Entrevista | Susana Reina: "Creo en el poder transformador del contagio feminista"
Susana Reina reflexiona sobre feminismos, mujeres y activismo en el contexto latinoamericano y mundial: desde su postura abolicionista de la prostitución hasta un proyecto para empoderar mujeres en Cuba.
Si usted es feminista, quizás le produzca rechazo la idea de leer esta entrevista hecha por una mujer que se declara alto y claro no feminista. Si no lo es, probablemente también prefiera no leerla, pues mi entrevistada no es solo una feminista, sino además una que reivindica el adjetivo “radical”.
“Lo de radical sí lo compro, porque no hay otra forma de ser feminista”, sostiene en su libro Incomodar para transformar la venezolana Susana Reina, psicóloga, especialista en género, máster, coach empresarial, columnista, docente y fundadora de Feminismo Inc.
Feminismo Inc, según su página web, es “una organización no gubernamental, sin ánimo de lucro, fundada en 2015 para trabajar por el empoderamiento femenino, para que más mujeres accedan al poder económico, político y social en sus ámbitos de influencia. Nuestros talleres y consultorías buscan crear consciencia sobre las fuerzas internas y externas que influyen en las mujeres y obtener el poder que ese conocimiento proporciona”.
La conversación con Susana Reina me da la oportunidad de preguntar por qué, entre las feministas, una (o al menos yo, porque me sucede con frecuencia) no puede decir que no es feminista sin que se considere que le falta valor para asumirse como tal:
¿Por qué la necesidad de que todas entremos en el mismo saco, por llamarlo de alguna forma, aunque de hecho no es solo uno, pues hay discrepancias y diferencias entre las propias feministas?
“El feminismo es un movimiento político que quiere acabar con la opresión sexista y como todo movimiento necesita adeptos, afiliados, militancia, para tener más fuerza”, responde Susana Reina.
“No se trata de estar en un saco. Creo que lo peor que nos puede pasar es sentir que estamos todas en un saco. El tema es cómo nos hacemos parte de una misma masa, un mismo grupo, de un movimiento que además representa a la mitad de la población. Por eso ‘asúmete como feminista, mírate como feminista, párate como feminista, reclama como feminista’ es el llamado.
“Como es un movimiento que ha estado bastante estigmatizado, señalado, vilipendiado, para muchas pararse de ese lado de la acera supone asumir un montón de riesgos, sobre todo no ser aceptada por la mirada aprobatoria de los varones o no tener los enormes beneficios de declararse patriarcal conservadora. Pero a veces no es un tema de no tener el valor sino de no tener información.
“Por eso la idea de promover conceptos, de desmitificar creencias en torno al movimiento es parte importante de la lucha feminista. Finalmente, te diría que lo que no se nombra no existe. Si no me nombro feminista, el feminismo deja de existir.
"Por eso, las feministas, para que otras que sabemos que lo son, pero o no se han descubierto o por las razones que te dije no lo asumen, empujamos a que lo hagan. Pero a veces también he pensado que no hace falta ponerse una etiqueta si al final estás haciendo lo que hay que hacer. Más vale la práctica a veces que las denominaciones”.
¿Trabajo sexual o prostitución?
Susana Reina es una feminista abolicionista de la prostitución. En Incomodar para transformar plantea que no acepta el término “trabajo sexual” y rechaza cualquier intento de regular y legalizar esta práctica:
¿No implica eso violar el derecho individual de esas mujeres (hablo de mujeres adultas) de decidir qué hacer con sus cuerpos? ¿Tienen Susana y las abolicionistas el derecho de decidir por ellas?
Me remito a las palabras de Elena Reynaga, secretaria ejecutiva de la Red de Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe (RedTraSex) y una de las fundadoras de la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (AMMAR):
“Nosotras decidimos qué hacer con nuestros cuerpos. No queremos que ningún hombre, ninguna mujer, ningún gobierno venga a decirnos qué está bien y qué está mal con lo que hacemos con nuestros cuerpos.
