Adriana y La Virgen de Júcaro. Un milagro bajo el huracán Irma

| Vidas | 14/09/2017
Video: audio de entrevista a Adriana, y fotos del paso del huracán por Júcaro, con el "milagro" de la imagen de la Virgen.

En Júcaro, un pequeño poblado de pescadores en Cuba, al sur de la provincia Ciego de Ávila, una figura de la Virgen de la Caridad del Cobre (Patrona de Cuba) sobrevivió intacta a los azotes del huracán Irma, mientras el lugar quedó arrasado por las olas y los fuertes vientos que no encontraron gran oposición en casas ya de por sí muy precarias.

Los pobladores, y el sacerdote que recogió testimonio del acontecimiento con su cámara, consideran este hecho como un “signo providencial”. Sin embargo, cuando quisimos ir por esta historia con un trasfondo religioso y casi sobrenatural, nos encontramos otra no menos extraordinaria, la que personifica una mujer de carne y hueso.

La imagen de la Virgen estaba, y aún está allí, en la sala del hogar de Adriana Claudia Hernández Páez y su esposo, Bernardo Arturo Morales Andreu, aunque el inmueble ha quedado reducido a poco menos que ruinas.

Madre de dos hijas y abuela de cuatro nietas, ella ha fundado un clan de mujeres. Persona activa y de complexión fuerte, dedicada por completo a servir a los demás a pesar de sus propia pobreza, vive aquí desde que nació, hace 53 años, exactamente al filo del mar. Su vivienda en los últimos tiempos cumple las funciones de una iglesia católica en este sitio apartado, pues la que existía originalmente en la localidad, fue arrasada hace muchos años por otro ciclón.

En esta, su casa devenida templo, Adriana protagoniza una sensible labor humanitaria, dando desayunos a los más necesitados, acogiendo encuentros comunitarios, estudios, y aquí se realizan periódicamente misas y otras celebraciones religiosas. También Bernardo está a su cuidado. Él era pescador, pero después que enfermó de los nervios ya no sale al mar, y la ayuda en todo.

Ellos, junto con el resto del pueblo, fueron evacuados por la Defensa Civil en la tarde del jueves 7 de septiembre, apresuradamente, pues al otro día se esperaba que el ojo del huracán entrara en la provincia y, aunque ya se sabía que iba a pasar por la costa norte, al otro lado de la isla, también en Júcaro se pronosticaban violentas penetraciones del mar, debido a las grandes dimensiones del fenómeno atmosférico.

Tuvieron que dejar atrás todas sus pertenencias. Esta vez los evacuaron con rapidez y no hubo camiones para cargar electrodomésticos y otros objetos valiosos. Allí, en el rincón más destacado del hogar, quedó la Virgen envuelta en flores amarillas, adornada como estaba para ser llevada en hombros durante la procesión que debía celebrase al día siguiente. Las leyes del azar habían hecho coincidir el paso del destructivo huracán con la fecha de festividad de la Patrona de Cuba.

A pesar de la lluvia y el viento, ellos querían hacer la procesión de todos modos, incluso con mayores motivos en tales circunstancias, ante la necesidad de conjurar los peligros. Pero la anunciada celebración popular fue pospuesta por autoridades gubernamentales, y Adriana y Bernardo, junto con los demás vecinos de Júcaro, llevados lejos, kilómetros adentro en tierra firme. Pasaron esa noche en casa de su hija Nailet que vive en la ciudad de Ciego de Ávila.

Los pronósticos se cumplieron y el golpe de Irma a Júcaro resultó demoledor. Incluso casi un barrio completo, conocido como Palmarito, desapareció de la superficie terrestre.

Antes de que Adriana y Bernardo pudieran regresar a su casa, llegó allí el sacerdote José Manuel García, Vicario General de la Diócesis de San Eugenio de La Palma. Por eso, hemos ido en busca de su testimonio directo, y la prueba de las fotos que él realizó: “Yo la vi primero que Adriana porque ella todavía estaba evacuada fuera de Júcaro en el momento en que me llegué hasta allá. Hay gente que no ha llegado a Júcaro todavía. Hasta hace poco había llegado poca gente”.

