¡Alertas!, machismo en los spots televisivos cubanos

Caricatura: mujer con las alas comidas por un televisor con dientes.
Ilustración: Michel Moro.

Por más fino que sea el cabello, siempre da sombra. 

Proverbio chino

De que en Cuba la presencia femenina es tangible en el ámbito político y cultural, no hay dudas. Pero existen huecos donde la mujer no es, ni con mucho, reconocida. Este es un fenómeno global y aunque no es secreto para nadie, insistir en llamar la atención sobre circunstancias discriminatorias, se vuelve necesario.

Por ejemplo, voy a referirme a la visión que se proyecta de la mujer, hacia la mujer e incluso desde la misma mujer, en la televisión de nuestro país; algo que me deja siempre perpleja.

Como intelectual cubana de estos tiempos, me resulta harto difícil comprender el accionar de los spots televisivos, eso por no mencionar a las llevadas y traídas telenovelas producidas en un país donde el derecho y la igualdad deberían ser incuestionables.

Comencemos pues con un spot que ha sido muy recurrente en la televisión. Me refiero al del ahorro de la electricidad. Hasta ahí todo bien, ahorrar es imprescindible, pero veamos cómo comienza:

(Ambiente con música alegre)

  1. Mujer dentro de la casa, con delantal, frente al refrigerador.
  2. Abre y cierra el refrigerador con cara de angustia.
  3. Cada vez que abre o cierra la puerta del refrigerador, saca de un bolsillo de su delantal una moneda.
  4. Al final, rostro consternado.

Usted dirá: “Y bueno, ¿cuál es el problema?” Ahora analicémoslo punto por punto.

  1. La mujer, suponiendo que trabaje fuera de casa, además tiene el deber y la obligación de velar por la alimentación. Mujer doméstica, mujer orquesta.
  2. Existe temor, ya no por abrir y cerrar la puerta del equipo, sino porque no estará a tiempo el refrigerio (o lo que sea que se suponga que uno infiera de esa proyección de angustia).
  3. Delantal, nuevamente mujer doméstica, y por si fuera poco dependiente económicamente; de una manera sutil se deja clarísimo que es en el delantal y no en una cartera donde se encuentra el dinero.
  4. Obviamente, se acabaron las monedas. Sin comentario.

Veamos el mismo spot cuando toma como protagónico al sujeto masculino.
(Ambiente con música alegre)

  1. Hombre abre la puerta de la casa y entra bailando con pequeños brincos.
  2. Saca con ambas manos el dinero de los bolsillos del pantalón.
  3. Sigue su alegre caminar por todas las habitaciones hasta llegar a una oscura; se escucha un quejido que indica que tropezó o se cayó.

Ahora analicémoslo de igual manera; vamos, que no somos excluyentes.

  1. Queda remarcada la idea de que el hombre es de la calle y la mujer de la casa.
  2. El hombre está feliz y sin preocupaciones.
  3. El hombre es independiente económicamente: su dinero lo tiene, literalmente, en los bolsillos del pantalón; otro patrón a tener en cuenta.
  4. Su despreocupación llega al límite de caer en una habitación oscura, supuestamente por el despilfarro… de alegría, me atrevo a suponer.

Ahora bien, imaginemos por un instante la situación opuesta: la mujer entra bien vestida y contoneándose, sacando SU dinero de SU cartera y sigue despreocupada hasta caer o chocar. O mejor, que el hombre fuera el que estuviera evidentemente angustiado frente al refrigerador, preparando la comida y sacando moneditas de un delantal. Bien pudieran replantearse la idea los productores y creadores de tan genial spot machista por excelencia. Eso sin contar con que exponen al hombre como un ser dependiente de la mujer para alimentarse y con una despreocupación que raya en lo subnormal, pues lo mismo puede tropezar en una habitación oscura que chocar contra un poste en pleno día —No lo duden, ¡lo he visto!

Los spots, como soporte audiovisual, tienen un tiempo de duración muy breve y transmiten un mensaje focalizado en una idea o un hecho concreto, con un fin educativo, didáctico o publicitario. El peligro se concreta cuando la construcción del spot provoca un mensaje inverso a lo que supuestamente quiere trasmitir.

Habida cuenta que en nuestra sociedad abundan los patrones machistas, atesorados por generaciones de cubanos y cubanas, resulta deplorable que estos mensajes se difundan de manera distorsionada, pues quedan subliminalmente incluidos en los comportamientos y el activo funcionar de la sociedad.

Las mujeres que son machistas, que las hay sin duda, lo asumirán como algo natural, y las que no, como algo que no se debe denunciar porque para qué, con lo difícil que se les hace el transporte, el trabajo fuera de casa y dentro de ella, el cuidado de los hijos y los adultos mayores, en fin, que no tendrá tiempo para meditar sobre el asunto. Lo peor, ¡comenzará a asumirlo como algo normal!

Exhorto a todas las mujeres a mantenerse al tanto de estos pequeños detalles, porque nos venden una imagen de la mujer que es la que al patriarcado le interesa mantener. ¡Hay que estar alertas!

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