Entrevista | Thais Pujol Acosta: “Debemos recuperar la esperanza de un país posible”
Sobreviviente de la represión y la violencia política, Thais Pujol nos comenta sobre el papel de la cooperación internacional en la reconstrucción de Cuba y la necesidad de ir visibilizando personas claves que puedan lograrlo.
Thais Pujol Acosta nació en La Habana en 1970. En diciembre de 1992 llegó a España como refugiada política. Aún reside ahí.
Sobreviviente de la represión de la dictadura cubana contra la oposición, y de la violencia política contra ella, su familia y su círculo cercano. Thais fue expulsada de la universidad de La Habana donde cursaba el segundo año de filología y fue expuesta a violentos actos de repudio, en parte por ser hija de José Luis Pujol, opositor cubano fundador de las organizaciones Criterio Alternativo y Concertación Democrática.
Más de treinta años después de vivir fuera de Cuba continúa trabajando en proyectos por la libertad de la isla. De ahí que esta entrevista sea para conocer algunas de sus ideas sobre la unidad de la oposición cubana, el exilio, la esperanza de la ciudadanía y la Cuba que imagina en el futuro, teniendo en cuenta la grave crisis sistémica que atraviesa el país y la solución de mano dura y falta de democracia que ejecuta el gobierno cubano sobre la nación.
¿Cuáles han sido los mayores desafíos que has enfrentado como exiliada de una dictadura?
El primer desafío con veintidós años recién cumplidos fue llegar a un país extraño solo con lo puesto, como tantísimos cubanos. Uno piensa que la historia personal es interesante hasta que habla con otros cubanos que tienen una historia parecida o peor.
Está el reto de entrar en un mundo que funciona diferente. La gente me miraba con los ojos como platos. Claro, para mí había cosas que eran totalmente normales y que aquí en España eran prácticamente escandalosas. Uno tiene que habituarse a un mundo que no es el suyo, con reglas diferentes, ver maneras de buscarse la vida para sobrevivir y, a la vez, tenía que sacar a mi padre de la cárcel, que era donde estaba cuando vine a España. Eso implicó reuniones con mucha gente importante en aquel momento, y sin ningún complejo, o sea, tuve que sacar lo mejor de mí, y aceptar invitaciones aquí y allá para hablar sobre el tema de Cuba, sobre los presos políticos.
Llegué en diciembre de 1992, así que los primeros meses de 1993 fueron, digamos, el principal reto. Y luego otros de índole personal: soy madre soltera de mi hijo Luis. Acababa de llegar, estaba en una residencia universitaria y, claro, no podía tener un bebé en la residencia. Entonces me echaron y no tenía donde vivir. Al final conoces a mucha gente que te ayuda, gracias a esa gente consigues salir adelante y, bueno, los momentos que a otras personas le pueden parecer terribles, la verdad es que los viví con mucha alegría e ilusión. La percepción es tan subjetiva que, en realidad, vives los retos como grandes dificultados o como una parte emocionante de tu vida.
“Estamos en un momento crítico. La gente está pensando solo en salvar su vida o lo que queda de su vida, saliendo del país con lo puesto.”
Y sobre el hecho de ser refugiada de una dictadura, ahora que lo pienso, el reto más importante es la paciencia y la ecuanimidad que hay que tener para llegar a un país, después de la historia que tienes en Cuba, y que te digan: “¡Qué maravillosa Cuba! ¡Qué maravilloso Fidel! ¡Qué maravillosa la revolución!”. En ese momento me subía una cosa y se me ponía la cara roja. Me daban ganas de tirarme a la yugular de esa persona e hincarle los dientes, ¿sabes? Con 22 años, la ecuanimidad que hay que tener para no reaccionar de manera violenta a toda la gente que te dice algo así es muy grande. Yo creo que más que sacar a mi padre de la cárcel y más que sobrevivir, ese es, probablemente, el reto más importante que experimenté: la paciencia que tuve que aprender.
