Entrevista | Daína Chaviano: “Cuando escribo me olvido de que soy mujer”
La reconocida escritora cubana de ciencia-ficción, Daína Chaviano habla sobre sus inicios y su modo de enfrentar cada libro.
Daína Chaviano es ante todo un nombre relevante en la literatura cubana. Pero también un símbolo: es la más deslumbrante autora de la ciencia ficción de Cuba, y se cuenta entre los escritores más destacados, sin importar el género, de la ciencia ficción en español. Daína es, también, una voz singular en sí, por su insondable lirismo y su solidez.
La recuerdo en sus tiempos de estudiante de licenciatura en Lengua Inglesa, llegando rigurosamente impuntual a mis aburridas clases de Lingüística en la Universidad de La Habana. Y desarmando siempre mi cara de profesor riguroso con su mirada de ojos claros e insondable asombro.
Se decía entonces entre sus condiscípulos que pintaba enormes mensajes en el piso de la azotea de su casa, buscando “el contacto intergaláctico”. No me importa si es verdad: no sé si dio alguna vez con un extraterrestre inteligente. Si no, esos hombrecillos verdes se lo perdieron. La literatura de este planeta ganó: ella, más allá de la ciencia ficción, es la gracia, la palpitación profunda de un humanismo que nos va faltando. Insiste, Daína, en tu llamado: algún día ellos, una mejor humanidad también, contestará cabalmente tus mensajes.
Daína, ¿cómo empezaste, qué te llamó?
Empecé a escribir a los nueve o diez años. Después de eso, no recuerdo ninguna época en la que no estuviera escribiendo poemas, cuentos, incluso novelas cortas. Nunca pensé que a alguien le interesara lo que hacía. Escribía para mí. A menudo leía libros que me fascinaban. Cuando eso ocurría, repetía las lecturas tres, cuatro, muchas veces… Quería seguir sumergida en esos mundos. Si no hallaba otro libro que se les pareciera, entonces escribía para recrear la atmósfera de lo que me había gustado o la sensación que dejaba en mí. No se trataba exactamente de una continuación de lo leído, sino de crear alguna historia que se desprendía de él o que conllevaba algún elemento suyo, pero que se transformaba en otra cosa.
Claro, no siempre escribí impulsada por una lectura previa. Desde mi infancia tuve una gran imaginación que me daba caudal suficiente para inventar todo tipo de historias, siempre que tuvieran elementos fantásticos. Nunca escribí nada realista. Ni entonces ni ahora.
¿De qué modo trabajas al crear un libro?
Depende del tema. La novela me lleva bastante tiempo porque investigo y planifico mucho. En ocasiones, el argumento parte de un personaje; otras veces, de una escena o una acción aislada que se me ocurre de pronto. Después de esos chispazos, trato de situar al personaje en algún contexto o empiezo a imaginar cómo sigue la escena y por qué ocurrió.
Una vez que decido el tema y el ambiente, hago esquemas de los capítulos, redacto las biografías de los personajes, busco momentos de tensión, nudos o giros inesperados. Investigo mucho si se trata de ambientes históricos, mitológicos o científicos, como en el caso de alguna trama criminal o de ciencia ficción.
En el caso de los cuentos, puede ocurrir todo lo anterior, aunque en menor escala. Los poemas, en cambio, son espontáneos. No planifico nada. Me dejo llevar por el momento o por una impresión. Más tarde regreso a ellos para editarlos y corregirlos.
¿Cuáles de tus obras son tus hijos e interlocutores predilectos?
Es difícil decidirlo. Cada una de ellas representó un hito particular en mi vida, una etapa de crecimiento como persona y escritora. Han sido períodos que he cruzado, obsesiones que dejaron sus huellas. Desde ese punto de vista, los considero igualmente importantes para mí. No puedo escoger.
¿Cuáles de tus personajes han sido más difíciles para ti?
La verdad es que casi todos me han resultado difíciles. Pero si tuviera que citar los más complejos, podría mencionar a Rubén, Gilberto y Claudia, protagonistas de El hombre, la hembra y el hambre.
Otro personaje muy difícil fue la Liebre, el asesino sociópata de Los hijos de la Diosa Huracán. No conseguía entender y adaptarme a ese tipo de psicología, y necesitaba hacerlo porque no quería convertirlo en una caricatura. Debía crearle una justificación psicológica y personal bien estructurada para que resultara creíble.
