

Las mujeres activistas y defensoras de derechos humanos son frecuentemente víctimas de estos actos, durante los cuales son sometidas a violencia verbal con insultos sexistas y racistas, y en ocasiones, a agresiones físicas. Las  afrodescendientes, en particular, enfrentan una doble discriminación durante los actos de repudio; además de ser atacadas por su activismo, son objeto de insultos racistas para degradarlas por el color de su piel. Este tipo de violencia racial agrava el impacto psicológico y social en las víctimas, perpetuando una cultura de racismo y exclusión. Los insultos racistas como "negra sucia" y otros términos despectivos son comunes durante estos actos, que demuestran una clara intención de utilizar el color de la piel como un medio adicional de opresión. En múltiples ocasiones, los niños son llevados desde sus escuelas y obligados a participar en estos actos, gritando consignas y ofensas bajo la supervisión de sus maestros. Además, los hijos de estas mujeres, en muchos casos, también son víctimas directas de los actos de repudio, siendo sometidos no sólo a la obligación de participar en estas prácticas, sino también al abuso y la violencia que estos actos generan. Esta práctica, además de constituir un abuso infantil, también tiene graves repercusiones en el desarrollo psicológico y moral de los menores. Al ser expuestos a la violencia y al odio, los niños aprenden y normalizan estos comportamientos, perpetuando un ciclo de violencia y represión.

La falta de independencia también afecta la legitimidad y la credibilidad de la FMC tanto a nivel nacional como internacional. Una organización que está tan estrechamente alineada con un gobierno criticado por violaciones de derechos humanos, difícilmente puede ser vista como un defensor imparcial y fiable de los derechos de las mujeres. Esto limita la efectividad de la FMC en la promoción de la igualdad de género, y también socava la confianza de las mujeres cubanas en la organización. Muchas de ellas, especialmente aquellas que se oponen al régimen o que no se alinean con la ideología del PCC, ven a la FMC no como una aliada, sino como una extensión del aparato represivo estatal. Esta percepción debilita la capacidad de la FMC para movilizar y representar efectivamente a las mujeres cubanas en su lucha por la igualdad y la no discriminación; lo que pone en evidencia la necesidad de un verdadero mecanismo independiente que pueda representar de manera auténtica y efectiva los intereses de todas las mujeres en Cuba, sin estar sujeto al gobierno o partido dominante.

3. Limitación del pluralismo y diversidad en la representación

Monopolio de Representación

La FMC ejerce un monopolio como la única organización oficial para representar a las mujeres en Cuba, lo que impide la existencia y desarrollo de otras organizaciones independientes, limitando severamente el pluralismo y la diversidad de voces dentro del movimiento de mujeres en el país. La exclusividad de la FMC, respaldada por el Estado y alineada con los principios del PCC, significa que todas las iniciativas relacionadas con la igualdad de género y los derechos de las mujeres deben alinearse con las políticas y objetivos del gobierno. Esto crea un entorno en el que no hay espacio para organizaciones que puedan ofrecer perspectivas críticas o alternativas tan esenciales en una sociedad pluralista.

El control absoluto de la FMC sobre la representación de las mujeres implica que cualquier intento de formar organizaciones independientes es suprimido o marginado. La Constitución cubana de 2019 refuerza esta exclusividad al reconocer a las organizaciones alineadas con el socialismo, negando legitimidad y apoyo a cualquier grupo que busque promover derechos de las mujeres desde una perspectiva diferente o crítica. Esta situación consolida el poder de la FMC, y perpetúa un sistema en el que la diversidad de opiniones y enfoques en torno a los derechos de las mujeres es inexistente. Como resultado, la FMC no representa la pluralidad de experiencias, necesidades e intereses de todas las mujeres cubanas, sino que actúa como una herramienta para mantener el status quo político.5

