Denuncia por violación reaviva el caso contra el trovador Fernando Bécquer

La víctima, Ilena Brooks, quien era una adolescente de 16 años en el momento de los hechos, contó en "Tremenda Nota", los traumas y las implicaciones en su conducta sexual tras esa experiencia violenta.

| Observatorio | 22/01/2022
Músico cubano Fernando Bécquer.

La primera denuncia pública por violación contra Fernando Bécquer tuvo lugar este martes 18 de enero, cuando el medio independiente Tremenda Nota compartió el testimonio de Ilena Brooks, que aseguró que fue penetrada contra su voluntad y sin protección en un encuentro sexual preparado por el trovador.

«En ese tiempo yo había tenido una sola relación sexual con un muchacho, en una playa. Fue un encuentro sexual, pero no fue exactamente una relación porque ocurrió dentro del agua y no vi, no experimenté. Entonces lo de Fernando Bécquer viene a ser la primera vez», contó Brooks en la nota firmada por Ricardo Acostarana.

Ilena Brooks era una adolescente de 16 años en el momento de los hechos y como otras víctimas de Bécquer frecuentaba la peña del músico en la Casona de Línea, en el Vedado. En su relato también figura el nombre del trovador Adrián Berazaín, como pareja de una de las amigas de Brooks, similar a los testimonios hechos públicos en diciembre de 2021 por El Estornudo.

«En uno de esos domingos Fernando se me acerca, me dice que yo tenía algo muy malo. Me preguntó cómo me sentía, si me pasaba algo. Me hablaba de una forma como si pudiera ver a través de mí. Me dijo que yo tenía una gitana mala. No recuerdo exactamente lo que decía sobre ella. Me dijo que me iba a hacer un trabajo, que me iba a ayudar para que pudiera avanzar en la vida», narró la mujer, en congruencia con las más de una decena de acusaciones aparecidas contra el trovador, quien utiliza la religión afrocubana para acercarse a las mujeres y obligarlas a prácticas sexuales no deseadas.

Ilena contó cómo fue conducida por Bécquer a un apartamento cercano a la Casona de Línea, «lugar oscuro, sin muebles. Todo muy lúgubre, un antro», «con muchas cosas religiosas», en donde el supuesto sacerdote yoruba comenzó un ritual de caracoles. «Luego empezó a hablar consigo mismo como con su santo, y decía cosas como: ‘No, no, padre, eso no’. Volvía a tirar los caracoles y salía el supuesto ‘sí’ y volvía a negar una y otra vez, como que no le pidieran eso, que ‘eso’ él no lo podía hacer».

Al igual que en otros casos, Brooks alega que el trovador la condujo al único cuarto del apartamento, donde sólo había una cama. «Uno no sabe lo que le puede pasar hasta que pasa y cuando sucede, no sabes mucho lo que te acaba de suceder (…) Cuando noté que era inevitable, le pedí que se protegiera, que se pusiera un condón. Él decía que eso no era lo que pedía el santo. Se lo pedí con una voz que casi no me salió. Eso lo recuerdo como si fuera hoy», narró.

La víctima continuó su relato argumentando que, si bien Fernando Bécquer no la tocó ni besó, la penetró sin protegerse, lo que le ocasionó dolor y asco, además del miedo natural en estas situaciones.

«Yo tenía los ojos cerrados. Puede que en algún momento le haya dicho que parara, que se quitara, que ya no quería. Nunca quise. Supongo que haya sido lo que sucedió, pero esa parte no la recuerdo. Quizás en el momento en el que me sentí ultrajada le dije eso, que se quitara y se detuvo inmediatamente, pero eso no lo recuerdo (…) La gente que no ha vivido ese trauma pensaría que uno diría: ‘No, no, ¡quítate!’ Y uno se va corriendo del lugar, pero en realidad lo que uno hace más bien es ceder y dejar que se termine. Uno sabes que eso que está pasando está mal, lo que le están haciendo está mal», dijo Brooks.

Ilena también compartió el estado de «shock» en el que quedó tras la experiencia, así como los traumas e implicaciones en su conducta sexual a partir de ese momento: «siempre asumí que cualquier hombre al que le aceptara conversar o compartir, estaba consintiendo que tuviera sexo conmigo. No importaba si no me gustaba tanto. Yo era quien lo había dejado suceder, pensaba».

Este estado fue analizado para Tremenda Nota por el exfiscal y exjuez cubano Frank Ajete Pidorych, quien declaró que «la culpa no prescribe, la afrenta no prescribe, el daño no prescribe (…) el hecho es perseguible, y su persecución no solo procesalmente viable, sino socialmente necesaria».

De hecho, tras la eclosión de estas denuncias contra Fernando Bécquer y el nuevo despertar del Me Too en Cuba, las víctimas del trovador recibieron el apoyo de instituciones cubanas como el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) y la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), que invitaron a las mujeres afectadas a encausar por las vías legales las denuncias publicadas en los medios.

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