La escritura de Georgina Herrera, clara y directa, lleva en sí una fuerza poco habitual: aquella que le dan su origen y las tradiciones culturales de sus antepasados.
Destaca en este cuento la habilidad de Marguerite Yourcenar para dotar de una dimensión simbólica a los personajes y acontecimientos narrados.
Humilde y genuina, pero plena de orgullo, la voz lírica de Georgina Herrera nos conduce por una travesía íntima y continúa solitaria, a la vez que intensa y enérgica.
“Yo no he sido cronista de la realidad, me he sentido muchas veces como Casandra, vaticinando un futuro y unos peligros que pocos veían.”
Las historias de Ana María Matute giran en torno a los sucesos comunes de la vida y al peso que esos pequeños momentos tienen en el carácter de las personas.
Ileana Álvarez deja constancia en estos versos, dolorosos pero limpios, de su viaje a través de la noche, un viaje personal que, sin embargo, ilumina el curso de muchas otras mujeres.
Los cuentos de Esther Díaz Llanillo construyen un mundo donde lo fantástico se integra a lo cotidiano, poniendo hábilmente en crisis las nociones de normalidad.
Reconocida entre los grandes escritores de su tiempo, Marina Tsvietáeva es una de las poetas más innovadoras en lengua rusa.
“Me gustaría poder decir una frase para todos aquellos que, en las dictaduras, todos los días, hasta hoy, son despojados de su dignidad.”
"Perpetuas desahuciadas", de Virginia Ramírez es un libro imprescindible para el estudio de la mujer como sujeto creador en el arte cubano.