El Estado cubano, al afirmar que el 91.15% de la población femenina mayor de 14 años está afiliada a la FMC, viola el derecho fundamental a no ser obligado a formar parte de una organización. La presión ejercida sobre las mujeres para afiliarse a la FMC, bajo la amenaza de enfrentar dificultades en el acceso a empleos, educación y participación social, constituye una forma de coerción que restringe la libertad de asociación. Aquellas que optan por no afiliarse a la FMC enfrentan discriminación y exclusión, ya que la afiliación es vista como una muestra de lealtad al Estado y al PCC. Además, el sistema de 'integración revolucionaria' impone la afiliación a organizaciones controladas por el Estado como condición para el desarrollo personal y profesional, violando así el derecho a la libre asociación. Este sistema también se utiliza para imponer sanciones más severas cuando las personas son perseguidas penalmente. El Artículo 14 de la Constitución cubana refuerza esta discriminación al reconocer únicamente a las organizaciones alineadas con el socialismo, institucionalizando la exclusión de aquellas mujeres que no se afilian a la FMC. Esta imposición debilita la lucha por la igualdad y la no discriminación, al suprimir la diversidad de voces y enfoques necesarios para abordar las desigualdades de género en Cuba.

Las mujeres que desean participar en la política cubana enfrentan barreras adicionales debido a este marco restrictivo. Las limitaciones legales impiden que las mujeres puedan formar o unirse a partidos políticos alternativos al PCC. Además, el apoyo exclusivo del Estado a la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y otras organizaciones alineadas con el socialismo discrimina a las mujeres jóvenes que no comparten esta ideología, restringiendo sus oportunidades de participación política desde una edad temprana. Este entorno perpetúa la exclusión de las mujeres de los espacios de poder y limita su participación en la construcción de la sociedad violándose  varios artículos de la Convención, especialmente el Artículo 7, que garantiza a las mujeres el derecho a participar en la vida política y pública en igualdad de condiciones con los hombres, y el Artículo 8, que asegura la igualdad de oportunidades para representar a su gobierno y participar en organizaciones internacionales sin discriminación. Las violaciones a estos derechos impiden que las mujeres en Cuba ejerzan plenamente su participación política, perpetuando la discriminación de género y limitando el pluralismo político en la Isla.

En este contexto, la FMC no puede ser considerada una verdadera organización de la sociedad civil en el sentido plural y autónomo del término. Por definición, las organizaciones de la sociedad civil deberían ser independientes del Estado, representar una diversidad de intereses y operar libremente en un entorno democrático que permita la crítica y el disenso. La FMC, al estar alineada con los objetivos del Estado socialista y ser reconocida como el "Mecanismo Nacional para el Adelanto de la Mujer", funciona más como una extensión del Estado que como una entidad civil independiente.

El monopolio del reconocimiento y apoyo estatal a organizaciones como la FMC, que se alinean con el gobierno, crea discriminación institucional hacia cualquier otra organización que busque representar los intereses de las mujeres desde una perspectiva diferente o crítica. Esto limita gravemente la capacidad de las mujeres para organizarse de manera autónoma y promueve una visión única que no refleja la diversidad de opiniones y necesidades dentro de la sociedad cubana. En consecuencia, la FMC no puede ser considerada una organización de la sociedad civil en el sentido real del término, ya que su existencia y operación dependen de su alineación con el Estado, lo que contradice  principios de autonomía y pluralismo fundamentales para la sociedad civil. Esta relación perpetúa un sistema de exclusión y represión política, limitando los derechos de asociación y participación de las mujeres en Cuba,  socavando la diversidad y la democracia en el país.

La FMC desempeña un papel clave en el proceso electoral cubano, junto con otras organizaciones de masas, como los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) y la Central de Trabajadores de Cuba (CTC).  Estas organizaciones validan y presentan candidaturas para cargos públicos, asegurando que los candidatos estén alineados con los principios del socialismo cubano y la política del PCC. Sin embargo, la participación de la FMC en la selección de candidatos plantea serias preocupaciones sobre la imparcialidad y el pluralismo del sistema electoral cubano. En muchos países democráticos, la validación de candidaturas es una tarea de los partidos políticos y entidades independientes, no de organizaciones vinculadas al Estado. El control que la FMC ejerce sobre el proceso electoral puede limitar la aparición de candidatos independientes o críticos del gobierno, afectando la diversidad de opiniones y propuestas. Además, su estrecha vinculación con el Estado y el PCC compromete su capacidad para representar realmente los intereses de todas las mujeres cubanas, restringiendo el pluralismo dentro del movimiento de mujeres. La presión para afiliarse a la FMC, vista como un requisito para acceder a empleo y educación, refuerza un sistema de conformidad que castiga la disidencia, cooptando la lucha por la igualdad y la no discriminación. La intervención de la FMC en la política electoral mina la legitimidad de los avances en igualdad de género y dificulta la construcción de un movimiento feminista independiente y diverso en Cuba.

