"Empoderadas": historias contadas por mujeres negras brasileñas

“Nuestra ausencia en la industria no era artística sino política”, afirman las creadoras del laboratorio audiovisual "Empoderadas" que busca visibilizar narrativas afrocentradas.

Empoderadas: Jacqueline Souza, Aida Bueno Sarduy, Renata Martins y Barbara Trugillo.
De izquierda a derecha: Jacqueline Souza, Aida Bueno Sarduy, Renata Martins y Barbara Trugillo. Foto: Ibirí Filmes

“Empoderadas: mujeres negras y sus narrativas insurgentes en el audiovisual brasileño”, estuvo en Madrid durante los días 23 y 24 de septiembre bajo la conducción de la antropóloga y documentalista Aida Bueno Sarduy. 

En Casa de América, la guionista y consultora Jacqueline Souza impartió una clase magistral, y se conversó con la directora y guionista Renata Martins, y la superintendente de Desarrollo de Mercado y Articulación Sectorial y gestora cultural de Sao Paolo Cine, Barbara Trugillo.

El segundo momento de intercambio con las creadoras del laboratorio audiovisual Empoderadas, ocurrió en la sala Plató, de la Cineteca, con el apoyo de la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA). Se proyectaron, además, dos cortos de ficción y dos cortos documentales que exploran el universo brasileño con una perspectiva afrocentrada.  

La clase magistral 

La clase magistral de Jacqueline Souza, “Elementos de escritura de guión para narrativas emergentes”, fue el pretexto para que una treintena de personas se reunieran en Casa de América, no solo a escuchar lo que tendría que decir la guionista, sino para conocer el laboratorio creativo que es Empoderadas. Una iniciativa que lleva en acción diez años y que la reconocida guionista ve completamente ligada a su trabajo audiovisual. 

Souza en su clase magistral propone nuevas formas de contar las vidas de las personas negras e indígenas. Aún cuando ella ha sido guionista de series para Netflix como Boca a Boca; ejecutiva creativa en Amazon Studios, y  autora-guionista en Rede Globo, reconoce y denuncia que la posibilidad de que las mujeres negras puedan contar sus propias historias en el cine, son aún muy pocas. 

Por eso, tanto para Souza como para Renata Martins, ambas fundadoras del laboratorio Empoderadas, es importante que se reconozca que la ausencia de las mujeres negras en el cine “es una cuestión política”, y eso no se circunscribe solo al contexto brasileño. 

La documentalista cubana Aida Bueno Sarduy se sintió identificada con el quehacer de estas mujeres justo porque la segregación de mujeres negras creadoras es un fenómeno que trasciende las fronteras. 

La clase magistral de Jacqueline Souza no solo se centró en compartir herramientas como guionista sino que compartió datos que demuestran que los esfuerzos de Empoderadas no son un gesto sino una realidad. 

Según Souza “hasta el 2012 no había ningún largometraje dirigido por mujeres negras”, en una población que ostenta el 56% de personas negras. El laboratorio que han creado estas cineastas ha servido para cohesionar las esfuerzos de las que ya iban haciendo algunas de manera dispersa, sin apoyo de ningún tipo y para incentivar la necesidad de contar historias desde la periferia a la que han sido sometidas las narrativas de mujeres negras e indígenas.  

Souza agrega: “Siempre estuvimos haciendo arte pero el acceso a este dinero nos había sido negado. Cuando las obras llegan al gran público son cuestionadas en el sentido de quitar el valor artístico de ese trabajo. A veces  somos llamadas para realizar un trabajo y nos damos cuenta que es como si nuestra presencia fuera para significar esa cuota que la persona que contrata exige y eso es una incapacidad de la blaquitud de no reconocer el valor artístico de nuestro cine”.  

La presencia de Aida Bueno Sarduy ha sido definitoria en muchos aspectos. Ambas fundadoras de Empoderadas lo reconocen. 

El encuentro entre estas cineastas estuvo marcado por la edición en portugués del libro Empoderadas, narrativas (in)contidas do audiovisual brasileñoque Aida Bueno descubrió en Brasil. “Me reconocí como mujer y como cineasta”, apunta la investigadora, y de ahí se comenzaron a definir otros caminos que llevaron hasta la creación de una Residencia Internacional bajo el auspicio de la Fundación Paradiso y la traducción al castellano del libro que ha conectado el quehacer de estas mujeres. 

De izquierda a derecha: Aida Bueno Sarduy, Renata Martins y Jacqueline Souza en la Cineteca de Madrid. Foto tomada del IG Cima Mujer.
De izquierda a derecha: Aida Bueno Sarduy, Renata Martins y Jacqueline Souza en la Cineteca de Madrid. Foto tomada del IG Cima Mujer.

Cine en la sala Plató 

La muestra que se proyectó en la sala Plató de la Cineteca fue solo una pincelada de lo que han impulsado Jacqueline Souza y Renata Martins entre otras cineastas negras brasileñas con Empoderadas. Una fotografía exquisita, un tratamiento de la luz y el sonido que proponen subtextos además de la narración que se ve en primer plano. 