Respecto a la situación actual de los derechos humanos y la libertad de expresión en Cuba: ¿cómo ves el papel de la comunidad internacional en la promoción de los derechos humanos y la democracia en la isla, y qué acciones consideras más efectivas hoy?
Esto es algo que todo el mundo conoce, no es un secreto ni nada. La situación es terrible. A medida que pasan los años se van perdiendo las esperanzas. Ves una iniciativa de salir adelante, ves otra y otra, y después ves cómo el régimen las va tirando abajo una por una. Lo hacen aparentemente de una manera fácil y se burlan básicamente de todo el mundo, incluidos los derechos humanos, la libertad de expresión y la democracia, que son conceptos totalmente ajenos a la concepción del Estado cubano.
El papel de la comunidad internacional y la promoción de los derechos humanos y la democracia en Cuba está fatal. Yo no le echo la culpa a la comunidad internacional, porque la comunidad internacional tiene sus razones para hacer lo que hace. He hablado con políticos y ellos me dicen que no hay una alternativa, o sea, no hay un interlocutor, alguien consensuado de la oposición cubana. Eso no existe y, si no existe, ¿con quién podemos hablar? Entonces, ¿con quién hablas?
Ya todo el mundo se va dando cuenta de lo que es Cuba. Casi todo el mundo, a estas alturas, sabe qué es Cuba y qué está pasando allí. Pero no tienen interlocutor. Entonces ese es un problema que tenemos, y hasta que ese problema no lo resolvamos nosotros los cubanos, de que haya una opción clara, visible y consensuada de alguien que pueda comunicarse y dialogar con la comunidad internacional, pues estaremos en lo mismo.
“Ya todo el mundo se va dando cuenta de lo que es Cuba. Casi todo el mundo, a estas alturas, sabe qué es Cuba y qué está pasando allí.”
Las acciones son el pollo del arroz con pollo, imagínate tú. En eso estamos. No puedo decirte qué acciones considero más efectivas. Creo que son tantos factores, es tan compleja la situación, entre la desesperanza, la emigración, la represión, en fin. Y la gente del exilio, en un momento aparentemente de vacío y quietud que no es real. Se están moviendo las cosas —desde aquí lanzo ese rayito de esperanza—, se están moviendo las cosas por debajo. Creo que nos esperan momentos muy interesantes.
Tenemos que vertebrarnos y ofrecer a la comunidad internacional una alternativa consensuada. No estoy diciendo que todo el mundo porque eso es absurdo. Todo el mundo no se va a unir, pero por lo menos conseguir una masa crítica que tenga la relevancia suficiente como para ser un interlocutor ante la comunidad internacional.
¿Qué medidas crees que son necesarias para empoderar a la ciudadanía y fortalecer su participación en la lucha por la libertad y la justicia en el país?
Estamos en un momento crítico. La gente está pensando solo en salvar su vida o lo que queda de su vida, saliendo del país con lo puesto. Entonces, para empoderar a la ciudadanía creo que hay que darles una opción, porque mucha gente dice: “A mí no me gusta lo que hay en Cuba, son unos tiranos”. Pero ¿qué hay? ¿Cuál es la otra opción? ¿Cuáles son las otras opciones? Si no tengo otra opción, aparece la desesperanza. No hay esperanza. De eso se ha ocupado muy bien el régimen.
En todos estos años se han dedicado, con su propaganda, a devaluar a la gente que está fuera de Cuba. Como si la oposición, para ser una oposición legítima, tuviera que estar dentro de Cuba. Pero claro, dentro de Cuba ellos controlan, meten en la cárcel, reprimen y amenazan, pero fuera tienen mucho menos control de lo que pasa. Por eso creo que es en el exilio donde realmente podría surgir una propuesta fuerte y seria. Lo que pasa es que esa idea de que tiene que ser dentro colabora con la consecuencia de que esta opción sea difícil de hacer o mantener en el tiempo. Algo que puede salir desde fuera de Cuba puede tener valor.
