La otra crisis cubana: tres de cada diez mujeres atrapadas en el trabajo invisible
Los cuerpos agotados de millones de cubanas sostienen un país en crisis, sin que ese esfuerzo cuente como trabajo.

Mientras la economía cubana se hunde en la inflación, la escasez y el éxodo, hay un dato que pasa inadvertido en el discurso oficial: tres de cada diez mujeres mayores de 15 años se dedican exclusivamente a los quehaceres del hogar. Un trabajo sin salario ni reconocimiento, pero que sostiene la vida cotidiana en un país a oscuras y en ruinas.
En Cuba, hablar de igualdad de género se ha convertido en un eslogan reiterado en el discurso oficial, pero la vida doméstica muestra otra cara. La llamada emancipación femenina quedó atrapada en los marcos de un Estado que se atribuye logros inexistentes, y que entre otras problemáticas desvirtuadas por la retórica y las leyes que no se instrumentalizan, no reconoce ni redistribuye el peso del trabajo doméstico y de cuidados. Este desfase entre la retórica y la realidad es también una forma de violencia estructural contra las mujeres: se exige de ellas sostener la vida en condiciones precarias, sin respaldo ni reconocimiento.
1. Los propios datos oficiales desnudan la desigualdad
Según el Observatorio de Igualdad de Género de la ONEI, aproximadamente el 30% de las cubanas en edad laboral permanece fuera del mercado de trabajo remunerado porque se ocupa únicamente de cocinar, limpiar, cuidar niños, ancianos o enfermos. No figuran en la nómina estatal ni en el sector privado, pero su tiempo está colmado por jornadas interminables. Para comprender su realidad, solo hay que mirar las denuncias de las propias madres alzando su voz en redes cuando ya no pueden más ante la precariedad, los apagones, la falta de alimentos, las medicinas, la situación de abandono de las escuelas y hospitales…
A este dato se suma otro que muestra la raíz del desequilibrio: las mujeres dedican, en promedio, 21.28% de su tiempo diario al trabajo doméstico y de cuidados no remunerados, frente al 12.51% de los hombres. Son casi 14 horas adicionales a la semana que ellas asumen, un obstáculo evidente para acceder a empleos, estudiar o tener espacios propios, y que se suma a toda la situación de crisis social que ya enfrentan desde hace décadas.

2. El desempleo con rostro femenino
La propia ONEI reconoce que, de manera sistemática entre 2015 y 2024, la tasa de desempleo femenino fue mayor que la masculina. En 2024, mientras el promedio nacional era bajo en términos comparativos (2%), provincias como La Habana (3.5%), Artemisa (3.1%), Las Tunas (3%) y Holguín (2.7%) registraron cifras que superan esa media.

Las mujeres rurales son las más castigadas: concentran mayores tasas de desocupación y, a la vez, dedican más tiempo a tareas domésticas. Una doble trampa que las deja sin ingresos, sin autonomía y sin posibilidad de romper los ciclos de violencia que muchas veces enfrentan. En las zonas rurales existen menos mecanismos de protección institucional, menos acceso a los canales de denuncia y una menor visibilidad mediática. Todo ello, según el Observatorio de Alas Tensas en su informe de 2024, “contribuye a perpetuar el silencio y la impunidad”. Los observatorios pudieron verificar 24 feminicidios en entornos rurales, de los 56 registrados en 2024, a pesar del poco acceso a la información y del apagón de denuncias que se realizan en esas zonas.
Los indicadores revelan un mapa desigual. En Holguín (39.6%), Granma (36.3%), Las Tunas (35.8%), Artemisa (33.1%) y Ciego de Ávila (31.8%), más de un tercio de las mujeres dedica su vida exclusivamente al hogar. En las zonas rurales, aunque se ha reducido en comparación con años anteriores (del 40% al 35%), la proporción sigue siendo alarmante.

3. El trabajo invisible que sostiene la vida
El trabajo doméstico y de cuidados no remunerado ha sido definido por la CEPAL y ONU Mujeres como trabajo invisible. Invisible porque no se registra en las cuentas nacionales, no se paga ni se reconoce, pero resulta indispensable para la reproducción social y el sostenimiento de la vida.
Este trabajo invisible incluye desde la preparación de alimentos y la limpieza del hogar hasta el cuidado de niños, personas mayores, enfermos o dependientes. En Cuba, tales ocupaciones recaen principalmente sobre las mujeres, quienes sostienen el bienestar físico y emocional de sus familias sin recibir salario. Se trata de un pilar oculto de la economía, una labor que hace posible que la fuerza de trabajo remunerada exista, pero que sigue sin reconocerse como aporte productivo.
4. La precariedad como telón de fondo

La desigualdad de género en el trabajo se inserta en una Cuba marcada por una policrisis que penetra todas las esferas de la vida. Con un salario básico que ronda los 2100 pesos cubanos (unos 6 dólares), la mayoría de las familias depende de remesas o del mercado informal para sobrevivir. Es un sin-vivir diario, que no termina. En ese escenario, la mujer que se queda en casa a cuidar de sus familiares no solo pierde ingresos, sino que enfrenta una precariedad mayor: sin salario, sin seguridad social, sin derechos laborales.
La carga del cuidado se multiplica en un país donde los servicios públicos se deterioran, las guarderías escasean, los hospitales colapsan y el envejecimiento poblacional avanza a ritmo acelerado.
“En Cuba, tres de cada diez mujeres viven atrapadas en un rol que limita su autonomía y perpetúa la desigualdad de género.”
Los datos de la ONEI muestran una Cuba donde la retórica de igualdad choca con la realidad de los hogares. Más mujeres sin empleo, más tiempo dedicado a trabajos invisibles, más responsabilidad en el sostén de una vida cotidiana precaria. En la práctica, la llamada “emancipación femenina” que exhibe la FMC en informes y discursos “propiciada por la revolución”, queda atrapada en el fogón, en la cola, en la limpieza, en el cuidado de los padres o familiares envejecidos, la crianza de los hijos…
La isla de las cifras oficiales esconde otra: la de los cuerpos agotados de millones de cubanas que sostienen un país sin que ese esfuerzo cuente como trabajo. Tres de cada diez mujeres viven atrapadas en un rol que limita su autonomía y perpetúa la desigualdad de género. En medio de la crisis económica, el silencio sobre este fenómeno es tan ensordecedor como la falta de soluciones.
5. Tabla resumen de indicadores de género (ONEI)
Indicador | Mujeres | Hombres | Fuente |
Proporción del tiempo diario dedicado al trabajo no remunerado (%) | 21.28 | 01/12/51 | ONEI, ENIG-2016 |
Personas dedicadas exclusivamente al hogar (%) | ≈30% (2024) | Cifra muy baja | ONEI, ENO 2024 |
Tasa de desempleo (%) | 2.0 (más alta en provincias como La Habana 3.5%) | Menor que mujeres | ONEI, 2015-2024 |
Provincias con mayor proporción de mujeres dedicadas al hogar (2024) | Holguín 39.6%; Granma 36.3%; Las Tunas 35.8%; Artemisa 33.1%; Ciego de Ávila 31.8% | - | ONEI, ENO 2024 |
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