Emigración | Las que se quedan: madres cubanas frente al duelo migratorio
Las madres que se quedan cargan con silencios, miedos, y una redefinición forzada de su rol como cuidadoras desde la distancia.

“Muy triste, muy triste lo de mi prima…”, comienza el relato de una mujer habanera. Recuerda cómo su prima, originaria de Camagüey, lo dejó todo para seguir a su único hijo. Vendió su casa, entregó su vida, y se lanzó a un viaje incierto. El perro llegó primero, enviado por una agencia. Ella cruzó Guyana y llegó hasta Tapachula, México, enfrentando peligros que prefiere no recordar. Allí permanece hasta hoy, sin lograr reencontrarse con él. Ahora asegura que está bien, pero su familiar la mira y dice: “Cada rato le cae un moquillo”, como quien traduce el llanto contenido de una madre que intenta sostenerse en medio del exilio.
Así viven muchas madres cubanas hoy: entre lágrimas discretas, rutinas rotas y la esperanza de un reencuentro que a veces parece una utopía.
Un duelo sin cuerpo
Las madres que permanecen en Cuba viven un tipo de duelo que casi nunca se nombra: sus hijas e hijos no han muerto, pero están ausentes. En muchos casos, no saben cuándo —ni si— volverán a verlos. La ausencia física se convierte en vacío emocional. El beso de la mañana, la comida compartida, el sonido de la puerta al final del día… todo eso se desvanece, y con ello, también, parte de su identidad.
Psicólogas comunitarias como Yamila González explican que esta forma de pérdida genera ansiedad, tristeza y sentimientos de culpa tanto en las madres como en los hijos que emigran. Para la psicóloga Hedels González, fundadora del proyecto Emigrar hacia adentro, el duelo migratorio es aún invisibilizado en los espacios de salud mental en Cuba, aunque tiene efectos profundos en la vida emocional y social de quienes lo viven.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) define esta vivencia como una forma de duelo complejo, agravada por la falta de certezas: “La migración forzada o por desesperanza económica puede desencadenar síntomas similares a una pérdida irreparable, especialmente cuando no hay perspectivas reales de reencuentro” (Guía de Atención Psicosocial, 2023).
Cifras que hablan de vidas rotas
Desde 2020, más del 18 % de la población cubana ha emigrado, según estimaciones independientes. En 2023, más de 175.000 cubanos cruzaron la frontera sur de Estados Unidos, y un número creciente lo hace por otras rutas, como Centroamérica o España. Son en su mayoría jóvenes de entre 20 y 35 años que dejan atrás a sus madres, muchas de ellas mujeres mayores, solas y dependientes emocionalmente de sus hijos.
El Informe 2024 de la OIM alerta que el 60 % de las familias migrantes cubanas ha sufrido una fractura en sus redes de cuidado. Además, el 68 % de los menores de edad migran bajo el cuidado exclusivo de mujeres, lo que subraya el rol central que siguen teniendo las maternidades en medio de la diáspora.
Investigaciones sobre maternidades transnacionales evidencian que, aunque las remesas alivian tensiones económicas, no compensan la pérdida afectiva ni el peso emocional de la separación. Las madres que se quedan cargan con silencios, miedos, y una redefinición forzada de su rol como cuidadoras desde la distancia.
Historias de madres, fragmentos de país
Isabel, de 64 años, vive en Pinar del Río. Su hija, de 33, emigró a Madrid apenas alcanzó la mayoría de edad. “Siempre apoyé su decisión”, dice. “Mientras esté bien de salud y haga un trabajo que le dé satisfacción, yo estoy tranquila”. Pero el primer día fue un golpe seco: “No poder salir y verla como siempre… fue muy difícil. La recuerdo estudiosa, laboriosa, inteligente, muy capaz”.
Cada mañana, su primer pensamiento es una oración por la salud de su hija. “Nos comunicamos a diario, eso ayuda mucho. Gracias a la tecnología, puedo saber cómo está en tiempo real. Pero no es lo mismo”. Isabel encuentra consuelo en saber que otras mujeres viven lo mismo: “Tengo vecinas, amigas, familiares en esta situación. Somos muchas. Eso también une”.
Lisbel, de 56 años, no soportó la distancia. Cuando su hijo de 26 emigró, sintió que se le rompía el mundo. “Creía que me moría. Fue terrible. Su abuela paterna vino a acompañarme, también destrozada, pero dándome aliento”. Su rutina cambió por completo. Él la llevaba en moto al trabajo todos los días. Ella decidió caminar, como una forma de llenar el vacío.
Pero la incertidumbre la devastaba: “Le pedía a Dios que no lo soltara de su mano. Me preguntaba mil veces cuándo volveríamos a vernos”. No aguantó. Cruzó fronteras hasta México, con la esperanza de reunirse. “Hoy hablamos todas las veces que quiero. Me siento orgullosa. Aprendí a dejarlo volar. Si se hubiera quedado en Cuba, estaría frustrado. Hoy avanza a pasos agigantados”.
