Las protestas en Gibara y el vano intento de ocultar su carácter político
Gibara se lanzó a la calle para exigir no solo el restablecimiento del fluido eléctrico, sino el más elemental derecho a una vida digna.

Tras el nuevo colapso del Sistema Eléctrico Nacional el día 10 de septiembre, y en medio de una situación que ya era crítica, con apagones de 20 horas diarias o más en casi todo el país, la población de Gibara se lanzó a las calles en la noche del sábado 13, para exigir el restablecimiento del fluido eléctrico y rechazar la gestión del gobierno. Las imágenes de las protestas se hicieron virales en redes sociales: los manifestantes marcharon hacia la sede municipal del PCC, coreando consignas contra Díaz-Canel al tiempo que exigían el más elemental derecho a una vida digna.
El medio estatal Gibaravisión reconoció en sus redes sociales la protesta ciudadana, si bien la presentó como una simple inconformidad con la situación energética en el país, asegurando que quienes salieron a las calles eran “gente noble, valerosa y revolucionaria, con la suficiente capacidad para no dejarse arrastrar por incitadores y falsos perfiles en Facebook o en otra red social”.
Se trata de una narrativa que se ha vuelto tan habitual en el discurso del gobierno cubano como habituales son ya las manifestaciones en las calles del país: un vano intento de ocultar el carácter no solo económico, sino esencialmente político de las protestas que se vienen sucediendo con regularidad desde el 11J y a pesar de la represión. Los propios vídeos de la manifestación en Gibara muestran a agentes de la policía intentando disolver por la fuerza la manifestación mientras las personas los rodean gritando “Al pueblo, no”.
Medios independientes y algunos habitantes del municipio holguinero denuncian por su parte, incluso a través de comentarios en las propia redes de Gibaravisión, que desde la mañana del día 14 la policía y la Seguridad del Estado habían comenzado a detener a algunos manifestantes.

Una situación insostenible
Con carencias que van desde los alimentos y la medicina hasta el agua, prolongados cortes eléctricos diarios, y una inflación galopante que diluye el poder adquisitivo de los salarios, Cuba vive la crisis más profunda de su historia, en medio del éxodo masivo y la escandalosa corrupción de las altas esferas del gobierno.
La insensibilidad de la autoridades hacia los sectores más vulnerables, la incapacidad para cambiar el curso de la política y dar solución a los problemas, y el deseo de mantener el control a toda costa, han generado una situación insostenible donde el pueblo se debate entre la miseria, la falta de derechos, el miedo a la persecución policial y la certeza de que para salir de ese atolladero será necesario un cambio radical, un cambio que solo el propio pueblo puede provocar.
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