Documentos │ Sor Nadieska Almeida: “Campanadas”

¿Cómo no pensar en Carlos Manuel de Céspedes y aquel histórico toque de campanas? ¿Resonarán de nuevo para recordarnos que estamos llamados a la libertad?

Campana del ingenio La Demajagua, símbolo de la libertad de Cuba.
Campana del ingenio La Demajagua, símbolo de la libertad de Cuba.

La noche del 8 de diciembre de 2025, tras más de doce horas sin servicio eléctrico y en medio de la sostenida crisis que desde hace años agobia a los cubanos, el pueblo salió a protestar en las calles de varias localidades del país. En el municipio de Santos Suárez, el sacerdote mexicano José Miguel Ramírez hizo sonar las campanas de la Iglesia de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa como gesto de solidaridad con el reclamo popular. A consecuencia de esto, el régimen cubano decidió no renovarle la residencia y el padre Ramírez se vio obligado a abandonar el país.
A propósito de este nuevo acto contra la iglesia y el pueblo, la religiosa Nadieska Almeida, superiora de la congregación Hijas de la Caridad en Cuba, publicó en sus redes sociales una breve pero contundente crítica al régimen de la isla; texto que es, simultáneamente, un llamado a no permanecer en silencio ante el atropello: “Campanadas”.

Campanadas

A todos nos ha llegado la noticia de lo que ha implicado tocar unas campanas. Se ha expulsado del país a un hombre de Dios que decidió acompañar a un pueblo que no es el suyo, pero que le caló el corazón haciendo suyos sus sufrimientos y luchas. Al mismo tiempo ha quedado en evidencia, una vez más, que protestar, del modo que sea, es un derecho que nos sigue siendo arrebatado. Con esa arbitraria y deliberada decisión pretenden asegurar un silencio que sigue ahogando el sufrimiento de todo un pueblo, sin embargo, Jesús mismo llegó a decir cuando le pidieron que hiciera callar a sus discípulos: “Si ellos callan, gritarán las piedras” (Lc 19, 40). No se trata de callarnos; se trata justamente de hacernos escuchar. Un toque de campanas expresó la impotencia y el hastío; y la respuesta fue: no puede permanecer en este país quien desestabiliza a quienes temen a las protestas legítimas y pacíficas.

Pensando en este sacerdote, a quien conozco, me queda una enorme gratitud por su valentía. Espero que su regreso forzado haya dejado dentro de sí algo de satisfacción porque acompañó desde donde estaba y como pudo. Gracias, Padre Pepe, en nombre de aquellos que también deseamos tocar campanas que suenen a libertad, a justicia y esperanza.

¿Cómo no pensar en Carlos Manuel de Céspedes y aquel histórico toque de campanas? ¿Resonarán de nuevo las campanas para recordarnos que estamos llamados a la libertad?

Si aun demoran en sonar, tenemos nuestra campanilla, sí, esa que nos fue colocada en la garganta y que aún podemos usar. No es su función principal permitir el habla, sin embargo, ayuda en el proceso de la comunicación. Quiero hacer uso de ella como símbolo de algo que nos pertenece, y que ojalá decidamos desde ella anunciar palabras de vida, de fuerza, de empuje; palabras que articulen los buenos deseos que nos habitan; palabras de esperanza que nos lleven a levantar a quienes viven presos por sus agobios o impotencia.

Las campanas que sonaron me han alegrado mucho, porque este pueblo se sintió acompañado, porque con su repique los corazones saltaron de ilusión y, aunque ha costado una expulsión, nos ha recordado una vez más que Dios no abandona a su pueblo. De pequeños nos enseñaron que la campana es la voz de Dios. Por eso, cuando sientas sonar una campana, detente y recuerda: Dios te ama, no temas, Él está contigo siempre, Dios es siempre más.

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