Con una voz poética desbordante de intensidad pero pulida y diáfana, María Eugenia Caseiro es una singularidad en la literatura cubana actual.
Intensa, reflexiva e íntima como un recuento de ausencias, la poesía de Nelly Sachs mira desde la extrañeza al mundo y a su propia vida de exiliada.
La poesía de María Mercedes Carranza iluminó las zonas más oscuras de la realidad colombiana y dio voz a los problemas de la mujer de su tiempo.
La poesía de Nieves Xenes retó al orden moral decimonónico y opuso a sus preceptos un ansia libertad que iba más allá de lo emocional o lo erótico.
La poesía Toshiko Hirata se distingue por su estilo renovador, que integra la herencia literaria japonesa con el dinamismo del mundo moderno.
La poesía de Yamila Tomasa Ferrá se instala en ese espacio de fértiles interacciones entre la historia, la experiencia y el discurso artístico.
La poesía de Mildre Hernández destaca por la limpieza del lenguaje y su capacidad para mostrar en imágenes la fragilidad y la reciedumbre de la vida.
Hay en la poesía de Gabriela Mistral una musicalidad y una actualización de los temas universales que solo en apariencias es apego a la tradición.
Condenada al ostracismo y vigilada hasta el final de su vida, Anna Ajmátova se aferró a la poesía como último recurso contra la barbarie.
La poesía de Amelia Biagioni es un camino irrepetible, privado e íntimo pero compartido, donde la mujer escapa de las normas que intentan apresarla.