Representación social y espacio privado desde los imaginarios femeninos en tres documentales de la TV Serrana
El proceso de percepción, interpretación y representación encausa un complejo campo de contradicciones surgidas en la dinámica social y que se agrupan como las variantes humanas fundamentadas en las relaciones con la historia y la cultura. Cuando se trata de la mujer en sus contextos sociales y particulares definidos por la propia sucesión de generaciones y (re)aperturas constantes, estas dinámicas, antes descritas, se complejizan.
La construcción de género pasa en nuestro país por la lógica histórica marcada a partir de 1959 con el triunfo de la revolución, este hecho social determinado por la guerra de guerrilla fijó en el imaginario de cubanos y cubanas la representación del “sujeto fuerte”, o sea, el hombre (la presencia de la mujer en este contexto fue mucho menor, aunque fundamental) con su fusil al hombro y fijando sus códigos. Este símbolo de indudable fuerza (re)afirmó la imagen masculina que ya desde la propia conquista e instauración de la cultura patriarcal española se venía engrandeciendo.
La primacía masculina se hizo más centrada cuando el propio mecanismo social de transformación solucionó (en apariencias) las desigualdades entre los grupos sociales y declaró la igualdad como sentido primario del desarrollo inmediato y futuro. Esta fue una solución de “camuflaje” que benefició, a nivel social, solo una parte de todos los mecanismos discriminatorios hacía las mujeres en Cuba y que trajo como consecuencia que la representación social de la misma fuera establecida como igual a la de los hombres, precisamente este “enmascaramiento” de la discriminación femenina se manifiesta en el contexto privado. Teniendo en cuenta este punto de vista se reconoce el status de la mujer cubana y su representación como una “dualidad peligrosa”, lo que más se visualiza es la mujer que puede desempeñarse en los mismos roles de los hombres, ser dirigentes, constructoras, choferes, agricultoras, siempre en equidad social; pero en Cuba la mujer se debate entre la visión generalizadora de su emancipación, indico a la Federación de Mujeres Cubanas como la organización coordinadora de las políticas públicas (remarco aquí políticas públicas), y su realidad en el microespacio cotidiano, es este el punto rojo en la mirada de género en nuestro país. La investigadora Ivette Sóñora Soto en su trabajo “Feminismo y género: El debate historiográfico en Cuba” reitera el punto de vista analizado:
No en balde muchas mujeres sienten el coprotagonismo que les dio la revolución como una carga, más allá de sentirse discriminadas. Pues, se puede decir, que la igualdad de oportunidades de inicio no ha producido igualdad de resultados. En efecto, y a pesar de que se partió de una situación inicial igualatoria, la distribución de los roles y responsabilidades ha sido desigual y, así, las mujeres cubanas se han convertido en supermujeres cargando con un triple rol, como trabajadoras, madres de familias y en su accionar comunitario, lo que se tiende a perpetuar de una generación a otra mediante las herencias y sesgos de género.1
Estos contextos múltiples desde la perspectiva del cumplimiento con las dinámicas de vida establecidas para las mujeres cubanas se cumplen, precisamente, en el contexto social falocéntrico y de representaciones machistas arraigadas en nuestro país, también por la herencia del patrón patriarcal en las féminas, producto de una educación direccionada a los efectos de empoderamiento masculino; todo lo afirmado cambia su perspectiva si lo ubicamos desde el cambio geográfico dentro del país, o sea, situamos nuestra mirada desde la introspección, hacia lo interno de Cuba, específicamente, en la provincia de Granma. Por supuesto, la realidad de la provincia está regida por las mismas políticas establecidas a nivel de país, todo lo definido desde la visión de género está direccionado por la Federación de Mujeres Cubanas, organización que su funcionamiento no ubica, a mi entender, las especificidades de la compleja situación de discriminación y violencia cotidiana de que son víctimas las mujeres en Cuba, aunque se involucra en algunos programas macrosociales que intentan atenuar las consecuencias sociales, culturales y de salud que trae para las féminas la situación discriminatoria. Más allá de estas particularidades de criterios, la provincia de Granma es una referencia histórica y cultural de la isla caribeña; espacio de asentamientos aborígenes y protagonista de luchas fundacionales por la definición de nuestra nacionalidad; espacio de grandes mujeres que supieron enfrentar los avatares de la guerra. Esta región antigua del oriente cubano sufrió una de las más injustas divisiones políticas-administrativas del período revolucionario que trajo consigo la pérdida de muchas tradiciones asentadas en la región. Por la búsqueda de mejoras de vida, muchos granmenses (Granma es el nombre que tomó a partir de 1976 con la división) se trasladaron a otras provincias, así esta división fracturó una historia construida por siglos.
