Lucy González, una transición, un salto cuántico, una inspiración

Impresiones tras la lectura del blog de Lucía González (Lucy), una mujer trans cubana-canadiense que inspira con su historia de vida.

Retrato de Lucy González en las cataratas del Niágara.
Lucy González en las cataratas del Niágara. / Imagen: Cortesía de Lucía González

«Gracias, Yudarkis, por tomarte el tiempo para leer mi blog. En realidad, creo ser mucho más que esa historia, soy alguien que tuvo un reto, lo asumió y siguió adelante», respondió Lucía González (Lucy) a mi mensaje. Acababa de leer todo su blog como quien lee una novela, y no paraba de pensar en aquella de más de novecientas páginas que ya me había dicho que estaba escribiendo.

«Soy una mujer transexual cubana-canadiense. Vivo en Canadá hace casi veintidós años, me ha tocado mucho de lo que te ha tocado a ti. Al final las aguas (o la nieve) tomaron su nivel. A diferencia de usted JAMÁS he extrañado la islita desdichada», me escribió, después de saludarme con un «Acabo de leer su ´Crónica de una emigrante en España´, y me vi retratada tantas veces».

Pasaron unos días hasta que tuve el momento de sentarme a leer su blog. Ella misma me había facilitado el enlace y yo, ávida de una historia que me hiciera olvidar la mía, aproveché mi primer sábado de otra vez desempleada para darme el gusto de adentrarme en la vida de una mujer que emigró a un país con un clima tan difícil y otros dos idiomas, se enfrentó a todo lo que ello implica y realizó un proceso de transición, un acto que parecería la panacea de la autorrealización si no llevara una larga lista de esfuerzos, pérdidas, riesgos y dolores.

Transexual cubana, Ontario, Canadá

En Transexual cubana, Ontario, Canadá, Lucy cuenta el increíble viaje hacia su verdadero yo, un viaje que comenzó después de los cuarenta años y en el cual, a pesar de todos los desaciertos, incertidumbres, abandonos, MIEDOS, no faltó lugar para los «Soy Feliz, hoy soy feliz, hoy ha sido un día feliz» con los que me mantuvo en deleite, amarrada a la fuerte emoción que provoca en mí la superación ajena, el salto cuántico que llegan a lograr otros en sus vidas.

Retrato de Lucy.
Retrato de Lucy. Imagen: Cortesía de Lucía González

No obstante, en su primer post de 2008 escribe Lucy:

«No te escribo para hacerte la historia de mi vida porque mi vida aún no tiene otra historia que dolor sin límites y frustraciones sin nombre. Nací en un cuerpo de varón cuando me sentía hembra; soñé, en mis desvaríos infantiles, que, en la adultez, cuando me gobernara, me dejaría crecer el pelo y las uñas, me depilaría las cejas y me pondría todo el maquillaje y la ropa de mujer que quisiera en público, lo que hice a escondidas durante toda mi vida».

«…se aproxima una mujer»

Pocas escenas de otros testimonios me han provocado más placer que aquellas en las que Lucy va contando cómo logra hacerse del maquillaje oportuno, los pantalones y zapatos que para su talla 9L y 11 son escasísimos en escaparates femeninos; la alegría, casi infantil, con que escribe «No se dio cuenta, no se dieron cuenta», ante su presencia totalmente travestida o el «Hoy no tenía que venir a la oficina pero ya estaba vestida y me sentía bonita, de modo que para acá arranqué».

«He logrado ir reduciendo el tiempo que me toma bañarme, maquillarme y vestirme de una hora y media a solo una hora y luego a cincuenta minutos. Sólo el ruido de mis tacones en los pasillos de la compañía me da un placer infinito porque anuncia, aún antes de verme, que se aproxima una mujer», escribe Lucy en otros momentos de su narración, y yo sólo pienso en los días más grises de mi vida, aquellos en los que, por no lograr sentirme linda en mi indumentaria de sirvienta, hubiera querido hacerme, más que nunca, de mi tan anhelado poder de invisibilidad.

