Entrevista | Raysa De Feria: “El mayor obstáculo para el béisbol femenino en Cuba es el machismo”

“Todas las muchachas del béisbol femenino, tanto las que ya no jugamos como las que están jugando ahora, chocamos con eso. Era necesario dar un espectáculo en el que predominara la feminidad y no la calidad como atleta en el terreno.”

Equipo Nacional de Cuba para el Campeonato Panamericano de Venezuela en el 2009
Equipo Nacional de Cuba para el Campeonato Panamericano de Venezuela, en el 2009.

No tienes que ser hombre para emocionarte cuando, en conteo de dos strikes sin bolas, con bases llenas y dos outs en la pizarra, en el último inning, el bateador que se ha ido en blanco en todo el partido saca el bate a toda velocidad ante una recta de 98 millas por hora y dispara un jonrón que le da la victoria a tu equipo.

No tienes que ser hombre para que te guste el béisbol y tampoco para jugarlo. Como no tienes que ser hombre para practicar voleibol, atletismo o judo. En Cuba, casi todo el mundo sabe quiénes son Mirella Luis, Magaly Carvajal, Regla Torres y el resto de las Espectaculares Morenas del Caribe. Es difícil que alguien ignore quién es la campeona y multi-medallista olímpica y mundial de judo Idalis Ortiz o la Tormenta del Caribe, Ana Fidelia Quirot.

Sin embargo, en la Patria que de lejos contempla orgullosa a Yordan Álvarez, Randy Arozarena y Yulieski Gurrielpor solo mencionar a tres de los peloteros cubanos que brillan en Grandes Ligas y que antes se emocionó con las atrapadas de Germán Mesa en el campo corto y los batazos de Omar Linares, las peloteras pasan casi inadvertidas. De hecho, para muchas personas la palabra béisbol va asociada a hombres.

Cierto es también que las peloteras no han tenido a nivel internacional los resultados que hasta casi diez años tuvieron los equipos masculinos. El mejor resultado de las cubanas en copas mundiales es el sexto puesto en las ediciones de 2006 y 2010. A nivel regional, el mayor logro es una medalla de bronce en el Campeonato Panamericano efectuado en Venezuela 2009 y un quinto lugar en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2015.

Peloteras cubanas
Peloteras cubanas del Equipo Nacional. Raysa De Feria, a la izquierda.

Lo peor es que se ha producido un retroceso. En la Copa Mundial de Béisbol Femenino, finalizada recientemente en Japón, las cubanas apenas pudieron ganar uno de cinco desafíos y perdieron toda posibilidad de alcanzar un boleto para la final que se jugará en agosto de 2024.

¿Por qué, a diferencia de Japón y Estados Unidos, hay tanta distancia entre los equipos femenino y masculino, en un país que ama tanto el béisbol? ¿Por qué, en vez de avanzar, el béisbol femenino ha ido hacia atrás?

No hay fogueo para las atletas de béisbol femenino

Raysa De Feria, pionera en la práctica del béisbol en Cuba (después de 1959) e integrante del equipo que intervino por primera vez en una Copa Mundial, tiene clara la razón: el machismo. Al menos ese es el principal obstáculo que ha enfrentado esta apasionada de la pelota.

“La diferencia del béisbol femenino con respecto al masculino y por qué creo que el desarrollo no ha ido en aumento, sino en descenso, es que al femenino en Cuba no se le da la publicidad; no tiene topes consecutivos, sino una vez al año, cuando viene Canadá. Cada dos años es que se participa en un campeonato internacional. No participa en un panamericano, un centroamericano, eventos en los que tú puedas ver al contrario y saber de qué forma poder enfrentarlos, estudiarlos”.

“No existe un campeonato nacional largo para que las atletas puedan tener un gran fogueo durante todo el año. Son simplemente copas pequeñas de siete o diez juegos, cuando más, y creo que eso es lo que ha dado al traste con los resultados en este último campeonato”.

“Yo soy fundadora; desde el año 2004 juego béisbol femenino. Estuve activa hasta 2012”, cuenta esta mujer de 34 años. Raysa De Feria y sus compañeras de equipo llegaron a la primera copa mundial para el béisbol femenino cubano sin fogueo internacional. Entre siete equipos, que incluían a potencias como Estados Unidos y Japón, terminaron sextas.

“Fue un sexto lugar con buenos resultados. Los juegos fueron un espectáculo muy bonito. Hubo juegos de 4×3, 6×5. No tuvimos ningún juego abierto. Cuando fuimos a ese mundial dijimos ‘el béisbol femenino en Cuba puede’. Habíamos visto equipos como Japón y Estados Unidos; los habíamos enfrentado y les habíamos dado buenos partidos”.

Equipo fundador de béisbol femenino de la capital. La Habana, 2005.
Equipo fundador de béisbol femenino de la capital. La Habana, 2005.

“En vez de ir en aumento, el béisbol femenino en Cuba ha ido en descenso. Ahí se vio, en este mundial, que los resultados no fueron los mejores. Muchas atletas muy jóvenes, sin fogueo alguno. El equipo es prácticamente nuevo, sólo con dos o tres figuras que se mantenían de campeonatos anteriores. Imagino que eso también haya dado al traste con el resultado”.