El status femenino granmense es (reitero) casi igual al del resto del país, aunque matizado por una mentalidad totalmente agraria y el fantasma suicida de algunas creadoras que fueron víctimas de una dominación patriarcal que les costó la propia existencia. Esta representación de la historia femenina a nivel simbólico está determinada por: una educación patriarcal hacia las mujeres, la vida de los hombres contextualizada en una provincia que está como una de las más subdesarrolladas del país, las opciones de recreación pasan por el alto consumo de bebidas alcohólicas y la infidelidad masculina como parte de la reafirmación del “sujeto fuerte” en el espacio limitado que significa el provincial, prima la mentalidad campesina, con todas las herencias que significa el status de mujer agraria en Cuba: maternidad y crianza de hijos a edades muy tempranas, esto hace que no tengan vinculación profesional. Si las mujeres se vinculan a labores del campo, generalmente compiten con su tiempo de crianza de los hijos y su dedicación a sí mismas (aun cuando el contexto campesino es contaminado con el urbano, a nivel simbólico las tradiciones siguen muy arraigadas), la propia dinámica del trabajo masculino hace que en este ámbito la mujer tenga que asegurar el bienestar del esposo o de los hombres de la familia, aunque esto signifique permanecer en el contexto privado. Aunque sean otros tiempos no podemos dejarnos llevar por las aperturas que a nivel nacional se implementan: las representaciones simbólicas no se cambian de inmediato, mucho menos si los mecanismos discriminatorios solo se enmascaran y no se les da solución, y el problema se agrava si estamos en una geografía distante de los centros de poder como es el caso de la provincia de Granma.
Estas breves consideraciones acerca de la representación en Cuba de la mujer relacionada con las políticas sociales y los imaginarios que priman en su dialéctica de vida en la llamada “Cuba profunda”, se traen a colación para el tratamiento del espacio privado desde la óptica de la mujer en el contexto rural a través de tres documentales realizados por la Televisión Serrana: En contra del viento (2016), con guion y dirección de LeniaSainiut Tejeda; La otra salida (2015), guión y dirección de MenfesíEversley Silva, premio “Beca de Creación de la TV Serrana”; y Feliz navidad (2013), guion, dirección y fotografía de Carlos M. Rodríguez Fontela.
La TV Serrana es un proyecto que se funda el 15 de enero del año 1993 por el periodista y documentalista Daniel Diez Castillo. Institución sin fines de lucro y con personalidad jurídica propia, pertenece al Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) y cuenta con el financiamiento del Gobierno de la Isla. Los artistas y trabajadores de TV Serrana, desde el momento fundacional, establecieron su cuartel general en plena Sierra Maestra, en la comunidad de San Pablo de Yao, ubicada en el municipio de Buey Arriba, en la provincia de Granma. Es la primera Televisora Comunitaria de la nación, como entidad, y aún más, la única de su tipo en toda América Latina. El compromiso con los pobladores, con sus vivencias, necesidades y costumbres, su filosofía, identidad y visión del mundo, así como la realización de documentales estéticamente sólidos que revelen ese imaginario, han constituido siempre premisas fundamentales del quehacer de TV Serrana; todo ello unido al desarrollo de un trabajo comunitario que promueva la participación popular alrededor del proyecto, permitiendo a los serranos ser no sólo espectadores, sino cómplices de la imagen a crear.