“(…) La ilegalidad nos sume en una profunda desigualdad, en una profunda injusticia. Gracias al no reconocimiento del trabajo sexual, hablo por lo que conozco en América Latina, los patrulleros violan a mis compañeras, la Policía les saca el dinero.
“Nosotras decimos sí al reconocimiento del trabajo sexual como trabajo. Queremos pagar impuestos, pero que realmente se traduzcan en políticas públicas para nosotras".
Susana Reina: “...las feministas abolicionistas no cuestionamos las decisiones de cada mujer, sino las fuerzas o las causas que la llevan a tomar ese tipo de decisiones"
Al respecto, Susana Reina dice que no cree que el rol del feminismo sea “decirle a nadie y mucho menos a otras mujeres cómo vivir sus vidas.
“Nosotras, las feministas abolicionistas no cuestionamos las decisiones de cada mujer, sino las fuerzas o las causas que la llevan a tomar ese tipo de decisiones.
“Yo el foco lo pongo en la estructura, en el diseño social en el que vivimos, que hace que el cuerpo de una mujer sea una mercancía, tenga un valor de cambio. Muchas veces no estamos conscientes de ello. A veces incluso se disfraza de empoderamiento.
"Estoy segura de que hay un porcentaje de mujeres que hacen este tipo de servicio sexuales por placer, por libertad, por decisión personal, pero no he visto un solo reporte o estudio serio que diga que es un porcentaje estadísticamente significativo. Es bastante bajo, porque la gran mayoría de las mujeres que practican la prostitución son pobres. Lo hacen para sobrevivir; por eso se habla de un sistema prostituyente.
Susana Reina: "...Pareciera que hay un hombre poderoso con derecho a comprar lo que le dé la gana, incluso el cuerpo de una mujer, el vientre de una mujer, pornografía"
“Hay un conjunto de elementos que hacen que estas mujeres no tomen ningún tipo de decisión libremente. Si tuvieran otras opciones probablemente elegirían hacer otros trabajos.
"Además, tampoco creo en la posibilidad de regularlo a través de la denominación de trabajo porque en el intermedio hay unos proxenetas que lucran de esta actividad, por lo que muchas le hemos llamado violación pagada. Pareciera que hay un hombre poderoso con derecho a comprar lo que le dé la gana, incluso el cuerpo de una mujer, el vientre de una mujer, pornografía.
“Para mí todo eso está relacionado y es la base de un sistema que explota sistemáticamente a las mujeres y reproduce las relaciones jerárquicas de subordinación. Entonces, no puedo estar de acuerdo con que esa sea una opción para nosotras. Y no quiere decir que esté en desacuerdo con alguna que lo tome como una decisión libre. Y esa libertad hay que revisarla bien.
"Me recuerda un poco el concepto de libertad que está atado al consentimiento que ahora está tan de moda: El sí es sí. Para mí el consentimiento es un concepto que está en duda, porque es una forma de acceder para evitar otra cosa. Es acceder ante quien tiene el poder.
Susana Reina: "...no creo que haya que darles un valor a las formas de explotación sexual de las mujeres llamándolo trabajo"
“En estos días leí un estudio que se hizo en España, de un porcentaje altísimo de mujeres que admitían que tenían relaciones sexuales con su pareja, su marido, con quien fuera, sin deseo, que es para mí más importante que el consentimiento. ¿Realmente lo deseas o lo haces para evitar ser agredida, para mantener la fiesta en paz, por la armonía conyugal, para que no digan?
"Creo que hay que revisar muchísimo esas supuestas opciones o decisiones, que en libertad muchas mujeres toman. Regularlo me parece que es como abrirle la puerta a la trata, a la pornografía como industria, al uso mercantil del cuerpo de las mujeres que histórica, estructural y sistemáticamente se ha cometido en nuestra contra.
