Poesía estadounidense │Tres poemas de Emily Dickinson

Emily Dickinson dejó una profunda huella tanto en otros poetas como en los lectores, y es un referente obligado en la literatura escrita por mujeres.

Pequeñez

Es cosa tan pequeña nuestro llanto;
son tan pequeña cosa los suspiros…
Sin embargo, por cosas tan pequeñas
ustedes y nosotras nos morirnos.

____________

La sortija

En mi dedo tenía una sortija.
La brisa entre los árboles erraba.
El día estaba azul, cálido y bello.
Y me dormí sobre la hierba fina.

Al despertar miré sobresaltada
mi mano pura entre la tarde clara.
La sortija en mi dedo ya no estaba.
Cuanto poseo ahora en este mundo
es un recuerdo de color dorado.

____________

Si puedo evitar…

Si puedo evitar que un corazón se rompa
no habré vivido en vano.
Si puedo aliviar una vida de dolor
o entibiar una pena
o ayudar a un petirrojo caído
devolviéndolo a su nido
no habré vivido en vano.

____________

Considerada una excéntrica por sus vecinos, Emily Dickinson nunca se casó y se negó sistemáticamente a publicar. En sus últimos años vivió recluida en casa por voluntad propia y no recibía a quienes la visitaban. Tras su muerte, su hermana encontró en su habitación varios volúmenes encuadernados a mano con más de 800 poemas, todos inéditos. Desde entonces, su obra fue publicándose poco a poco y Emily se convirtió en una autora de fama universal.

La poesía de Emily Dickinson ha dejado una profunda huella tanto en otros poetas como en los lectores de todo el mundo, y es hoy un referente obligado en la literatura escrita por mujeres. Se ilustran estos poemas con un fragmento de la obra Joven sentada de espaldas (1901), de la pintora belga Louise de Hem.

Nacida en Ypres, en 1866, de Hem comenzó a estudiar pintura con su cuñado, pues en aquella época las academias de arte no admitían mujeres. En 1885 expuso su primera obra y dos años más tarde se mudó a París, donde continuó su formación. En 1890 se la incluyó en la Exposición de Mujeres de Londres. Luego, en 1893, participó en la exhibición del “Edificio de las Mujeres” de la Feria Mundial de Chicago. Y en 1904, siendo ya una retratista de prestigio, ganó la medalla de oro en el Salón de París. Desde entonces expuso con frecuencia en la Sociedad de Artistas Franceses. Louise de Hem fue miembro del Club de Arte Internacional de Mujeres, desde donde abogó por la igualdad de derechos para ambos sexos. Parte de su obra se conserva en el Museo de Ypres.