Circe Maia: La poeta uruguaya que acaba de ganar el Premio García Lorca

Siendo Uruguay, “el país de las mujeres poetas”, podría resultar difícil marcar hitos entre nombres tan conocidos, pero el de Circe Maia tiene el derecho de figurar entre ellos.

Foto de la poeta uruguaya Circe Maia (Montevideo, Uruguay, 1932).
Circe Maia (Montevideo, Uruguay, 1932).

En alguna ocasión se quejó Eduardo Galeano de la falta de visibilidad que a pesar de la fuerza de su poesía había tenido a lo largo de su carrera la poeta uruguaya Circe Maia. “Es injusto, muy injusto, que tantos gustadores de la mejor poesía no hayan descubierto todavía a Circe Maia”, dijo. Y a pesar de sus varios premios y el trabajo de toda una vida como escritora, poeta, profesora y traductora, es cierto que la uruguaya no ha tenido la visibilidad de otras coterráneas.

Siendo Uruguay, como diría el poeta, narrador y ensayista colombiano, José Luis Díaz Granados, el país de las mujeres poetas, podría resultar difícil marcar hitos entre nombres tan conocidos como Juana de Ibarbouru, Sara de Ibáñez, Delmira Agustini, Ida Vitale, Cristina Peri-Rossi, Silvia Lago, Judith Baco, Raquel Martínez, Mercedes Rein y Rosario Peyrou, entre otros. Pero el de Circe Maia, quien recién acaba de ser galardonada con el Premio Federico García Lorca, tiene el derecho de figurar entre ellos.

Nacida en Montevideo, el 25 de junio de 1932, Circe Maia ya había publicado su primer libro de poesía a los 12 años. Es cierto que fue su padre, escribano de profesión, quien corrió con la publicación, pero hoy podemos ver que Plumitas, su libro de 1944, encabeza las listas bibliográficas que rinden cuenta de la obra de esta mujer. Y no por simple goce romántico. Lean a continuación uno de los poemas incluido en este libro.

De Plumitas, 1944, el primer libro publicado de Circe Amaia a la edad de 12 años.
De Plumitas, 1944, el primer libro publicado de Circe Maia a la edad de 12 años.

Su segundo poemario, En el tiempo, no llegaría hasta 1958, cuando había compilado todo el dolor que la muerte de su madre, a sus 19 años, había provocado en ella. Tenía apenas 26 años, y ya se le consideraba su primer libro de poesía madura.

Mojadas uvas

Mojadas uvas, aire de vacaciones.

Sobre la palma de la mano, como un trompo girando
lavado, puro y negro corazón de la noche.

Qué a compás con nosotros su latido de tiempo
y cómo se sentía la dicha a veces, fuerte
densa, casi tangible no se sabía dónde.

Al poner el mantel sobre la mesa, estaba
hecha de tela blanca o era de vidrio y loza
y en la cena, volaba
de un lado a otro, sobre
la luz de las miradas

de un vaso a un mueble, del pan al agua.

Se oía su latido
en las conversaciones
en los acogedores silencios, en saludos

en su: hasta mañana!

Ahora

se han ido a acostar todos
y como nunca más ha vuelto a levantarse
la mirada risueña,

se volaron las noches de diciembre y el brillo
de las frutas lavadas

se volaron los rápidos pasos en la vereda
y aquella que venía

―no se sabe de dónde―
dicha, ráfaga oscura
en la piel de la cara.
(De En el tiempo, 1958).
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Circe Maia ha recibido varios premios y reconocimientos a lo largo de su carrera. Algunos de ellos incluyen el Premio Nacional de Poesía de Uruguay en 2007, el Premio Anual de Literatura Poesía con su libro Obra Completa en 2009, el Premio Bartolomé Hidalgo en tres ocasiones y el Gran Premio Nacional a la Labor Intelectual en 2015. También fue nombrada académica correspondiente de la Academia Nacional de Letras de Uruguay.

Varios músicos, entre ellos Daniel Viglietti, Jorge Lazaroff, Numa Moraes y Andrés Stagnaro, han convertido sus poemas en canciones. Uno de los poemas más significativos suyos “Por detrás de mi voz”, musicalizado por Daniel Viglietti como “Otra voz canta”, se convirtió en un himno contra los regímenes militares en América Latina.

