Entrevista │ Marta Macías: “En voz alta mis secretos”
“Me considero una poeta multicultural, universal. Formo parte de América, nuestra América, en especial del Centro y Sur.”
Hemos trabajado durante varios meses en la preparación de la poesía selecta de Marta Macías, una edición que estuvo a su cuidado, bajo su observación y corrección constante. Fue una verdadera fuente de alegría para este editor trabajar en cercanía con la poeta, ansiando atrapar y reunir su trayectoria lírica en Raptora de luz, un volumen de más de seiscientas páginas. A sus versos se sumaron los acápites de su Bibliografía y una iconografía que registra algunos de sus momentos vitales más destacados, como recibir el Premio Vasconcelos por la obra de toda su vida (el 12 de octubre de 2023). La edición de esta poesía selecta realizada por Ediciones Deslinde, ha sido posible gracias al auspicio del Frente de Afirmación Hispanista A. C. (México) y su presidente, Fredo Arias de la Canal, estudioso y promotor incansable de las letras hispanas, pero en especial un protector permanente de poetas y obras que compiten con la pátina injusta del tiempo. La selección empieza con Sombras azules (1965), su primer cuaderno, y termina con las prosas poéticas de Pequeña historia de amor de mujer que sueña y busca poemas (2023).
Conversamos con Marta, a propósito de esta edición, para poner en blanco y negro algunas de esas intuiciones o sospechas latentes entre la lectura y la edición, entre la emoción y el rigor.
Cada libro es una experiencia de vida
¿Contenta con la oportunidad de publicar esta antología de su obra, Raptora de luz? ¿Qué ha significado la experiencia de repasar, seleccionar y cotejar su obra poética en este libro?
Sí, ha sido una alegría profunda releer mis poemas, seleccionarlos. Un buen ejercicio. También enfrentar mis dudas. En algunos instantes rechazar que se conocieran mis primeros libros de mi adolescencia, y aun un poquito antes, ¿era yo? Sí, lo era, una niña que empezaba a crear ese mundo suyo de palabras unidas a la música, la danza, que por muchos años me acompañó. La unión del arte, del color, que sería en el futuro una forma propia de acompañar el poema.
¿Algunas nostalgias en especial brotaron durante este ejercicio de decantar su destino poético?
Recuerdo mis recorridas solitarias en la hora de la siesta, en mi casa paterna, cuando el pueblo se detenía. Hablaba en voz alta mis secretos, ideas, sensaciones que iban surgiendo en mí. Y tantas preguntas sobre la existencia, la creencia en un Dios. Y el ser humano, y la confirmación de que debían los primeros libros publicarse, siento que son carne mía, vida mía.
Después vinieron los otros libros. Cada uno es una experiencia de vida y de sucesos, mi conocimiento de la palabra, la lectura en la que siempre abrevé mi sed de conocimiento. Venida a La Plata, la bohemia, los amigos, y recitar con alguien que acompañaba con la guitarra. Mi buen amigo Camilo y todos los que armábamos pequeños espectáculos, muchos aún están a mi lado, como Osvaldo, y tantos, eso es nostalgia.
Y recibida de profesional del Derecho pude aunar mi carrera con las letras. Amo el Derecho y amo el mundo de mis tejados, como lo pueden ver en Series del Ermitaño. Conocer seres de mi país y más allá, intercambiar nuestros trabajos, agradecer a tantos escritores que compartieron mis ideales. Un platense, Oscar Abel Ligaluppi, quien me ofreció que fuera su asesora literaria por diez largos años en su El Editor Interamericano, que no está con nosotros. Pasaron años y recibía la Revista Norte, las ideas del protoidioma que pugnaba Fredo Arias de la Canal por hacernos conocer su tesis. Por él amplié mi mundo con su crítica literaria psicoanalista, que comparto, y comprendí más mi obra. Todos los libros que va publicando llegan a nosotros, y por eso digo que tengo muchísimos amigos, amigas, aunque a muchos no los conozca personalmente. Estuve con Fredo, invitada en 2010, en México, y allí lo sentí como un ser hermano y solidario, un verdadero amor por la cultura por nosotros, los que divagamos muchas veces y creamos mundos imaginarios que sentimos verdaderos.
Una poeta multicultural
Dentro del dossier de opiniones críticas que cierra el libro, leemos esta valoración de Patricia Coto: “Desde su lectura deja al lector con una gran interrogante: ¿Novela o poema? Los dos estilos. Es una novela que poetiza”.
Patricia Coto es una profesora universitaria de mi ciudad, y gran colaboradora de libros que son señeros en nuestro país: La Plata, Ciudad milagro.
