Crónicas del Caribe: Napoleón, ¿tus cuñadas dónde están?

Marcada por la discriminación racial, la historia de familia de de Tascher de La Pagerie revela matices de la transculturación en el Caribe.

Jacques-Louis David: "La consagración de Napoleón" (1805-1808), detalle.
Jacques-Louis David: "La consagración de Napoleón" (1805-1808), detalle.

El Caribe ha dado lugar a historias muy peculiares, y algunas sorprendentes. Zona de hondas transculturaciones, podría decirse que en sus riberas se gestó una serie de nuevas ideas sobre el ser humano, para empezar la primera perspectiva europea sobre América. La siguiente historia, marcada por el crimen de la discriminación racial, revela matices de esos curiosos procesos.

En crónicas anteriores evoqué dos destinos femeninos poco comunes: los de las antillanas Josefina de Tascher de La Pagerie, quien fue emperatriz de los franceses, y su prima Aimée du Buc de Rivery, que tal vez haya sido sultana validé (sultana madre de un sultán reinante) de Turquía en la misma época. Pero esas no fueron las únicas de interés en esa familia.

Joseph Gaspard de Tascher de la Pagerie, nacido en Martinica (béké, nombre dado a los criollos blancos) y propietario de una hacienda y esclavos, tuvo tres hijas de su matrimonio con Rose Claire des Vergers de Sannois, pero de ellas solo llegó a la adultez, María Josefa Rosa, que fue la primera esposa del emperador Napoleón I. Ese señor martiniqués fue bastante libertino y tuvo relaciones con varias esclavas. De ellas tuvo también, por cierto, solo hijas, que de ese modo vinieron a ser cuñadas mulatas del famoso militar y monarca francés. Vale la pena revisar los destinos de algunas de ellas.

Cyrille Bissette

Cyrille Bissette (1795-1858).
Cyrille Bissette (1795-1858).

De su relación con la esclava María Ana Adelaida Melania, tuvo tres hijas libertas: Elizabeth Mélanie, Felicité Pauline y Lérice o Louise Marguerite. Estas dos últimas no tuvieron ninguna trascendencia histórica. Pero la primera, Elizabeth, se casó en 1794 con el martiniqués negro Charles Borromée Bissette, y de ese matrimonio nació Cyrille Charles Bissette, uno de los personajes más notables de la historia del Caribe, quien, por tanto, sería primo hermano de Hortensia de Beauharnais, reina de Holanda y luego duquesa de Saint-Leu, madre del futuro emperador Napoleón III; y asimismo primo hermano del príncipe Eugenio de Beauharnais, duque de Leuchtenberg, del que descienden hasta hoy los reyes de Suecia, entre otras figuras de las monarquías europeas. Por otra parte, si aceptamos la hipótesis de que Aimée du Buc de Rivery fue sultana validé de Turquía, entonces el hijo de Elizabeth también habría sido primo del sultán Mahmud II de Turquía.

Pero Cyrille Bissette (1795-1858) dejó un legado de una importancia mayor que los de sus parientes aristócratas: fue un gran luchador antiesclavista y uno de los políticos que consiguió la abolición de la esclavitud en las colonias francesas. Asimismo, llegó a ser diputado de la Martinica. Su trayectoria es de enorme interés.

Desde muy joven se hizo comerciante en Fort-de-France. Participó incluso en la represión de los esclavos que se rebelaron en Martinica en 1822: en ese momento no había madurado políticamente; sin embargo, esa experiencia debió haberlo marcado. Al año siguiente empezó a circular secretamente en Martinica un folleto titulado La situación de los libres de color en las Antillas francesas. Se atribuyó la autoría a Bissette, aunque hay hipótesis de que el autor haya sido Gabriel-Jacques Laisné de Villévêque u otro político francés.

El folleto exponía las injusticias del sistema esclavista y los horrores a que eran sometidos los esclavos; el texto reclamaba la liberación de estos y el otorgamiento de derechos civiles; su instrucción a través de escuelas instituidas al efecto, así como la eliminación de los castigos corporales. Bissette fue denunciado al procurador del rey y su casa fue registrada. Allí encontraron diversos documentos acusatorios y el joven, ahora abolicionista, fue encarcelado. Un tribunal de esclavistas y, para más, racistas, lo condenó a ser marcado al fuego y se le expulsó de Martinica con otros 46 condenados.

