La Madre de Aguas de La Turbina
La Madre de Aguas de La Turbina ha sido objeto de controversia y debate. Algunos argumentan que es una ilusión óptica causada por un tronco de palma que flota en el agua. Otros creen firmemente en su existencia, y la consideran una figura mitológica poderosa.
Para Maikel José Rodríguez Calviño.
"(...) las investigaciones folklóricas (...) aclaran zonas de nuestro vivir que guardan profundas y soterradas relaciones con la poesía".
José Lezama Lima
I
Una gran serpiente mágica vive en La Turbina.[1]
La Turbina es una laguna artificial situada al norte de la ciudad de Ciego de Ávila, en la región central de Cuba, a 450 kilómetros aproximadamente de La Habana.[2]
Se dice que La Turbina surgió a principios del siglo XX cuando, de la cantera utilizada para la extracción de diorita desde la segunda mitad del siglo XIX, comenzaron a brotar manantiales poderosos, quedando convertida la gran oquedad, en el transcurso de pocas horas, en una laguna cuyo eje mayor alcanza varios centenares de metros de longitud. Es posible que por aquellos tiempos Madre de Aguas, que es así como en la mitología cubana se le conoce a la serpiente gigantesca,[3] decidió hacer de la laguna su habitáculo, y desde entonces allí vive, al parecer muy contenta, junto a los espíritus de los ahogados y a Yemayá[4] y Olokun, orishas de la Regla de Ocha-Ifá.[5]
"La Madre de Aguas de la laguna avileña se mantuvo siendo, según se cuenta, asesina de los hombres que sin temeridad alguna se han aventurado a bañarse en sus aguas."
Samuel Feijóo, en su Mitología cubana,[6] incluye un testimonio apuntado en las primeras décadas del pasado siglo en relación a la Madre de Aguas de La Turbina, y en el cual se le atribuye el carácter de asesina. De modo que la gran serpiente apareció en la página impresa por primera vez en un clásico de la literatura cubana, y lo hizo junto a otras de su género cuyas residencias se extienden a lo largo y ancho de la Isla, siendo la no menos legendaria Madre de Aguas de Violeta la única que en las páginas de ese fabuloso libro tiene su hogar en los predios de la provincia de Ciego de Ávila. El testimonio recogido por Feijóo en torno a la Madre de Aguas de La Turbina dice:
De tal forma, resulta muy interesante constatar cómo desde los primeros tiempos de existencia de La Turbina como laguna, los frecuentes ahogamientos fueron atribuidos, en parte, a la labor criminal de la gran serpiente, lo cual presupone que ya por aquel entonces la fabulosa criatura había sido avistada, al menos en los mares de la imaginación popular, si tenemos en consideración la imposibilidad de contar con el testimonio de sus víctimas.
Así, mientras otras Madres de Aguas en Cuba mostraban peculiaridades y temperamentos disímiles, como devoradoras de caballos, ranas, vegetales, terneros y reses, cantoras como gallos, con voces de violines, con montura y al servicio de santeros, como hongo y sirena y con cuernos de torete, inmunes a las balas e invencibles, agresivas, habladoras y pacíficas, buscadoras del mar en ocasiones, la Madre de Aguas de la laguna avileña se mantuvo siendo, según se cuenta, asesina de los hombres que sin temeridad alguna se han aventurado a bañarse en sus aguas.
De ser así, habría que preguntarse entonces, tras la búsqueda de una explicación plausible de ese comportamiento del reptil, si no se trata de un extraordinario sentido de pertenencia y sobre todo de territorialidad. Tal vez Madre de Aguas no quiere a ningún intruso dentro de su vivienda, y asume la presencia humana como un peligro latente o una imperdonable intromisión.