“Es algo desesperante ver que siempre estamos reinventando la rueda porque no conocemos la historia de nuestra oposición”.
Dentro de Cuba sí que hay gente, y muchos están trabajando, otros dentro de la cárcel, otros están trabajando con ideas que ya se han hecho antes. Es algo desesperante ver que siempre estamos reinventando la rueda porque no conocemos la historia de nuestra oposición, no conocemos lo que ya se ha hecho tantas veces y que no ha funcionado o que ha terminado mal.
Para empoderar a la ciudadanía hay que darle opciones y fortalecer la participación en la lucha por la libertad y la justicia del país. Aunque es muy complicado, porque la gente tiene pánico. Los franceses le dicen a eso “un miedo azul”. Incluso gente que está aquí. A veces he hablado con personas para algún proyecto y te dicen: “No, no puedo estar ahí porque tengo miedo a que me quiten la casa”, o “Tengo que ir a Cuba porque tengo familia allá”, y uno se pregunta cómo es posible que viviendo aquí tengan ese miedo.
Por otro lado, desde mi visión, el estado de terror que hay ahora mismo dentro de Cuba impide muchas veces llevar un proyecto a cabo. Yo creo que desde fuera nos tenemos que organizar y ofrecer una alternativa viable. Y luego, convencer a los cubanos de que esa alternativa es posible. Además, tiene que surgir un liderazgo. Ahora mismo todo el mundo está esperando que surja, que caiga del cielo, que brote de la nada. Hay otros que están trabajando muy duro para vertebrarnos y eso a mí me parece esencial.
¿Qué tipo de impacto real, visible, puede tener la oposición cubana si llega a organizarse alguna vez en una masa unida?
No creo que a estas alturas se logre esa masa unida después de todos los fracasos en la historia de la oposición cubana en sus numerosos intentos de crear coaliciones. Bueno, fracasos relativos: ha tenido también muchos éxitos parciales, pero, desde luego, no como para crear una masa unida. No creo en ello, pero sí creo en conseguir una masa crítica con un proyecto consensuado o con un proyecto con variantes o, por lo menos, para una transición, digamos, para un periodo de transición hacia la democracia. Creo que eso sí se puede conseguir con éxito, esa masa crítica que ofrezca una opción tanto a la comunidad internacional como a los cubanos.
El impacto real será que la gente recuperará un poco la esperanza de que ese país puede ser posible. Se trata de esa alternativa, una visión clara, una opción por la cual luchar. Soy muy visual, entonces creo que la gente necesita visualizar una realidad y visualizar que es posible una Cuba floreciente y de cara a los cubanos.
Insisto, debe ser por fases. Hay que consensuar, hay muchas ideas, pero hay que ponerlas en blanco y negro para consensuarlas y luego difundirlo muy bien. Y, sí, creo que el impacto psicológico y social puede ser tremendo. Gran parte de la inercia que hay ahora mismo y de la desesperanza viene de que no existe eso. No existe una propuesta consensuada, y esto para mí es esencial.
El tema de un frente común del exilio político cubano y la disidencia en general es parte de la saga de tu familia, teniendo en cuenta la experiencia de Concertación Democrática. ¿Pertenece Espacio Común a esa tradición de lograr el entendimiento entre cubanos que se oponen a la dictadura? ¿En qué sentido?
La Concertación Democrática fue una iniciativa donde hubo mucho trabajo. Pero no es la única ni muchísimo menos. O sea, ha habido muchas personas en la oposición que lo han intentado a lo largo de toda esta historia; historia que habría que recuperar de algún modo, porque la gente no la conoce. Todo el mundo piensa que es el primero, y la verdad es que existe una historia de la oposición prácticamente desde el comienzo de la Revolución, de muchas cosas que se han hecho, de gente que ha pagado precios muy altos, gente que ha pagado con su vida.
Y sí, mucha gente ha intentado hacer ese trabajo de unión, de entenderse. Lo que he vivido ha sido particularmente la Concertación Democrática, que terminó como Rosario de la Aurora, como dicen aquí, o como la fiesta del guatao, como se dice allá. Terminó con gente en la cárcel, como todo lo que se trata de hacer desde Cuba.