El tratamiento investigativo de la mujer en el contexto agrario desde los medios audiovisuales ha tenido la atención limitada en el sentido que no se adentra en el espacio privado, ni se disecciona visualmente el microespacio de esta mujer cubana que desde las políticas ciudadanas es igual que el hombre, no así desde lo cotidiano y doméstico. Los realizadores de la TV Serrana conviven diariamente con la población, esto posibilita que sus historias salgan de la vida cotidiana de ambos lados, o sea, el realizador y su objeto artístico. La distancia que toman ambos es, precisamente, desde la representación simbólica de la realidad en su producto audiovisual, penetrando cuidadosamente en la imagen que extraen de esa realidad y que conocen perfectamente por ser parte de ella. En el caso de los imaginarios femeninos son tratados desde la imagen como parte integrante de sus dinámicas de vida, sin desmontar por secciones sus puntos de vista, es una historia completa y sólida donde la cámara (re)construye a esa mujer y a su contexto, que varía según sus roles en el distanciamiento artístico.
Arturo Fernández, investigador de los medios audiovisuales, en su trabajo “El cine y la investigación en Ciencias Sociales” nos dice acerca de la imagen artística: “ Toda imagen artística es el término de una experiencia de su autor y, al mismo tiempo, el inicio de múltiples reflexiones que surgirán en los espectadores y el propio autor [...] la imagen artística no se confunde ni con la realidad de la cual surge ni con la percibida por el observador de la obra acabada; es un signo o una mediación que implica una recreación del objeto representado.”2 El objetivo no es hacer un desmonte de planos y estructuras de composición visual, sino estructurar un estudio en los documentales de cómo se manifiestan a nivel creativo, desde una visión cultural y sociológica, los imaginarios de géneros, tomando como referente la mujer en su contexto rural y específicamente los documentales de la TV Serrana. En el documental En contra del viento, de LeniaSainiut Tejeda, la realizadora comienza con los acostumbrados planos amplios para conocer y (re)conocer la impactante belleza de la serranía oriental,3 donde aparece la protagonista, mujer típica campesina cubana que desarrolla la historia en su espacio privado: la casa. Este es un elemento que se repite en los tres documentales a razón de significante del microespacio femenino, en la casa siempre aparece el fogón de leña, igualmente típico del campo cubano, y las mujeres realizando labores de género. Es adecuado especificar, a manera de contextualización alegórica, que “el fogón” es un código de representación simbólica de la mujer que la ubica desde los inicios de la civilización humana por debajo de los hombres, es un indicativo de la dominación patriarcal. Lucía Guerra en su libro La mujer fragmentada: Historias de un signo, explica muy bien desde la historia este mecanismo de dominación patriarcal:
La autora determina el punto del surgimiento de la sociedad humana donde se bifurcan los roles de la mujer y el hombre, pues se instituyeron los códigos de identificación de ambos sexos. En los documentales En contra del viento, La otra salida y Feliz navidad, la imagen del fogón de leña es una mediación sígnica de las mujeres que cuentan sus historias y le dan solución aparente desde lo oral, esta imagen a manera de signo visual vuelve una y otra vez a reafirmar la información de género o “sesgo de género” al que se refiere Ivette Sóñora y que construye la realidad doméstica de las mujeres cubanas en contraposición a su rol social. En los documentales, la mujer en primer plano es la focalización del discurso femenino. En En contra del viento la apertura son las palabras de la entrevistada: “Hasta ahora no tengo miedo a nada, gracias a Dios, no me hace falta tamaño para ser quien soy, no me hacen faltan grandes riquezas para ser quien soy, soy feliz físicamente y espiritualmente”.
Estas palabras están, esencialmente, como una antítesis que se evidencia en la mirada que la cámara recoge (en primer plano) de los ojos de la mujer. La mirada, que es un código explotado en el cine documental y de ficción, esta vez es tratada como punto de partida visual para lo que vendrá, porque la realizadora a través de pequeños planos que nos hacen ver el contexto doméstico, (re)construye esta antítesis que tiene su desenlace cuando la misma mujer observa caer la lluvia sentada en la puerta de la casa y la cámara recorre su rostro y el del hijo, contrapuestos totalmente al discurso inicial y optimista de la campesina. En este documental, la casa es la atmósfera en que viven, este microespacio es el abrigo y a la vez el desamparo casi total.