Impacto en la participación ciudadana

La falta de pluralismo y la concentración del poder en la FMC tienen un impacto significativo en la participación ciudadana de las mujeres en Cuba. Al monopolizar la representación de las mujeres, la FMC crea un ambiente donde la conformidad es recompensada, mientras que la disidencia es castigada. Las mujeres que no se alinean con la FMC, o que buscan formas alternativas de organización y participación, se enfrentan a serias barreras para ejercer plenamente sus derechos. Estas barreras incluyen desde la exclusión de oportunidades educativas y laborales hasta el acoso y la represión por parte del Estado.

Este entorno de control y represión disuade a muchas mujeres de involucrarse en la vida política o en la defensa de sus derechos desde perspectivas que no estén alineadas con el gobierno. La participación ciudadana se ve así gravemente limitada, ya que las mujeres que desean expresar opiniones críticas o formar organizaciones independientes carecen del espacio y las garantías necesarias para hacerlo. En lugar de fomentar un ambiente donde diversas voces puedan contribuir al diálogo sobre los derechos de las mujeres, el monopolio de la FMC sofoca la innovación y la evolución del movimiento de mujeres en Cuba.

El monopolio de la FMC y la falta de pluralismo restringen la diversidad de representación y limitan la participación efectiva de las mujeres en la sociedad. Esto crea un entorno donde la lucha por la igualdad de género y la no discriminación es dirigida por una sola entidad, que está más alineada con los intereses del gobierno, machista por naturaleza, que con las necesidades y aspiraciones de las mujeres cubanas. La exclusión de otras voces y la represión de alternativas críticas perpetúan un sistema de control que socava los principios de igualdad y libertad fundamentales para cualquier sociedad democrática. 4. Contradicciones en la Participación de Otras Organizaciones

Falta de Autonomía de Otras OSC

El Estado cubano afirma que diversas organizaciones de la sociedad civil, como la Unión Nacional de Juristas de Cuba, el Círculo de Género de la Unión Nacional de Artistas y Escritores de Cuba (UNEAC), Cenesex y el Centro Oscar Arnulfo Romero (OAR), participan activamente en la promoción de los derechos de las mujeres y en la implementación de políticas de género. Sin embargo, un análisis crítico revela que estas organizaciones también están profundamente vinculadas al Estado y al PCC, lo que compromete su autonomía y su capacidad para actuar de manera independiente.

Estas organizaciones, aunque presentadas como actores de la sociedad civil, operan bajo la supervisión y el control del gobierno cubano. Su existencia y operación están condicionadas a su alineación con los principios del socialismo cubano, lo que significa que sus actividades y posiciones deben estar en concordancia con las políticas del Estado. En este contexto, las organizaciones mencionadas no pueden considerarse verdaderamente autónomas, ya que su capacidad para criticar o desafiar políticas estatales está severamente limitada. La falta de autonomía se ve reforzada por la integración de lideresas de estas organizaciones en estructuras estatales, lo que refuerza la simbiosis entre el Estado y lo que debería ser la sociedad civil independiente.

Esta falta de independencia es particularmente problemática cuando se trata de la promoción de los derechos de las mujeres. En un entorno donde las políticas estatales pueden ser perjudiciales para los derechos de las mujeres, una organización verdaderamente independiente podría actuar como un defensor crítico y ofrecer alternativas o mejoras a las políticas existentes. Sin embargo, cuando estas organizaciones están vinculadas al Estado, su capacidad para desempeñar este papel se ve comprometida, lo que afecta negativamente a la efectividad de las políticas de género y a la protección de los derechos de las mujeres.

