Con sus obras textiles, Faith Ringgold llevó una forma de expresión tradicional de las mujeres afroamericanas al nivel de la alta cultura.
A más de un siglo de su muerte, Concepción Arenal sigue siendo un ejemplo de lo que es posible lograr si nos negamos a admitir que la injusticia es inevitable.
En su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura, Jelinek habla de su relación con el lenguaje y de la marginalidad inevitable de los escritores.
En medio de la Revolución Francesa y el terror, Olympe de Gouges reclamó para las mujeres los mismos derechos que tenían los hombres.
La poesía de María Calcaño, valorada hoy entre las más logradas del feminismo literario venezolano, dio voz a un erotismo y un deseo de libertad indomables.
“Era nuestro deber moral ser madres y ceñirnos la cintura para luchar contra los demonios de la guerra y proteger la vida de nuestros hijos, su tierra y su futuro.”
La violencia digital busca silenciar a las mujeres y mantenerlas en una posición subordinada, reproduciendo patrones históricos de desigualdad.
Desafiante y radical, Alexandra David-Néel convirtió la curiosidad en aventura, la rebeldía en sabiduría, y la independencia en un legado que aún inspira.
Mientras unos elogiaban el talento excepcional de Artemisia Gentileschi, a otros les costaba aceptar que una mujer manejara el pincel con tanta libertad.
Frida Kalho no es sólo una de las pintoras más importantes de América, sino también una figura universal de la cultura y el feminismo.