Conoce mi obra y este último trabajo de Pequeña historia de amor de mujer que sueña y busca poemas, que nació para ser las dos formas. Es una historia de amor. El amor necesita que dos seres se encuentren. A veces sucede que nunca se encuentran, pero yo, amante de Macedonio Fernández, un gran poeta y escritor admirado por Jorge Luis Borges, y que conocí su obra hace muchos años, quise que se encontraran. Y así, ocurrió que, al tener en mis manos el libro Museo de la Novela de la Eterna, un hecho irreal, mágico, trasladó a los personajes, Quizagenio y Dulce Espera, a la historia de amor que yo escribía. Ellos se amaban, lo suyo no podía existir, eran solo personajes en la mente del autor. Entonces los traje a mi historia. Con poesía ellos buscarían a los seres solitarios, les descubrirían el amor, tomarían su cuerpo. El libro lo hice con escenas líricas, relatos, y no les digo el final.
Es cierto lo que se señala en toda mi obra: lucha y síntesis de contrarios, entre lo prosaico y lo lírico. He sido consciente de ello, mi poesía ha sido discutida por salir de las reglas. A veces no son historias que se meten en el poema, a veces son sucesos que agregan otros elementos. No sé si es un juego. Conocí en 1994, en un viaje a Chile, a Antonio Undurraga, yo había leído sus Mareas victoriosas, y ejemplares de la revista Caballo de Fuego. Manteníamos una buena relación epistolar, muy rica para mí. Cuando fui a visitarlo era muy anciano, y más tarde, ese mismo, año falleció. Lo que recuerdo es que dijo: “Poesía convivencial, veo aproximaciones a ella”. Se refería a lo que había leído sobre mis trabajos.
También trabaja otras formas modernas y diversas de asumir el texto poético, desde lo visual, performático, incluso en no pocos audiovisuales. Háblenos sobre esa otra parte de su trabajo experimental que no cabe en simples renglones impresos.
Esa es otra faceta mía. Comenzó cuando vine a La Plata y se usaban las diapositivas. Me encanta la fotografía, como los pintores, algo que se equilibre con el poema, y que el resultado sea el goce de todo el arte.
En diapositivas conseguí a uno de los mejores fotógrafos, Luis Rodríguez Goyti, para el libro Series del Ermitaño. Había que tomar fotografías de la ciudad nocturna, poder expresar con las fotografías y mi voz la dualidad de ese personaje: el Ermitaño que vive en los tejados, y su otra parte, el Ermitaño en la ciudad, en lo cotidiano, su otra realidad. Esa noche fue inolvidable.
En los demás libros, por ejemplo, Arenas del ocaso, cada tema tiene una ópera y música. Ese libro fue un camino hacia el final, hacia el ocaso, el amor pleno, el resquebrajamiento, la ira, la amnesia de uno de ellos, el camino ritual, y están los viajes a ese lugar donde quedan los sin conciencia, las luchas del que queda, el agobio, el amor, el espanto, todo lo que pasa en un ser humano ante la finitud. Y van pasando así la música eterna de los más grandes: Mozart, Verdi, Bach, Warner, Sibelius, con cuatro dibujos de Ludovico Pérez. En otros libros agrego videos dedicados a Dalí y Gala, y así, se podrán ver en YouTube.
“Me considero una poeta multicultural, universal. Formo parte de América, nuestra América, en especial del Centro y Sur, con su cultura y sus originarios. No puedo escindirlos.”
Trabajo actualmente con un joven, Juan Sebastián Camayo, de frondosa fantasía como la mía. Así investigamos y pedimos permiso a los pintores vivos para que intervengan, ya he tratado con muchos. Hay experiencias al aire libre, donde también intervienen otros poetas o cualquiera que quiera expresarse. Así participé con el Grupo Escombros en “Sembradores de soles”, donde en una plaza se colocaban grandes redondeles amarillos de plástico que llevaban escritos poemas, hasta sembrar sobre el césped hileras de soles.
También hice con Julio Otero Mancini, gran cinematógrafo fallecido hace pocos años, dos jornadas en otra plaza, sobre mi libro La casa azul. Fue un espectáculo literario, audiovisual, fotográfico y musical donde se exhibió mi video y mi poema “La hija del viento”. Se utilizó una esfera de tres metros de diámetro, donde doce computadoras pasaban mi video en un reducto cada 15 minutos, y concurrieron más de 800 personas en las dos jornadas. Además, hubo un programa de actividades con conferencias referidas a la ecología, brindadas por profesores universitarios con distintas temáticas. Todo ello requiere grandes colaboraciones, pues la inversión es costosa. Este, como otros actos que con gran entusiasmo y amor realicé, quedan en mí, y en los seres que participaron.
Maneja referencias, lecturas diálogos con otros libros y autores, pero también hay muchas vivencias de distintas artes, música, pintura cine, la tradición japonesa de la miniaturización de los poemas y la naturaleza, reflexiones bíblicas, viajes culturales donde sobresalen ciudades como París y Londres. ¿Se considera Marta una poeta multicultural, universal, no anclada en el paisaje de la “Americanidad”?