"Y obviamente la salida no es fácil. Hay muchas mujeres que están inmersas en estos círculos de violencia y sin políticas públicas, sin una legislación acorde, sin opciones a nivel productivo, laboral, para que muchas más mujeres tengan más opciones en la vida para mantenerse ellas y sus hijos, y no se reproduzcan estos mecanismos de producción de pobreza. Es muy difícil hablar de abolicionismo.
“Es difícil, porque en el concepto a lo mejor está bien, pero en la práctica, ¿cómo resolvemos esta situación? Habrá que ver experiencias de otros países; la cultura es un obstáculo porque no en todas partes se asume de la misma manera. Pero no creo que haya que darles un valor a las formas de explotación sexual de las mujeres llamándolo trabajo. Más bien reforzamos esos círculos de explotación”.
Abolicionismo, y legislaciones
Susana Reina explica que el abolicionismo propone que el peso máximo de las sanciones “caiga primero sobre los puteros, porque son los beneficiarios últimos de ese sistema, que pagan por violar a las mujeres, y segundo en los proxenetas”.
Y que la legislación considere a las mujeres prostituidas “como víctimas de violencia machista” con lo que serían “objeto de máxima protección”. Por ejemplo, que reciban permisos de residencia, si son migrantes; permisos de trabajo. “No dejarlas solas, pues son las víctimas de ese sistema que las agrede”.
Por mi parte, considero que más que ver a las trabajadoras sexuales (reconozco el término que muchas de ellas han asumido) como meras víctimas a las que las abolicionistas van a salvar, a la hora de crear una legislación se debe contar con ellas.
“Entiendo que las abolicionistas españolas, que es el caso que conozco en pleno desarrollo, han tenido múltiples encuentros con mujeres prostituidas y con ellas han elaborado propuestas”, apunta Susana. “Con ellas y por todas”, enfatiza.
¿Mujeres poderosas o mujeres empoderadas?
Como muchas personas feministas (mujeres y hombres), Susana Reina quisiera ver más mujeres en posiciones de poder, algo que me parece absolutamente válido dado que este aún se encuentra principalmente en manos masculinas.
¿Pero hasta qué punto la presencia de mujeres en el poder puede garantizar sociedades más justas y democráticas?
Pienso en Margaret Thatcher y confieso que me asusto. Si me viera en la disyuntiva de escoger entre ella y Barack Obama, lo elegiría a él. Aunque obviamente es algo muy hipotético, teniendo en cuenta que no coincidieron en tiempo ni país.
Pero, por otra parte, Mariela Castro en Cuba, Xiomara Murillo en Nicaragua, y Delcy Rodríguez en Venezuela, son mujeres con cargos en el poder que lo han usado para reprimir y que, sin ser las dictadoras jefas de sus países, son igual de dictatoriales.
“Obviamente, no es garantía”, reconoce Susana Reina. “No es un tema mujeril de cuántas mujeres estén en el poder, sino quiénes están en el poder, si tienen formación feminista, si son feministas y son capaces de traducir esa vocación en políticas públicas feministas.
“Una cosa es una mujer en el poder, otra cosa es una mujer feminista en el poder y otra cosa es un gobierno feminista. Son como tres etapas. Yo trabajo en el ámbito económico.
Susana Reina: "Son muchas mujeres que se han masculinizado para poder acceder al poder..."
"Mi fuerte en el trabajo de Feminismo Inc. es el empoderamiento económico y el empoderamiento político, y conozco montones de mujeres poderosas, pero no empoderadas. Poderosas porque tienen mucho acceso a recursos, pero no empoderadas porque no tienen conciencia de género, no saben trabajar por las otras mujeres, no tienen formas feministas de trabajar en democracia.
“Son muchas mujeres que se han masculinizado para poder acceder al poder. Y eso en parte porque es el referente que tenemos. Las mujeres creemos que siendo patriarcales es como se ejerce el poder. Es una forma ya transitada y muchas dicen ‘bueno, si este hizo esto y llegó allí, a mí me toca hacerlo y más fuerte’.