Restricciones a la Creación de Nuevas OSC

Además de la falta de autonomía de las organizaciones existentes, las barreras legales y prácticas en Cuba dificultan enormemente la creación de nuevas organizaciones de la sociedad civil que podrían diversificar la representación y defender los derechos de las mujeres de manera más efectiva. La Constitución cubana y las leyes derivadas imponen estrictos procedimientos de registro y legalización, los cuales están controlados por el Estado. Este proceso burocrático no sólo es complejo, sino que también es utilizado como una herramienta para impedir la formación de grupos independientes que no estén alineados con los objetivos del gobierno.

El marco legal en Cuba restringe severamente la libertad de asociación, especialmente cuando se trata de formar organizaciones con fines políticos o que puedan desafiar el status quo. Las organizaciones que intentan registrarse y no logran alinearse con los principios del socialismo cubano son sistemáticamente rechazadas o ignoradas. Además, el funcionamiento sin registro legal es considerado una actividad ilícita, lo que puede llevar a sanciones severas, incluyendo multas y privación de libertad. Este riesgo desincentiva a los ciudadanos a formar o unirse a grupos que no estén aprobados por el Estado, limitando así la pluralidad de voces en la sociedad civil cubana.

Otra barrera significativa es la restricción en el acceso a financiamiento, tanto nacional como internacional. Las organizaciones independientes que no cuentan con el respaldo del Estado tienen pocas oportunidades para obtener los recursos financieros necesarios para operar. Esta falta de financiamiento limita su capacidad para llevar a cabo actividades y proyectos que podrían desafiar o criticar al gobierno, perpetuando así el monopolio de organizaciones como la FMC, que están alineadas con el Estado.

Las contradicciones en la participación de otras organizaciones de la sociedad civil en Cuba y las severas restricciones a la creación de nuevas OSC limitan gravemente el pluralismo y la diversidad en la representación de los intereses de las mujeres. Este entorno restrictivo impide que surjan voces independientes y críticas que puedan abordar las desigualdades de género de manera más amplia y efectiva, lo que compromete los esfuerzos hacia una verdadera igualdad y justicia para las mujeres en Cuba.

5. Impacto en la efectividad de las políticas de género

Evaluación del Rol de la FMC

La alineación de la FMC con el Estado cubano y el PCC compromete gravemente su efectividad en la promoción de políticas de género que realmente respondan a las necesidades de las mujeres cubanas. En teoría, la FMC debería actuar como un mecanismo independiente para la defensa de los derechos de las mujeres, pero en la práctica, su estrecha vinculación con el aparato estatal limita su capacidad para cuestionar y criticar políticas que puedan ser perjudiciales para las mujeres. Esto se debe a que la FMC, al estar completamente alineada con los principios del PCC, prioriza la estabilidad y los objetivos políticos del gobierno sobre los intereses y derechos específicos de las mujeres.

Por ejemplo, cualquier política de género que se desarrolle a través de la FMC está inevitablemente filtrada por la ideología socialista del Estado, lo que restringe la implementación de enfoques que podrían desafiar las estructuras de poder existentes o que podrían ser interpretados como contrarios al socialismo cubano. Esta situación crea un marco donde las políticas de género pueden estar más orientadas a mantener el control social que a promover una verdadera igualdad de género. En lugar de actuar como un defensor de los derechos de las mujeres en todas sus diversidades, la FMC se convierte en un vehículo para la promoción de un único enfoque que no refleja las necesidades y aspiraciones variadas de las mujeres cubanas.