La lectura detallada tanto del libro de Samuel Feijóo como del Catauro de seres míticos y legendarios en Cuba,[8] de los investigadores Gerardo Chávez Espínola y Manuel Rivero Glean, permite ofrecer un resumen de las peculiaridades más distintivas de las Madres de Aguas cubanas.[9] Ellas son serpientes mágicas y poderosas que viven por los charcos, lagunas y ríos, y que pueden llegar a ser tan grandes como una palma. Como figura mitológica tienen un carácter amerindio.[10]
Donde ellas viven siempre hay agua y es esa su principal virtud. De irse a vivir a otro lugar, el río o laguna donde vivía se seca. Son inmortales y quien logre matar una al poco tiempo muere. Quien logre verla se hallará afiebrado y no es considerada ni sirena ni diosa, sino un enorme majá bienhechor de quien los jóvenes cubanos ya no hablan, y muchos ni siquiera la conocen. Aunque es una figura mitológica femenina, y se le llama madre, muchos se refieren a ella como un majá macho, quizá como resultado de la enorme carga machista imperante en nuestra sociedad patriarcal.
Otra de las apariciones de nuestra Madre de Aguas en la literatura escrita tuvo lugar en el volumen El que de miedo se muere, de los investigadores avileños José Gabriel Quintas y Manuel Toledo Alejo, quienes aseguran:
Hablando de La Turbina y sus misterios con un prestigioso santero de nuestra ciudad, le escuché decir: “Esa laguna es una virtud que Olofi decidió poner en ese lugar y lo hizo porque la necesitábamos para algo. Y si a esa virtud le puso otra dentro como la Madre de Aguas, por algo habrá sido también”. Y Julio César Roche, oriaté avileño hijo legítimo de Aggayú Solá afirma: “Las Madres de Aguas son majás que cuando se ponen viejos les da por meterse a vivir en el agua y se adaptan enseguida a vivir en las lagunas y se ponen muy grandes”.
II
Existen otras Madres de Aguas en Ciego de Ávila, pendientes a una indagación más minuciosa. Indiscutiblemente la de La Turbina es la que mayor atención ha recibido en las páginas de la literatura. Una que ha pasado bastante inadvertida es la que se dice habitaba (¿habitará aún?) en el arroyo Manchaca, al este de la ciudad que le da nombre a la provincia.
En relación con la Madre de Aguas Guarda Biajacas, otra célebre de los predios avileños y referenciada por Feijóo en su Mitología..., sabemos, por el propio investigador, que:
En su Historia de la cultura del municipio de Florencia, el investigador Rolando Martínez Martínez hace constar que en su territorio se escuchaba decir que: “Cuando se iniciaron los movimientos de tierras para la construcción de la presa de Florencia, por la zona de La Curva, mucha gente vieron un rastro como el dejado por una palma que es arrastrada. Esa visión se repitió muchas veces y se pensaba que fuera una madre de agua que habitaba en el río de por allí”.[13]
Recientemente, mientras exploraba el poblado avileño de Guayacanes y sus alrededores próximos, Félix Venegas, campesino de más de setenta años y antiguo morador de la zona, gran apasionado de la historia y la cultura de su terruño, me refirió algunas historias que narran la presencia de Madres de Aguas por aquellos lares pertenecientes al municipio de Majagua.
No es necesario detenernos demasiado en lo que se cuenta o asegura en relación a cada una de estas Madres de Aguas avileñas para percatarnos inmediatamente que la de La Turbina ostenta características peculiares que la distinguen.[14] Ella es la única que vive en una aguada de carácter artificial, y aunque la de Violeta haya tratado de ahogar a un muchacho que accidentalmente cayó en sus dominios, a la de La Turbina es a la que se le atribuyen varias muertes, y es quizá tan solo de ella de quien pueda escucharse hablar de vez en cuando en esta región de Cuba.
"Donde ellas viven siempre hay agua y es esa su principal virtud. De irse a vivir a otro lugar, el río o laguna donde vivía se seca. Son inmortales y quien logre matar una al poco tiempo muere".