“Estas mujeres —que son muy poquitas— que han podido llegar al poder político, parlamentario, municipal, cualquier nivel de poder, como todas nosotras, se han educado en una cultura patriarcal que valora altamente la competencia; la apropiación de recursos; todo es a través de la lucha, la dominación, el control, la apropiación de la verdad.
"Siempre pensando en conflictos, en enfrentamientos; en ese enfoque que te hace pensar que lo único importante eres tú y tus intereses, que es el individualismo.
Susana Reina: "...una cultura feminista, contraria a la patriarcal, requiere formación, conciencia de género, sororidad con otras..."
“Entonces, transitar de ahí, que son las reglas del juego por las cuales te valoran, te premian, te votan, y ganas, a una cultura mucho más orientada a la cooperación, las relaciones simétricas de poder, la horizontalidad, la participación de todos, la empatía.
"Para mí es una cultura feminista, contraria a la patriarcal, requiere formación, conciencia de género, sororidad con otras, y no todas van por esa tarea. En el pasado, si mostrabas ese tipo de conductas más feministas eras más enjuiciada.
"Tienes que mostrar fortaleza, son reglas de juego. Y si no las juegas, sufres violencia política y para las mujeres mucho más. No justifico a la Thatcher, ni a Xiomara Murillo, ni a la Delcys Rodríguez de Venezuela, ni a la Mariela Castro, pero las entiendo”.
¿La formación feminista será garantía de que una mujer en el poder no incurrirá en corrupción o de que ejercerá su cargo con eficiencia?
“No es que por ser feminista tenemos garantía de que va a ser un buen gobierno. En cuanto a la defensa de los derechos de las mujeres, va a tener mucho mayor éxito una mujer que habiendo llegado a esos espacios de poder tiene conciencia feminista y entonces va a hacer mucho más por las mujeres. No sé en los otros ámbitos”, admite Susana.
“Dependerá de su formación política, académica; en cuanto a corrupción, sus propios valores. Suponer que una mujer es impoluta por ser mujer es machismo también.
“Se ha encontrado que los gobiernos llevados adelante por mujeres y las empresas conducidas por mujeres incurren menos en situaciones de corrupción. Pero es porque a las mujeres nos cuesta tanto llegar a una posición como esa y sabemos que la exposición pública ante cualquier decisión es mucho más fuerte que la de un hombre”.
Una persona trans debe ser respetada en todos sus derechos humanos
En Incomodar para transformar, al reseñar un incidente relacionado con la escritora, guionista y productora J. K. Rowling, autora de la saga de Harry Potter, mi entrevistada declara que decir “persona que menstrúa”, “alguien que tiene vagina”, “mujer cis” es otra forma de misoginia.
Me gustaría saber cuál es, en su opinión, la forma correcta de expresarse en ese sentido, teniendo en cuenta que hay personas nacidas como mujeres desde el punto de vista biológico y que por tanto menstrúan, pero se consideran hombres. Me refiero a los hombres trans.
“Es un tema bien difícil de abordar, que sabemos que está en plena ebullición, en plena discusión entre lo que se llama las feministas radicales y otros tipos de feminismo. Lo primero que tendría que decir es que una persona trans debe ser respetada en todos sus derechos humanos. Eso está fuera de discusión.
“No se trata de marginar a ningún grupo humano; toda persona merece atención y espacio y respeto. A veces se confunde y cuando uno dice las cosas que te voy a decir a continuación, creen que está siendo excluyente o irrespetuosa.
Susana Reina: "Para mí, y sigo a las feministas clásicas, la idea de sexo y género son conceptos que no son iguales..."
“Para mí, y sigo a las feministas clásicas, la idea de sexo y género son conceptos que no son iguales. El sexo es una categoría biológica con la que naces. Estoy hablando de cromosomas, características físicas, anatómicas, genéticas, que son inamovibles, inmutables, y por muchas operaciones que te hagas, tú vas a morir con el sexo que naciste, porque está en todas las células de tu cuerpo. Eso a nivel biológico.
