Entrevista │ Mireya Goñi: “Cuando se elige la emigración como opción de vida, hay que rasgar el alma”

A propósito de su más reciente libro, la poeta Mireya Goñi nos habla de las razones que la impulsan a escribir, el exilio y su visión de la Cuba actual.

| Diálogos | 14/08/2025
Mireya Goñi Camejo (La Habana, 1966), poeta y especialista en Literatura Hispanoamericana.
Mireya Goñi Camejo (La Habana, 1966), poeta y especialista en Literatura Hispanoamericana.

En marzo de 2022, estuve sentada en el pequeño escenario de Artefactus, en Miami, conversando con Mireya Goñi sobre su libro Magras estaciones. Poemas del amor y de la vida. En junio de 2025, tres años y una nieta después, me reencuentro con la poeta y descubro que el paso del tiempo le ha dado peso y aristas a su poesía. O también podría decir que le han crecido “alas tensas”, tomando prestado el nombre de una revista cubana para la libre expresión de las mujeres y promocionar sus creaciones, que ha sido, para muchos, una referencia.

En su nuevo libro, De orillas, robles y madreselvas, además de la nostalgia por la patria, la abuela, la madre y la bicicleta —que ya pudiéramos identificar como claves en la literatura de Mireya—, toman fuerza la inquietud política y la necesidad de denunciar la crisis absoluta y la falta de libertad en Cuba. Así es como encontramos, junto al nombre de Rubén Darío, el de Luis Manuel Otero Alcántara.

“Basada en hechos reales” es otro momento de lectura donde vale la pena detenerse. Aquí, la autora juega de una forma poéticamente atrevida con la muerte de su padre en Cuba y la tragedia del proceso para ser cremado. Este poema es, en mi opinión, el acto de irreverencia más interesante que contiene el libro. Empieza así:

Por acá te cuento yo
una historia similar
cuando nos tocó enterrar
al padre que me dio vida
y sin luz ni gasolina
no lo podían cremar.

El tercer y último aspecto que quiero resaltar —desde mi humilde criterio de lectora— es la conciencia del cuerpo, la presencia de un suave erotismo y la mirada a ese amor de pies entrecruzados, en una etapa de la vida en la que ya vimos despedirse de los escenarios a nuestro cantante favorito.

Nuestros dedos se cruzan aún, en la cordura
las ideas todavía pueden encadenarse
acaricias mi espalda con las manos de antes
y galante repasas mis formas, sin premura.

Después de este corto recuento de mi lectura del libro De orillas, robles y madreselvas, hablemos ahora con Mireya Goñi, una mujer que escribe por la genuina necesidad de hacerlo, una poeta que tiene muy dentro “pedazos de historia, pedazos de viento”.

La necesidad de escribir

Me llama la atención el título De orillas, robles y madreselvas, siendo, sobre todo, un libro que describe paisajes interiores. ¿Qué significado personal tienen para ti las orillas, los robles y las madreselvas?

Creo que va con el significado concreto de las palabras en sí mismas y lo que metafóricamente se puede añadir. Una palabra como “orillas” la veo más vinculada a la experiencia personal. Vivimos en “la otra orilla”, nos movemos entre ambas o en espacios entre orillas cuando tenemos la oportunidad de ir a orillas nuevas, a lugares nuevos. Es experiencia de vida.

El roble es un árbol fuerte de grandes ramas, que ofrece sombra; significa fortaleza, longevidad, seguridad, resistencia. Y la madreselva es un arbusto con flores olorosas, símbolo de amor, devoción, conexión espiritual.

Creo que todo eso lo buscamos y lo necesitamos en la vida. Cuando estamos lejos de todo lo querido y conocido, se hacen más importantes y necesarios esos vínculos. Entonces nos aferramos a lo que tenemos y afianzamos nuestras emociones a eso. Es una necesidad de sobrevivir y procesar lo nuevo.

