Entrevista | Exilda Arjona y los libros que nadie ve
Tras 12 años en Radio Martí, donde Exilda Arjona acompañó a quienes, como ella, vivieron la violencia política en Cuba, hoy se reinventa con el proyecto editorial Media-Mix 305.

Luego de que el viernes 14 de marzo de 2025 se firmara una orden ejecutiva para desmantelar la agencia de supervisión que atiende a Radio y TV Martí, entre otras entidades de radiodifusión internacionales financiadas por Estados Unidos, hubo un largo silencio en la onda media, en la frecuencia 1180 AM. Las transmisiones regresaron nueve días después, pero sin la voz de Exilda Arjona en ArtExpress ni en Caminos ni en Martí Noticias AM.
Aunque se ha reinventado junto a su esposo Luis Felipe Rojas, en un proyecto editorial que incluye un podcast donde se habla de libros y de literatura, la ausencia de Exilda Arjona quienes más se lo sentirán serán las mujeres y los artistas cubanos que encontraron a un timbrazo una amiga que abría puertas, que difundía proyectos y que acompañaba paso a paso cuando nadie más creía que lo que se hacía valía la pena.
Fueron 12 años frente al micrófono dando la noticia y acompañando a quienes como ella vivió un día, la violencia política en Cuba.
“A mí me apasiona lo que yo hago. Me apasiona la radio. Me apasiona preguntar e indagar en los conflictos humanos y Cuba me duele todos los días de mi vida”, Exilda describe en una línea lo que representaba para ella trabajar en Radio Martí.
“Estar en Radio Martí y poder hablar con tantas mujeres, hablar con opositores dentro de la isla, poder escribir sobre lo que ellos me contaban para mí fue una experiencia maravillosa. Radio Martí, para mí fue una escuela porque no tenía nada que ver con el periodismo que hacía en Cuba.”
Arjona llegó a Radio Martí en el 2012, pero desde Cuba denunciaba a través de la emisora.
“Me invitaban a programas, por ejemplo, en el mismo que yo comencé a trabajar cuando llegué, y que se llamaba “Con voz propia”, que era dedicado a la mujer cubana”. Llegó también con la experiencia de haber trabajado en una pequeña emisora de su pueblo, de donde la expulsaron el mismo día que comenzó la represión directa contra su familia.
“Radio Martí, para mí fue una escuela en todos los sentidos. Me paré por primera vez frente a una cámara. Salté de la radio a hacer audiovisuales cosa que es bien difícil pero el mundo va cambiando” y ella asumió el reto.

