La poesía, como una barca de libre albedrío, nace de la mirada atenta y seductora de una mujer de versos. (Palabras de Odalys Leyva para prólogo de «Tal vez la última playa»)
«Sumisas, / aprendices de esclavas, / atadas al barro, / al cañizo, / a hojalatas / que les prestan techo…».
«…Plegaria abierta es canto, / plegaria triste es viento, / cantos cavernarios con sus ecos, / rezos chamánicos de fuego…».
«…Escucha: / ¿No percibes su corazón acelerado? / Oye cómo bombea / ese aire que en nosotros se estanca / y se hace pensamiento…».
Runa circular: «…Vuelve la espalda al mar, a una gaviota que se desliza bajo la espuma, y es como herirse a sí misma…».
«…No saber qué se hizo Robertico: / baste este signo del adverso / milagro que se llama desarraigo, / sacro dominio …»
«Resuena así el feliz hallazgo / en la boca de todos: vive el verso / del poeta, tal vez desconocido / dador de voz a cada uno».
«¿Por qué fue desprendida / su respiración / si ella careció de pecado de sombra? / Las rosas blancas la bendicen ignotamente».
Jean Aristeguieta fue una escritora y editora venezolana nombrada por la uruguaya Juana de Ibarbourou como «un lujo lleno de ternura».