“El género, como concepto, como constructo social, fue algo que se acuñó en la época de los 60, 70, desde la teoría feminista, para mostrar la discriminación que mujeres y hombres sufrimos cuando se nos asignan roles, normas, conductas, vocaciones, intereses, deberes en función del sexo con el que naciste.
"El género es modificable; es la lucha feminista de toda la vida. ¿Por qué nos tenemos que identificar con un género que me discrimina? Por eso no entiendo lo del cis. Es como una mujer que está de acuerdo con el género que le asignaron.
"Yo no estoy de acuerdo con el género, no quería ser niña a los 13 años. Porque veía que a mi hermano varón lo dejaban salir hasta altas horas de la noche y yo no podía porque era la niña de la casa. Me molestaba el vestidito, el color rosa, las muñecas.
Susana Reina: “¿Por qué no creo en decir ‘persona menstruante’ o ‘útero portante’? Porque niega a las mujeres"
“Siempre pensé que me hubiera gustado nacer hombre y lo decía. Pero luego me di cuenta de que yo podía hacer eso también. Gracias a Dios, viví en una casa donde tuvimos montones de peleas, pero finalmente monté bicicleta y estudié lo que me dio la gana, y no me paraba en eso de ser niña o niño.
"A veces, creo que son esas restricciones sociales las que hacen que no te sientas a gusto con quien tú eres. Por eso pienso en el abolicionismo del género como concepto. Deja que un niño y una niña hagan lo que quieran hacer con sus vidas, sin tener que cambiar de sexo para poder hacer lo que el otro género establece.
“¿Por qué no creo en decir ‘persona menstruante’ o ‘útero portante’? Porque niega a las mujeres. ¿Por qué no nombrarlas, por qué no decir ‘la menstruación de las mujeres y de los hombres trans, por ejemplo? ¿Tenemos que eliminar la palabra mujer?
"¿Por qué para un colectivo decir que las mujeres menstrúan es ofensivo? ¿Por qué no incluir a todas y a todos en un fenómeno que es absolutamente biológico?
Susana Reina: “Cuando tú eliminas la categoría sexo y la conviertes en un constructo social, estás eliminando una cantidad de derechos que se han conseguido a lo largo de la historia basados en el sexo"
“Cuando tú eliminas la categoría sexo y la conviertes en un constructo social, estás eliminando una cantidad de derechos que se han conseguido a lo largo de la historia basados en el sexo".
En el mismo capítulo de su libro, Susana dice compartir la afirmación de los biólogos Colin M. Wright y Emma N. Hilton: “las mujeres han luchado mucho por las protecciones legales basadas en el sexo. Los espacios solo para mujeres son necesarios debido a la amenaza generalizada de violencia masculina y agresión sexual (…)”.
¿Será que las mujeres trans no deben compartir los espacios destinados a las mujeres, o sea, a las nacidas biológicamente como mujeres?
“La biología no nos define, estoy de acuerdo, pero existe. Hay diferencias que son innegables y por eso la idea de tener espacios autónomos mujeres y hombres me parece importantísima. Tienes en el deporte uno de los casos más emblemáticos o lo de las cárceles, lo de los baños, que hay casos.
"Por supuesto toda generalización siempre es injusta, caemos en la estereotipia y ese tipo de cosas. Pero pareciera que a veces son la solución a un montón de elementos asociados a violencia: los vagones de metro exclusivos para mujeres, que se tuvieron que poner en México, donde hay una tasa altísima de femicidios y de violencia sexual.
"Entonces, hay una indiscutible superioridad anatómica, fisiológica, hormonal en los hombres en términos de fuerza y sin educación, pues pareciera que hay que defender la idea de espacios autónomos. Pero no para que otros no puedan usarlos.