Destacamos que en 2022, cuando se discutía en la Asamblea Nacional del Poder Popular la posible tipificación del feminicidio dentro del nuevo Código Penal, fue la actual secretaria general de la FMC, “Teresa Amarelle, quien aseguró que ese tema se había discutido ampliamente en la organización y, aunque no estaba definido el término femicidio, no había vacíos en el código en cuanto a la violencia de género”, según se pudo leer en el medio oficial Cubadebate. Desde 2019, organizaciones de la sociedad civil, no reconocidas por la FMC, ni el gobierno cubano, como el Observatorio de Género de Alas Tensas, la plataforma de acompañamiento Yo sí te Creo en Cuba, la Red Femenina de Cuba, la Alianza Cubana por la Inclusión, entre muchos otros colectivos y actores independientes, han exigido no sólo la tipificación del feminicidio dentro del Código Penal, sino también una Ley Integral contra la Violencia de Género. 

Por demás, la participación de la FMC en actos represivos contra mujeres activistas y defensoras de derechos humanos, contradice su misión declarada de proteger los derechos de las mujeres. Esta participación en la represión no sólo socava la confianza en la FMC como supuesta defensora  de los derechos de las mujeres, sino que también muestra cómo su alineación con el Estado afecta negativamente su capacidad para promover políticas que enfrenten las formas más profundas de desigualdad de género.

Falta de transparencia y rendición de Cuentas

La centralización del poder en la FMC y su falta de independencia también afectan la transparencia en la implementación de políticas públicas. Al estar tan estrechamente vinculada con el Estado, la FMC opera con poca supervisión externa y escasa rendición de cuentas. Esto significa que las políticas de género promovidas por la FMC no están sujetas a un escrutinio adecuado, lo que puede llevar a la perpetuación de políticas ineficaces o incluso dañinas para las mujeres.

En un contexto donde la FMC no tiene que responder ante una sociedad civil diversa e independiente, la falta de transparencia se convierte en un obstáculo significativo para la efectividad de las políticas de género. Las mujeres cubanas que no se sienten representadas por la FMC carecen de canales para expresar sus preocupaciones o para exigir mejoras en las políticas implementadas. Esta falta de mecanismos de rendición de cuentas permite que la FMC opere en un entorno donde la conformidad con las directrices del Estado es la norma, y donde las voces críticas son silenciadas o ignoradas.

La alineación de la FMC con el Estado cubano y su falta de independencia no sólo compromete su efectividad en la promoción de políticas de género, sino que también perpetúan un sistema de opacidad y falta de rendición de cuentas que limita la posibilidad de avanzar hacia una verdadera igualdad de género en Cuba. Sin una organización realmente autónoma que pueda defender los derechos de las mujeres de manera imparcial y transparente, las políticas de género en Cuba seguirán estando más alineadas con los intereses del Estado que con las necesidades de las mujeres.

6. Resultados de encuestas y entrevistas

Percepción de la FMC entre las Mujeres Cubanas

Las organizaciones en esta coalición realizaron una investigación en alianza enfocada en examinar los patrones de represión estatal en Cuba, el papel de la FMC en esta represión, y su impacto en la vida de las mujeres activistas, defensoras de derechos humanos y periodistas independientes. A través de una encuesta realizada a 230 mujeres, de las cuales el 75.2% reside en Cuba y el 24.8% está exiliada, se exploraron las percepciones sobre la FMC y las experiencias de represión. Adicionalmente, se realizaron entrevistas a 43 lo que permitió obtener un perfil diverso y profundo sobre cómo la represión afecta a diferentes grupos de mujeres, destacando disparidades raciales y educativas, y revelando un rechazo generalizado hacia la FMC como defensor de los derechos de las mujeres.

Los resultados de las encuestas y entrevistas realizadas muestran una percepción altamente negativa de la FMC  entre las mujeres cubanas, tanto dentro como fuera del país. De acuerdo con los datos recopilados, un 87% de las mujeres encuestadas en Cuba consideran que la FMC no defiende adecuadamente sus derechos. Este porcentaje se eleva al 100% entre las mujeres mayores de 46 años, quienes expresan una desconfianza total hacia esta organización. Además, el 100% de las mujeres racializadas (afrodescendientes, negras y mestizas) también comparten esta percepción negativa, lo que evidencia que la FMC no logra abordar las necesidades específicas de las mujeres de diferentes orígenes raciales. 

