La Casa de Papel, ¿empieza el Matriarcado?

La mujer en la televisión contemporánea: un análisis a partir de los ejemplos de la serie estadounidense "Sex and the city" y la española "La Casa de Papel".

Personaje de la serie La Casa de Papel.
Nairobi, personaje de la serie "La Casa de Papel" declarando que "Empieza el Matriarcado". / Imagen: El Mostrador.

El fenómeno mediático de la serie contemporánea al parecer nos acompañará por mucho tiempo más. Si bien el origen de esta se remonta a la década del 1920, no cabe duda que a inicios del año 2000 se viviría lo que la crítica especializada llamó “la tercera Edad de Oro”, refiriéndose a un periodo que comenzaba no solo con un boom de títulos importantes, sino con varios cambios significativos.

La inserción de los equipos de guionistas, guiados por el showrunner, el concepto de Biblia (mapa de las constantes a seguir por sus escritores), el abordaje de temas polémicos, las nuevas plataformas de distribución, una mayor libertad y riesgo en su puesta en escena, contribuyeron a que el público apostara y “sucumbiera” nuevamente ante esta modalidad audiovisual.

Es indiscutible entonces el impacto cultural que las series de TV generan en la sociedad contemporánea. Sus personajes y temáticas construyen y moldean un imaginario colectivo, como ya hizo el cine alguna vez, pero pareciera que esta vez es más tangible, pertenece más al espectador.

Un aspecto primordial a considerar, diríase la columna vertebral del fenómeno, estaría dado en dos preguntas fundamentales: qué historias nos cuentan las series y cómo nos la cuentan. El binomio dramaturgia (guion) y lenguaje audiovisual (puesta en escena) constituyen un potencial semántico que lamentablemente algunas veces no alcanza a interrelacionarse de forma efectiva. Pudiera decirse que con las “buenas intenciones” de uno u otro no es suficiente si ambos no marchan en la misma dirección, cuestión a la que volveremos más adelante.

Sex and the City

El 6 de junio de 1998, sale al aire el piloto de Sex and the City, emitido por HBO y creado por Darren Starr. Las alarmas feministas se encendieron. La serie protagonizada por cuatro mujeres, independientes, solteras, que hablaban sin prejuicios de temas como la masturbación y el orgasmo femenino, el aborto, la homosexualidad, el cáncer de mama, las relaciones ocasionales y se cuestionaban tópicos históricamente polémicos como la maternidad y la finalidad de las relaciones de pareja, prometía un tratamiento diferente, novedoso y finalmente acorde a sus personajes femeninos.

Protagonistas de "Sex and the City"
Miranda, Charlotte, Carrie y Samantha: protagonistas de «Sex and the City». / Imagen: El País.

Si bien esto como punto de partida no era nada despreciable, en el transcurso de la serie sus protagonistas fueron cayendo como moscas en el modelo patriarcal y aquel propósito de vida inicial se percibió como locuras de juventud, nada más. Carrie, Charlotte, Samantha y Miranda fueron conducidas, diría mejor «empujadas», por su creador a renunciar a sus vidas independientes, profesiones, gustos, y a encajar de manera violenta en el molde, matrimonio, maternidad, hogar, y sobre todo en el infaltable “sacrificio en pos familiar”.

La guinda de la torta es la “sentencia” del cáncer de mama a Samantha, el personaje más extrovertido y de relaciones promiscuas en la historia. Es un hecho que en un producto audiovisual nada está construido de manera ingenua o fortuita, ni debe ser leído así. Si bien hubo que apagar las alarmas feministas, Sex and the City abre el camino, cerrando los 90, a otros títulos protagonizados por mujeres como Desperate Housewives (2004), Grey’s Anatomy (2005), Orange is the New Black (2013), Vis a Vis (2015), entre otras.

La Casa de Papel

Una de las escenas más icónicas de La Casa de Papel (2017), creada por Alex Pina, muestra al personaje de Nairobi (Alba Flores) dejando a Berlín (Pedro Alonso), el insoportable y misógino jefe de los atracadores, inconsciente. Mientras, mirando a cámara, le espeta al Profesor (Álvaro Monte) a través del auricular telefónico: «Profesor, soy Nairobi, Berlín no está en condiciones, así que, a partir de ahora, estoy al mando yo. Empieza el matriarcado».

Se volvieron a encender las alarmas feministas. Esta última frase corrió como pólvora y se imprimió en tazones, pullovers, posters, que anunciaban que ahora sí, la serie española, pondría a los personajes femeninos en su justo sitio.

