Emprendimiento y activismo de dos cubanas en Madrid

Liliana y Alicia. Foto: Cortesía de las entrevistadas

Liliana Marín y Alicia Fernández son dos cubanas residentes en Madrid que han decidido emprender un proyecto de vida en conjunto. Así como llevan de la mano una empresa de limpieza, hacen activismo por una Cuba más plural y sueñan con sostener un huerto urbano que ya tiene nombre, Fishgreens.

Desde hace algunos meses, se les puede ver haciendo carteles, ayudando en la recolección de medicamentos para el corredor humanitario cubano, haciendo incidencia en las redes sociales, participando en foros de debate de la sociedad civil, ayudando a otros cubanos en cuestiones laborales y tratando de hacer presencia en cuanta iniciativa emancipadora realice la diáspora cubana.

En esta entrevista hablamos sobre las dificultades del emprendimiento y la emigración aquí en España, y, por supuesto, la Cuba futura.

Alicia y Liliana junto a trabajadoras de Baldeo. Foto: Cortesía de las entrevistadas

La empresa de limpieza y desinfección Baldeo y el huerto urbano Fishgreens son ideas que se generan en medio del confinamiento en 2020. El primero, tiene la función de crear una base económica para Fishgreens, una iniciativa ecológica que tiene pocas expresiones en España, según ha comentado Alicia en otras entrevistas. Ambos proyectos implican una inversión de tiempo y energía considerables, sin embargo, el haberse conocido desde el 2013 favorece una relación de trabajo cordial y dinámica.

Alicia: “Desde que nos conocimos en Cuba a través de un amigo en común, tuvimos química enseguida, pero la vida quiso unirnos hace dos años cuando finalmente coincidimos en España. Ella estaba en Málaga y yo en Madrid, y decidimos mudarnos juntas”.

Para este emprendimiento que hoy realizan no cuentan con experiencias previas en Cuba, pues salieron de la isla cuando aún eran estudiantes.

Alicia: Antes de aterrizar en España pasé por República Dominicana y estuve allí una temporada. En ese momento era estudiante universitaria en la CUJAE por lo que tuve que abandonar la Universidad. A mi regreso a Cuba, la única opción que tuve fue la de tomar el curso para trabajadores, porque no me dejaban que volviera a incorporarme. Por ese motivo decidí que me tenía que ir sí o sí. Para ello hice cursos de cocina, para trabajar en hoteles, pensando que cuando llegara a Madrid tendría que trabajar en hostelería. Esto me hizo aprender mucho de la cultura española.

Liliana: Tampoco ejercí profesionalmente en Cuba, abandoné la carrera de psicología. Cuando cursaba el tercer año ya se habían ido casi todo los de mi aula del país. Fuera de Cuba también trabajé en la hostelería, en Italia, donde la primera barrera fue el idioma.

Pese a no tener experiencias y previendo la crisis que se vendría luego de la pandemia, decidimos emprender y sacar todo lo que aprendimos para comenzar esta nueva etapa juntas.

Orgullo Gay 2021 en Madrid. Foto: Yanelys Nuñez

Profundicemos en los proyectos que desarrollan ¿cómo los describirían?

Actualmente tenemos dos proyectos, uno activo que es la empresa de limpieza ecológica Baldeo y el otro es de acuaponía. El primero lo escogimos porque era más fácil de estudiar, arrancar y llevaba menos inversión. El otro, Fishgreens nos ha llevado un año de preparación y hemos realizado varios cursos. Uno de ellos lo hicimos en la Universidad Católica de Ávila. Era el primer curso de acuaponía que se impartía en España.
Estamos muy comprometidas con la ecología, llevamos 7 meses funcionando con Baldeo y nos va bastante bien. Tenemos una clientela formada, la gente opina bien de nuestro trabajo, nos pueden encontrar en la plataforma Habitissimo donde tenemos muy buenas valoraciones. La idea es crecer con esta empresa, que funcione bien por sí misma para generar los ingresos y poder seguir adelante con Fishgreens, el proyecto de huerto urbano que cuenta con el certificado de viabilidad por la comunidad de Madrid, solo estamos esperando financiación.

Entrevista del proyecto Las Afueras a las fundadoras de Baldeo.

¿Qué es la acuaponía, cómo funciona?


Sobre la acuaponía te puedo comentar que es un sistema integrado de peces y plantas, que no usa suelos, por lo que se puede hacer dentro de casa. Dentro de él todo se puede consumir, no lleva ningún tipo de químicos ni fertilizantes ni pesticidas, todo es puramente orgánico, todo es ecológico, es un proceso natural, los costos son más que nada en la inversión inicial.
Escogemos esto como método de cultivo porque es un sistema cerrado de producción que integra la técnica de la acuicultura con la hidroponía e imita los procesos que ocurren en ecosistemas como estanques, ríos y lagos, donde los desechos metabólicos de los peces son aprovechados como nutrientes por los vegetales para crecer mientras que las plantas limpian el agua y eliminan los compuestos tóxicos para los peces, utilizando así el agua eficazmente. El agua perdida en este proceso sería solo de un 2% cuando la agricultura tradicional tiene una pérdida de un 70% para su mantenimiento.
Esto unido a los microgreens que, por su valor nutricional, son hasta 40 veces más antioxidantes que las plantas maduras, por ejemplo, y pueden ser obtenidos en cualquier época del año teniendo además un ciclo de producción muy corto, de 10 a 20 días dependiendo de la variedad.

Alicia durante una manifestación en Madrid. Foto: Yanelys Nuñez

Siendo migrante y sin muchos recursos, el comenzar un proyecto siempre impone retos y riesgos. ¿Cómo llevan la parte de emprender y la financiación?