“Por detrás de mi voz”, poema de Circe Maia musicalizado por Daniel Viglietti como “Otra voz canta”.

Circe misma fue víctima de la militarización, cuando en 1972 irrumpieron en su casa para llevársela a ella y a su marido. En 1973 fue destituida de su cargo como profesora de educación secundaria, y en 1983 perdió a su hijo en un accidente. Todos estos acontecimientos la alejaron de la escritura, y no fue hasta 1987 que publicó DestruccionesUn viaje a Salto, ambos en prosa; el segundo, acerca del encarcelamiento de su esposo. Superficies (1990), sin embargo, marcó su regreso a la lírica, aunque su publicación más celebrada fue la recopilación de sus nueve libros de poesía Circe Maia: obra poética (2007 y 2010), con los que llenó más de 400 páginas.

En 2021, la Biblioteca Nacional de España le rindió homenaje en el Día de las Escritoras. En 2023, su obra La pesadora de perlas ―título que alude al cuadro de Veermer de Delft― ganó el Premio Burnichon al Libro Mejor Editado en Córdoba, y acaban de otorgarle el XX Premio Internacional Federico García Lorca por “convertir la poesía en un método de conocimiento de la realidad, que se basa en la experiencia diaria con un lenguaje transparente y exacto”.

Invitación

Me gustaría
que me oyeras la voz y yo pudiera
oír la tuya.
Sí, sí, hablo contigo
mirada silenciosa
que recorre estas líneas.
Y repruebas, tal vez, este imposible
deseo de salirse del papel y la tinta.
¿Qué nos diríamos?
No sé, pero siempre mejor
que el conversar a solas
dando vuela a las frases, a sonidos
el poner y el sacar paréntesis (y al rato
colocarlos de nuevo).
Si tu voz irrumpiera
y quebrara esta misma
línea… ¡Adelante!
Ya te esperaba. Pasa.
Vamos al fondo. Hay algunos frutales.
Ya verás. Entra.
De La pesadora de perlas (2013).
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Con más de una veintena de libros, respecto al uso del lenguaje en su poesía, y a cómo en él se esconden grandes temas filosóficos que algunos no logran ver, comenta Circe Maia:

Me defiendo con un lenguaje totalmente cotidiano, y si al final sugiero otro problema, en un par de líneas, puede ocurrir que el lector ni siquiera se dé por aludido y entonces parezca nada más que un poema doméstico, en el que hablo de la leche, del azúcar que está sobre la mesa.
Me decía una amiga: Qué bien que me apoye en mi vida como ama de casa, para exaltarla… (risas).
Si yo pudiera, y no quedara muy pretencioso, mostraría problemas filosóficos que están dados en mis poemas y que poca gente puede advertir, porque no están citados.

Al leer a Circe Maia no estamos leyendo sólo un gesto de lo cotidiano hecho palabra. Me atrevo a pensar que hay en estas “cosas” sobre las que pone, agudísima, esa mirada de mujer, una imantación que la sonsaca. Un canto de sirena que la obliga a reparar en ellas desde la poesía. Y que hay en su cabeza más connotaciones que no alcanzamos a abrazar del todo si no vamos con ella, y a su lado, de brazos cruzados, como me la imagino escudriñando la vivencia, ponemos el rostro en el ángulo perfecto, calibramos en qué ángulo lo pone ella, y vemos, ahora sí, como a quien se le ha concedido una epifanía, lo que las habita y trasciende, como lo entiende ella.

Poema IV de "La pesadora de perlas" (2013), de Circe Maia.
Poema IV de La pesadora de perlas (2013).

Ella misma es la pesadora de perlas. En varias ocasiones ha usado un poema suyo, publicado en Presencia diaria (1964) para autodefinir su trabajo.

Junto a mí

Trabajo en lo visible y lo cercano
―y no lo creas fácil―
No quisiera ir más lejos. Todo esto
que palpo y veo
junto a mí, hora a hora
es rebelde y resiste.
Para su vivo peso
demasiado livianas se me hacen las palabras.
De Presencia diaria, 1964.
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Son las palabras sus perlas… y son las “cosas”, y es ella. Agradezco al Premio Federico García Lorca el haberme develado a esta mujer.

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