No tomaremos aquí el significado literal de la palabra matriarcado, en tanto organización social en que el mando corresponde exclusivamente a las mujeres, pues todo orden excluyente y no paritario es un “orden” fracturado. Entendemos que dadas las características que nos ha mostrado el personaje hasta el momento, se está refiriendo a un orden justo y equitativo, que pueda reparar los desmanes de Berlín y sus atrocidades cometidas con los rehenes y miembros de la banda, específicamente las mujeres.

Y esas mujeres creadas por Alex Pina por fin encontrarían un espacio donde ser “las que le dé la gana de ser” y responderían entonces dramatúrgica y audiovisualmente al binomio que mencionamos anteriormente, a una construcción coherente, no sentenciante, ni sexualizada. Pero veamos hasta dónde.

El caso de Tokio (personaje de La Casa de Papel)

La Casa de Papel, es narrada por Tokio (Úrsula Corderó), una de las dos mujeres miembro de la banda del Profesor y que como todos ellos ha entrado a la Fábrica de Moneda y Timbre para imprimir 2 mil 400 millones de Euros y escapar con estos. El Profesor, una verdadera mente maestra, ha urdido un plan perfecto, pensado por años, donde nada debiera salir mal.

La chica mantiene una relación sentimental con Rio (Miguel Herrán), otro de los asaltantes. Tokio carga con “el don” de cometer los errores más grandes de la serie por los que pone el plan de esa mente maestra, a la banda y a los rehenes, en peligro. Gracias a una discusión con Rio, este es identificado por la policía, lo que complica mucho más el atraco.

En la segunda parte de La Casa de Papel, luego de que todos sus compañeros se encuentran a salvo, dispersos por el mundo y disfrutando del botín, decide dejar a Rio y escapar para vivir su vida. Esta decisión trae como consecuencia que este, desesperado por hablarle, encienda un móvil rastreado por la Interpol y sea capturado. Eso trae como consecuencia la reunión de la banda y la decisión de robar el oro del Banco de España, exigiendo la liberación de Rio.

Tenemos entonces que el primer error grave de la serie es protagonizado por Tokio, y el detonante de la segunda parte también. Comenzamos con las sentencias. Por su culpa han identificado a su novio, y por su culpa también lo han detenido.

«…No puedo dejar de ver la isla paradisíaca como una metáfora del paraíso perfecto del hogar, que la mujer ´rompe´ y abandona por su inconformidad….»

El deseo de libertad del personaje de escapar de la isla paradisíaca, de los brazos de un hombre que la ama, y vivir como desee, es castigado duramente. Su novio es torturado y sus compañeros se ven obligados a exponer su vida nuevamente en otro atraco. Atraco que cuesta la vida de su mejor amiga Nairobi.

Y repito la culpa no es de Rio, que no acepta la decisión de Tokio y la manipula sentimentalmente para llamarla todos los días a la misma hora, sino de la joven. No puedo dejar de ver la isla paradisíaca como una metáfora del paraíso perfecto del hogar, que la mujer “rompe” y abandona por su inconformidad.

La relación de Tokio y Rio

En cuanto a Rio, Tokio ha sido capaz de dejar tirado a alguien que la ama locamente, tanto así que no respeta sus decisiones, correspondiéndose totalmente a uno de los mitos del amor romántico construido por el patriarcado: el de los celos. Así lo muestra la justificación de comportamientos egoístas, cuestionadores y posesivos.

Tokio y Rio, personajes de "La Casa de Papel" se abrazan.
Tokio y Rio, personajes de «La Casa de Papel». / Imagen: Revista Vanity Fair.

En una escena sucedida entre Moscú (Paco Tous),otro de los ladrones, y la chica, este le exige que se aleje de Denver (Jaime Lorente), su hijo, y la acusa de ser una mujer que va pudriendo todo lo que toca. Ante los ojos del padre, la chica es vista como la manzana de la discordia, la Femme Fatal que solo va dejando desgracias a su paso.

Y es que así está construido este personaje, con claras referencias a la Femme Fatal del llamado Cine Negro, que seduce, manipula y traiciona al héroe (“la pobre víctima”) y lo conduce por un camino de vicisitudes y desdichas. Por eso en un acto de redención total tiene que “sacrificarse” y morir a cambio de salvar la vida de sus compañeros ya que, al fin y al cabo, no olvidar que por su culpa están bajo fuego y rodeados por todo el cuerpo de policía español.