A la hora de hablar de los obstáculos que enfrentan las mujeres que practican este deporte en Cuba, Raisa no menciona malas condiciones de alimentación y alojamiento, ni falta de implementos. La situación precaria de los deportistas cubanos, que ha reconocido la prensa estatal y ha disparado el éxodo, no sale a relucir en la conversación.

“Había que demostrar que éramos mujeres, femeninas”

“La primera dificultad que he tenido yo como atleta del béisbol femenino en nuestro país es el machismo. A la fecha, voy a ver un juego de Industriales, que es el equipo que sigo, voy al Latino y las personas me preguntan si sé de pelota. Cuando digo que practiqué béisbol y que era del equipo nacional, me dicen que cómo que béisbol, ‘tú lo que practicabas era softbol’. Es un deporte al que no se le ha dado la publicidad que lleva”.

“En el orden personal, mis padres, al principio no entendían por qué béisbol, siempre conté con su apoyo, pero el machismo en Cuba trae muchos estereotipos. Eso es una de las cosas que más te golpea”.

“Todas las muchachas del béisbol femenino, tanto las que ya no jugamos como las que están jugando ahora, chocamos con eso. Era necesario dar un espectáculo en el que predominara la feminidad y no la calidad como atleta en el terreno. Era más bien un show. Había que demostrar que éramos mujeres, femeninas. Que, aunque jugáramos béisbol no teníamos que jugar fuerte, ni ser, como dicen aquí en el argot popular, ‘machorras’. Te exigen una feminidad que en el terreno se te va. Quien juega béisbol y lo siente sabe que eso es casi imposible. Quien ama el béisbol lo va a dar todo, sin estar pendiente de verse femenina o no”.

“Eso da el margen, como se vio en ese documental del año 2008 (¿Grandes Ligas?, dirigido por Ernesto Pérez Zambrano), que hasta los dirigentes son machistas y tienen esos estereotipos”.

¿Grandes Ligas? muestra con mucha claridad la mentalidad de las autoridades y hasta dónde llegan los prejuicios que han tenido que enfrentar las peloteras. El documental muestra un momento del congresillo técnico de la Copa Nacional de Béisbol Femenino 8 de Marzo, cuando la metodóloga nacional de la disciplina, Margarita Mayeta, lee el reglamento interno de la competencia.

El reglamento decía que “a los juegos hay que ir bien arreglada, peinada, con un toque femenino; eso es parte de la feminidad, porque las jugadoras son parte de un espectáculo deportivo que la población viene a ver en su tiempo libre”.

Entre los otros requisitos del comportamiento que las peloteras debían mantener en el terreno, la metodóloga señala que no puede haber “indisciplina social”. Entonces, levanta la vista y aclara “es decir, que a nosotros no se nos puede dar aquí un caso de problema moral. ¿Están claros de qué estoy hablando?”.

No se ve la explicación de la metodóloga sobre lo que ella considera una inmoralidad. Raisa cuenta que Mayeta llegaba por las mañanas al albergue de las muchachas y su saludo era: “Buenos días, para las que lo tengan, y las que no, que se lo arreglen, y las que tengan ‘el bichito’ que lo guarden”.

“Por ‘el bichito’, como ella le llamaba, dejó a muchísimas atletas. Ella les llamaba a las lesbianas ‘el bichito’. Como no podía decirlo libremente, lo adornaba. Pero sabíamos de lo que estaba hablando”.

Las peloteras tenían que reunirse con Mayeta después de cada entrenamiento y de los descansos. Era obligatorio ver el noticiero y en la mañana del día siguiente, durante el matutino, tenían que hablar de una noticia.

“Siempre salía el tema de la inmoralidad, que para ella eso era una inmoralidad”.

Raysa considera que no se puede avanzar en un deporte como el béisbol femenino ni superar los estereotipos, si los propios dirigentes están llenos de prejuicios.

“Yo quería hacer historia en el béisbol femenino”

Quizás, algunas personas se hacen la pregunta que le hice a mi entrevistada. ¿Por qué tomar la opción más difícil? ¿Por qué no elegir el softbol, que, aunque no está totalmente exento de prejuicios y muchas personas ven también como un deporte de hombres, implica menos obstáculos para las mujeres, que lo han practicado en Cuba desde hace décadas?

“En mi caso, yo venía del softbol”, es la sorprendente respuesta de Raysa, quien por su amor al béisbol no ha tenido que enfrentar sólo el machismo, sino también una sanción, cuando tenía 14 años.

“Jugué softbol a temprana edad. Empecé en cuarto grado a practicar softbol. Estando en una preselección, topando con Nigeria en la Villa Panamericana, la umpire de home era María Menéndez y me cuenta que en la Ciudad Deportiva había un equipo de béisbol femenino, que ella entrenaba junto a Constantino Herrera. Estaban haciendo un equipo nuevo, experimental, de béisbol femenino para el país”.