El registro
“Llegamos a los Estados Unidos con el programa de refugiados políticos. Octubre del 2012, pero anterior a todo eso pasaron muchas cosas. El detonante fue el registro que nos hicieron en la casa que duró más de 5 horas. Fue cruel, inhumano, terrible. No se lo deseo a nadie. Y a partir de ahí comenzamos a hacer los mal vistos de un pueblo pequeño como San Germán, en Holguín, donde todo el mundo te conoce, desde que tú naces y saben de quién eres hija; de quién eres nieta; de quién eres sobrina”.
Al principio Arjona cuenta que ella no estaba tan involucrada. Era un mundo nuevo para ella, pero la vida y las circunstancias la fueron llevando por el camino del activismo.
“Mi casa se convirtió en un búnker para todos los opositores que andaban por las provincias orientales. Llegaban a mi casa buscando un lugar seguro, un lugar donde hacer proyectos, un lugar donde hacer disidencia. Y eso trajo sus consecuencias”, porque el régimen cubano no tiene piedad y lo peor es que quienes lo sustentan son, muchas veces, las mismas personas que lo sufren.
“Personas que me vieron crecer y me dejaron de hablar. Era como si tuviéramos la peste”, y con esta imagen lo dice todo, “se nos hizo imposible vivir en un país del cual no hubiésemos querido salir, del cual no hubiésemos querido sacar a nuestros niños”, porque el exilio tiene más dolor que risas.
“El registro se hizo cuando ya tenía a Malcolm muy pequeñito. Malcolm nació en el 2003. El registro fue en el 2006 y yo trabajaba en la emisora de mi pueblo”, lo primero que hicieron fue despedirla.
“De ahí todo me dio un vuelco. Fue como si hubiese estado dormida y de momento te dan un golpe en la cabeza y te despiertas. Y empiezas a ver las cosas diferentes, empiezas a pensar de manera más diferente de la que tú pensabas”, aunque Exilda Arjona viene de una familia que nunca quiso integrarse al proceso revolucionario.
“Nos rodearon la casa incontables veces, nos hicieron actos de repudio. Uno de los que más recuerdo, y hay una foto por ahí que yo la he compartido muchas veces en Facebook, es mi casa manchada de azul porque rellenaron huevos con pintura azul y nos los tiraron”.
Y como la dictadura cubana no tiene límites, Exilda recuerda también cuando estaba a punto de parir a su segunda hija y comenzaron a lanzarles objetos hacia la casa con el único fin de estresarla en un momento de tanto cuidado.
“Animales muertos, huevos descompuestos, piedras, lo que encontraran, cuando no me formaban basureros frente a la casa” y lo que cuenta se puede contrastar con lo que han vivido otros activistas cubanos en cualquier otra parte de la isla.
La familia
“A mi abuelo le decían Panamá y a mi abuela La china. Mi abuelo era de Antigua y Barbuda y mi abuela de Jamaica. Emigraron cuando Cuba sonreía, cuando era una tierra próspera y ellos buscaban un futuro mejor”.
"A mi abuela la enviaron con 14 años de Jamaica a Cuba a casa de una tía que estaba bien. Vivía en Guantánamo y tenía ya sus propiedades, tenía su negocio. Mi abuelo fue primero a Panamá porque su familia tenía negocios allí y después él decide abrir el suyo en Cuba y es cuando se conocen y forman la familia”.
“Yo no tenía mucha conciencia porque era una niña, pero nosotros vivíamos en un barrio, en una casa muy bonita, muy decente. Había muchos jamaiquinos por mi cuadra, y se reunían en mi casa. El cónsul de Jamaica tenía una casa en Holguín e iba hasta la mía a llevarles revistas, periódicos, correspondencia de Jamaica a mis abuelos. Eso yo no lo entendía pero fui una niña privilegiada” y recuerda que en su casa solo se hablaba inglés.
“A estas alturas de mi vida, yo hablo con mi madre solo en inglés. Cuando empecé la escuela, el primer día llegué al preescolar hablando en inglés y la maestra, que era amiga de la familia, llamó a mi mamá y le dijo: ‘Mira, dile a la niña que tiene que hablar español, porque aquí yo no la entiendo”.
Por eso cuando le quitaron todo y la presidenta del CDR fue a exigirles que se integraran, Exilda cuenta que su abuela fue a la cocina, regresó con una escoba en la mano y le pidió a su hija que le tradujera: “Si ella no se va, le caigo a escobazos”
“Siempre fuimos mirados como los medio atravesados a pesar de que tuve que estudiar, como todos los cubanos, en una escuela donde se hablaba del comunismo y del partido. Pero cuando yo llegaba a mi casa y había que escuchar algo que me mandaban por la escuela, mi abuelo decía: “Yo no sé qué vas a hacer tú, porque aquí no lo vas a poner”.
Sus abuelos no se integraron ni renunciaron a su ciudadanía ni aceptaron los documentos de cubanos. Exilda los entiende porque “ellos fueron a un país a prosperar y les arrebataron todo”.
Así que el camino hacia el periodismo disidente y el activismo, estaba trazado desde que el Exilda Arjona era niña.

