Mujeres, MIPYMES y crédito: el dato que falta
“El vacío de información sobre la presencia y el tipo de participación de las mujeres en las MIPYMES perpetúa desigualdades invisibles.”

En Cuba, las MIPYMES se multiplican y abastecen desde el pan del barrio hasta la tornillería del taller. Pero hay una pregunta que nadie puede responder con certeza: ¿cuántas están lideradas por mujeres y cuántas de ellas acceden efectivamente al crédito? Ese “agujero” en el registro oficial vuelve invisible una parte clave de la economía real.
Lo que no se mide no existe en términos de política pública
Tras la prohibición del sector privado con la llamada "Ofensiva Revolucionaria" en 1968, Cuba volvió a ver un discreto resurgir de los pequeños emprendimientos personales y familiares en los años noventa, durante el "Período Especial", pero este fue siempre muy limitado. Solo a partir del año 2021 se autorizaron las MIPYMES y desde entonces, gradualmente y en medio de muchos obstáculos, el mapa empresarial privado creció y comenzó a estabilizarse.
Después de un leve bache a finales de 2024, la ONEI registró 9.550 MIPYMES privadas operando en el país en marzo de 2025, lo que equivale a un 3,4% más que en diciembre. Este dato es el primer termómetro oficial que permite conocer la situación de un sector que ya supera las nueve mil firmas y que, según reportes previos, aporta empleo y producción en un contexto de crisis. El Ministerio de Economía y Planificación (MEP) publica semanalmente listados que incluyen el nombre de cada empresa aprobada, la provincia donde se encuentra y la actividad a que se dedica. Sin embargo, un dato crucial sigue ausente en esas listas: quiénes las dirigen y cuántas de esas personas son mujeres.
El marco legal de las MIPYMES se consolidó con el Decreto-Ley 88/2024, que actualizó su régimen de creación y funcionamiento, y con la Resolución 90/2024 del Banco Central, que regula los créditos y servicios bancarios a estas entidades. A ello se suma la Resolución 111/2023, que impulsó la bancarización, obligando a limitar el uso del efectivo y hacer pagos electrónicos. En su balance de 2024, el Banco Central informó que las operaciones digitales habían crecido en más de 50% interanual hasta julio. Para las MIPYMES, especialmente las de menor tamaño, este cambio es decisivo, pues de él depende la posibilidad de financiar inventarios, pagar a proveedores y cobrar a clientes en un sistema cada vez más digitalizado.
El agujero en los datos

Si alguien intenta saber “quién es quién” en el emprendimiento cubano, encontrará esos listados del MEP con todas las MIPYMES aprobadas: nombre, provincia donde radica, la actividad que realiza, su forma de gestión… y poco más. El campo “sexo de la persona propietaria/gerente” no existe. Sin esa columna, no hay manera de medir la participación de las mujeres, ni los sesgos o brechas de género que afectan su desenvolvimiento. Es un punto ciego reconocido también por varios periodistas y redes especializadas en género y economía.
La ONEI abrió un Observatorio de Igualdad de Género con 33 indicadores (empleo, toma de decisiones, etc.), pero no cruza —al menos de forma pública y regular— propiedad o gerencia de MIPYMES con género. El resultado es obvio: sabemos mucho sobre población y trabajo, pero muy poco sobre quién dirige las empresas nuevas que sostienen buena parte del abastecimiento.
Importar, sí… pero (casi siempre) a través del Estado
Para abastecerse, muchas MIPYMES dependen de importaciones tramitadas por empresas estatales autorizadas. La lista empezó con 36 y llegó a casi medio centenar, un esquema que ordena la logística, pero añade costos y tiempos. En un país sin mercado cambiario funcional, quien no accede a divisas oficiales se ve obligado a pagar más caro en el circuito informal. Eso estrecha los márgenes para el crecimiento y golpea especialmente a los negocios pequeños, donde suelen emprender mujeres.
Lo que ya sabemos sobre mujeres y emprendimiento (y lo que falta medir en Cuba)
Incluso el propio MEP reconoció en 2023 que “menos del 25%” de las MIPYMES estaban lideradas por mujeres, una cifra que —aunque superior al 23,3% que se registraba en junio de 2022— es significativamente baja. Pero esa alerta del MEP con respecto a la escasa participación femenina en las MIPYMES hasta 2023 no ha tenido después una sistematización pública, ni por ese ministerio ni por el Observatorio de Igualdad de Género de la ONEI. Así, sin un registro con enfoque de género, no se sabe si esa cifra mejoró, empeoró o se estancó en los años siguientes.
En el terreno, historias recientes muestran que las mujeres avanzan en sectores masculinizados —como la construcción— pero siguen siendo minoría en la fuerza laboral de ese rubro (≈11%). Son pistas cualitativas de barreras que conviene medir: avales, tiempos de cuidado, concentración sectorial y tamaño de los créditos.
“Saber quién dirige las MIPYMES es un primer paso para que el crédito con enfoque de género deje de ser un lema.”
En el registro de las MIPYMES no hay un campo para el género de la propiedad o gerencia. Eso significa que no sabemos si las mujeres participan en igualdad de condiciones, si acceden al crédito o si se concentran en sectores de menor rentabilidad. Es un vacío que perpetúa desigualdades invisibles.
La experiencia regional, además, enseña que las empresarias enfrentan obstáculos persistentes de financiamiento: la brecha para firmas lideradas por mujeres en América Latina y el Caribe ronda los 92.000 millones de dólares, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID); y el acceso al crédito y a garantías sigue siendo el talón de Aquiles para esas empresas. No se trata de hacer una extrapolación directa al contexto de Cuba, que tiene sus características peculiares, pero estos datos son un espejo útil para diseñar políticas.
Qué podría cambiar con un simple campo nuevo
Incorporar en el registro una variable obligatoria —sexo de la persona que ejerce la máxima dirección— no solo es barato (porque los datos ya existen, aunque no son públicos): alinearía a Cuba con buenas prácticas de transparencia y permitiría evaluar si las medidas de crédito del BCC llegan a quienes más lo necesitan, según han remarcado en varias oportunidades expertas y expertos. Hoy, la política pública se aplica a ciegas en un sector crucial. Y mientras el país exige “más bancarización”, saber quién dirige las MIPYMES es un primer paso para que el crédito con enfoque de género deje de ser un lema y se convierta en indicadores, metas y evaluación.
Lo que cuentan las emprendedoras