En Sin Alas (2019), Renata Martins, su directora, se inspira en Rodrigo, un niño de 14 años que salió a comprar pan un domingo y nunca más regresó a su casa tras ser baleado en plena calle por la policía. 

“Los datos de las niños y jóvenes negros baleados en las calles han alcanzado cifras absurdas”, comenta la cineasta, “el cine es mi oportunidad de hacer soñar a los jóvenes negros que en la vida real no pueden vivir”. 

La UNICEF ha denunciado que entre 2021 y 2023, al menos 15.101 niños, niñas y adolescentes habían sido víctimas de muerte violenta; de ellos, el 82,9% eran negros. Solo en 2023, 900 niños, niñas y adolescentes habían perdido la vida a manos de la policía.

Zú, el protagonista de este corto de ficción, sueña con ser un superhéroe que esquive balas, pero un día su madre lo manda a comprar harina y tiene el encuentro que ninguna madre quisiera para sus hijos. Pero el empeño creativo de Martins lo salva todo. 

En el segundo corto de ficción El cielo no sabe mi nombre (2024), de la directora Carol Aó y equipo, narra la muerte de una abuela con planos detalles y con una voz en off que lleva de la mano al espectador, en un mundo en que los orichas y la filosofía yoruba redefinen la noción de la muerte. 

El tercero y el cuarto corto documental pertenecen a la webserie que ha desarrollado el laboratorio audiovisual Empoderadas

De la segunda temporada se proyectó una realización de Jessica Queiroz, donde se entrevista a Catarina Delfino, una mujer cacique que contruyó una escuela para su comunidad y que se ha impuesto ante políticos que han pretendido instrumentalizar sus luchas. 

En la temporada III se habla de sambaEmpoderadas muestra en este episodio a Vitória Ângelo, una niña negra que sueña con ser reina de una batería de samba y que gracias al lente de Renata Martins se reafirma en su belleza. 

Y dice sobre su corto: “yo reinvindico el valor de soñar cosas que la narrativa hegemónica no considera ni cuenta”. 

El cine de Empoderadas 

A 10 años de creado el laboratorio Empoderadas, Aida Bueno Sarduy pregunta a Renata Martins ¿dónde estaban las otras mujeres que se parecían a ti? Y la cineasta responde: 

“En este camino descubrí que habían muchísimas mujeres negras haciendo cine pero tenían mucha dificultad para acceder a los recursos” y tuvo la certeza de que “nuestra ausencia no era artística sino política” y elogia las políticas afirmativas que se han implementado en Brasil

Jacqueline Souza cree que solo las dejan estar como si “todo lo que pudiéramos ofrecer es un poquito de la negritud que ellos no tienen. Pero lo que mejor tenemos para ofrecer es nuestra voz activa dentro de los proyectos que hacemos. Contar las historias desde nuestro punto de vista”. 

Aida Bueno Sarduy polemiza aún más el encuentro tocando temas que en el mundo del audiovisual son punto de tensión. 

“¿Solo las personas negras, personas trans, personas indígenas pueden hacer películas sobre personas negras, trans e indígenas?”

A lo que Martins responde: “Cuando las personas negras nos empezamos a ver como directores, guionistas, editores, productores, nos ganamos el lugar de empezar a contar nuestras historias. Nunca fue dicho que ellos no pudieran contar las historias. Lo que en sus historias no están las cosas que nosotras queremos sean respetadas. Nuestra reinvindicación es que podamos hablar sobre todo como lo ha hecho la blanquitud”.  

Y agrega: “No ha existido nunca una telenovela escrita por una mujer negra y eso demuestra cuán lejos estamos de esas grandes producciones. La sensación es que, aunque las cosas empiezan a cambiar, no vamos a tener tiempo para producir la cantidad de imágenes que necesitamos para deconstruir los estereotipos” y afirma que no aguanta más “la creación de personajes que no tienen historias propias”. 

Jacqueline Souza a esa pregunta de Bueno Sarduy solo agregó dos cuestiones que creyó importantes. 

La primera es que esas personas “crecieron en un tipo de arte que no podía ser cuestionado pero ya eso cambió. El mundo contemporáneo dio voz a esas poblaciones, que al verse representados de una forma despectiva lo cuestionan”.

Y la segunda cuestión tiene que ver con la reparación histórica. 

“A pesar de que todos pueden contar todo es importante que tengamos las herramientas para dejar de ser objetos de estudios y pasemos a ser sujetos. Es una forma de reparación histórica. Es muy fácil decir que las personas negras pueden contar sus historias pero sabemos que el sistema está hecho para que esas historias no se cuenten y si se hacen, no se muestren”. 

Para Marins y para Souza, el costo de ser consecuentes con su creación y con Empoderadas es “el espacio entre una producción y otra”, pero tanto Aida Bueno Sarduy como ellas, están escribiendo una historia que quisieron contar sin ellas. 

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