En varias entrevistas has dicho que escribir es una necesidad. ¿Qué emociones o momentos te llevan a hacerlo con más intensidad?

Varias: el amor, la tristeza, el impacto de una experiencia, la pérdida, la impresión ante la belleza. Todo eso genera en mí la necesidad de escribir. Aunque creo que quizás la tristeza más que otras.

La tristeza hace que busque la manera de decir lo que siento. Muchas veces no hablo cuando estoy triste, pero estoy rememorando, reflexionando, explicándome a mí misma lo ocurrido, y eso genera creación, genera frases que van formando los versos. Es como una conversación conmigo misma. A veces siento que si no lo escribo me ahogo. Hay un poema en el que hablo de eso.

Darío y el Modernismo

Hay una presencia de Rubén Darío en tu poesía, no solo como referente literario, sino también como personaje que llega a inspirar un poema. ¿Le debes algo a Darío y al Modernismo?

De algún modo, todos le debemos al Modernismo y a Rubén Darío. El Modernismo es el primer movimiento artístico y literario surgido completamente en América, que logró vincular las ideas nuevas de fines del siglo XIX en todas las áreas del saber.

Todo el acervo europeo y específicamente español a fines del XIX y principios del XX se había fundido con lo autóctono americano y se pensaba diferente a como se hacía en la metrópoli. Estaban en auge las ideas independentistas, había cuestionamiento religioso y filosófico, surgieron nuevas tendencias artísticas, arquitectónicas, etc. Eso generó también una literatura muy potente. El primer Modernista fue Martí, también lo fue Heredia, y hubo otros.

Pero Darío aporta una fineza muy grande a la poesía. Trajo imágenes delicadas, transparencias, colores. Hizo alusión a mundos lejanos. Buscó imágenes hermosas en una época de transición violenta, entre dos siglos en los que el continente americano aún estaba viviendo las experiencias independentistas y sus consecuencias. En medio de la concreción de los cambios, él abogó por la cultura, el espíritu, el cultivo del arte. Su obra muestra todo ese eclecticismo que conforma la identidad americana.

En cuanto a mí, en este siglo tan falto de hidalguía que vivimos, en medio de la inestabilidad de todo tipo que estamos sufriendo, un respiro de refinamiento, de cultura, de belleza, ayuda a seguir.

Hay personajes que se repiten en tus poemas y que traen consigo una carga de nostalgia, de vacíos, de capítulos abiertos o cerrados antes de tiempo: la abuela que cocina, la madre que muere antes de tiempo, el padre que no pudo ser cremado. ¿Qué significan para ti estas figuras recurrentes?

Ese es el tipo de emociones que me obligan a escribir para poder procesar lo que siento. Las grandes ausencias entristecen. A los cincuenta y ocho años hay experiencia de vida suficiente para analizar todo lo que hemos hecho, todo lo que hemos logrado y perdido. Ha habido tiempo para pensar, para extrañar, para saber el valor y la justa medida de las decisiones tomadas.

Yo hubiera querido que mis padres pudieran disfrutar muchas cosas; hubiera querido que mi padre conociera más allá del único mundo que vio. La nostalgia por la hora de los manteles y los almuerzos en familia, el cariño incondicional de la abuela siempre en casa para nosotros, su humildad, su nobleza. Hubo causas naturales para las pérdidas, pero también hubo mucha distancia y separación física que taladran hondo, porque cuando se elige la emigración como opción de vida, hay que rasgar el alma. Y eso trae sus consecuencias.

Una época de grandes cambios

Siento que la patria está ahora más presente en tu poesía. Veo una intención de denuncia mucho más marcada. ¿Qué proceso has tenido en relación con la isla y tu exilio?