También ha desempeñado un papel limitado y excluyente en la protección de mujeres diversas, como lesbianas, bisexuales y trans. Ha centrado sus esfuerzos en programas heteronormativos y no ha abordado adecuadamente las necesidades de las mujeres sexo disidentes. Su liderazgo en la persecución de lesbianas en 1975 y su enfoque patologizante hacia la diversidad sexual, en colaboración con los ministerios de Salud y Educación Superior, reflejan su falta de compromiso con los derechos de estas mujeres. Además, la centralización del activismo LGBTI+ bajo el CENESEX ha invisibilizado a las lesbianas, limitando las políticas públicas que podrían protegerlas de la violencia y discriminación. 

En cuanto a la percepción entre las mujeres exiliadas en países como España, Estados Unidos y México, el rechazo es igualmente contundente: el 100% de ellas afirma que la FMC no defiende los derechos de las mujeres activistas, defensoras de derechos humanos y periodistas independientes. Esta unanimidad en la desconfianza hacia la FMC entre las mujeres que han experimentado la represión en Cuba antes de emigrar indica que la percepción negativa de la FMC es un fenómeno generalizado y no se limita a las fronteras nacionales.

Rechazo Generalizado

Los datos muestran que la mayoría de las mujeres encuestadas, un 92%, califican a la FMC como "muy inefectiva" en la defensa de los derechos de las mujeres. Esta evaluación negativa es especialmente fuerte en provincias como Artemisa y Camagüey, donde el rechazo hacia la FMC es total. Incluso en La Habana, donde se podría esperar una mayor alineación con la organización debido a su proximidad con los centros de poder, el 85% de las encuestadas consideran que la FMC no cumple con su misión de proteger los derechos de las mujeres.

El rechazo no se limita a un grupo demográfico específico; tanto las mujeres blancas como las mujeres racializadas comparten esta percepción, aunque el rechazo es ligeramente más pronunciado entre las mujeres racializadas (un 95% frente a un 90% entre las mujeres blancas). Este dato subraya la ineficacia percibida de la FMC en su rol de representación y defensa, así como su incapacidad para abordar adecuadamente las diversas necesidades de las mujeres cubanas.

Experiencias de mujeres víctimas de la represión

Los testimonios de mujeres activistas, defensoras de derechos humanos y periodistas independientes revelan cómo la FMC es percibida más como un brazo represivo del Estado que como un aliado en la lucha por los derechos de las mujeres. 

Las encuestas y entrevistas realizadas muestran que la FMC juega un rol activo en la represión de mujeres que se atreven a desafiar al régimen. Un alto porcentaje de las encuestadas, incluyendo el 94.2% de las activistas y el 77.3% de las defensoras de derechos humanos, reportaron haber sufrido hostigamiento y uso excesivo de la fuerza, con la participación directa de la FMC en muchos de estos actos. Lejos de ser un organismo que defiende los derechos de las mujeres, la FMC ha sido identificada como una entidad que organiza y facilita actos de intimidación, repudio y vigilancia, contribuyendo activamente a silenciar las voces disidentes.

Además, la FMC es percibida como un instrumento de control social, utilizado por el Estado para reforzar la represión mediante la denuncia de mujeres activistas ante las autoridades. Este rol de la FMC como informante y participante en la represión contradice directamente las afirmaciones del Estado cubano ante la CEDAW. Las encuestas revelan que el 99.1% de las mujeres que han sido víctimas de represión o violencia debido a su activismo no recibieron apoyo alguno por parte de la FMC, lo que indica una total inacción frente a la violencia estatal, reforzando así la impunidad de las fuerzas represivas. La FMC ha tenido un rol activo en los actos de represión contra las periodistas a través de su participación en actos de repudio, vigilancia y control incluso ha intentado tener influencia en la forma de pensar de las periodistas, mermando el ejercicio de la libertad de expresión en la isla.