Las imágenes están tratadas de manera muy real (característica de la realización audiovisual de la TV Serrana) cuando la mujer realiza sus actividades domésticas asumidas por las féminas, pero también aparece en la realización de labores destinadas propiamente a los hombres, como: arreglar una goma de tractor; en este punto se entrelazan de manera contrapuestas las imágenes de la mujer que se representa como la única organizadora y proveedora de su vida. La antítesis establecida por la realizadora se completa cuando la propia mujer le dice que ha pensado en el suicidio como vía para resolver todos sus problemas y que determinó pedirle a Dios que la ayudara; esta es una antítesis que a manera de construcción textual y visual representa los códigos sociales y culturales establecidos en el imaginario femenino y una vez más demuestra que la mujer cubana se reconoce como “la mujer orquesta”, esta declaración viene del establecimiento del código patriarcal.
En los otros dos documentales, La otra salida y Feliz navidad, la imagen de la mujer sigue siendo tratada desde una óptica reivindicativa a través de las historias en boca de sus protagonistas. La realidad contada por ellas, que puede ser sorprendente o desgarradora, nos demuestra que la mujer cubana todavía, y a pesar de las políticas sociales, está encerrada en una cultura machista, en la cual llega a ser, en ocasiones, eje directo. “La otra salida”, de MenfesíEverley Silva, se desarrolla en tres historias aparentemente deslindadas, pero que es todo lo contrario, porque el material audiovisual, nos brinda la realidad femenina desde diferentes edades y demuestra la difícil situación, en el ambiente cotidiano y doméstico, que tiene la mujer campesina. Las protagonistas son: una mujer de 50 años, ama de casa, otra de 26 años con dos hijos pequeños que se dedica al “toma y daca”, o sea, en lo que se conoce en la actualidad cubana por “revender productos de naturaleza distintas”, y una adolescente de 17 años, sordomuda, ama de casa, pero que desea incorporarse a la actividad laboral. Todas han sido víctimas de sus familiares más allegados; la primera, del padre que las obligaba a hacer todo el trabajo doméstico y del campo, por eso la salida que encontró fue casarse; la segunda, víctima de su madre, principal machista, o sea, aquí se demuestra hasta dónde pueden llegar las acciones de una mujer que asume el rol patriarcal; y la tercerea, víctima también de su madre porque la obligaba a realizar todo el trabajo doméstico casi imponiéndoselo, sin tener en cuenta la discapacidad de la joven, también tomó la solución de casarse para huir de su madre. En el documental Feliz navidad, su realizador, Carlos M. Rodríguez, escoge una historia típica enmarcada en los años de la crisis económica conocida como “Período Especial”, pero esta vez en la zona rural. La contraposición de contextos es evidencia de “las salidas” que tuvieron que buscar las mujeres en esta difícil etapa de los finales del siglo XX. En el contexto citadino las mujeres trabajaban como domésticas o en el ramo del turismo y muchas (las más jóvenes) ejercieron la prostitución; casi siempre recayó sobre ellas la casa y la familia; pero, la mujer del contexto rural trabajó la tierra (es el caso de la protagonista de En contra del viento, separada de los hijos, o sea, sumó al ámbito cotidiano la función de proveedora directa del sostén de su familia, por supuesto, enfrentando la lejanía y la soledad y, a largo plazo, el afecto de las hijas, que la verían como a una amiga más, con triste consecuencia: incertidumbre, además del cansancio físico y espiritual por el sometimiento de largos años al trabajo agrícola. Los dos documentales referidos hacen mayor uso de los planos naturales, la cámara recorre espacios privados y abiertos indistintamente, donde las mujeres desarrollan sus actividades. Estos productos audiovisuales, a través de espacios determinados, reafirman la representación femenina y sus identidades, pues ellas son llevadas de la interrelación mutua a la concreción de sus proyectos personales, en dependencia del conocimiento de su realidad.