“Algún día habrá que reconstruir un país entero y, ojalá, por nuestro bien, que sean los mejores arquitectos, albañiles, e ingenieros los que lleven a cabo esa tarea”.
Se han hecho coaliciones grandes, importantes, que agrupan a muchísimas organizaciones fuera de Cuba como el Consejo para la Transición o De Frente, y no solo ellos. Mucha gente se ha unido y muchas organizaciones, en diferentes configuraciones. Entonces, la cuestión es que haya alguien con suficiente peso y con suficiente seriedad para aunar a la mayor cantidad de grupos, o por lo menos hacer una convocatoria que pueda seguirse.
En cuanto a Espacio Común, es solo eso: un espacio común que no pretende nada más que brindar el espacio. La gente me dice que si Espacio Común es para unir a la oposición. No. Es solo un edificio. Tú invitas a la gente a que se reúna en ese edificio. Pero nadie pertenece a él, ni es una congregación de grupos ni una unión de grupos, nada de eso.
Es sencillamente un lugar donde la gente puede entrar, puede poner sus iniciativas y las puede compartir con otros, una especie de red social interna de los grupos de la oposición donde pueden reunirse y debatir las iniciativas para hacerlas más fuertes, para unir fuerzas, no como Concertación Democrática que sí era para poner a todo el mundo a conversar, a debatir y a construir un proyecto de país. Espacio Común no es nada de eso, no tiene como objetivo construir un proyecto de país, es solo el edificio.
¿Tienes alguna idea de quién o quiénes podrían representar una posible opción de oposición concreta al régimen cubano, ya sea dentro o fuera de la isla?
Sí, claro que tengo una idea precisa de quiénes pueden representar a esa posible opción de oposición al régimen. Y esos “quiénes” están dentro y ahora, muchos, fuera de la isla. A los de dentro de la isla lamentablemente no los puedo mencionar por razones obvias.
Precisamente, los programas de “Cuba es el foco” y Espacio Común tienen ese objetivo de visibilizar las propuestas que existen y los actores que las pueden llevar adelante. También hay otros objetivos: poner cabeza fría entre todos al problema de Cuba y buscar verdades, datos objetivos, para entender los procesos que pretendemos cambiar.
En el canal de YouTube de Espacio Común se puede ver algunas propuestas importantes para Cuba que grabamos hace unos meses, y cuenta con los enlaces para acceder al desarrollo completo en la página de las organizaciones. En estos días volveremos a grabar más programas. Recomiendo el próximo que saldrá la semana que viene; avanzo que son muy buenas propuestas. También tendremos otros encuentros para entender con cifras esa realidad que tan a menudo se nos escapa por estar inmersos en la propaganda de uno u otro signo.
El objetivo de esta nueva serie es salir de la zona de comodidad e invitar también a personas que no piensan como nosotros. Vamos a ver qué tal se me da porque no tengo mucha paciencia, pero habrá que echar mano de la tolerancia. El que no se los quiera perder puede suscribirse al canal.
Para la serie de propuestas para Cuba, iré invitando a las personas que creo que los cubanos debemos tener en nuestro radar para el futuro del país, personas extremadamente competentes y que lo han demostrado con su trabajo por Cuba durante años.
Y aquí hago una observación. Hace poco alguien me acusó indirectamente de ser elitista y le contesté: si vamos a construirnos una casa ¿a quién buscamos? ¿A alguien que no sabe nada de arquitectura y que jamás ha construido nada, a albañiles que nunca han levantado una pared?, o ¿tratamos de encontrar a los mejores profesionales para cada uno de los trabajos que hay que hacer? La respuesta es evidente, ¿no? Pues lo mismo con Cuba. Algún día habrá que reconstruir un país entero y, ojalá, por nuestro bien, que sean los mejores arquitectos, albañiles, e ingenieros los que lleven a cabo esa tarea.
