Autofagia de Eva
“Voy a comer mi cuerpo, destrozar a mordidas mi último paisaje, que las piedras beban mis fluidos"...

¿Qué se crea a partir de un precipicio de ideas castradas, que abrazan el fuego y desnudan el infortunio de una naturaleza arrolladora en cuero y alma?
Solo puedes descender, lo intentamos ¿recuerdas?
Peregrinar hacia lo correcto, hacia la compasión, huir de los bolsillos vacíos y la mente hambrienta. Quedo detenida en una imagen de remiendos que escurren libertad.
Qué amargo los labios y el vientre de la tierra tragando bibijaguas muertas.
Aquí no existe más que la lluvia, la sarna de los perros inocentes y los gritos sordos. Es mi lugar preferido para morir, todo es gris y niebla, un holocausto-sombra de sal y ruinas.
Voy a comer mi cuerpo, destrozar a mordidas mi último paisaje, que las piedras beban mis fluidos, voy a fortalecerme en este desequilibrio de la maldita circunstancia del hambre por todas partes.
Soy Eva, resurjo en el mar epopéyico del malecón habanero. ¡Qué jodida me tiene La Habana con tantas raíces de mierda! No salta, ni asusta, ni danza, es una momia moribunda que juega a esconderse por un callejón maloliente y espera el momento trascendental del fracaso.
Este ciclo de subir y bajar sin nombre. Mi ciudad me ha embalsamado la inocencia.
Abrazo el fuego. Una idea fértil se aferra a mis ovarios, siento los colmillos afilados que se alistan uniformados todos, con el gesto amenazante de un último zarpazo, me sangra la llaga en la garganta, me pare un pájaro luz el sobresalto, el grito sale decapitando todo….
¡He dicho todo! Hasta el hambre.
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