También debo incluir a Juana, su padre y el resto de los personajes indígenas de esa misma novela. Todos pertenecen a un tiempo histórico que tuve que armar como un rompecabezas desde cero, porque no existían antecedentes literarios ni teóricos que me sirvieran como modelos. Solo contaba con estudios académicos o arqueológicos sobre mitología, paleontología, crónicas de la época que a veces no aclaraban mucho, estudios lingüísticos y otros elementos sueltos. Primero tuve que conocer a fondo todos estos elementos para ponerme en la piel de los indígenas y los conquistadores que los habían utilizado o vivido con ellos. Debía tener en cuenta jerarquías, sexo, edad, oficio y otros valores sociales.
Otra gran dificultad fueron los personajes históricos involucrados en la trama de La isla de los amores infinitos: Rita Montaner, Benny Moré, Lecuona, la Lupe, Freddy, Joaquín Nin… Aunque en muchos casos solo aparecieron en breves escenas, también requirieron de un esfuerzo especial, porque se trata de figuras muy conocidas en la historia de la música cubana a las que no quería idealizar, sino mostrar de la manera más natural y verosímil posible.
De la diversidad de modalidades en la ciencia ficción actual, ¿cuáles prefieres y no tanto, como lectora y como creadora?
No me gusta mucho el ciberpunk. He intentado acercarme a obras que se consideran sus máximos exponentes, como la novela Neuromancer, de William Gibson, pero ninguna ha conseguido seducirme. Tampoco me gustan las distopías crueles o violentas al estilo de Hyperion, de Dan Simmons. En general, no me atraen los argumentos cargados de maquinarias, violencia y seres innecesariamente crueles o inhumanos.
De las modalidades contemporáneas me fascinan el afrofuturismo y el futurismo africano (dos subgéneros distintos, aunque emparentados), la ecoficción (ciencia ficción ecológica) y la clific (ciencia ficción climática). También me gusta mucho la ciencia ficción que incorpora elementos de las culturas asiáticas y las indígenas, que han sido poco explorados dentro del género.
Como creadora, siempre exploré la ciencia ficción cercana a la fantasía histórica y heroica, donde se incorporan elementos mitológicos, mágicos y de cuentos de hadas. En esa cuerda estuvo casi todo lo que publiqué en Cuba. Ahora planeo regresar a la ciencia ficción explorando otras modalidades.
¿Crees que hay un modo femenino de escribir ciencia ficción?
Honestamente, no lo sé. Nunca he dividido el arte o la literatura en femenina o masculina. De hecho, cuando escribo me olvido de que soy mujer y me convierto en un espíritu, una mente, una conciencia o una criatura sin sexo definido, que simplemente escribe.
¿Cuáles son tus filmes de ciencia ficción favoritos?
He ido acumulando muchos favoritos a lo largo de la vida. Estos son algunos: Solaris (URSS, 1972), District 9 (Sudáfrica, 2009), Arrival (EE.UU., 2016), Encuentros cercanos del tercer tipo (EE.UU., 1977), Interestelar (EE.UU., 2014), La Barrera (Bulgaria, 1979), Starman (EE.UU., 1984), She Sings to the Stars (EE.UU., 2015), Contact (EE.UU., 1997), Operación Bororo (Checoslovaquia, 1973), Alien (EE.UU., 1979), 2001: Odisea espacial (EE.UU., 1968), La máquina del tiempo (EE.UU., 1960), Enemigo mío (EE.UU., 1985). Y lo dejamos aquí, para no hacer más larga la lista.
¿Proyectos actuales?
Estoy terminando un nuevo libro de cuentos. Mi última colección la escribí en Cuba. Fue un libro titulado Extraños testimonios, compuesto por relatos góticos y eróticos. Había sido aceptado por Letras Cubanas, pero nunca vio la luz en la Isla porque me fui a Estados Unidos. Hace poco se publicó en España y, recientemente, en Colombia.
Después que termine este libro de cuentos, regresaré a la novela. Tengo dos proyectos que me apasionan, donde exploro terrenos nuevos para mí.
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Ella siempre me ha encantado. Daina. su literatura es cautivadora. es excelente. Sus libros te sumergen en historias y mundos que deseas conocer y seguir en ellos.