Las consecuencias
¿Por qué se sentía que con Exilda Arjona llamando desde Radio Martí se estaba menos sola en Cuba? ¿o un poco menos sola incluso en el exilio? Quizás porque ella supo las consecuencia de hacer periodismo y activismo frente a un sistema que se empeña en aplastar todo lo que disiente.
“Yo creo que mi hijo mayor fue el que más sufrió. Él ya tenía conciencia de lo que estábamos viviendo. Creció viendo cómo los policías, venían a llevarse a su papá por cualquier cosa y terminamos con una psicóloga, una buena amiga, porque yo no confiaba en nadie tampoco para llevarle a mi hijo a una consulta de psicología. Pero esa buena amiga que se brindó también sufrió las consecuencias por atender a mi hijo”, aunque por suerte no se dejó intimidar, Exilda como el resto de cubanos que han decidido oponerse sufrió que los amigos le viraran la espalda, que la familia estuviera en su contra, que difamaran de ella, de su esposo, que le dijeran mercenaria.
“Estuvimos muy cerca de las Damas de Blanco, sobre todo a las del Oriente del país. Colaboré con la Federación Latinoamericana de Mujeres Rurales de Cuba (FLAMUR) haciendo documentales, repartiendo cosas a las integrantes del movimiento. Mi casa era un lugar donde podían sentirse seguras”, y lo recuerda con orgullo.

La editorial
Justo porque Exilda cree que la radio no ha muerto, a la compañía que han creado, Media-Mix 305 LLC, no le puede faltar un podcast que se llama “Los libros que no se ven”. Es una idea que surgió en la familia hace apenas un par de meses y ya tienen tres publicaciones.
“Cuando los dos nos quedamos sin trabajo, nos dijimos: ‘ ¿y ahora qué vamos a hacer? ¿Cómo llevamos los frijoles a la mesa? ¿Cómo seguimos manteniendo este hogar, cómo seguimos criando a nuestra hija que es la más pequeña?’”, un reto inmenso en una sociedad donde respirar cuesta y se reinventaron sin darle demasiado espacio al sentimiento de “sentirse desempleados porque llegamos a este país para hacer cosas profesionales”.
Desde el primer libro hicieron ruido, parafraseando esa primera edición que se tituló “El ruido de los libros” y que fue una compilación de textos de Luis Felipe Rojas, su esposo. Las críticas no se hicieron esperar: ¿cómo van a empezar publicándose a ellos mismos?, pero no se detuvieron.
“No entendieron que era nuestra prueba de fuego. Tuvimos que revisar, maquetar, diseñar portadas y no nos quedó como queríamos y editamos otro. Y como dicen: ‘a la tercera va la vencida’, fue cuando logramos estar satisfechos.
“El libro que más me ha impactado es el de un señor de 77 años, exiliado cubano, que se nos acercó porque vio nuestros flyers en la librería de unos amigos. El señor confió en nosotros, nos entregó los manuscritos que traía desde Cuba, lo transcribimos, editamos y ya tiene en la mano un libro con el que solo había soñado.”
Arjona asegura que Media-Mix 305 es una buena propuesta, desde donde ella hará lo mejor que sabe hacer: acompañar, guiar a escritores como una vez lo hizo con los activistas y los periodistas dentro de Cuba.

María Matienzo
La Habana (1979). Escritora. Realiza la columna de opinión «Mujeres de Alas», en la Revista Alas Tensas. Ha colaborado como periodista en medios y revistas como Cubaliteraria, Havana Times, Diario de Cuba, El Tiempo en Colombia, Hypermedia Magazine, Programa Cuba y Connectas. Sus reportajes han sido publicados en una compilación de ediciones Samarcanda, España, bajo el título Apocalipsis La Habana (americans are coming). En el 2020 publicó la novela Elizabeth aún juega a las muñecas (Editorial Hurón Azul) y el libro Orquesta Hermanos Castro: la escuelita, sobre la historia musical olvidada (Unos & Otros Ediciones ). Fue reconocida por la Fundación Internacional para las Mujeres en los Medios (IWMF) como Women Journo Heroes. Sus reportes sobre la vida cotidiana de las cubanas y los cubanos se pueden encontrar en el diario CubanetNews.
Responder