Ese mismo día, Raysa decidió no asistir más a la preselección de softbol e ir para la Ciudad Deportiva al día siguiente, inscribirse y comenzar a jugar béisbol.

“Yo jugaba softbol porque no existía un equipo de béisbol femenino, pero desde pequeña me gustaba mucho la pelota. Yo jugaba con los niños en la cuadra a la pelota”, cuenta Raysa, quien dejó su lugar en el softbol, pese a que desde los 10 años había sido invitada a una preselección de primera categoría.

“Eso provocó que, como era interés de la provincia, estuve dos años sancionada. En los años 2004 y 2005 no pude jugar béisbol”, explica.

Raysa se mantuvo entrenando todo ese tiempo, pero no fue hasta enero de 2006, cuando le levantaron la sanción, que pudo comenzar a hacerlo de manera oficial. Dos meses después, se realizó la Copa 8 de marzo en Santiago de Cuba. Raysa es lanzadora relevista y desempeñó esta función con efectividad en el torneo.

En junio, se convocó una preselección para armar el equipo que asistiría por primera vez a una Copa Mundial. Ella fue llamada a la preselección e integró el conjunto que ocupó el sexto puesto en la competencia.

Sólo tenía 14 años cuando salió de la preselección de softbol. Además de ganarse una sanción, renunció a la posibilidad de viajar, si finalmente hacía el equipo.

Pero a esa edad, Raysa no sólo veía la posibilidad de practicar el deporte que realmente la enamoraba, sino de estar entre las primeras mujeres en practicar béisbol en Cuba, “después del triunfo de la Revolución”, acota.

“Antes del triunfo de la Revolución aquí existió un equipo de béisbol femenino. Yo quería hacer historia”, dice Raysa y sabe que hizo historia, aunque no sea conocida ni se haya reconocido a esas muchachas que, en 2004, decidieron enfrentarse a los estereotipos machistas, que, aclara esta atleta, no se han erradicado.

Raysa se alejó un año de los entrenamientos por una diferencia que tuvo con el entrenador Lázaro de la Torre —mítico ex lanzador de Industriales, conocido como el “Brazo de Hierro”—. Regresó al campo de béisbol en julio de 2008 y participó en la Copa 26 de Julio, en Ciego de Ávila. Fue llamada nuevamente a la selección por sus resultados en esa competencia.

Integró el equipo que finalizó tercero en el Campeonato Panamericano, el que nuevamente ocupó el sexto puesto en la Copa de 2010, en Caracas —esta vez entre 11 conjuntos— y el que dos años más tarde terminó en el octavo y último puesto de la Copa Mundial de Canadá.

Raisa de Feria en su último campeonato, Canadá, 2012.
Sobre el montículo, en su último campeonato. Canadá 2012.

Una decisión “dolorosa y difícil”

En 2012, Raysa tenía 23 años. A esa edad, ya era relevista del equipo nacional y le quedaba mucho recorrido por delante como atleta. Sin embargo, tomó una decisión que describe como “difícil y dolorosa”: dejar el béisbol.

Ese año, por primera vez en el béisbol femenino cubano, cuatro peloteras abandonaron la delegación oficial que asistió al torneo en Canadá (la misma cantidad de atletas se separó del equipo durante una escala en México cuando regresaban de la Copa Mundial de Béisbol de Japón en septiembre).

Aunque Raysa no fue una de las peloteras fugadas en 2012, presentía que a partir de ese momento las autoridades deportivas cubanas no la considerarían confiable y no volverían a convocarla a la selección nacional. El tiempo le dio la razón.

“Yaima Ramos Mesa, que era la primera lanzadora del equipo Cuba, continuó jugando y nunca fue llamada a una preselección ni nada”.

Raysa se concentró entonces en terminar carrera de licenciatura en Cultura Física. Aspiraba a incorporarse al equipo de béisbol femenino como entrenadora, pero no se dio la oportunidad.

“La compañera Margarita Mayeta tenía un campo bien estrecho con su selección de entrenadores”.

Otra vez en el terreno

Raysa terminó sus estudios y se ha desempeñado en empleos que no tienen que ver con el deporte, para salir adelante. Después de cumplir sus dos años de servicio social como profesora de Educación Física en una escuela primaria, ha sido dependiente en cafeterías y cocinera. Sin embargo, últimamente ha vuelto a entrenar.

“Es temporal. Va a haber un torneo aquí en La Habana, que, siendo la sede, no tenía equipo. El entrenador que está al frente nos hizo el llamado”.

En el equipo de La Habana es probable que Raysa tenga que batear, además de lanzar. Recuerda que cuando Lázaro de la Torre comenzó a entrenar al conjunto capitalino hizo muy versátiles a todas las jugadoras, por si era necesario que asumieran otra función.

A la defensa, Raysa puede jugar en la primera almohadilla. En un entrenamiento reciente, batea varias pelotas lanzadas por el entrenador actual y demuestra que 11 años alejada del béisbol no han hecho que olvide las herramientas de este deporte que le apasiona.

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