«(Tokio) Interpretada por una actriz joven, de raza blanca, delgada, esbelta (como todas las mujeres de la serie) la cámara se recrea varias veces en resaltar los “atributos” de la intérprete, con el físico ´perfecto´ el canon de belleza bombardeado contemporáneamente…»

¿Y qué pasa con la puesta en escena, cómo tratan el ojo del director y creador al personaje? ¿Cómo está concebida físicamente? Interpretada por una actriz joven, de raza blanca, delgada, esbelta (como todas las mujeres de la serie) la cámara se recrea varias veces en resaltar los “atributos” de la intérprete, con el físico “perfecto”: el canon de belleza bombardeado contemporáneamente.

Así sucede en el momento de su detención: el personaje es obligado a desnudarse mientras la cámara se regodea en su trasero. Lo mismo sucede cuando Rio es liberado y el Profesor descubre que le han colocado un micrófono. A los guionistas no se les ocurrió otra idea que hacer bailar un strip-tease a Tokio para Rio con el mensaje escrito en su cuerpo.

Tokio ha decidido formar parte del primer atraco, con el fin de enriquecerse y disfrutar la vida, como casi todos los asaltantes, excepto una de ellos y esa es Nairobi, quien ha perdido la custodia de su hijo y sueña con recuperarlo con su parte del dinero.

El caso de Nairobi (personaje de La Casa de Papel)

Nairobi responde al arquetipo de “el buen ladrón”: es una falsificadora, noble, divertida y humana. Madre soltera desempleada, se gana la vida como puede y una de esas facetas es la de vender drogas, que esconde en el oso de peluche de su niño para pasar inadvertida. En una ocasión y producto de su “negocio” sale dejándolo solo, la policía lo descubre y es separado de ella.

Si no una Femme Fatal, Nairobi encarna a la madre irresponsable, que pone en peligro a su hijo, y eso obviamente no se le perdona. Ni ella lo hace ni los guionistas tampoco. Hay un regodeo melodramático en el tema, que llega a su máxima expresión cuando cae gravemente herida al utilizar el niño como cebo para su rendición.

Nairobi, personaje de "La Casa de Papel", cargando a su hijo.
Nairobi, personaje de «La Casa de Papel», en la escena cuando se encuentra con su hijo: / Imagen: El Diario.

Y, por si fuera poco, también es castigada con una muerte completamente tonta y, a mi juicio, innecesaria. ¿O tal vez necesaria para que Tokio se retuerza de culpa?

«Si bien la maternidad parece estar vista como una fuente de poder que da fuerzas al personaje para luchar por el recuentro con su hijo, esta constituye su ´talón de Aquiles´»

No nos engañemos. Si bien la maternidad parece estar vista como una fuente de poder que da fuerzas al personaje para luchar por el recuentro con su hijo, esta constituye su «talón de Aquiles». La maternidad ejerce una fuerte presión de culpa en Nairobi, que no puede conciliarse con su pasado ni con su presente, y que causa además que sea herida casi mortalmente.

¿Y qué pasa entonces con el famoso matriarcado que bajo su “reinado” traería la justicia y la cordura dentro del asalto? Dos o tres días después, una Nairobi frustrada, agobiada y atormentada, entrega el mando nuevamente a Berlín, incapacitada para conducir a la banda y manejar la situación. El “caos” deja nuevamente su paso al orden patriarcal y todos somos felices.

Veamos ahora a Nairobi con los ojos de sus creadores y como la trata la cámara. Casi la misma fórmula física de Tokio: mujer joven, morena, delgada y esbelta.

Hay una escena en La Casa de Papel, que a mi juicio podría haberse erigido como uno de los momentos más bellos de empoderamiento, no solo femenino, sino humano. El momento en que Allison, una de las rehenes, es víctima de bullying por sus compañeros y es salvada por Nairobi. Frente al espejo, la atracadora hace repetir un discurso de reafirmación y poder a la rehén, que va haciendo que esta se sienta segura y confiada en sus potencialidades: “soy la puta ama”. ¿Pero cuál es el pequeño gran “detalle” que se presenta acá?

Nairobi y Alison, personajes de "La Casa de Papel".
Nairobi y Allison, personajes de «La Casa de Papel» en el momento que repiten: «Soy la puta ama». / Imagen: Antena 3.
«Me pregunto dónde quedan otros físicos, donde está el espacio para que mujeres gordas, negras, no jóvenes, se miren al espejo y se sientan que también son ´la puta ama´»

Las dos chicas pertenecen al canon de belleza al que ya nos referimos anteriormente, ese que los medios de comunicación se encargan de vendernos a diario. Y por supuesto la cámara vuelve a regodearse en un festival de traseros, torsos, senos “perfectos”, al compás de la ya mencionada frase.

Me pregunto dónde quedan otros físicos, donde está el espacio para que mujeres gordas, negras, no jóvenes, se miren al espejo y se sientan que también son “la puta ama”.