Esto podría explicarse, en primer lugar, por la estrecha relación que han mantenido con ella, a lo largo del tiempo, algunos oficiantes de la Regla de Ocha y del Palo Monte establecidos en la Ciudad de Los Portales, y que siguen de alguna forma la tradición iniciada por la extraordinaria María de la Paz, primera gran oficiante de una religión afrocubana establecida en nuestra comarca y quien ostenta, entre otros méritos, el de haber sido la primera en rendirle culto y atención a la Madre de Aguas de La Turbina.
III
Como los mitos no necesariamente surgen de forma exclusiva de la imaginación, a lo largo del tiempo han tenido lugar algunos avistamientos de la Madre de Aguas de La Turbina. De todos los que he llegado a conocer, el más impresionante es el que relaciona a la mítica criatura con la famosa y también mítica santera María de la Paz, que tuvo su casa en el barrio de La Turbina, a corta distancia de la laguna artificial y a quienes muchos consideran la mujer que trajo el santo a Ciego de Ávila.[15] Aún se recuerda con gran fuerza emotiva la ceremonia que año tras año María de La Paz le ofrecía a Madre de Aguas y a Olokun.
La santera sostuvo una comunión muy fuerte y hermosa con Madre de Aguas, quien llegó a convertirse para esta excepcional mujer en una prenda o fundamento más de cuantos poseyó. Gozaba del privilegio de su amistad y fue su permanente protegida. Para demostrar lo anterior, basta recordar que las únicas veces que Madre de Aguas salió de su refugio en las aguas de La Turbina fue para visitar a María de La Paz en su propia casa, lo cual se dice hacía siempre en horas de la madrugada después de terminada la ceremonia religiosa, para manifestar agradecimiento. No se conoce que Madre de Aguas visitase otra de las casas de aquel barrio.
Ya retirados los tambores y dada por concluida la celebración, el gran majá salía de las profundidades de La Turbina y cruzaba la línea del ferrocarril, rumbo a la casa de la santera. Madre de Aguas escogía también la madrugada como el mejor momento para hacerle la visita a la santera, para que nadie la pudiese ver, aunque una excepción hubo, según se cuenta, y en esa oportunidad pudo ser avistada, fuera de su escondite, por un gran número de vecinos del barrio.
Según el respetable criterio de Idelisa, gran santera que vive en el barrio de La Turbina y conoció a María de la Paz: “Era en el puentecito viejo de La Turbina, que ya no existe, donde María de la Paz le daba de comer a Madre de Aguas. La ñoca venía a ese lugar cada vez que se hacía la ceremonia, año tras año, a recibir su comida”. Y otra gran santera del mismo barrio, la muy respetada Catalina (Ocholoniwá) me aseguró: “La Madre de Aguas aún vive”.
La hermosa y especial relación que mantuvieron siempre Madre de Aguas y María de la Paz es otro de los grandes misterios que envuelven a la ciudad de Ciego de Ávila y pudiera explicarse, entre otras muchas razones, por haber sido la santera la primera persona en dedicarle ofrendas y toques de tambor. En correspondencia con las historias de la tradición oral no resultaría una exageración decir que hubo una domesticación recíproca, dándole aquí al sustantivo domesticación todas las connotaciones que esa palabra tiene en El principito, el famoso libro de Antoine de Saint-Exupéry.
Por otro lado, es muy probable que María de La Paz conociese algunos de los secretos de Madre de Aguas, los cuales, unidos a las enseñanzas de sus ancestros africanos, le permitieron, en la liturgia santera, un acercamiento único y privilegiado con la serpiente poderosa cuya existencia en las aguas de La Turbina hubo de descubrir desde los primeros días de su llegada a la ciudad de Ciego de Ávila, procedente de Jovellanos.
Tales secretos, María de la Paz se los llevó con ella al mundo de los espíritus, y no hemos de mostrar ningún extrañamiento, pues bien se sabe que los ararás son muy reservados y celosos de todo cuanto envuelve a sus universos espirituales, así como de la gracia y la buenaventura que por tradición les ha sido dada desde siglos. Pero no solo Madre de Aguas se le aparecía a la santera, sino que lo ha hecho también, aunque de una forma diferente en sus esencias y circunstancias, a algunos de los vecinos del viejo barrio de La Turbina.