El proceso ha sido largo y duro. Primero, los descubrimientos que hacemos cuando en la otra orilla escuchamos y conocemos la historia que no nos contaron, esa que supimos después, como digo en un verso. Luego la contraposición absoluta entre nuestros logros, nuestro progreso, la posibilidad de decidir nuestras vidas, y el total e indetenible retroceso de todos esos espacios conocidos, entrañables, que ahora están destruidos, desaparecidos o en franco derrumbe. Eso en la parte sentimental; pero luego se suma la impotencia, la rabia por tanta mentira sostenida, por tanto empecinamiento a conveniencia, por tanta hipocresía en nombre de algo que no existe y que pretenden que sea el pilar de una utopía que ya está derrotada.

Estamos viviendo una época de cambios grandes, violentos, duros, necesarios. Cuba está asistiendo al nacimiento de nuevos héroes, de nuevos mártires, de nuevas narrativas en su historia. Ya los héroes de Cuba no son los que se empeñan en enseñar en las escuelas, son otros, existen, están ahí denunciando por todas partes, desterrados, presos, sobre todo presos. Hay una contradicción muy grande entre el discurso oficial y la realidad cubana actual. Ahora mismo Cuba para los cubanos es una cosa y para otras personas de muchos lugares en el mundo es aún una imagen ideal. Esa imagen hay que acabar de romperla.

El cuerpo aparece en este libro de forma sutil pero constante. ¿Qué relación tiene tu poesía con lo femenino y con la etapa que ahora vives como mujer, como esposa, madre y abuela?

Quizás es la evolución, la experiencia personal. Lo que se siente en cada etapa de la vida, las experiencias anteriores, lo que se malogró, lo que se añora, lo que se extraña. También son las enseñanzas transmitidas por las diferentes generaciones de mujeres de la familia.

Mi mamá siempre decía que yo entendería muchas cosas cuando fuera madre y así ha sido. Luego recuerdo el amor que ella transmitió a los nietos con los que pudo convivir, su entusiasmo cuando los niños iban a su casa, ella se preparaba para esas visitas, para dedicarles todo el tiempo posible. Creo que comenzaré a experimentar eso mismo muy pronto ahora que también soy abuela.

Igual es el amor que se siente por el compañero y cómplice de la vida durante 32 años. Todo eso está ahí.

Sátira e irreverencia

Cubiertas de los libros de poesía de Mireya Goñi Camejo.
Cubiertas de los libros de poesía de Mireya Goñi Camejo.

Hay un poema que me llama mucho la atención por su humor negro, el sentido del absurdo y el tono satírico, aun tocando un tema tan difícil como la muerte de un padre. Me refiero a “Basado en hechos reales. ¿Sientes que ese poema que se atreve un poco más, que explora otra arista de ti como escritora, más irreverente?

Ese poema surgió de mi propia experiencia en 2022, cuando tuve que rotar por varios hospitales en los que no había nada para atender a mi padre, que terminó muriendo a causa de su propio padecimiento, de la negligencia y de la falta de sensibilidad que se ha entronizado ante la ausencia total de todo. El proceso de su cremación fue toda una tragedia griega.

Ese poema lo escribí como respuesta en verso a uno de Gleyvis Coro Montanet, que hablaba de un tema similar. Intenté responderle en su mismo ritmo para que mis versos fueran coherentes con los de ella. La sátira siempre ha sido un arma muy poderosa y la realidad cubana es irreverente con los humildes, con los necesitados; es absurda, no se puede hablar de otra manera sobre ella.

¿Estás trabajando ya en un próximo libro? ¿Sientes que hay temas que no has tocado aún? ¿Te quedan cosas por decir?

Sí, pero de cuentos. Tengo varios cuentos completamente terminados. Otros dos que quisiera terminar deben cerrar esa colección. Quizás ahí puedas ver un poco más de esa arista irreverente y satírica de la que me hablas.

Tengo empezada una novela. A eso hay que dedicarle mucho tiempo y trabajo, pero aquí tiempo es lo que nunca sobra y hay que ganarse la vida.

Siempre habrá cosas por decir, la vida no se ha terminado. Al final, el arte no es más que una representación subjetiva de la realidad y los escritores nos recreamos en ella.

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