Llegado a Francia, el joven criollo reclamó y se desató una campaña política en su favor. Bissette interpuso un recurso de casación ante la justicia francesa. Pero la Corte de Casación metropolitana trasladó su solicitud a un tribunal de Guadalupe, el cual lo condenó a diez años de destierro de las colonias francesas.

Desde ese momento, establecido en París, Bissette se radicaliza como un decidido abolicionista. Publica en el Journal des Débats un proyecto de abolición negociada, que aspiraba a liberar a los esclavos de una manera pacífica. Fundó la primera Sociedad de hombres de color y, mas tarde la Revue des colonies (Revista de las colonias), que duró más de una década y cuyo objetivo era combatir la esclavitud.

Asimismo, se opuso incansablemente a las Leyes de Mackau, legislación que se propuso durante la Monarquía de Julio para reglamentar, y de hecho mantener, la esclavitud en las colonias.

Finalmente, se abolió en Francia la esclavitud en 1848, ya en el momento de ruina del gobierno del rey Luis Felipe de Orléans. Lo eligieron entonces diputado en Martinica, pero esa elección fue invalidada so pretexto de que tenía antecedentes penales por una supuesta declaración de bancarrota. Un año después un tribunal de París anuló esa sentencia y fue elegido diputado. Bissette defendió la integración racial y la fusión de los diferentes componentes étnicos en las Antillas: él mismo era fruto de esa integración que defendía. Luchó por eso como vía de olvidar los horrores e injusticias del pasado.

En uno de sus discursos de 1849, expresó la necesidad de desterrar los prejuicios para ocuparse de hacer la felicidad de cada país antillano. Ese humanismo cimentó su enorme popularidad en las Antillas francesas. Fue, sin duda, el martiniqués que combatió más sistemáticamente la esclavitud. Su rivalidad con el político abolicionista francés Victor Schœlcher, que comenzó con un triunfo de Bissette, concluyó con su derrota y, a la larga, con el olvido de sus luchas por el abolicionismo, la conciliación y el progreso armónico.

Frente a la creciente popularidad y respeto histórico a Schoelcher, su memoria desapareció por mucho tiempo. Su afán de integración y reconciliación terminó por no ser agradable a la burguesía mulata de las Antillas francesas. Fue cuestionado por su afán pacificador y, también, por su parentesco con el discutido emperador Napoleón III. Pero su pensamiento humanista y libertario merece todo el respeto, así como sus muchas publicaciones en defensa de la integración y el abolicionismo.

Euphemie Lefebvre

Joseph Gaspard de Tascher de la Pagerie tuvo otra hija mestiza, que presenta otro tipo de relevancia histórica: Euphemie Lefebvre. A diferencia de sus otras hermanas libertas, Euphemie tuvo otra madre, cuyo nombre se ignora. Tuvo la misma nodriza de Josefina, quien la llamaba Mimí y al parecer se educaron juntas en la casa de los Tascher de la Pagerie. Incluso se supone con bastante fundamento que la niña tuvo por madrina de bautismo a la propia hermana de Joseph Gaspard de Tascher, Désirée Euphémie, y que esta le habría dado su propio nombre. Se sabe que Euphemie conservaba, incluso en París, un retrato de Joseph Gaspard, cuya memoria reverenciaba.

Consta que la emperatriz Josefina le tuvo un gran afecto, y eso contribuyó a generalizar el comentario de que era su hermana. Euphemie viajó con la joven novia María Josefa a Francia para la boda de esta. Y permaneció con ella durante muchos años. Sobre esta especial relación entre las muchachas antillanas hay diversos testimonios de la época: Louis Constant de Wairy, ayuda de cámara de Napoléon I, lo comenta en sus memorias. Con más insistencia lo menciona el escritor Théophile Mercier, muy vinculado a la familia de Beauharnais.