Pasemos entonces a ofrecer un muestrario o colección de estos otros avistamientos.
Dice una señora de 72 años:
Aquí cabe hacernos entonces la pregunta; ¿la Madre de Aguas avileña solo se ha dejado ver por mujeres, o preferentemente por mujeres? De ser esto así tendría, como todo en el mundo, una explicación. La más plausible que se me ocurre, teniendo en cuenta que las presuntas víctimas de la serpiente han sido siempre hombres, es que Madre de Aguas, identificada a plenitud con la feminidad, establece una armónica comunión con cualquier otro espíritu femenino que se aproxime a su morada.
“Se dice que Madre de Aguas es una piedra de Palo Monte, y es por eso que casi nadie la puede ver, sino solamente los paleros y algunas personas que tienen una gracia espiritual muy especial”.
Otra señora, de 81 años, con gran lucidez asegura:
Otro testimonio señala:
Dice otra testimoniante:
Es criterio de algunos que a Madre de Aguas no le gusta dejarse ver con frecuencia, y que, además, no son tampoco todas las personas quienes pueden verla, sino solo unos privilegiados, y esto quizás explique la razón por la que no son abundantes los avistamientos. “Madre de Aguas es una piedra de Palo Monte, y es por eso que casi nadie la puede ver, sino solamente los paleros y algunas personas que tienen una gracia espiritual muy especial”, nos dice una apasionada estudiosa de la mitología regional.
Cuentan algunos vecinos del barrio de La Turbina que, durante las obras con vistas a la habilitación del lago y sus alrededores como Parque de la Ciudad, unos buzos exploraron los fondos del depósito de agua para conocer con precisión los diferentes niveles de profundidad y poder ubicar el restaurante flotante. Las mediciones marcaron lugares de hasta más de cuatro metros de calado.
"A la Madre de Aguas de la Turbina no le han faltado detractores que niegan su existencia, al igual que otras personas (...) que la defienden con pasión y aseguran que siempre ha vivido allí, desde los tiempos del surgimiento del lago."
Mientras se hacían las exploraciones, uno de los buzos salió del agua a toda velocidad, aterrorizado porque, según sus propias palabras, muy bien recordadas por sus compañeros de trabajo y algunos vecinos del barrio de La Turbina que observaban las obras “sintió que algo muy grande le pasó por detrás”. El buzo no llegó nunca a ver qué era aquella cosa grande que le había pasado nadando tan cerca a sus espaldas, sin embargo está muy seguro de que se trataba de un animal de gran tamaño y muy peligroso, y que su proximidad causa terror. Tal parece que nuestra Madre de Aguas, al sentir la presencia de intrusos en su territorio, decidió darles un buen susto para que no trastornaran la tranquilidad y la paz de su morada.
IV
Como suele ocurrir cuando de una figura mitológica se trata, a la Madre de Aguas de la Turbina no le han faltado detractores que niegan su existencia, al igual que otras personas (casi siempre oficiantes de alguna de las religiones cubanas de origen africano) que la defienden con pasión al tiempo que aseguran que siempre ha vivido allí, desde los tiempos del surgimiento del lago, y que todavía allí está, aunque ya es una ñoca muy vieja y es por eso que tiene dos tarritos.
Al respecto, una de las versiones que más he escuchado es la que dice que el mito de esta criatura se debe a una error de interpretación o ilusión óptica, pues hace años hubo en las aguas de nuestra laguna artificial el tronco de una palma derribada que flotaba de un lado a otro a la deriva, y que a ratos permanecía hundido, y de vez en cuando emergía a la superficie. ¿Y cómo era posible que no permaneciese el tronco flotando todo el tiempo?
Los detractores de Madre de Aguas sostienen que de los manantiales que existen en abundancia en el fondo de la laguna brotan continuamente muchas burbujas de aire, y que ese oxígeno se colaba en el tronco hueco de la palma una vez que esta se encontraba en el fondo, ocasionando que de repente subiera a la superficie con gran rapidez.
