Abilio Estévez: “Lo ideal es que cada uno encuentre su camino”
“La patria debe de ser algo muy íntimo, muy personal que no tiene que ver con banderas ni himnos ni desfiles militares.”

Dramaturgo, narrador, poeta, ensayista, Abilio Estévez es autor de una extensa y reconocida obra literaria. Desde que en 1984 obtuvo el Premio José Antonio Ramos de la UNEAC con su pieza teatral La verdadera culpa de Juan Clemente Zenea, hasta la publicación de su más reciente libro de cuentos Cómo conocí al sembrador de árboles (2022), su labor creativa ha despertado el interés de los lectores dentro y fuera de Cuba y ha merecido importantes lauros, como el Premio Anual de la Crítica Cubana en cuatro ocasiones, y el Premio al Mejor Libro Extranjero publicado en Francia, en el año 2000, por su novela Tuyo es el reino.
Un peculiar estilo, donde lo onírico y lo simbólico se entretejen para dar al texto un alto valor expresivo; y una preocupación recurrente, casi obsesiva, en torno a la memoria y el olvido, al tiempo y la existencia,1 singularizan a Abilio Estévez como uno de los más interesantes autores cubanos contemporáneos.
Vivir en la literatura
Dices en una entrevista que la literatura es para ti “un modo de salvación”, que encuentras en ella cierto equilibrio, o salidas que te reconfortan. ¿Qué experimentas a través de la escritura?
Cuando he dicho que la literatura es un modo de salvación, no me refería únicamente a escribir, sino muy en primer lugar a leer. Quizá parezca banal lo que voy a decir, pero no entiendo cómo se puede vivir sin ese espacio secreto que la literatura le agrega a la vida. Yo por lo menos no hubiera podido soportar tanta “pobreza” si no hubiera sido por las novelas que he leído. Por supuesto, no me refiero a la pobreza material, sino a la otra. Luego, ya quiere crear uno su propio rincón, y crea sus propias historias. Dicen que cada vez que un hombre carece de respuestas, escribe una historia.
Sabemos que Virgilio Piñera alimentó tu apetito de buenas lecturas e influyó en tu deseo de crecer como escritor. Desgraciadamente, Virgilio fue marginado en Cuba y su obra casi ignorada, tanto que al morir dejó varios libros inéditos. ¿Cómo fue tu relación con Virgilio, qué es lo que más atesoras de su recuerdo?
He escrito y hablado largamente sobre mi amistad con Virgilio Piñera, pero es cierto que me quedo siempre con la sensación de que no lo he dicho todo. Siempre siento que hay un relato que no he hecho, que no digo, no porque no quiera si no porque no puedo, una parte que queda fuera de cuanto sea posible decir.
Lo importante no fue que “alimentara mi apetito por las buenas lecturas”, como dices, o que influyera en mi deseo de crecer como escritor (al fin y al cabo, que no fue un “crecer”, sino un empezar a serlo). Lo importante fue algo más, algo que, insisto, no sé expresar bien y tiene que ver con el modo en que él tenía de vivir en la literatura. No creo haber encontrado a nadie más con esa manera de vivir. Con él no había realidad o imaginación, sino una mezcla, una confusión maravillosa. Y ahora mismo me sucede que siento que no lo he expresado justamente.
El tiempo perdido

¿Cuánto marcan los premios la vida de un escritor? ¿Qué utilidad y qué riesgos entraña ser un autor reconocido? Y, por otra parte, ¿cuánto puede afectarlo la falta de reconocimiento o la marginación?
No sé muy bien cómo responder a esta pregunta. Ser un autor reconocido puede provocar alguna confianza en uno mismo. La falta de reconocimiento puede quitarle un poco de confianza y darle, en cambio, una mayor libertad. Quizá lo ideal sería tener un cierto reconocimiento y escribir como si no se tuviera. Un cierto aplauso puede conducir a querer provocar un poco más de aplauso y de ahí a la falsedad no hay más que un paso.
“Quizá lo ideal sería tener un cierto reconocimiento y escribir como si no se tuviera.”
Ahora bien, en la marginación que no sea por razones personales, es decir, en la marginación provocada por un poder, sea del orden que este sea, el escritor quizá termina por perder su fuerza. El escritor vive de la comunicación, de la confrontación, del otro, ¿no? Nadie escribe para no ser leído, creo yo.
Tuyo es el reino nos adentra en un mundo lleno de satisfacciones, delirios, muerte, sueños que juegan con la fantasía, con la alusión, como quien padece y al escribir predice un futuro irrealizable. Fue tu primera novela y ha sido traducida a varios idiomas. ¿Qué te inspiró a escribirla?
No sé si fue inspiración o nostalgia. Siempre he vuelto una y otra vez a un sitio de mi infancia donde siento que “empezó todo”. Sí, en esos años para mí empezó todo, no sólo la vida. Yo estaba en Sassari, Cerdeña, y estaba muy solo. En las tardes de una casita en medio de vides y de cabras, con un frío que para mí era terrible, comencé a escribir notas para lo que luego fue la novela. Diría que “me inspiró” lo de siempre: recuperar el tiempo perdido. Cada cual hace lo que puede por recuperar el tiempo perdido.
Patria y exilio
Severo Sarduy decía que “llegar al exilio, voluntario o no, es al mismo tiempo abrazar un orden, integrarse, aceptar también, y eso es lo más duro, tiene uno que darle a esta lejanía —la de tu tierra natal— consistencia, textura, tiene que hacer un sentido con esta falta”. Para él, el exilio era “quejumbroso y paupérrimo”. ¿Cómo sientes tú que es o ha sido el exilio para los escritores cubanos, cómo ha sido para ti?
Es evidente que hay muchos modos de vivir el exilio. No veo una gran tragedia en vivirlo. Todo tiene una razón, provoca un aprendizaje y hay que tomarlo con cierta alegría y cierta serenidad.
Yo no necesito darle “consistencia, textura” a mi tierra natal. Ella ya tiene esa consistencia y esa textura y no veo la necesidad de hacerlo. Tengo la impresión de que yo quiero darle consistencia y textura a ciertos recuerdos, a ciertos fracasos y ciertas victorias, a encuentros perturbadores y desencuentros magníficos y útiles. A lo mejor no entiendo lo que quiere decir Severo Sarduy con “tierra natal”.