Se pasa una mano por sus canas, visiblemente afectado, y nos cuenta que casi no usó la cámara fotográfica de su móvil, porque no tenía valor de atrapar en fotos aquel paisaje tan destruido.

“Alguien dijo que allá en Júcaro había destrozos y entonces se llamó y no nos pudimos comunicar. Luego llamó otra persona y supimos que la casa de ella [Adriana] sufrió el embate y yo quise ir hasta allá. La policía en la entrada del pueblo no dejaba pasar a nadie, pero me identifiqué como sacerdote y me dejaron pasar. El agua del mar entró ochocientos metros. Cubrió prácticamente todo el pueblo. Hubo muchos derrumbes. Las casas estaban en muy mal estado. El lugar de la casa donde nos reuníamos que era la terraza, el bañito que estaba allá en lo último y el lateral de la derecha, todo eso lo perdió. El primer cuarto sobre todo quedó derrumbado”.

Imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre con aureola de flores, respetada por el huracán que destruyó la casa de Adriana y gran parte del poblado de Júcaro.
Fotos: José Manuel García.

Sobre la manera en que el huracán respetó la imagen que no es nada pequeña, y cómo tampoco dispersó su aureola de flores amarillas, el Padre José Manuel señala: “Nosotros pensamos que ha sido un signo providencial, una señal… […] incluso las flores estaban intactas junto a la Virgen…”

Nos brinda un número telefónico donde localizar a Adriana. Y cuando logramos hablar con ella, está ya otra vez instalada en lo que ha logrado recomponer de su espacio privado, adonde siguen acudiendo muchos en busca de consuelo. Nos habla, entre nerviosa y agitada, en medio de nuevas labores de auxilio a su comunidad que acomete a través de Cáritas (organización caritativa y humanitaria de la iglesia católica). Ha logrado recuperar “su techito”, la mayoría de sus cosas, y prepara alimentos para los damnificados.

Quiere contarnos sobre la supervivencia de su Virgen, de cómo quedó en pie para alegría general: “Muchas personas han venido a verla, se han quedado muy asombrados con eso, cómo el ciclón me desbarató la casa y la Virgen sigue ahí”. Pero, sobre todo nos habla de cómo aliviar las penas de otros: “Hay que ayudar en lo que se pueda y ver cómo salimos de esto. Estamos ayudando con Cáritas en todo lo que se puede, dándole almuerzo a la gente…”

No especula, sino hace una observación con su fe de mujer conocedora de la vida concreta, de los dones sencillos: “Creo que fue un milagro, un milagro de Dios y de la Virgen”.

La imagen de su sola presencia entre los pobres significa un signo de vida y esperanza. Es una heroína muy cubana que conjura las destrucciones, sin duda. Lleva entre sus brazos a mucha gente, carga una casa que está por rehacer, un país. La mueven la fe y el amor de madre. Su liderazgo resulta natural, espontáneo, creíble.

Puede tener muchos nombres, y Caridad pudiera ser solo uno de ellos, tan común en Cuba, donde en ese caso se le diría popularmente Cachita. Pero su nombre protector aquí, ahora, es Adriana. Casi sin darnos cuenta, cotidianamente hace milagros.

 Una de las actividades comunitarias que se celebraban en la casa de Adriana y Bernardo antes del paso del huracán.
Una de las actividades comunitarias que se celebraban en la casa de Adriana y Bernardo antes del paso del huracán.
Adriana junto a parte de su familia en una celebración navideña.
Adriana junto a parte de su familia en una celebración navideña.
 Así quedó el cuarto de Adriana (9 de septiembre de 2017).
Así quedó el cuarto de Adriana (9 de septiembre de 2017).
 El fondo de la casa de Adriana que da al mar (9 de septiembre de 2017).
El fondo de la casa de Adriana que da al mar (9 de septiembre de 2017).

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