Carta sobre “País de pólvora”

| Escrituras | 13/06/2017
Maya Islas en sus años universitarios. Cortesía de la autora.

Ileana, hoy me levanté pensando sobre los poemas que te he dado para publicar en Alas Tensas. Pensé que necesitaban una explicación sobre la correlación que existe entre estos poemas y el abuso. Por lo relevante que tiene el tema, me gustaría explicarte lo que pasa con ellos.
Estos poemas son el renacimiento de mi autoestima. Entre las décadas de los 70 y los 90, yo estaba labrada en piedra en referencia a los mensajes que se recibían en contra de la orientación sexual, de la homosexualidad, por los desprecios verbales que acostumbrábamos escuchar. Las miradas torcidas, si se mencionaba la palabra. Los surcos neuronales ya creaban la realidad una y otra vez como disco rayado. Vivir en silencio, no ser parte de la sociedad, etc. Más todos los elementos que conllevan el desarrollar un valor personal.

La poesía reflejaba dos cosas: huir a un mundo espiritual, lejos de esta densidad de las formas, o vivir en las formas practicando el silencio. Yo no defendía, no decía. Me convertí en Diosa salvando hombres con sus vidas espectaculares en el mundo de la literatura. De aquí para allá, entre ángeles que me respetaban, escribí proféticamente todo lo que se me dictaba.
Durante la década de los 90 algo pasó y no pasó. Un escenario me presentó un espejo.

El espejo de una mujer bisexual que hablaba de su aspecto homosexual y lo vivía con orgullo. Su forma de expresarse y de vivir su expresión era como una diosa sobre la cual yo escribía, y que poseía el valor de “ser” con total naturalidad y que me iluminó con respeto.

Aquella muchacha representaba el coraje ante un mundo ignorante, y su naturalidad al vivir en su esencia dejaba a la gente confundida. Era muy femenina y con eso rompía muchos arquetipos rígidos que acusaban con desprecio al mundo lésbico.

Siendo ella fotógrafa en un medio artístico, nos unimos artísticamente en muchos proyectos de instalación y performance. Me hizo escribir sus imágenes fotográficas e incrementó en mí un sentido de ser que me validó. Trabajábamos en la misma universidad, y todo este proceso manifestó un tiempo mágico de creación. Los poemas aquí publicados son el resultado de este despertar a una nueva luz de comprensión, e inclusive a una nueva visión de mí misma.

El abuso verbal y mental, las actitudes de los otros, crearon en mí una personalidad sin empoderamiento. Ser agradecida ante la nada me ha costado mucho en la vida. Todo ese tiempo estuve viviendo con las “alas tensas”. Tan apropiado es el nombre de tu revista que no me canso de leer estas letras con cierto magnetismo telúrico, de esos que han detenido el vuelo de muchas.

Esos años fueron hermosos porque al fin levanté vuelo, fui libre porque en mi arte representaba un poder perdido: respetarme a mí misma. Existe mucho abuso en la negación de la esencia de los otros. Cuando la sociedad y la familia no te aceptan, se vive con brazos que semejan un par de “alas tensas”. El abuso que no toca el cuerpo, pero sí el alma, también destruye y puede ser brutal.

Siempre,
MAYA.

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