En ese momento, quien estuviera en la Turbina y viese a lo lejos emerger la palma pudo haberla confundido, en su imaginación, con una serpiente de gran tamaño. Sin embargo, esta tesis tiene un talón de Aquiles y es el siguiente: ¿alguien podría explicar por qué razón la palma descendía al fondo de la laguna y no permanecía todo el tiempo flotando? Téngase en cuenta, además, que por muy lejos de la orilla que se encontrase la presunta palma y por muy mala visión que tuviese la persona que la confundió con una serpiente, un tronco de palma a plena luz del sol es algo muy difícil de no poder identificarse, y se presta, a mi entender, bastante poco para la confusión.
"Madre de Aguas es uno de los grandes misterios de nuestra área geográfica. Acaso uno de los primeros que brotaron de este lado del mundo."
De entre los que apoyan la existencia de la Madre de Aguas, hay algunos que afirman que ya nadie la volverá a ver, bien porque murió (aunque se asegura que puede vivir muchísimos años y hasta se dice que no mueren nunca), bien porque abandonó La Turbina y se fue a vivir a otra aguada distante. Esto último resulta muy poco probable, pues en tal caso La Turbina se hubiese quedado seca con inmediatez.
Sin embargo, los oficiantes de la Ocha y numerosos espectadores que acuden cada año a la ceremonia que la Asociación Yoruba de Cuba realiza en La Turbina para continuar la tradición iniciada por María de la Paz hace décadas, donde con toques de tambor se le ofrece su fiesta y su comida a Madre de Aguas, han sido testigos, después de haber sido arrojadas las ofrendas a la laguna consistentes en frutas, dulces, huevos y otros alimentos, de la aparición en la superficie de unos grandes círculos concéntricos que tienen la peculiaridad de brotar desde el fondo y no como consecuencia de que alguien haya lanzado al agua alguna piedra u otro objeto.
Para estas personas, entre las cuales me incluyo, las burbujas que brotan repentinamente desde el fondo y que forman grandes círculos concéntricos, justo en el lugar donde fueron lanzadas las ofrendas, se deben a la presencia oculta en el fondo de Madre de Aguas, que desde allá abajo se mueve como bailando, satisfecha por la comida que se le ofreció y por el tambor que se toca por y para ella. Si esto es así, nuestra Madre de Aguas ha mandado su mensaje de que está “vivita y coleando” y que aún puede uno llegarse hasta la Turbina, llamarla y pedir su intercesión ante cualquier dificultad.
V
Atreverse a establecer apreciaciones definitivas en torno a una cuestión mitológica no resulta ni convencional ni inteligente. Madre de Aguas es uno de los grandes misterios de nuestra área geográfica. Acaso uno de los primeros que brotaron de este lado del mundo, si tenemos en consideración la raíz amerindia que acompaña en su esencia más pura a este mito. Lo verdaderamente valioso e importante, más allá de encontrar una respuesta capaz de decodificar el misterio, es contar con el misterio mismo. Y que el misterio permanezca intacto, única forma de no perder nunca la enorme carga de poesía y seducción que, como mágicos ingredientes, contribuyen a aumentar el catauro de lo real maravilloso de Nuestra América.
Tomado del conjunto de investigaciones antropológicas La caldera del brujo de Pedro Evelio Linares (Ediciones Deslinde, 2023).
[1] Con este artículo el autor ganó el Premio Especial de la revista Videncia de Ciego de Ávila correspondiente al año 2018, el cual se otorga a la investigación que mejor aborde un tema relacionado estrechamente con la cultura avileña. El jurado estuvo conformado por Lina de Feria en condición de presidenta, así como por la poeta y ensayista Ileana Álvarez y la filóloga y Máster en Cultura Latinoamericana Carmen Rosa Castellón.