Mariana, de 63 años, tiene dos hijos. El menor emigró en 2023 a EE. UU. por parole humanitario. Desde pequeño decía que no quería vivir en Cuba. Se graduó como ingeniero informático, pero eligió trabajar por cuenta propia: le pagaban mejor. Sus padres lo apoyaron, aun sabiendo que la tristeza sería enorme. “Queríamos que se fuera feliz, sin cargas”.
Ese primer día sin él es difícil de recordar: “Ver el cuarto vacío, no escuchar el beso de despedida... fue muy duro”. Mariana está convencida de que en Cuba no hay futuro. “Aquí pensar diferente es un delito. Por eso, aunque duela, estoy tranquila de que esté lejos. Ojalá mi otro hijo también tenga esa oportunidad. Sé que estarán a salvo. Ese consuelo me sostiene”.
Lorena, de 60, vio partir a su único hijo en 2020. Viajó a Honduras, donde tenía familia que lo ayudaría con la ciudadanía. Una noticia dolorosa aceleró su decisión: un amigo universitario fue encarcelado por tenencia de drogas. “Nos horrorizamos. Su padre, él y yo, decidimos que salir del país era lo mejor”.
La pandemia la sorprendió sola. “Recuerdo esa cama vacía, cocinar sin ganas. Caminaba llorando, sin aliento. Me dolía el alma. Sentí rabia por el gobierno, por perder jóvenes con sueños, por no poder vivir bien aquí”. Su hijo trabajó luego en Europa y ha podido visitarla. “Somos muy unidos. Me dice ‘qué rico, ma, te quedó de pinga’ y eso me llena”. Hoy, aunque vuelve a sentir el miedo de otra partida, celebra su camino: “Es un ciudadano del mundo. Ese logro también es mío”.
La esperanza como forma de resistencia
Para muchas de estas mujeres, la resiliencia no es una elección, sino una forma de sobrevivir. Las videollamadas semanales, los mensajes diarios, los grupos de WhatsApp entre madres con hijas/os en el extranjero se vuelven rituales de cuidado colectivo. Se comparte todo: remesas, recetas, noticias, audios de aliento. Incluso lágrimas.
En redes como TikTok o Instagram, madres cubanas publican mensajes y fotos que visibilizan este duelo silencioso. Allí también nace la comunidad.
“Para muchas de estas mujeres, la resiliencia no es una elección, sino una forma de sobrevivir.”
A otras madres, Isabel les aconseja aceptar que “estos son tiempos distintos a como fuimos criadas por nuestros padres”. Amelia les recuerda que “se sufre mucho, pero los sueños se logran”. Lorena insiste en que “el éxito de ellos también es un éxito nuestro”.
Y Mariana, como muchas, guarda un deseo multiplicado por dos: que algún día sus hijos puedan volver. O que ella pueda ir a abrazarlos, aunque sea por un rato. Hasta entonces, lo único que les queda es resistir desde la ausencia, y sostenerse con la esperanza del próximo reencuentro.
Mientras el mapa migratorio se desdibuja en rutas inciertas, estas madres cubanas sobreviven entre el desarraigo y la esperanza. Algunas, como la mujer varada en Tapachula, continúan atrapadas en un limbo afectivo y geográfico. Otras, aunque logran el reencuentro, cargan con las cicatrices de la separación. Todas comparten un mismo dolor: el de maternar desde lejos, con el cuerpo en una frontera y el corazón donde habitan sus hijos.
Recursos y redes de apoyo para madres cubanas en duelo migratorio
Además de apoyarse en familiares y amistades cercanas, muchas madres cubanas encuentran acompañamiento y orientación en comunidades virtuales creadas por la diáspora. Entre las más activas se encuentran:
- Madres Cubanas Luchadoras (Facebook): grupo público con más de 28 000 miembros que comparten experiencias, consejos y contención emocional.
- CUBA SÁLVATE! (Facebook): espacio para visibilizar la situación de madres que migran solas y el impacto emocional de la separación familiar.
- Cubatrámite (Telegram): canal con más de 12 000 suscriptores que ofrece información actualizada sobre trámites migratorios, visados y procesos legales.
- Parole Humanitario (Telegram): canal de noticias y testimonios sobre este proceso migratorio, con actualizaciones y requisitos vigentes.
Estos espacios funcionan como redes informales de ayuda, donde se comparten desde guías legales y enlaces a grupos de WhatsApp hasta mensajes de ánimo para sobrellevar el duelo migratorio.

▶ Vuela con nosotras
Nuestro proyecto, incluyendo el Observatorio de Género de Alas Tensas (OGAT), y contenidos como este, son el resultado del esfuerzo de muchas personas. Trabajamos de manera independiente en la búsqueda de la verdad, por la igualdad y la justicia social, por la denuncia y la prevención contra toda forma de violencia de género y otras opresiones. Todos nuestros contenidos son de acceso libre y gratuito en Internet. Necesitamos apoyo para poder continuar. Ayúdanos a mantener el vuelo, colabora con una pequeña donación haciendo clic aquí.
(Para cualquier propuesta, sugerencia u otro tipo de colaboración, escríbenos a: contacto@alastensas.com)
Responder