El blog de Lucy: «el viaje hacia su verdadero yo»

Lucy ha descrito en su blog esa esencia de género de un modo descomunal. No cabe una duda minúscula de que el costo de su transición, el viaje hacia su verdadero yo, ha sido menor, con todo y lo que a la vez impresiona, al lado del alivio infinito, el gozo profundo, que supone el estar en paz con nuestra identidad. Todavía en la presentación de su blog escribe:

«Desde la más temprana infancia supe que era diferente pero no sabía exactamente por qué, sólo sabía que ponerme ropas de mujer me hacía sentir bien pero al mismo tiempo siempre me gustaron las mujeres y sólo me enamoré de mujeres, me tomó media vida averiguar que la orientación sexual es una cosa y que la identidad de género es otra. Desde el 2004 me estoy tratando con una clínica de identidad de género y recién estoy dando los primeros pasos para lograr transformarme en la persona que siempre he sentido ser”.

Lucy González, una mujer trans cubano-canadiense.
Lucy González, una mujer trans cubana-canadiense.

La «Prueba de la vida real»

Más adelante, cuando ya habían «actualizado» su expediente, y la sicóloga le había dado una carta “que explica que soy paciente de la clínica y que como parte de lo que ellos llaman ´Prueba de la vida real´ requiero presentarme como mujer a tiempo completo en público», son más recurrentes los momentos de felicidad.

Cada paso, cada prenda que logra comprarse a su medida, cada mirada que la ve de forma natural, es un motivo de gozo. “Ahora mis amigos están en su propio proceso de transición, tratando de ganarle la partida a la costumbre para llamarme con mi nuevo nombre; uno de ellos empezó a saludarme con un beso, lo que ya ha sido secundado por otros dos».

Continúan las alusiones a los amigos en el blog, el abandono incluso de algunos de sus familiares, el apoyo que sí encontró en otras personas y el proceso hermoso de acompañamiento por parte de la empresa donde trabajaba, tras su decisión.

«El asunto del baño quedó definitivamente resuelto y, aunque alguien propuso que yo siguiera yendo al baño de los hombres ´hasta tanto todo se consumara´ el consejero fue bien enfático en que él recomendaba lo contrario y que, además, es mi derecho (…)».

Trabajar como Lucy por primera vez

«Mi supervisora y yo fijamos el día lunes 27 de octubre como el día en que iré a trabajar como Lucy por primera vez, y luego el viernes 31. Yo trataré de ir al menos 2-3 veces por semana a la oficina, tal vez un mes, para que todos me vean y que mi status de ´celebridad´ pase lo antes posible (…).

«No tengo que decir que no me fascina la idea, nunca me ha gustado ser el centro de nada pero esto es algo que tiene que suceder y, cuanto antes, mejor. NO, NO TENGO MIEDO».

Lucía (Lucy) González.
Lucía (Lucy) González.

Los primeros pasos, la depilación, el dolor en las electrólisis y las quemaduras que algunas le dejaron, sobre todo, en el rostro. El proceso de hormonización, los exámenes recurrentes para monitorear su estado de salud. La intensa preparación física a la que se sometió, las orientaciones que tuvo y le permitieron sortear algunos escollos, los escollos insorteables, las cirugías, los procesos legales…

El proceso de transición

«El primer efecto de las hormonas y los bloqueadores de la testosterona que facilitan potenciarlos es depresión, tristeza, confusión en las emociones y un cuadro total de desesperanza y dolor que suele ser el mayor obstáculo para casi todo el que emprende este camino; la electrólisis es dolorosísima, hasta el punto de ser insoportable, y el peso total del reto es casi insalvable si no se enfrenta con una estrategia clara y segura.

«¿Las cirugías? Es lo que no temo para nada, a fin de cuentas son con anestesia y luego la recuperación es para bien, eso no me preocupa. ¿El peso financiero? Es inmenso pero, a fin de cuentas, si el dinero no sirve para comprar felicidad, al menos que sirva para comprar paz de espíritu como subproducto de todo este proceso (…)».