Al fundar la empresa Baldeo éramos tres socias y solo necesitábamos 3000 euros para arrancar y lo pusimos de nuestros ahorros. No ha sido fácil, pero lo hemos sacado adelante. Para lo de Fishgreens necesitamos cerca de 50.000 euros, y eso supera nuestra economía, por eso necesitamos financiación. Hemos contactado con bancos y a ellos les parece maravillosa la idea, pero como no tenemos fondos para respaldar no nos dan financiación. Hemos aplicado también a un aval de la comunidad de Madrid que sirve para que el banco te dé ese dinero, pero para eso necesitas tener mínimo el 25% de la inversión y un local en uso. Entonces sí, hay ayudas y mecanismos, pero a veces tienen requisitos complicados si quieres partir desde cero. Los fondos de la Unión Europea también son accesibles, pero para eso tendría que estar el proyecto ya encaminado.

¿Ven viable que estos tipos de proyectos se pueda impulsar en un futuro en Cuba? ¿Por qué?

Queremos una Cuba con libertades económicas. Limpiar en muchos sentidos es el primer paso para esto, y aunque estemos en la cima de la tecnología creemos que la línea ecológica es el futuro. La mayoría de los países trazan sus objetivos en un planeta más limpio en los próximos años y espero que la Cuba del futuro también. Cuando nos quitemos la preocupación de luchar contra la dictadura o de vivir en un país libre y democrático, lo próximo será centrarnos en cuidar nuestro país y proteger nuestras ciudades de la contaminación.

Alicia: En el pasado nunca me planteé emprender en Cuba, porque invertir dinero allá es a saco roto, todo funciona hasta que un día sacan un decreto ley nuevo que dice que tu actividad económica no puede existir y ya. Sería maravilloso poder ayudar al crecimiento económico y ecológico de nuestro país. Esperemos que Cuba cambie y nuestro proyecto de agricultura tenga un espacio allí.

Háblenme de la comunidad cubana en España, de su activismo, cómo llegaron a involucrarse en esto. ¿Y cómo vivían en Cuba esta disidencia política?

Alicia: En Madrid la comunidad crece cada vez más, puedes encontrarte como un vecino de tu cuadra al que estudió contigo en la primaria o en el bachillerato, y luego están los amigos que hemos encontrado en el activismo. Todo empezó cuando el allanamiento a la sede del Movimiento San Isidro el pasado noviembre de 2020, vimos lo que estaba pasando en las redes sociales, y te escribí porque pensábamos que había que hacer algo. Luego la protesta no ha parado. Además de hacer manifestaciones participamos de todas las acciones posibles.
Liliana: Yo salí de Cuba en el 2006, y antes de vivir fuera nunca había tenido acceso a Internet. Yo en la Isla vivía desconectada, pero sí sentía que vivía en una pesadilla, sobre todo por la pobreza y la indignación. Cuando sales te das cuenta de que Cuba es una dictadura. Yo no fui capaz de darme cuenta cuando estaba dentro, pero ahora trabajo fuertemente para derrocarla, para que la gente de adentro también se dé cuenta y no le pase como a mí. Cuando vives en Cuba estás demasiado adoctrinado, desinformado, y es una situación difícil porque el mundo no funciona así.

Nuestra intención es seguir haciendo activismo hasta que el régimen se vaya del poder.

¿Qué les pareció la marcha del 25 de julio en Madrid?

La protesta del 25 de julio nos toca muy de cerca porque fuimos parte del equipo organizador. Aunque hubo cosas que empañaron un trabajo fuerte de coordinación, al final del día sentimos que fue un éxito más que nada. Cumplimos el objetivo, nos reunimos muchos cubanos en Madrid, algo sin precedentes. Desfilamos por la gran vía, cerramos la calle y nos hicimos escuchar. Los puntos de vista y los detalles en la realización son asuntos secundarios comparado con todo esto. Nos quedamos con el grito de “libertad para Cuba” que unió a cada cubano que vino ese día. Lo importante es que todos estábamos ahí con un mismo anhelo. Además vivimos en democracia, así que convivir con diferentes criterios y escuchar a todos es lo más rico que tenemos.

Liliana durante la manifestación del 25 de julio en Madrid. Foto: Yanelys Nuñez

¿Creen que se puede ayudar a Cuba desde afuera? ¿Cómo?


Creemos firmemente que se puede ayudar a Cuba desde cualquier rincón del mundo, lo hemos vivido con las peticiones que se han hecho escuchar en el Parlamento Europeo. La visibilidad que tiene la situación de Cuba hoy ha sido también propiciada por el exilio. Todos hemos gritado por Cuba, y por los que están adentro que no pueden. Las personas que viven fuera, experimentan la democracia y viven en libertad, pueden transmitir ese sentimiento a su familia. Calar en el pensamiento de esa persona es ya estar haciendo algo por Cuba.

Manifestación en Callao, Madrid. Foto: Cortesía de las entrevistadas

El pasado 3 de octubre, el Movimiento de San Isidro convocó a un ayuno voluntario y colectivo de 24 horas por los presos políticos cubanos. Ustedes se sumaron a la acción. ¿Cómo vivieron esta experiencia?

Nos sumamos porque tratamos de apoyar en todas las acciones que se realicen. Además, Luis Manuel estaba en huelga de hambre y eso nos preocupaba. Al día siguiente tuvimos que trabajar limpiando, y hacerlo ayunando fue una experiencia muy dura.

Aunque nos sensibilizamos con las huelgas de hambre, entenderlas se nos hace difícil. Por otro lado, creemos que es poco lo que hemos hecho, ojalá pudiésemos hacer más porque la situación con los presos políticos en Cuba es crítica.

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