"Creo que estamos transicionando como sociedad a otros acuerdos sociales, otros pactos sociales, y eso va a requerir mucha educación, mucha conversación, mucho de revisar qué ha pasado. Pero eso no ha llegado aún. Mientras no llega, algunas medidas de discriminación positiva son necesarias para proteger a un grupo de otro”.
Aunque entiendo que, sobre todo en sociedades con altos índices de violencia hacia las mujeres, pueden ser necesarios algunos espacios autónomos, me pregunto cuál sería entonces el lugar de las personas trans.
¿Un hombre trans tendría cabida en los espacios para mujeres? ¿No tendría derecho a estar en los lugares para hombres? (En estos últimos correría el riesgo de ser discriminado y violentado). ¿Y las mujeres trans, no tendrían cabida entre las mujeres nacidas como tal desde el punto de vista biológico, por tener cierta ventaja en cuanto a fuerza física?
Al respecto, Susana Reina se pregunta si las personas trans no requerirán su propio espacio. Porque “el tema es que hay casos y situaciones de violencia que se han dado, entonces no es fácil resolver una situación como esa”.
“Pero no me quiero meter con la autodeterminación del género, porque una cosa es una persona que transiciona porque hace un proceso psicológico, físico, para cambiar a una condición donde se sienta más a gusto con su propio ser. Y otra las personas que dicen ‘hoy soy hombre, mañana soy mujer’ y no hay ningún cambio.
"Entonces, ante este tipo de cosas, hay gente que dice ‘bueno, estás patologizando la transición’. Creo que la terapia ayuda, no como corrección, sino como para aclarar a cada quien hasta dónde hay un proceso que amerita un cambio de género o es una confusión momentánea, o es presión social, quién sabe qué cantidad de cosas. Pero no me quiero meter muy allá, porque cada vez que uno dice algo como esto vienen unas reacciones bien agresivas.
“Como te decía, el sexo es inmutable y por tanto hay posibilidades de tener espacios divididos. Si hay un espacio intermedio, estadísticamente, seamos claras, es el menos, y probablemente pueda tener su propio espacio”.
¿Puede un hombre ser feminista?
Aunque no comparto muchas de las ideas de Susana Reina y continúo declarándome alto y claro no feminista, he disfrutado la lectura de varios capítulos de Incomodar para transformar, entre ellos el último, en el que su autora afirma que “no era feminista” y cuenta cómo y por qué llegó a serlo.
Susana Reina llega a criticarse a sí misma por haber empleado a dos mujeres migrantes para que realizaran las labores domésticas y ocuparse de sus hijos, y lo califica como una práctica patriarcal “de libro”.
Me resulta difícil imaginarme a esta feminista radical felizmente casada y le pregunto si ha convertido a su esposo en feminista. Sin embargo, eso no fue necesario.
“Mi esposo era feminista desde chiquito. Está bien consciente de la desvalorización que las mujeres de su entorno, comenzando por su madre, su hermana y sus compañeras de lucha, sufrían.
"...Creo en el poder transformador del contagio feminista. En cómo nos transformamos en la convivencia, nos influimos unos a otros"
“Nosotras tuvimos una época en la que decíamos que un hombre no podía ser feminista porque no ha sufrido lo que sufre una mujer. Es un tema que depende del cristal con que se mire, pero sí creo que pueden ser bastante buenos aliados y con bastante empatía para saber lo que siente una mujer cuando es negada, invisibilizada, violada, apartada de los espacios de decisión. Eso no es tan difícil imaginarlo, pensarlo y verlo, y, con suficiente empatía, compartirlo.
“Creo en el poder transformador del contagio feminista. En cómo nos transformamos en la convivencia, nos influimos unos a otros. Lo he sentido en mi entorno, en mi espacio laboral, mi familia, mi mamá. Creo que vamos aportando hechos, datos, saberes y anécdotas. Creo en el poder de las anécdotas y los testimonios, pero muchísimo, para empezar a ver con otros ojos, escuchar con otros oídos, a tocar con otra piel”.