Euphemie fue por largos años no solo miembro de la servidumbre de Josefina, sino también la encargada de sus hijos Hortensia y Eugenio. Incluso fue gobernanta de este último. Ella acompañó a su hermana y a Hortensia en su último viaje a Martinica, y con ellas regresó a Francia. Durante el Terror, cuando Josefina fue encarcelada, Euphemie cuidó de Eugenia y Hortensia junto con la gobernanta de esta última, y volvió a cuidarlos cuando Josefina viajó a Italia para reunirse por un tiempo con el general Bonaparte. Su cariño y fidelidad a su hermana fue proverbial. Fue a vivir al palacio de Luxembourg cuando la generala Bonaparte se mudó allí con su marido, y luego la acompañó en las Tullerías.

Pero cuando Josefina se encumbró como esposa del emperador Napoléon I, este se sintió al parecer incómodo con los rumores que circulaban sobre Euphemie. Entonces Josefina la casó con Lefebvre, el principal ayuda de cámara de Napoléon, a quien había acompañado en la campaña de Egipto: Lefebvre era muy apreciado por el flamante monarca, tanto como Euphemie por la emperatriz. Josefina le concedió a su posible hermana una muy generosa pensión. Cuando la prematura muerte de la emperatriz apenas derrotado Napoleón, Euphemie desde luego estuvo presente en su funeral. Pero la historia de madame Lefebvre no concluyó con ese capítulo luctuoso.

Euphemie y Hortensia

Anne-Louis Girodet de Roussy-Trioson: "Retrato de Hortensia de Beauharnais, Reina de Holanda" (1805-1809), detalle.
Anne-Louis Girodet de Roussy-Trioson: "Retrato de Hortensia de Beauharnais, Reina de Holanda" (1805-1809), detalle.

Hortensia de Beauharnais, la bella y talentosa primogénita de Josefina, había sido inducida por Napoleón a casarse con su hermano menor, Luis Bonaparte, que sería nombrado rey de Holanda. Dicho matrimonio fue desgraciado y la pareja, luego de tener tres hijos, se separó. El propio Luis, disgustado con las exigencias de su hermano el emperador Napoleón sobre Holanda, renunció a su trono y partió al exilio. Hortensia se estableció en París. Tenía aficiones musicales y se supone, no sin dudas, que haya compuesto la partitura de El bello Dunois, melodía más conocida como Partiendo para Siria, que más tarde se convertiría en un himno no oficial de los bonapartistas. También escribió sus memorias. Fue amante del oficial francés Charles de Flahaut, hijo natural de Talleyrand, y de él tuvo un hijo natural, Charles, que habría de ser duque de Morny y una figura política importante bajo el gobierno de su hermano, Napoleón III.

En París la sorprendió la caída de su padrastro y cuñado el emperador. Ella logró captarse, como su madre, las simpatías (quizás más) del vencedor principal de Napoléon I, el zar Alejandro I de Rusia, quien la protegió y logró que el restaurado monarca Luis XVIII le concediera a Hortensia el ducado de Saint Leu y una renta importante.

Pero poco tiempo después, el 26 de febrero, se produjo el regreso de Napoleón I a Francia para recuperar su gobierno. En París hay un estado de pánico. La policía del rey Luix XVIII supuso, quizás con razón, que Hortensia había participado en el complot para restablecer al emperador. Prudente, Hortensia escapa de su residencia… y se refugia en el apartamento de Euphemie, quien la acoge con lágrimas de felicidad.

La antillana y su marido la esconden en una buhardilla que tenían en el quinto piso del edificio. Al entrar en ese refugio, Hortensia, según contó después, halló innumerables reliquias de su madre y de los tiempos en que Euphemie convivió con los Beauharnais. Estuvo escondida durante nueve días y así pudo escapar de la persecución del gobierno borbónico.

Esa fue la última y destacada intervención de Euphemie en la historia de los Bonaparte y, de hecho, de Francia. Después se disolvió en la bruma, la modestia y el olvido. Pero quedó el sutil encanto de su personalidad dulce y valerosa.

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