¿Qué significa en este momento Cuba para ti? ¿Cómo definirías las palabras isla, patria, origen; cómo te defines ante ellas?
Me estás haciendo una pregunta muy grande. Pertenezco a un pueblo tan joven que no sabe definir y yo tampoco. No, la verdad, no sé cómo definir isla, patria, origen y mucho menos cómo definirme ante ellas. Creo saber que el de patria es un concepto romántico y que puede servir a los poderosos para mantener el poder. La patria debe de ser algo muy íntimo, muy personal que no tiene que ver con banderas ni himnos ni desfiles militares.
Cuba es el lugar en que nací y donde viví cuarenta y ocho años. De modo que significa eso: cuarenta y ocho años de mi vida en los que tuve, como todos, momentos muy dichosos y otros muy poco dichosos, donde conocí personas extraordinarias y personas muy poco extraordinarias e incluso muy mezquinas. Cuba fue el lugar donde descubrí que me gustaban ciertas cosas, y odiaba otras y me eran indiferentes muchas más.
Un equilibrio difícil
¿Cuánto influyen hoy lo económico, lo tecnológico y lo político en lo literario? ¿Crees que el libro digital cambie de un modo drástico la suerte del libro impreso y el lugar del escritor en la sociedad?
Vivimos en un mundo donde todo tiende a ser mercancía. Dinero y mercancía. Por el momento, esa es probablemente toda la política y la ideología del mundo en que vivimos. Un mundo extraordinariamente feroz donde el mercado es el que manda. Y es preciso mantener un centro, un término medio entre el apego y el desapego, un equilibrio interno. Tal vez haya que hacer como Ulises para no dejarse seducir por el canto de las sirenas.
“Es preciso mantener un centro, un término medio entre el apego y el desapego, un equilibrio interno.”
La verdadera literatura, al parecer, no está de moda. Pero recuerdo un ensayo de Ortega y Gasset donde abordaba una crisis parecida, hablando del pensamiento, y decía, más o menos, que pasar de moda sólo era fatal para lo que sólo era moda. En cuanto al libro digital, supongo que ocupará su lugar y no impedirá que los que ya tenemos ciertos años y por tanto ciertas manías, sigamos acariciando, subrayando y leyendo el papel. Ignoro si estamos ante algo tan importante como la invención de la imprenta. Tal vez sea indiferente al fin y al cabo si se lee un libro de papel o digital. Lo importante es que se lea buena literatura.
¿Qué consejo puedes dar a quienes empiezan ahora a escribir?
Le diría y repetiría un lema: “Hay que aprender a leer y a leer bien”. Le diría que pusiera mucha pasión y mucha frialdad en esa pasión. (Recuerda que Virgilio Piñera decía que la literatura era la única “pasión fría”.) Le diría que mantuviera un equilibrio, mientras más difícil mejor, entre la humildad y la soberbia, sin escuchar los elogios y sin escuchar (absolutamente) las agresiones. Y que intentara acercarse a la mayor libertad posible. Aunque los consejos no son muy útiles. Lo ideal es que cada uno encuentre su camino.

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1 Fernanda Bustamante: “Narrativa de Abilio Estévez: hacia una estética de la sujeción-expolición”, Aisthesis, no. 47, Santiago de Chile, julio de 2010, pp. 216-228.
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