Me considero una poeta multicultural, universal. Formo parte de América, nuestra América, en especial del Centro y Sur, con su cultura y sus originarios. No puedo escindirlos. Son parte de todo nuestro mundo y sus historias. Hay un video que se pasó en la Feria Internacional del Libro, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde hice un homenaje con Hombre atravesado por una lanza, al muralista mexicano José C. Orozco.
Las ultimas experiencias fueron “El aroma de la belleza” I y II. Aprendí a conocer la belleza de las cactáceas, las cultivé, las vi crecer y con Juan, cada día las fotografiábamos, ¿Por qué los cactus? Y ahí encontré la revelación, el ser humano se parece a los cactus. Los dejo para que investiguen. Utilicé allí haikus y tankas, amo esa poesía tan breve, tan perfecta como una fotografía. El video se puede ver también en YouTube.
Leer a Borges
El nombre de Borges aparece a veces entre sus versos. Es solo una cita cultural o le marcó de algún modo? Yo, como borgiano, siento curiosidad y quisiera recibir noticias sobre Borges de una mujer poeta que viene de Argentina. ¿Cómo ha leído a Borges, como lo leyó su generación? ¿El culto a esa especie de superstición literaria que es Borges, se mantiene?
Sí, aparece entre mis versos y en mis cuentos. También su gato Beppo (Esa fascinación que tengo desde muy niña con los gatos, esa es otra historia).
Jorge Luis Borges estaba en la biblioteca de mi casa paterna desde que tengo uso de razón. Entre tantos libros y autores, lo descubrí casi al terminar mis estudios secundarios, y nunca pude dejar de leerlo e ir descubriendo el mundo borgiano. En mi tiempo eran otros los autores de interés, sobre todo argentinos. Leíamos a los nuevos, como Roberto Arlt, Leopoldo Marechal, Ernesto Sábato, Alfonsina Storni. Descubrí a Julio Cortázar y todo el boom americano.
Sobre Borges puedo decir que entró en mí de tal forma, que lo estudiábamos con mi compañero de vida. Tengo aun en mis manos el ejemplar de Obras completas, del sello Emece Editores Buenos Aires, y repaso las marcas que hicimos de las frases que nos conmovían. En esa edición se incluyen distintos libros, a partir de Fervor de Buenos Aires (1923).
“Jorge Luis Borges estaba en la biblioteca de mi casa paterna desde que tengo uso de razón.”
Entre mis predilectos, que me cuesta elegirlos, me fascinó El Aleph (1949), la historia de sus visitas a la casa de su amiga Beatriz Viterbo, muerta en 1929, y Carlos Argentino; y esos diecinueve escalones que lo llevaron en 1941 a la oscuridad y el hallazgo del Aleph. Ese relato intenso cuando dice: “Cerré los ojos, los abrí. Entonces vi el Aleph. […] ¿Cómo transmitir a los otros el infinito Aleph?” Y su “enumeración de un conjunto infinito”. Solo quiero continuar recomendándoles, miles de veces más, a los que no lo leyeron, abrir ese libro, sin temor: “Vi en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo”.
En mi tiempo, y aún hoy, Borges es discutido por sus opiniones políticas, por sus relatos complicados, o de un pasado que muchos nunca oyeron o leyeron. Pero a pesar de ello, toda la sapiencia de sus lecturas se refleja en sus temas, y nadie niega su genialidad. En los sectores universitarios es material de estudio.
He realizado una conferencia: “Los prólogos que escribió Borges sobre sus libros”.
Ante el panorama que nos presenta el mundo
Si tuviera que sugerirle a los jóvenes de la actualidad, tan impacientes, que entre las 620 páginas de esta antología escogiesen un primer poema para iniciar el conocimiento de su obra, ¿cuál sería, y por qué?
Hoy se me ocurre, ante el panorama que nos presenta el mundo, Europa, el Medio Oriente, nuestra América, algo tan horroroso como la guerra, esa soledad a pesar de muchas ideologías, no curan eso interno del ser humano que es la soledad. Por ello, mi poema del libro Arenas del ocaso:
Himno al Sol
(Aproximación a Mascagni)
Soledadsolitariosololonely.
Arena sol madreperla.
Mar, reflujos
azulintenso verdespuma.
Olas de furia.
Corazón de Furia.
Abiertos,
listos para arrojarse
al siglo nuevo.
Desnudez.
Mi soledad es la tuya,
fáciles extensiones.
Soledadsolitariosololonely.
Desde lo quieto
sonidos de pasos, olores,
sol
nidovida.
Campanas, Campanario.
Cielo. Llanto de mar.
La pantalla dibuja mapas,
dibuja tu rostro.
Porque la existencia es un hálito,
una pausa en la eternidad.
Y soledadsolitariosololonely.
Mi desquicio es la vida derramada
cada instante,
bebida en el cáliz
de Gloria y Gracia.
Cada Ser Vendrá
milagroso y solo
desde los Caminos del Sol.
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