Lucy: «Las hormonas no son una poción mágica…»

«Las hormonas no son una poción mágica, y no convierten a nadie en un ser del ‘otro’ sexo, en mi caso, a mis 42 años no debo esperar otra cosa que cambios en la calidad de la piel y el patrón de sudoración, mi piel supergrasa puede secarse un poco además de que se hará más suave, el vello corporal disminuye considerablemente y desaparece en algunas áreas completamente…

«Debo esperar algo de acumulación adiposa en las mamas, redistribución de la grasa facial con un redondeamiento general del ovalo facial y tal vez los labios se me pongan algo carnosos pero no se imaginen a Angelina Jolie, tal vez algo de redondeamiento en las caderas y nalgas pero mínimo, tal vez sea sólo yo quien, pudiendo comparar, vea evidencia de algunos de estos cambios.

«Las uñas pueden tornarse más quebradizas, la curvatura del cristalino puede cambiar con la consiguiente afectación de la vista. Las erecciones disminuyen hasta casi desaparecer o desaparecer completamente, la libido disminuye o desaparece, los testículos se van atrofiando a largo plazo y disminuyen de tamaño…».

Lucy: «La primera vez que me vi totalmente desnuda en el espejo…»

«El pene se encoge y hay que estirarse la piel del escroto y el pene todos los días porque con ella harán la neovagina y los labios, y si la piel se encoge el cirujano se queda sin materia prima. Los cambios físicos empiezan a ser evidentes a los tres meses, luego de tres a seis meses te quedas estéril…».

Lucy: «La primera vez que me vi totalmente desnuda en el espejo grande de uno de los baños, aunque toda amoratada e hinchada, me eché a llorar de felicidad…»

Aquí tuve que parar, respiré y seguí… Reí con algunas que otras alusiones simpáticas, y adoré su especial sentido del humor; moví mi cabeza en ese gesto de ¡Tremendo! cuando comentó todo lo relacionado con su situación migratoria en Cuba y el contundente encuentro que tuvo años después con Mariela Castro Espín, y volví a conmocionarme cuando después de contar todo lo referente a la cirugía final escribió:

«La primera vez que me vi totalmente desnuda en el espejo grande de uno de los baños, aunque toda amoratada e hinchada, me eché a llorar de felicidad, casi no podía creer que al fin soy por fuera la persona que siempre fui por dentro. FELIZZZZZZZZZ».

Un puñetazo de vida en el centro de la frente

Y más adelante:

«La enfermera me dijo que la vagina me sangrará durante 4-8 semanas, mi primera y última menstruación. Me siento cada vez mejor y más fuerte cada día, he llorado mucho a solas con la emoción de todo lo que ha sucedido, y he hecho una hermandad con Paige y Michelle ―dos chicas que se operaron con ella― que no parece fácil de destruir, como una cercanía bellísima. Dice Michelle (en broma) que se va a hacer tatuar en la vulva ‘Made in Montreal‘…».

«Pura terapia este blog. Un puñetazo de vida en el centro de la frente. Cuando terminé de leer le dije que necesitaba pensar, dejar reposar mi emoción…»

Pura terapia este blog. Un puñetazo de vida en el centro de la frente. Cuando terminé de leer le dije que necesitaba pensar, dejar reposar mi emoción para determinar si escribía sobre ella o le pasaba un cuestionario para convertirlo en entrevista. Hay muchas cosas que me gustaría preguntarle, pero son todas, más bien, de carácter emotivo, y las más ya están, de algún modo, respondidas en sus palabras.

El testimonio de Lucy

Entonces decidí serle fiel a la emoción primaria y escribir sobre este testimonio, quedarme con la respuesta aleccionadora de que este ha sido sólo un reto en su vida y que lo asumió y siguió adelante. Quiero leer su novela, quiero que la termine y la publique; pero igual sé, como mujer que también tiene una historia, que la vida es una única novela, que el relato sólo termina con el obituario y que, aunque hay retos más literaturizables que otros, es el personaje el que marca el ritmo de la trama.

Vuelvo a agradecerte, Lucía González, por solicitar mi amistad en las redes, por haberme leído y darme tu opinión, y por haberme permitido conocer tu fuerza. Me gusta pensar que mañana, cuando otras mujeres y otros hombres hayan leído testimonios como el tuyo, podrán remangarse sus camisas y meter los brazos, así, con todo, hasta lo más hondo que necesitan llegar.

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