Los tres documentales realizan un estudio visual de las representaciones de la vida femenina desde los imaginarios establecidos en un contexto patriarcal, pues determinan la realidad social y los códigos que genera la misma para (re)componer un escenario antitético a manera de sistema textual del discurso cinematográfico; este sistema discursivo “permite comprender que un texto [el significante real] no remite solamente a sí mismo, sino que, por el contrario, proyecta los significados de una verdadera red [significantes reales y simbólicos].5
Las propias dinámicas sociales determinan los espacios que estarán ubicados para cada actor social, en el caso de las dinámicas del espacio privado de la mujer en Cuba, enfocado a la búsqueda de una posible liberación de las estrategias patriarcales que rigen la sociedad en el contexto rural, pasa por la línea determinante de la estructura social y las políticas públicas ya asentadas en el imaginario femenino que no dejan lugar a la improvisación, porque son lineales, y estas mujeres deben de enfocar su estrategia de vida dentro de estas divergencias discursivas reales. El desarrollo de su accionar privado, en su espacio propio que es la casa está definido por su labor dentro de la dualidad que marca su actividad social y de género, ya explicada anteriormente; pero el conjunto de esa prácticas sociales que se encuentran relacionadas entre sí, se fijan desde tempranas edades en la educación y los contenidos culturales.
En Cuba la vida rural está determinada (aunque se contamina con la urbana) por leyes muy propias de sometimiento femenino que afectan o dificultan la realización personal de las mujeres: el matrimonio, el trabajo en los sembrados o ser el “apoyo” de su esposo, el embarazo a edades tempranas que significa la ruptura con los planes futuros, no poseer economía propia; todas estas actividades son fuertemente guiadas por la construcción de los códigos de sometimiento que determinan su actitud ante la dinámica privada. La TV Serrana en estos documentales ha sabido representar el discurso simbólico que se invisiviliza en los discursos sociales, porque las acciones discriminatorias están tan sólidas en el imaginario social y personal que muchas son tomadas como normales en el acomodo de las actividades realizadas por los hombres y las mujeres.
Los procesos de representación de lo privado enfocados desde lo simbólico en los medios audiovisuales, ayudan a la ruptura del discurso machista en el tratamiento de la imagen femenina, pues se orientan hacia la (re)visualización de la mujer en su entorno, desde la propia historia femenina hasta la representación de los factores que ellas mismas creen que son los adecuados. Cuando estas mujeres asumen su rol como proveedoras de la familia y el hombre, es solo una “compañía necesaria”, entonces la imagen que se (re)construye desde el sistema textual del discurso fragmenta los códigos sociales y culturales en que se sostienen los imaginarios femeninos. Podemos concluir en este sentido que: la conciliación de las mujeres en Cuba con la familia y el trabajo (re)construye un subsistema opresor de la identidad femenina a manera de metadiscurso igualitario que se (in)visualiza por la política de aparente igualdad entre ambos sexos. Solo la solución de la dualidad en que vive la mujer cubana en su contexto privado con respecto al social, podrá revertir los ejes discriminatorios que aún persisten.
- Ivette Sóñora Soto: “Feminismo y género: El debate historiográfico en Cuba”, Anuario de Hojas Warmi, No. 16, 2011.
- Arturo Fernández: “El cine y la investigación en Ciencias Sociales”. En: Colectivo de autores: La descolonización de la mirada. Una introducción a la antropología visual. Selección y prólogo de Adolfo Colombres, Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC), segunda edición, 2013.
- Esta es una característica de los documentales realizados por la TV Serrana. Una visión obligada de la Sierra Maestra como sostén de las realidades materiales y simbólicas de sus habitantes, este recorrido es una autoferencia que deviene en significante decodificador de la imagen que se une a otras para conformar las historias de vida en un único escenario, pero con múltiples interpretaciones y experiencias, en la documentalística de la TV Serrana se evidencia el sello de lo auténtico que solo se repite en ese contexto natural. Ejemplo de ese hacer audiovisual es el largometraje Café amargo del realizador Rigoberto Jiménez. Este realizador comenzó en la TV Serrana y la historia del documental Cuatro mujeres es la base argumental del filme.
- Lucía Guerra: Mujer fragmentada: Historias de un signo. Premio extraordinario de estudios sobre la mujer del Premio Casa de las Américas, Ed. Casa de las Américas, La Habana, 1994, pp. 15-16.
- Luis Álvarez Álvarez y Armando Pérez Padrón: Introducción al cine, Ed. ICAIC, 2010, p. 273.
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