Entrevista | Haití en Elena Lorac

“La violación de derechos de las mujeres migrantes haitianas en la República Dominicana aumentó significativamente desde 2022, porque el gobierno de Luis Abinader ha reforzado la política migratoria en detrimento de estas personas”.

24/09/2024
Elena Lora coordinadora del movimiento Reconocido
Elena Lorac, coordinadora del movimiento dominicano Reconoci.do.

Un grito rompió la disciplina que nos habían impuesto en el Foro Permanente de Afrodescendientes que se celebró en abril de este año: "¿y las que sacan de las salas de parto?", y ya nadie pudo dejar de mirar a la mujer que expulsaban de aquella sala de las Naciones Unidas. Y yo no pude dejar de pensar en ella. 

¿Qué mujeres? ¿Dónde ocurría eso? ¿Qué provocó el grito? ¿Quién leía que hizo que esta mujer gritara?¿Por qué nadie habla de estas mujeres? Después conocí a Elena Lorac activista dominico haitiana y coordinadora del movimiento “Reconocido”. A ella no fue a la que sacaron de la sala, pero me contó. 

“Lo que está pasando con las mujeres haitianas en Dominicana es muy diverso, es muy amplio”, y debe tener sus raíces en la historia que comparten República Dominicana y Haití, pensé después de haber investigado un poco. Basta con escribir en Google ‘relaciones República Dominicana y Haití’ para descubrir que las deportaciones de haitianos pueden llegar a ser mil diarias, o que los haitianos después de años de trabajo en territorio dominicano y de haber regularizado su situación migratoria, han sufrido procesos de ‘desnacionalización’. 

O que en octubre de 1937 el dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina ordenó una matanza en el río Masacre que divide a los países por la zona noroeste. “Masacraron a machetazos a alrededor de 15 000 personas”, esa fue la cifra oficial, pero se sabe que fueron más.  

Migración y Abinader

“Desde el 2022 para acá, las políticas de violación a los derechos de las mujeres migrantes haitianas en el República Dominicana aumentó significativamente porque el gobierno de Luis Abinader una de las cosas que reforzó fue la política migratoria”, comienza Elena Lorac a introducirnos en uno de los episodios más oscuros de la historia contemporánea de su país, y de la Humanidad.

“Y esa política migratoria reprimía aún más a las mujeres haitianas, sobre las que, organizaciones de la sociedad civil hemos tenido que denunciar abusos, atropellos, incluso en aquellas mujeres en labor de parto”.

“Un caso muy famoso es la de Nathalie Bolival, una mujer haitiana que Migración la detuvo, la sacó de la maternidad, la llevaron al centro de retención donde llevan a las personas que detienen en la calle y ella aún en su proceso la sacaron, por poco se muere”, pero cuando escribimos nuevamente en Google ‘mujer haitiana migración trabajo de parto’, Natalie no es el único caso que aparece. Muchas de ellas son detenidas durante sus revisiones médicas por funcionarios de la Dirección General de Migración.

“Esas mujeres no tienen ni siquiera el derecho a la dignidad para poder traer a su bebé al mundo”, me dice Elena Lorac y agrega, “eso está pasando y sigue pasando en algunos centros médicos donde se le niega incluso la asistencia a mujeres y muchas veces son tratadas como ‘parturientas’” y así les llaman, de manera despectiva, a las que llegan a territorio dominicano, o a las que “paren mucho y les controlan su proceso de natalidad. Todo es muy cuestionable”. 
“Entonces las mujeres migrantes haitianas enfrentan grandes desafíos en la sociedad dominicana. En su gran mayoría las mujeres no cuentan con una documentación legal lo que las hacen más vulnerable a la violencia de género, la violencia policial, la explotación laboral, la explotación sexual y a la trata de personas”.

  • Manifestación en República Dominicana
  • Mujer con cartel sobre las vidas haitianas
  • manifestaciones en Republica Dominicana
  • Manifestación en República Dominicana

“Una mujer sin documentación no va a ir al centro a denunciar una violencia, una violencia doméstica o cualquier tipo de agresión que sufre porque tiene miedo a que la deporten. Además al tema del racismo, la discriminación, la xenofobia, tienen que enfrentarse también a las barreras del idioma”, describe a grandes rasgos una situación que nos ha sido ajena durante años porque nadie quiere mirar hacia Haití. 
“Yo misma en algunos momentos, porque Reconoci.do no tiene que ver con eso” -su organización trabaja con jóvenes dominicanos de ascendencia haitiana-, “he tenido que asistir a mujeres que han ido a poner denuncia en destacamentos y muchas veces por no tener a alguien que le traduzca, ni siquiera les hacen caso”.

La deuda

¿Qué le debemos a Haití? Es una pregunta retórica. Es para que reflexionemos por qué no sabemos más de lo que sucede en Haití si con solo poner en Google algunas palabras de interés podemos acceder a mucha información. 