Eso es lo que pretendemos con Espacio Común y “Cuba es el foco”. Hacer un llamado a los más competentes entre nosotros para las tareas que se requieren para reconstruir Cuba, los que pueden aportar más conocimiento, experiencia y talento creativo, pues de eso necesitaremos mucho para enfrentarnos a las situaciones completamente nuevas que nos esperan. Y ojalá que esas personas decisivas para Cuba puedan pasar por el programa y hacerse visibles para los cubanos, porque hay esperanza. Y lo enfatizo. Hay esperanza.
Siendo testigo de la experiencia vital y política de varias generaciones de artistas, intelectuales y ciudadanos disidentes, ¿crees que el único modo que tiene la disidencia cubana de contraponerse con peso cívico al Estado y obligarlo a atenderla como interlocutor pasa por esa mesa de diálogo nacional?
Mi experiencia me dice que nadie puede obligar al Estado cubano a sentarse en una mesa de diálogo nacional. Muchísima gente lo ha intentado y muchísima gente ha fracasado de la peor manera. Ellos no quieren hablar con nadie. Por lo menos así ha sido hasta ahora.
La situación va cambiando, ahora mismo no sé si tienen muchas salidas. Me imagino que a medida que se van arrinconando eso podría cambiar. Pero, desde luego, los intentos que se han hecho hasta ahora han fracasado. O por lo menos en lo que yo conozco. Pero, imagínate, ellos son los dueños de la finca, y los dueños de la finca no tienen por qué ponerse a dialogar con nadie. No sé qué puede pasar en Cuba para que se sientan obligados a hablar, si ya está visto que les da lo mismo que no haya medicinas en los hospitales o matar a la gente de hambre, o los presos políticos. No les importa un comino.
Ellos tienen sus negocios fuera y dentro de Cuba. Viven bien, viajan, tienen sus lanchas y yates, y que el pueblo se muera de hambre no logrará que vayan a una mesa de diálogo, desde mi visión, que es una visión limitada y basada en lo que más o menos se ha podido ver a lo largo de todos estos años. Además, ni siquiera hay una propuesta consensuada de parte de la oposición cubana. No, no creo. Pero, bueno, a lo mejor sucede algo que no esperamos, que no podemos ni imaginar, y resulta que sí. O resulta que de alguna manera la soga se les pone el cuello y se van. Pueden pasar mil cosas.
¿Qué es para ti el pluralismo y cómo lo verías en una Cuba futura?
Pluralismo es que nos veamos representados entre las personas que tienen la opción de gobernar. Si no me veo representada, pues para mí eso no es pluralismo. Creo que es un reto para los cubanos, un reto enorme, porque los cubanos llevamos muchos años de dictadura, de partido único y sin idea de qué es el pluralismo.
Por ejemplo, cuando la gente sale del país se adapta a la sociedad plural, y creo que en Cuba puede pasar algo así, que en el momento en que cambien las cosas la gente se adapte. Veo un par de años de transición y un gobierno de transición que no debería poder presentarse, según mi punto de vista, a unas elecciones futuras, y, por supuesto, se debe convocar, desde el minuto cero, a elecciones libres con diferentes fuerzas políticas, diferentes partidos políticos. Elecciones verdaderamente libres.
“Cuando la gente sale del país se adapta a la sociedad plural, y creo que en Cuba puede pasar algo así, que en el momento en que cambien las cosas la gente se adapte.”
La Cuba del futuro la sueño con una democracia directa, algo así como un gobierno solucionario. ¿Conocéis lo que propone el gobierno solucionario? Pues, soluciones. Es decir, a un problema se le plantean varias soluciones. ¿Quién puede plantear soluciones? Pues, cualquiera: un partido político, una persona. Cualquiera puede participar en la solución de los problemas de la sociedad, independientemente de su ideología, de su género, etc. Y después se vota por la mejor solución directamente, o sea, cada ciudadano desde su teléfono móvil. Eso sería un futuro que me encantaría poder ver en Cuba alguna vez.