[2] También se conoce, en la ciudad de Ciego de Ávila, como La Turbina, al barrio que se extiende a lo largo de la línea del ferrocarril de Júcaro a Morón y que pasa muy próximo a la costanera este de la laguna. De hecho, el barrio toma esta designación popular de la laguna artificial homónima. A ese barrio también se le llama La Zona, aunque lo más usual es que se le llame La Turbina.
[3] En la Regla Conga de Palo Monte, de origen bantú, a la orisha Yemayá se le dice también Madre de Aguas, sin guardar relación alguna con la serpiente.
[4] En una ocasión fue visualizada en La Turbina, sobre las aguas, al centro del lago artificial, una gran imagen de la Virgen de Regla, según nos cuenta una prestigiosa santera, hija de Ochún (la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba, según el sincretismo religioso) que tiene su casa a pocos pasos de la laguna: «Había mucha gente del barrio en las orillas de La Turbina, y enseguida fuimos para allá. Lo que pasaba era que en medio de La Turbina apareció por un rato, con gran claridad, la imagen de la Virgen de Regla.
Aunque Yemayá es orisha de las aguas saladas y ejerce su dominio en el mar, también puede encontrársele en depósitos de aguas dulces como nuestra laguna artificial. No nos olvidemos que en África, además de orisha del mar, Yemayá lo es también del río del mismo nombre que cruza por Nigeria, y en Cuba es famosa para la religiosidad popular a Laguna de San Joaquín de Ibáñez, de la cual nos habla Lydia Cabrera tanto en su clásico El monte como en otra de sus obras capitales, lugar donde al entonar sus cantos a Yemayá, las santeras de antaño caían de inmediato poseídas por la diosa.
[5] Asimismo las piedras de diorita que se encuentran en abundancia en La Turbina, máxime cuando fuera en el pasado una cantera destinada a la extracción de ese material, han sido y siguen siendo utilizadas por oficiantes de la Regla de Ocha en la ciudad de Los Portales, fundamentalmente para asentar en ellas a Elegguás y Echús guardieros de las casas, o como parte de los tronos del orisha que abre y cierra los caminos de la desgracia y la felicidad. Pongamos en relación al particular algunos ejemplos: frente a la casa de Catalina (Ocholoniwá), una de las santeras de mayor trayectoria de cuantas residen en la ciudad de Ciego de Ávila y habitante del barrio de La Turbina, hay un gran bloque de roca diorita frente al portal, junto al borde del mismo.
Otra piedra de diorita la encontramos junto a la puerta, por la parte exterior, de la casa de una de santera de mayor prestigio, también vecina del mismo barrio, al igual que una cadena de hierro que se extiende de lado a lado del piso del umbral de la puerta de su ilé osha, con la intención de impedir que nada malo entre a la misma. En otra de las ilé osha conocidas de la ciudad, hemos visto otra de estas piedras formando parte del altar donde se encuentra el fundamento de Elegguá, constituyendo uno de sus atributos más destacados. En este último caso, el fragmento pétreo acompaña, aunque fuera de la freidera de barro de Elegguá, a la otá o piedra sagrada que se encuentra dentro de la cazuela donde se asienta la divinidad.
[6] Samuel Feijoó: Mitología cubana, Ed. Letras Cubanas, La Habana, 2003.
[7] El texto de Samuel Feijóo prosigue: «También decían que el agua depositada en ella tenía temperaturas distintas a ciertos pies de profundidad, causando repentinos calambres. Lo que sí puede que sea aceptable es que como allí había una cantera de los ferrocarriles desde la dominación española, quedó un hoyo muy ancho y trataron de rellenarlo con cachivaches y hasta con vagones de ferrocarriles desechados, no percatándose de una serie de manantiales que allí salían los cuales con el tiempo anegaron los hierros salientes, y puede ser que esos obstáculos hacían que cuando el bañista tropezaba con ellos se les acalambraran los pies». Mitología Cubana, Ed. Letras Cubanas, La Habana, 2003, p. 157.
[8] Gerardo Chávez Espínola y Manuel Rivero Glean: Catauro de seres míticos y legendarios en Cuba, Centro de Promoción y Desarrollo de la Cultura Juan Marinello, La Habana, p. 337, 2005.