El caso de la inspectora Raquel Murillo (personaje de La Casa de Papel)

Del otro lado de los ladrones, y de la Fábrica de Moneda y Timbre, la inspectora Raquel Murillo (Itziar Ituño) lidera el cuerpo de policías, encargados de poner fin al atraco. En primera instancia un equipo masculino en su mayoría y que regularmente hace chistes con su condición de mujer “histérica y menstruante”.

Hasta ahí todo bien si el personaje lograra revertir en su construcción esta mirada sexista, pero lamentablemente no lo logra. Raquel es una mujer cercana a los cuarenta cuyo matrimonio con otro investigador policial ha fracasado. Sufrió además violencia física por su parte.

En ella también el “fantasma” de la maternidad se cierne sobre su cabeza y, como en el caso de Nairobi, no es algo que fortalece al personaje, sino la debilita, sumida en un constante miedo por perder la custodia de su hija, que la paraliza. Los creadores tienen para Raquel una sorpresa contundente. Va a enamorarse del Profesor, cabeza del asalto.

O sea, la inspectora ha salido de un maltratador para caer en manos de un ladrón, asaltante y casi asesino. Desromanticemos al Profe, alguien que tiene 67 rehenes por días, con todo lo que ello implica, a través de una banda armada hasta los dientes y parte a casa de una anciana (por demás la madre de Raquel) con el propósito de asesinarla, aunque se arrepienta en el último momento. Digamos que no es una blanca paloma.

De Raquel a Lisboa (personaje de La Casa de Papel)

Raquel está desesperada por conseguir un compañero sentimental y se enrolla literalmente con el primero que se le atraviesa en el camino: El Profesor. Este en un inicio la utiliza y manipula para poder infiltrarse en el bando contrario. La primera conversación telefónica entre ambos reproduce un incómodo momento de acoso cuando el jefe del asalto le pregunta qué lleva puesto. Normalizado luego a manera de chiste cuando ambos ya son pareja.

El Profesor y la Inspectora Raquel, personajes de "La Casa de Papel".
El Profesor y la Inspectora Raquel, personajes de «La Casa de Papel». / Imagen: El Comercio.

Por amor Raquel se pasa al otro bando y deja su vida como policía para convertirse en «Lisboa», una integrante de la banda, en la segunda temporada. El personaje a nivel de historia se disuelve considerablemente y se convierte en alguien que solo acompaña al Profesor, no comparten siquiera la jefatura de la banda.

Para colmo debe soportar un ataque de independencia adolescente de este cuando, de la nada, le dice que extraña la soltería y a sus amigos de la banda. Le hace sentir que la unión con ella, que trae aparejado también a su familia, le corta su vida a él, pobre lobo estepario. Como si fuera fácil vivir en la clandestinidad, el cuidado de una hija y una madre con alzheimer y andar asaltando bancos. Los sacrificios de Raquel parecen no contar acá.

Esta mujeraza, que ha sido colocada por sus méritos como jefa de una de las operaciones policiales más grandes de España, necesita también ser salvada por un hombre. Así, en una escena donde se siente perdida y abrumada, no duda en llamar a su salvador y pronunciar las palabras mágicas: «sácame de aquí». Cualquier semejanza con princesa indefensa encerrada en el castillo y príncipe valiente que llega a su rescate no es pura coincidencia.

«Me gustaría preguntar a Itziar Ituno, cuánto de Raquel tuvo que perder en la construcción de su Lisboa»

Como los otros personajes Raquel también es encarnado por una mujer, si bien un poco mayor que las otras, de raza blanca, delgada y etcétera. Y también tiene su strip-tease para que no se diga después que las mujeres maduras no…. Lástima una vez más que al parecer ese baile no pueda ser realizado por mujeres dueñas de otros tipos de físico. Me gustaría preguntar a Itziar Ituno, cuánto de Raquel tuvo que perder en la construcción de su Lisboa.

Palabras finales

La Casa de Papel parte, al igual que Sex and the City, de una propuesta interesante, atractiva en la construcción de sus personajes femeninos. Dos mujeres temerarias, que no tienen nada que perder, dueñas aparentemente de su vida y de sus decisiones, otra no menos valiente, inspectora de la policía, respetada por la posición de poder que ocupa.

Pero realmente esto no significa que no se esconda el machismo tras esas “buenas intenciones”, y que el viejo orden patriarcal no termine pasándole la cuenta a sus protagonistas. Existen en la serie otros personajes masculinos y femeninos también, en los que este fenómeno aplica igualmente. La banda del Profesor logra salir con vida y robar el oro del Banco de España, pero sus protagonistas femeninas siguen pagando un precio mucho mayor al botín conseguido.

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