Desafiante y libre, María Emilia Cornejo fue pionera del feminismo y de la poesía erótica femenina en una de las sociedades más conservadoras de América.
“Para muchas mujeres en Cuba, La Macorina representaba la esperanza de ser autónomas, independientes, y de triunfar sin que nadie les pusiera límites.”
En las aulas y con su obra literaria, Gabriela Mistral trabajó durante toda su vida para la educación y la liberación de las mujeres.
Hace 4000 años, una mujer grabó en una tablilla de barro su reclamo de justicia y creó algo totalmente inusitado. Su nombre era Enheduanna.
Inés Arredondo abordó en sus cuentos los tabúes de su época con respecto a la mujer: el erotismo, la violencia, las pasiones destructivas y el deseo de libertad.
La poesía de Pat Parker, arraigada en sus propias traumáticas experiencias, dio voz al dolor y las esperanzas de muchas otras mujeres.
En su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura, Toni Morrison habla de la necesidad de desarrollar una actitud crítica ante la realidad y el lenguaje.
Con un extraordinario dominio de la técnica, pero libre de las normas que regían la escultura de su tiempo, Camille Claudel dejó su huella única en la historia del arte.
“Cumplir con una obligación siempre es un bien. La verdad, la belleza, la justicia, la compasión son bienes siempre, en todas partes.”
En sus relatos Carmen de Burgos dio rostro a las mujeres de su tiempo, mostrando la complejidad de su psicología, sus sueños y frustraciones.