Una de las deudas que tenemos con Haití es su revolución: el antecedente más importante que tuvieron las guerras independentistas en América Latina, siendo el primer territorio en abolir la esclavitud, aun cuando nos hayan hecho leer en la escuela la versión racista de El Reino de este Mundo, de Alejo Carpentier

Elena Lorac agrega otras deudas que la tocan a ella y a su madre haitiana. 

“Hay una deuda social con las mujeres migrantes haitianas que llegaron en los años de la industria azucarera de nuestro país, donde las mujeres también dieron su fuerza laboral de trabajo. Sin embargo, esas labores que realizaron esas mujeres fueron invisibilizadas, no se reconocieron”.

“Muchas de ellas hoy en día son adultas mayores, como mi mamá y otras mujeres que a veces ni siquiera pueden reclamar la pensión de sus parejas que fallecieron. Trabajaron muchos años en la producción de la caña de azúcar y hoy en día no cuentan con nada, nuestras madres, nuestras abuelas, nuestras tías, hoy en día son adultas mayores, y no se pueden valer por sí solas. Y esa situación recae en los hijos, los que somos de ascendencia haitiana y así se conecta esa inmigración haitiana con nuestra realidad como dominicanas y dominicanos de ascendencia haitiana en el país”.

Elena Lora durante una manifestación
Elena Lorac, coordinadora de la organización Reconoci.do.

La madre de Elena Lorac

“Iba a hablar un poco de mi mamá, pero no”, y entiendo que hay historias difíciles de contar y agrega que su historia es muy parecida a todo lo que ha contado.

“Sí puedo decir que cuando mi mamá llegó a la comunidad del Batey, de donde somos, ella tuvo que casarse con un señor para poder obtener un lugar donde vivir. Y ella me cuenta que cuando ella llegó, trabajó como picadora de caña”.

“No era contratada directamente, pero en momentos de crisis fuerte, tuvo que tomar un machete, picar y cortar caña para poder trabajar. Eso fue como en los años 70, 80”. Y cuenta que además le vendía comida a los trabajadores mientras estaban en la labor en los campos de caña. “O sea, y eso es también la sobrevivencia, son las mujeres migrantes haitianas contribuyendo al trabajo, a la labor que hacen los hombres”, y recuerda haber leído que en las contrataciones de los bateyes solo figuraban los hombres, nunca las mujeres y que los contratos solían ser de seis meses, pero como la mano de obra era tan barata, los braceros no eran devueltos a Haití. 

“Nuestros padres, las personas migrantes que llegaron durante estos acuerdos, les eran más rentables al Estado. Les interesaba tenerlos para poder cultivar, regar abono, hacer otras labores, pues ellos se quedaban, aunque algunos regresaban a su Haití, porque tenían esposos y esposas”.

Y sabe de otras personas de ascendencia haitiana que tienen hermanos en Haití que ni siquiera conocen, porque “muchos de estos braceros que hoy en día son adultos mayores, que no se pueden valer por sí mismos, llegaron en edades de juventud, algunos dejaron a sus padres, a sus hijos, esposa y nunca más pudieron regresar, hicieron otra familia aquí y estas familias ni se conocen”. 
¿Por qué te hago este reencuentro? Porque durante ese proceso, con las mujeres que llegaban, ya el hombre se sentía cómodo, sentían que lo tenían todo ahí”, mantenían a la familia que creaban, pero no tenían para pagarse un regreso. 

“Sin embargo, estas familias no fueron reconocidas, hasta el punto que personas, en el caso también de mi madre y muchas de las mujeres migrantes haitianas, que sus esposos fallecieron y que dieron toda su vida trabajando en el corte y tiro de la caña de azúcar y que cotizaron, como es el caso de mi padrastro y de mi papá; y hasta el día de hoy no tienen una pensión”, es una migración de más de 100 años y de la que han nacido varias generaciones sin derechos tampoco. 

La desnacionalización

El 25 de enero de 2010 entró en vigencia una nueva Constitución de la República Dominicana. En el artículo 18, sección I de la Nacionalidad se establecen términos ambiguos para quienes deben ser o no ciudadanos dominicanos y complejiza aún más la situación de los migrantes haitianos y sus descendientes, la mayoría nacidos en tierra dominicana. 

“Y se cambia la figura del jus sanguinis o sea, debes tener un padre o una madre de origen dominicano para acceder a la nacionalidad” y quedan fuera los hijos e hijas de los migrantes haitianos nacidos en territorio nacional dominicano. 

 Jus sanguinis es el principio jurídico para atribuir la nacionalidad a una persona teniendo como criterio la de los padres con independencia del lugar del nacimiento. 