De las mujeres encuestadas que se autodenominan "Ciudadanas", el 100% reportó haber experimentado algún tipo de represión o violencia, a pesar de no identificarse como activistas. Además, el 89% de estas mujeres calificaron la efectividad de la FMC en la promoción de los derechos de las mujeres como "muy inefectiva". Este alto porcentaje de desaprobación sugiere que la FMC, lejos de ser un defensor de los derechos de las mujeres, es vista como cómplice en la represión. Ninguna de las encuestadas reportó haber recibido apoyo legal o psicológico después de enfrentar represión o violencia, lo que contradice las afirmaciones del Estado cubano sobre la existencia de mecanismos efectivos de apoyo.

Lejos de ser una organización dedicada al avance de los derechos de las mujeres, la FMC se ha convertido en un brazo represivo del Estado cubano, comprometida más con el control y la represión que con la verdadera defensa de la igualdad de género. Esta realidad pone en duda la veracidad de la respuesta del Estado cubano ante la CEDAW, y subraya la necesidad de un análisis más crítico sobre el verdadero papel de la FMC en la sociedad cubana.

7. Conclusión

Los argumentos presentados en este informe destacan la falta de independencia de la FMC como un problema central que compromete su capacidad para defender efectivamente los derechos de las mujeres y promover la igualdad de género en Cuba. La FMC, al estar profundamente alineada con el Estado cubano y el PCC, actúa más como un brazo del gobierno que como una organización de la sociedad civil autónoma. Esta falta de independencia no sólo afecta negativamente la lucha por los derechos de las mujeres, sino que también perpetúa un entorno de exclusión y represión, donde la diversidad de voces y perspectivas es suprimida.

Además, la monopolización de la representación de las mujeres por parte de la FMC impide la existencia y el desarrollo de otras organizaciones independientes, lo que limita severamente el pluralismo necesario para abordar los diversos desafíos que enfrentan las mujeres en Cuba. El impacto negativo de esta situación se refleja en la percepción generalizada de ineficacia y falta de legitimidad de la FMC entre las mujeres cubanas, tanto dentro como fuera del país, quienes no la consideran un defensor real de sus derechos.

8. Recomendaciones 

Es crucial, por lo tanto, que la CEDAW considere estos hallazgos al evaluar la situación de los derechos de las mujeres en Cuba. Se recomienda que la CEDAW inste al Estado cubano a crear un entorno más pluralista e independiente, que permita la existencia de múltiples organizaciones de mujeres que puedan operar sin la interferencia del gobierno. Solo a través de un entorno más pluralista e inclusivo, donde las mujeres tengan la libertad de organizarse y expresarse sin represalias, se podrá garantizar una verdadera representación y defensa de los derechos de las mujeres en Cuba. La CEDAW debería, además, promover la implementación de mecanismos de transparencia y rendición de cuentas en la FMC y otras organizaciones vinculadas al Estado, para asegurar que realmente cumplan con su misión de promover la igualdad de género y proteger los derechos de todas las mujeres cubanas.

1 (2023). Lista de cuestiones y preguntas relativas al noveno informe periódico de Cuba (CEDAW/C/CUB/Q/9). Naciones Unidas. Párrafos 6, inciso del a) al c)

2 Alas Tensas. (2023, junio 24). La FMC bloquea a la Revista Alas Tensas y a su observatorio en X (antes Twitter) [Video]. Facebook.

3  Radio Rebelde. (2024, agosto 18). Creación de la FMC: El día más feliz. Alas Tensas.  La Federación de Mujeres Cubanas: El feminismo se fue a bolina.

4 El toque. (2022, enero 2). Los actos de repudio en Cuba: Una política de estado [Video]. YouTube. Ver minuto 1:49 al 3:27. El video argumenta que los actos de repudio no son eventos espontáneos, sino que están coordinados por el PCC, los CDR y la FMC. Ejemplos concretos incluyen la participación de la secretaria general de la FMC en un acto en Santa Clara, lo cual pone en duda el papel de la FMC como entidad consultiva ante el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas.

5 La Constitución cubana de 2019, en sus artículos 1, 3, 4, 5 y 6, establece un marco que restringe el derecho de asociación política, consolidando el monopolio del Partido Comunista de Cuba (PCC) como única fuerza política dirigente. Esto impide la creación de organizaciones políticas independientes que desafíen el socialismo.

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