Estoy hablando locuras porque verdaderamente ninguna condición está creada, más bien todo lo contrario. El cubano no está preparado desde el punto de vista de su formación, ni psicológicamente ni desde el punto de vista técnico. Estamos hablando de una idea de futuro, y es que, claro, no hay ni una sola pata para ponerle ese futuro, está totalmente en el aire. Esto es lo que me gustaría a mí, lo que para mí sería pluralismo real.
¿Qué te motiva después de tantos años a seguir ejecutando acciones que contribuyan al fin de la dictadura?
Lo que me motiva es poder volver a mis raíces. Pasear por el malecón de La Habana, participar en eventos que tienen que ver con mi cultura y con lo que nos gusta a los cubanos. Esa manera que tenemos de relacionarnos, de fiestar, de conversar, de compartir. En España es diferente. No quiero decir que sea mejor ni peor, sino que es otra manera de vivir.
Fui a Cuba en 2019 y en 2020 y verdaderamente he sido feliz, apartando, claro, que lo que he visto no me ha gustado nada, sobre todo a medida que la situación se ha ido deteriorando. Me refiero a la felicidad en el sentido de compartir con mis amigos, de compartir con la gente que todavía está en Cuba de esa manera tan especial que compartimos. Hay muchas cosas en Cuba que me gustaría volver a disfrutar de manera libre, porque hace falta un país libre.
“Me encantaría echar los últimos años de mi vida reconstruyendo mi país y disfrutando de todo lo que significa ser cubano”.
Ahora mismo veo todo lo que hay con la asamblea de cineastas, el problema de la cultura, la desbandada que se está viviendo, ver como todo el mundo se está yendo del país porque no hay opciones. Qué pena, con la riqueza tan grande que tenemos los cubanos y nuestra manera tan especial de ser…
En los años que me quedan de vida me gustaría disfrutar eso o, por lo menos, morirme en Cuba. Claro, eso no lo veo de otra manera que no sea en una Cuba libre y democrática. Desde luego que en tiranía no es posible, ni bajo presión.
Entonces es eso lo que me motiva: volver a respirar ese aire de mi país y todas las cosas que tenemos los cubanos que nos hacen la vida tan peculiar, tan… no sé cómo decirlo, cálida y diferente. A lo mejor mi visión está teñida de la nostalgia que hace que uno vea las cosas desde lejos como si fueran mucho más bonitas de lo que son, pero tiendo a quedarme con lo bueno, con lo positivo de las cosas. Y desde luego que me encantaría echar los últimos años de mi vida reconstruyendo mi país y disfrutando de todo lo que significa ser cubano, todo eso que echamos de menos cuando estamos lejos.
Acabas de expresar que te encantaría echar los últimos años de tu vida reconstruyendo tu país. ¿Cómo figura que concentre políticamente a la oposición o como parte de algún equipo político concreto que impulse este propósito?
Yo me visualizo a mí misma sentada en el malecón por la tarde. O dando un paseo por La Habana, tomándome un helado o yendo a una exposición, a una peña o a una obra de teatro. En realidad, no sé para qué serviré en ese momento, porque con el tiempo vamos adquiriendo nuevas competencias y experiencias. Lo que sí digo es que estaré disponible para lo que pueda aportar. Mi trabajo de los últimos 30 años ha sido en el campo de la educación. Quizás por ahí sea más valiosa. Puede que un pequeño proyecto personal o un proyecto humanitario, que harán muchísima falta, o algo relacionado con la tercera edad, que es un tema que cada vez me preocupa más.
En cualquier caso, estoy preparada para morirme en España sin ver el cambio y me vale con ir aportando lo que pueda para que alguien en algún momento pueda disfrutar de ese día. Pero esperanzas de verlo, desde luego que aún me quedan, y de participar en ello también. Solo espero que tengamos la sabiduría, la memoria, la preparación y la conciencia para no repetir los mismos errores.
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