Narrativa estadounidense │ Joy Harjo: “Tú puedes cambiar la historia, me dijo mi espíritu mientras me sentaba cerca al mar”
Inspirada en las tradiciones de su pueblo, la literatura de Joy Harjo se ha convertido en un puente entre las culturas nativas de América y el mundo occidental.

Para Sharon Oard Warner y DG Nanouk Okpik.
Estoy en una aldea del norte, en las tierras conocidas hoy como “Alaska”. Estos lugares tenían sus propios nombres mucho antes de que el inglés, el ruso o cualquier otro idioma comercial fuera impuesto políticamente.
Era en los buenos tiempos, cuando las personas soñaban y pensaban juntas como un solo ser. Esto no significa que no hubiera individuos. En aquella época, las personas eran más individuales en su personalidad de lo que son ahora en su afirmación común de individualidad: una persona mantenía su residencia en la luna incluso mientras vivía en la aldea. Otro era un hombre que se vestía y vivía como mujer y era conocido como la mejor costurera.
He viajado a este pueblo con un amigo cercano que también es pariente lejano. Nosotros estamos relacionados con casi todo el mundo por matrimonio, clan o sangre.
La primera noche después de nuestra llegada, una mujer es brutalmente asesinada en el pueblo. El asesinato no es común aquí. La maldad del hecho pone en riesgo a toda la aldea. Debe solucionarse de inmediato para que la turbulencia no deje recelosas a las personas de mayor maldad.
Como mi amigo y yo somos sospechosos para ellos, se decide que debemos morir para redimir la muerte de la mujer y garantizar así que el pueblo continúe viviendo de manera armoniosa. Nadie nos dice que vamos a morir. Lo sabemos; mis huesos lo saben. Es triste, pero así deben ser las cosas.
* * *
A la mañana siguiente, mi amigo y yo caminamos por el pueblo ayudando a reunir a la gente. Detrás viene el comité encargado de dar solución al crimen. Puedo oírlos andar a mi espalda con sus herramientas y sus piedras, con el bramido mental de su propósito. Sé que nos van a matar. Agradezco al cuerpo que ha sido mi traje en este viaje. Me ha servido bien como protección y gozo.
Escucho ―sigo escuchando― el crujido de mis huesos mientras el grupo encargado de hacer este trabajo nos golpea con violencia. No es un asunto personal para la mayoría de ellos. Sólo unos pocos obtienen placer de lastimarnos.
Siento la confusa y terrible protesta de mi cuerpo, luego mi Espíritu se distancia de la escena y la observa brevemente antes de darse vuelta hacia el mar. Me demoro sobre el mar, y el ayudante de mi alma, que ha atravesado conmigo las historias de mi ser, me dice: “Puedes regresar y cambiar la historia”.
Mi primer pensamiento fue: ¿Por qué querría hacer eso? Estoy libre de las necesidades de la existencia terrenal. Puedo moverme como el viento y el agua. Pero entonces, como soy humana, no un pájaro o una ballena, me vi obligada a reaccionar.
¿Qué quieres decir con “cambiar la historia”?
De inmediato estoy de vuelta en el traje de mi cuerpo, en las afueras del pueblo. He regresado al momento entre el asesinato de la mujer y mi propia muerte.
“Ahora, ¿qué se supone que debo hacer?”, le pregunto a mi Espíritu. No encuentro otra forma de actuar en esta historia.
Mi Espíritu responde: “Tú sabes qué hacer. Mira y verás la historia”.
Y entonces estoy sola con el mar y el cielo. Entrego mi pensamiento al tiempo y lo dejo irse libremente.
Es ahí cuando lo veo. Veo a un hombre en el pueblo acosando a una mujer. Ella no está interesada en él, pero él no la deja en paz. La acecha como si acechara a una morsa. Es el mejor cazador de morsas del pueblo. La persigue hasta su casa, y cuando no hay nadie más allí, la ata como si fuera una morsa, la asesina y arrastra su cuerpo desde su casa hasta el mar. Puedo ver el rastro de sangre que dejan tras de sí. Puedo ver las huellas sangrientas del hombre cuando regresa solo al pueblo.
* * *
Ahora estoy en la aldea con mi amigo. La gente se ha reunido y habla sobre el asesinato. Puedo sentir sus intenciones contra nosotros. Me pongo de pie con un tambor en la mano y digo: “Tengo una historia que quiero contarles”.
Empiezo a tocar el tambor y a bailar para acompañar mi relato. Es agradable, y la gente quiere oír más. Quieren saber qué clase de historias traigo de mi pueblo.
Canto, bailo y cuento la historia de un cazador de morsas. Es el mejor cazador de morsas de su pueblo. Canto sobre su relación con las morsas y cómo ha alimentado a su gente. Y lo hábil que es cuando camina sobre el hielo para llamar a las morsas.
Y luego cuento la historia del asesinato de una morsa que es como una mujer. Hablo de las cualidades de la mujer, a quien el hombre ve como una morsa.
En ese punto, la historia tiene su propio espíritu y quiere vivir. Baila y canta y respira. Me sorprende lo que sabe.
Con el último paso, con el último golpe de tambor, el asesino se pone de pie como si quisiera a huir de la reunión. Las personas giran a tiempo y lo ven. Todos ven que él ha matado a la mujer, y es su vida la que deben tomar para resarcir el asesinato.
* * *
Cuando regreso al presente del tiempo terrestre, todavía puedo escuchar el canto. Me levanto de mi cama y bailo y canto la historia. Todavía está en mi lengua, en mi cuerpo, como si hubiera vivido allí desde siempre, aunque ahora estoy en una ciudad con muchos ríos de personas que han venido desde lugares muy remotos del mundo.
Hacemos un revoltijo de historias. No soñamos juntos.

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Joy Harjo es una de las escritoras más destacadas de la segunda ola del renacimiento literario de los nativos americanos. Nacida en 1951, en Tulsa, estudió Literatura en la Universidad de Iowa e inspirada por las tradiciones de su pueblo publicó su primer libro de poemas La última canción, en 1975. La fuerza de la oralidad y la necesidad de difundir las realidades de los nativos americanos y de tener una comunicación más directa con las personas la llevaron también al spoken word, la música, el activismo y el magisterio.
Reconocida como “una voz de los pueblos indígenas”, el trabajo de Harjo se ha convertido en un puente entre las culturas originarias de América y el mundo occidental. “Estados Unidos siempre ha sido multicultural, antes de que el término se volviera omnipresente, antes de la colonización, y lo será después”, dijo en una entrevista, donde resaltó además sus vínculos tanto con autores como William Blake, Walt Whitman y Allen Ginsberg, como con los narradores orales de su tribu. Su relato “Tú puedes cambiar la historia, me dijo mi espíritu...” forma parte del libro Solución de conflictos entre los seres sagrados, publicado en 2017.
Se acompaña este cuento de Joy Harjo con dos obras de Kay Walkingstick. Nacida en 1935 y miembro de la Nación Cherokee, WalkingStick es una de las artistas nativas más sobresalientes en Estados Unidos. Durante más de cincuenta años su trabajo ha explorado las identidades culturales híbridas y en particular la historia de los pueblos originarios, las cuestiones raciales, la memoria colectiva, el vínculo espiritual con la naturaleza y el feminismo. Es una de las paisajistas más notables de su país, reconocida en 2011 con el Premio Lee Krasner por la obra de toda su vida.
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