“Nos mata el odio y también la indiferencia”: el transfeminicidio de Sara Millerey sacude a Colombia
La crueldad del crimen quedó registrada en un video difundido en redes sociales, un acto que no solo deshumanizó a la víctima, sino que también retrató la indiferencia de una sociedad que permite que estos hechos ocurran sin consecuencias inmediatas.

El asesinato a inicios del mes de abril, de Sara Millerey González Borja, una mujer trans de 32 años, ha dejado al descubierto no solo la brutalidad del crimen, sino también las capas profundas de violencia y exclusión que enfrentan las personas trans en Colombia. Su muerte, ocurrida en Bello, Antioquia, se ha convertido en un símbolo de la falta de reconocimiento y protección para esta comunidad, que sigue luchando contra la transfobia estructural.
Sara fue golpeada brutalmente en el barrio Buenos Aires, presuntamente por integrantes de la banda criminal El Mesa, según las autoridades. Su cuerpo, con fracturas en brazos y piernas, fue arrojado a la quebrada La García, donde después de dos horas, aún con vida, fue rescatado del agua.
Sara falleció posteriormente.
La crueldad del crimen quedó registrada en un video difundido en redes sociales, un acto que no solo deshumanizó a la víctima, sino que también retrató la indiferencia de una sociedad que permite que estos hechos ocurran sin consecuencias inmediatas.
A pesar de la gravedad del asesinato, Sara enfrentó una revictimización tras su muerte. Según denuncias de activistas y reportajes como el publicado por Volcánicas, "autoridades de la alcaldía de Bello revictimizaron a Sara Millerey González Borja al referirse a ella con su nombre asignado al nacer, ignorando su identidad". Este trato deshumanizante refleja una falla sistémica en el reconocimiento de los derechos básicos de las personas trans, perpetuando la violencia simbólica que las acompaña incluso después de su muerte.
Una violencia estructural en aumento
El transfeminicidio de Sara no es un caso aislado, sino parte de un patrón de violencia en aumento contra las personas trans en Colombia. Como lo destacó un reportaje de Valeria Quiroga en Volcánicas, la Defensoría del Pueblo reportó en noviembre de 2024 un incremento del 29.6% en los casos de violencia por prejuicio contra mujeres y hombres trans y personas no binarias, con 258 incidentes registrados en comparación con 199 en el mismo periodo del año anterior. Estas cifras no solo ilustran un incremento en los ataques, sino también la falta de medidas efectivas para prevenirlos.
La violencia contra las personas trans no comienza ni termina con los asesinatos. “Se manifiesta en la exclusión del sistema educativo, la precarización laboral, el rechazo familiar y la discriminación institucional”. En el caso de Sara, la revictimización tras su muerte resalta cómo estas agresiones están normalizadas en diversos niveles de la sociedad. Como denunció la activista cubana Kiriam Gutiérrez:
"Llevamos años denunciando transfeminicidios y no hay justicia, ni reparación, ni mucho menos reconocimiento. (…) Nos va a tocar ser más fuertes aún en un mundo donde el odio, la violencia, la discriminación y la falta de derechos nos invade, nos hunde, nos destruye y nos mata."
Un llamado a la acción
En respuesta al crimen, el gobernador de Antioquia y la Alcaldía de Bello han ofrecido recompensas para identificar a los responsables. Sin embargo, activistas y organizaciones sociales insisten en que no basta con resolver este caso.
Es fundamental abordar las raíces de la violencia transfóbica mediante reformas estructurales, campañas de educación, acceso a justicia y reparación para las víctimas, en un contexto donde la esperanza de vida de las personas trans de Colombia es de 35 años, según información de Colombia Diversa.
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