[9] Apúntese que el mito de la Madre de Aguas no es patrimonio exclusivo de Cuba, pues constituye un mito destacado en países de Suramérica como Colombia y Brasil. Al establecer un estudio comparativo del comportamiento de este mito en Cuba en relación al de los países suramericanos, se encontrarán no pocos denominadores comunes y, como es de esperar, una serie de peculiaridades distintivas. Igualmente ocurre si nos lanzamos a la aventura de comparar la Madre de Aguas de La Turbina con las demás de su clase en otras regiones de nuestro país.
[10] En África también existe el mito de la Madre de Aguas. Aunque el mito de la Madre de Aguas africana no guarda relación alguna con su homónima amerindia, no ha de descartarse a la hora de estudiar el comportamiento de este mito en Cuba, la huella africana que lo enriquece.
[11] José Gabriel Quintas y Manuel Toledo Alejo: El que de miedo se muere, Ediciones Ávila, Ciego de Ávila, pp. 22 y 23, 2008. Aún Madre de Aguas espera por su monumento. De levantarse algún día, el lugar más idóneo para su emplazamiento, según el criterio del autor, sería la propia laguna artificial. De acuerdo estoy con José Gabriel Quintas y Manuel Toledo Alejo cuando niegan en su libro el carácter asesino de nuestra Madre de Aguas y aseguran que los ahogados se deben, por tanto, a la temeridad e imprudencia de los bañistas.
Hemos de insistir en que es muy difícil, casi imposible, atrapar a una Madre de Aguas, y quienes excepcionalmente lo logran no viven mucho tiempo para contarlo. Los naturalistas consideran que, de existir, sería la mayor de las boas cubanas. Y son las hembras, en numerosas especies de reptiles, las que alcanzan una mayor talla y agresividad.
[12] A su vez, Samuel Feijóo toma la referencia de esta Madre de Aguas, tal como deja anotado en su libro, de la investigadora Magaly Landa, quien entrevistó en Violeta (nombre del batey del central azucarero del mismo nombre perteneciente por aquel entonces a la antigua provincia de Camagüey y en la actualidad perteneciente al poblado cabecera del municipio avileño de Primero de Enero) a una campesina de cuarenta años, mulata, que no quiso identificarse. En el momento de realizar la entrevista a la campesina que hubo de aportar la información sobre esta Madre de Aguas, la investigadora ostentaba el título de bachiller y tenía treinta años de edad. Samuel Feijoó: Mitología Cubana, Ed. Letras Cubanas, La Habana, 2003, p. 166.
[13] Rolando Martínez Martínez: "Historia de la cultura del municipio de Florencia", Material mecanografiado e inédito, de 1997, que se atesora en la Sala de Fondos Raros y Valiosos de la Biblioteca Provincial Roberto Rivas Fraga, de Ciego de Ávila.
[14] En su libro La fiesta del tocororo (Eds. La Memoria, Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, La Habana, 2010), René Batista Moreno ofrece numerosos testimonios de la presunta existencia de Madre de Aguas en otras aguadas del país. Una vez leído el volumen (donde no solo aparece Madre de Aguas, sino una fascinante y fascinadora multiplicidad de seres mitológicos cubanos) se arriba al convencimiento (tal como ocurre tras la lectura de la clásica Mitología Cubana, de Samuel Feijóo) de que las Madres de Aguas ostentan, amén de sus comunes denominadores, una fabulosa diversidad. Dígase entonces que, entre las Madres de Aguas cubanas de las que se tiene conocimiento gracias a la literatura escrita, todas siempre peculiares y diversas, la Madre de Aguas de La Turbina, por sus características poco comunes dentro del gran grupo, logra distinguirse con inmediatez.
[15] Para un mayor conocimiento en torno a María de la Paz, consúltese, de mi autoría: «María de La Paz. La mujer que trajo el santo a Ciego de Ávila», en este propio libro.
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