Violencia obstétrica y racismo estructural: el caso de Adriana Smith
Adriana Smith, una mujer afroestadounidense de 26 años, fue declarada con muerte cerebral en enero de 2024. Sin embargo, su cuerpo fue mantenido artificialmente con soporte vital durante más de tres meses, debido a las leyes antiaborto vigentes en el estado de Georgia.

El caso de Adriana Smith, una mujer afroestadounidense de 26 años declarada con muerte cerebral en enero de 2024, ha reabierto un debate crucial sobre violencia obstétrica, racismo institucional y justicia reproductiva en los Estados Unidos.
Según reportó la organización Reproductive Freedom for All, Smith sufrió una emergencia médica durante el primer trimestre de su embarazo y fue declarada con muerte cerebral. Sin embargo, el hospital se negó a retirar el soporte vitaldebido a la ley antiaborto vigente en el estado de Georgia, que prohíbe la interrupción del embarazo desde el momento de la concepción, sin ofrecer excepciones claras, incluso en casos extremos como este.
Durante más de tres meses, el cuerpo de Adriana fue mantenido artificialmente con vida, ignorando el dolor de su familia, que no solo vio negado el derecho de su hija a morir con dignidad, sino que fue forzada a presenciar su instrumentalización por parte de un sistema legal y médico profundamente deshumanizante.
La directora de Campañas de Georgia de Libertad Reproductiva para Todos, Alicia Stallworth, emitió la siguiente declaración:
“La pérdida de Adriana Smith es una tragedia devastadora. Pero lo que la hace aún más inconcebible es que a su familia se le ha negado el espacio y la dignidad para el duelo. En lugar de poder despedirse, se ven obligados a soportar un limbo agonizante debido a la prohibición extrema del aborto en el estado. Esto no es atención. Esto no es justicia. Es una crueldad arraigada en un sistema que se niega a reconocer a las mujeres negras como plenamente humanas, incluso en la muerte”.
Este caso no puede desligarse de las altas tasas de mortalidad materna entre mujeres afrodescendientes en EE. UU., que tienen tres veces más probabilidades de morir por causas relacionadas con el embarazo que las mujeres blancas. La historia de Adriana visibiliza cómo el racismo sistémico se entrelaza con el fundamentalismo conservador, creando condiciones extremas de violencia obstétrica y reproductiva.
El caso de Angélica Lyons
Angelica Lyons, instructora de salud pública en Alabama, casi se convierte en una cifra más de esa alarmante tasa de mortalidad materna que enfrentan las mujeres negras en Estados Unidos. La historia de su proceso de embarazo fue compartida por Los Angeles Times en 2023.
Aunque Angélica enseñaba a sus estudiantes sobre las disparidades raciales en salud, su propio embarazo en 2019 reveló cuán profundo es el racismo médico en el país.
A pesar de sufrir intensos dolores abdominales, vómitos de bilis y otros signos graves, fue enviada repetidamente a casa por personal médico que minimizó sus síntomas. Solo cuando su estado se volvió crítico, y el ritmo cardíaco de su bebé colapsó, fue intervenida de urgencia mediante una cesárea. Angélica sobrevivió a una sepsis no diagnosticada.
Según los datos del Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), la tasa de mortalidad materna para mujeres negras fue de 69,9 por cada 100.000 nacimientos vivos en 2021, casi tres veces la de mujeres blancas. Los bebés negros también enfrentan mayores riesgos de muerte y nacimiento prematuro, lo que refleja el trato completamente deshumanizantes que reciben las mujeres negras y no sólo en el sistema estadounidense.
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