Escuela para atrevidas a la cubana
En Feminismo Inc., Susana tiene un programa llamado "Escuela para Atrevidas", cuyo objetivo es “ayudar a muchas mujeres a tomar conciencia de pertenecer a un grupo, un género que ha sido oprimido y que por condicionamiento cultural no puede usar su voz, su cuerpo y su emoción de la manera que desea, sino como dictan las normas y estereotipos sexistas”.
“Tomar conciencia de ello implica también dotarse de algunas habilidades o destrezas para poder proyectar la voz, sentirse dueña de su cuerpo y conocer su mundo emocional sin sentir vergüenza”.
En 2020, en el contexto de la pandemia de Covid-19, Susana Reina comenzó a impartir esta experiencia a casi 30 activistas cubanas integrantes de la Alianza Cubana por la Inclusión (ACI).
“Para mí supuso un reto grande pasar un programa que era semipresencial a virtual total. Puse todo en una plataforma accesible para ellas. Te confieso que fue un reto gigantesco también poder trabajar con ellas por la brecha digital y el gap tecnológico que empecé a sentir.
Susana Reina sobre "Escuela para atrevidas" en Cuba: “Para mí fue una experiencia emocional fuerte, porque como venezolana sé lo que ellas (las mujeres cubanas) están pasando..."
"Parte del aprendizaje fue una habilitación digital. Siento que ellas lo viven con mucha frustración, porque la velocidad de conexión es bien limitada, la falta de servicios básicos es continua, los niveles de frustración aumentan”.
A Susana, impartir el curso le requirió tener y transmitir calma, y dar apoyo psicológico, además de ser instructora.
“Con las chicas de la Alianza Cubana por la Inclusión tuvimos ese trabajo conjunto porque muchas de ellas ayudaron a otras compañeras menos adelantadas o menos favorecidas por los recursos. Realmente fue un trabajo bien sororal, de unión entre ellas, de apoyarse. Una se iba a la casa de otra para ver las lecciones, ese tipo de cosas que son muy positivas.
“Para mí fue una experiencia emocional fuerte, porque como venezolana sé lo que ellas están pasando. Aunque en Venezuela no hay tantos años de represión como en Cuba, el rezago tecnológico, cognitivo, la falta de recursos como internet, la luz, el agua, cosas básicas, las he vivido”.
Susana Reina sobre "Escuela para atrevidas" en Cuba: "Ha sido una experiencia que me ha movido mucho, porque me pone primero a darle valor a las pequeñas cosas que tengo y segundo a buscar formas más creativas y eficientes para poderlas ayudar mejor”
A Susana también le tocó vivir momentos de impotencia, por no poder ayudar en momentos como el paso del huracán Fiona. El fenómeno natural además “obligó a suspender el curso por unas tres semanas, siendo solidarias, empáticas, buscando no llevar un curso adelante cueste lo que cueste, sino adaptarlo a las circunstancias y eso requiere mucha escucha”.
“Muchas tienen problemas de salud, de ellas o de sus familiares, con lo del Covid, el dengue. Tienen múltiples afecciones sanitarias y psicológicas; maridos presos, ellas detenidas. Ha sido una experiencia que me ha movido mucho. Me pone primero a darle valor a las pequeñas cosas que tengo y segundo a buscar formas más creativas y eficientes para poderlas ayudar mejor”.
Al finalizar ese primer curso, Susana Reina enfrentó otro reto: diseñar un programa totalmente presencial, que no requiriera proyectar videos ni descargar materiales de internet. Varias activistas de ACI decidieron replicar la Escuela para Atrevidas en sus comunidades.
(Nota aclaratoria: Las opiniones vertidas por las entrevistadas y articulistas, no necesariamente son compartidas por el medio.)
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Esta publicación es totalmente transfóbica. Decepcionante.