A eso se le agrega, cuenta Elena Lorac,“una situación de desnacionalización que se inició desde los años 2000 y que pese a la ley 169 /14 o Ley de Naturalización Especial, se ejerce y se promulga toda una política de desnacionalización en contra de los hijos e hijas de estas personas que vinieron y dieron su fuerza de trabajo y que hoy en día, nos encontramos sin ese derecho, esa garantía a la nacionalidad”, una ley que surgió teniendo como base la sentencia 168 /13 del Tribunal Constitucional  que supone un riesgo inminente contra los hijos e hijas de las personas extranjeras nacidas en dominicana. 

“Todas las leyes y todo lo que se ha venido orquestando en el estado dominicano es para hacernos extranjeros en nuestra propia tierra y desconocer el derecho que hemos tenido legalmente. Luego de la sentencia y la ley ha habido una complejización y una fragmentación de la migración y sus descendientes”, y también lo habla desde su experiencia personal.

Ser dominicana sin renunciar a Haití

“Las realidades que se están viviendo en nuestro país son producto del racismo sistemático y estructural que ha perdurado durante todos estos años”, y llama las cosas por su nombre porque es lo que la ha traído al camino del activismo. 

“Me considero dominicana y también reconozco mis orígenes haitianos”, se define Lora, pero sobre ella pesa la “estigmatización de poner a Haití como lo malo”, ese sentimiento creciente de antihaitianismo, que sustentan a partir de teorías racistas. 

“Esto se traduce en todo lo que es el cuestionamiento de nuestra dominicanidad”, asegura, “esto es lo que ha traído que en un contexto de desnacionalización actualmente haya más de 200mil personas en situación de apatridia y con unas categorizaciones, de grupo B o grupo A. Y eso no debería de ser así.”, ella y su familia son una de las clasificadas por estas políticas de desnacionalización, “a mí me denominan grupo A, mi hermano es grupo B”.

“Estamos hablando de jóvenes que ya han terminado sus escuelas, su bachillerato, que tienen más de 5, 6, 7 años esperando que el Estado le entregue una cédula de identidad para que ellos puedan seguir en la universidad, puedan registrar a sus bebés o puedan tener un trabajo digno”.

Esa doble nacionalidad, aun cuando le cuestionen una de ellas la pone en el centro de varios dolores. 

“Cada conflicto en Haití, aunque no vivimos en allí, más las deportaciones que están marcadas por los elementos que toman en cuenta para la deportación y detención de la población de migrantes haitianos: los rasgos fenotípicos, o sea, tú tienes que ser negra o negro” lo que también les afecta a sus descendientes porque ellos también son personas negras porque se parecen a sus padres.

Cualquiera puede ser deportado

Si buscan en Google pueden ver cómo solo en el 2022 fueron deportadas a Haití 113.490 personas y las fechas en el 2023 prometían duplicarse. Dominicanos que no han podido regularizar su situación de nacionalidad solo por ser hijos e hijas de haitianos. Gente que no conoce a nadie en Haití, que nunca ha viajado a Haití. 

“Estas políticas de desnacionalización que mantiene el Estado, hace que las mismas personas dominicanas, incluso dominicanas negras sin ascendencia haitiana, que no porten una documentación, también puedan ser detenidos y expulsados hacia Haití”, denuncia Lorac que no solo limita su lucha a los descendientes de haitianos sino que se opone a estas leyes retrógradas que pueden afectar lo mismo a un dominico haitiano que a un venezolano o a un cubano. 

“No solo pueden atraparte en la calle sino que migración entra a la casas a altas horas de la noche, en la madrugada, incluso hay videos, hay testimonio de que hay mujeres que han sido violadas” y los victimarios gozan de total impunidad.

“Y eso se está dando después de que el presidente haya decretado o haya también determinado que las fuerzas militares como las policías puede detener a las personas y pueden entrar en sus hogares, violentando incluso, las mismas leyes que debieran garantizar el debido proceso y las leyes migratorias de la República Dominicana, las cuales dicen que las detenciones no se harán ni en horas de la madrugada ni en procesos así”, pero agreden a las personas dentro de sus casa, “las mujeres en estas comunidades viven en tensión, y a veces se van a vivir a los montes”, donde Migración entra a darles caza. 

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La Habana (1979). Escritora. Realiza la columna de opinión «Mujeres de Alas», en la Revista Alas Tensas. Ha colaborado como periodista en medios y revistas como Cubaliteraria, Havana Times, Diario de Cuba, El Tiempo en Colombia, Hypermedia Magazine, Programa Cuba y Connectas. Sus reportajes han sido publicados en una compilación de ediciones Samarcanda, España, bajo el título Apocalipsis La Habana (americans are coming). En el 2020 publicó la novela Elizabeth aún juega a las muñecas (Editorial Hurón Azul) y el libro Orquesta Hermanos Castro: la escuelita, sobre la historia musical olvidada (Unos & Otros Ediciones ). Fue reconocida por la Fundación Internacional para las Mujeres en los Medios (IWMF) como Women Journo Heroes. Sus reportes sobre la vida cotidiana de las cubanas y los cubanos se pueden encontrar en el diario CubanetNews.