Las historias personales confirman las barreras. Una dueña de restaurante en Holguín relata que al solicitar un crédito le exigieron un aval inmobiliario que no estaba a su nombre: “Tuve que pedir ayuda a mi familia emigrada para financiar el negocio”. Otra empresaria de un taller en La Habana cuenta que nunca pudo abrir una cuenta en línea: “Siempre faltaba un documento distinto. Trabajo en efectivo, lo cual es más caro y más riesgoso”.
Estos testimonios muestran la dificultad de acceder a garantías, crédito y servicios bancarios, pero sin estadísticas que los sistematicen, permanecen como casos aislados.
El vacío estadístico contrasta con experiencias documentadas en la prensa. Elba Fernández, presidenta de la mipyme EBelly SRL en Granma, explicó a IPS Cuba las resistencias que enfrentó durante su registro: “En primera, soy mujer y a veces las negociaciones con hombres […] son complicadas. Ven una mujer, delicada y pequeñita, y todavía hay prejuicios sobre las capacidades de la mujer.”
“Los testimonios muestran la dificultad que enfrentan las mujeres para acceder a garantías, crédito y servicios bancarios.”
Más allá de las historias individuales, las dificultades tienen un carácter estructural. Katia Pérez, coordinadora de la Red Cubana de Mujeres Emprendedoras, lo resumió en entrevista con EFE: “Son insuficientes los espacios formativos, los espacios de promoción, la visibilidad en diferentes medios y canales, los mecanismos de apoyo y de facilitación para las mujeres emprendedoras.”
La Red define como “mujer emprendedora” no solo a las dueñas de negocios, sino también a quienes lideran proyectos comunitarios. Esa definición amplia refleja que el desafío no se limita al sector privado formal: también alcanza al liderazgo económico y social en comunidades.
Cómo se mide en otros países
En América Latina, los registros empresariales con enfoque de género han demostrado impacto en políticas:
- México: el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) publica encuestas sobre micro, pequeñas y medianas empresas con variables de sexo de la persona propietaria. Estos datos permitieron diseñar programas de microcréditos específicos para mujeres y capacitaciones sectoriales.
- Colombia: el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) incluye variables de género en el censo empresarial. La información ha servido para políticas de acceso a crédito en zonas rurales y para cuotas de compras estatales a empresas lideradas por mujeres.
- Chile: el Servicio de Cooperación Técnica (SERCOTEC) desarrolla reportes anuales sobre empresas de mujeres, usados para definir fondos concursables y programas de digitalización.
En Cuba, la ausencia de un registro similar impide saber si las mujeres están subrepresentadas o si enfrentan brechas de crédito como las que se han documentado en la región.
El paso pendiente

Las MIPYMES cubanas cuentan con un marco legal definido, acceso regulado a crédito y un proceso de bancarización en curso. Lo que falta es un paso simple: incorporar en el registro oficial la variable de género de la persona propietaria o gerente. Con ese dato, sería posible medir la participación femenina, evaluar su acceso al financiamiento y diseñar políticas de apoyo.
Mientras no se integre esa variable, la historia de las MIPYMES en Cuba se contará a medias. Y las mujeres, otra vez, quedarán fuera de las estadísticas de la nueva economía.
Marco legal de las MIPYMES en Cuba
- Decreto-Ley 88/2024
Sustituye al DL 46/2021 y regula la creación, funcionamiento y extinción de las MIPYMES. Define sus tipos (estatales, privadas, mixtas), su personalidad jurídica y las obligaciones contables y fiscales. - Resolución 90/2024 del Banco Central de Cuba (BCC)
Establece los principios y procedimientos generales para el otorgamiento de créditos y otros servicios bancarios a MIPYMES y cooperativas. Incluye requisitos de garantías y análisis de riesgo. - Resolución 111/2023 del BCC
Impulsa la bancarización: limita las operaciones en efectivo, promueve transferencias y pagos electrónicos, y obliga a que las MIPYMES realicen gran parte de sus transacciones a través de canales digitales.
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