Entrevista a Diana Fernández: «la vida es un camino largo, con curvas peligrosas»

La diseñadora, escritora y profesora cubana Diana Fernández conversa sobre diseño de vestuario, emigración, tradición y más.

| Vidas | 11/02/2023
Retrato de Diana Fernández mientras imparte una conferencia en su trabajo como docente.
Retrato de Diana Fernández mientras imparte una conferencia en la Escuela Superior de diseño de Valencia. / Imagen: Cortesía de la entrevistada.

Diana Fernández González (EEUU, 1949) es diseñadora de vestuario escénico: ha diseñado el vestuario de decenas de puestas teatrales, largometrajes y series para televisión.

Diana es docente con más de 40 años de experiencia. Ha sido profesora en diversas instituciones españolas y latinoamericanas, entre ellas: Escuela de Cinematografía y del Audiovisual de la Comunidad de Madrid (ECAM) y la Universidad Carlos III de Madrid (Máster en Comunicación de Moda y Belleza VOGUE), en España; Universidad Veritas de San José, Costa Rica; Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños, Cuba.

Como investigadora, ha participado como ponente invitada en eventos científicos, jornadas y congresos en Cuba, España y otros países en Europa y América. Diana Fernández es además autora de varios textos sobre su especialidad, entre los que se destacan: Así se vendió la Moda. Publicidad del consumo-moda en la prensa escrita. La Habana 1840-1960, Ed. Verbum, Madrid 2022; Vestir al personaje. Vestuario escénico: de la historia a la ficción dramática, Ed. Cumbres, Madrid, 2018 y Lo cubano en el vestir: apuntes esenciales, Ed. Unión, La Habana, 2018, este último Premio de la Crítica Científico-Técnica 2018.

Retrato de Diana Fernández.
Retrato de Diana Fernández. / Imagen: cortesía de la entrevistada.

A continuación, en entrevista exclusiva para Alas Tensas, esta diseñadora, escritora y profesora cubana profundiza en su carrera, conversando sobre diseño de vestuario, arte cubano, tradición, emigración y más:

La entrevista

¿Desde cuándo empezaste a interesarte en el diseño y concretamente en el diseño de vestuario? ¿Tuviste alguna influencia en el hogar? ¿Qué sucesos, o vivencias, detonaron tu interés?

«Mi interés por el diseño surgió casi de casualidad o, mejor dicho, de la unión de dos intereses previos, uno de ellos, de influencia familiar. Mi madre, Gloria González, era pintora. Estudió en San Alejandro y desarrolló una carrera irregular en el tiempo, interrumpida por su matrimonio y posterior maternidad, tiempo en el cual se orientó hacia el retrato y el paisaje, pintando cuadros para damas de la sociedad y exteriores de New York donde radicó entre los años 1940 y 1950. Más tarde hizo lo mismo en Cuba, hasta la década de 1960. Me gustó pintar desde pequeña y no es que tuviera demasiadas aptitudes, pienso yo, sino, simplemente, por imitación y algo de fascinación.

«Años después, ya adolescente y por influencia, en este caso de amigas, comencé a asistir a unas clases de teatro que impartía el actor Elio Mesa, del grupo cubano Teatro Estudio. Las clases, muy prácticas, se acompañaban de visitas al teatro, comentarios sobre puestas en escena y otras actividades. Allí despertó mi interés por la actuación. Derivado de la actividad de ese grupo fui seleccionada, con 18 años, para interpretar un rol en la película El Bautizo, dirigida por Roberto Fandiño y producida por el Instituto Cubano de Arte y Ciencias Cinematográficas (ICAIC). Fue un nuevo encuentro, en este caso con otro medio escénico bien diferente al teatro: el cine.

«Por aquellos años, por tanto, lo que deseaba era ser actriz. Al terminar el Pre-universitario me presenté a las pruebas de admisión de la Escuela de Artes Dramáticas de la Escuela Nacional de Arte de Cuba. Pero al revisar las condiciones de la prueba estas me resultaron muy complejas y el temor de no ser admitida se adueñó de mí por lo que desistí.

«El destino quiso que el mismo día que no tuve la fuerza ni la seguridad en mí misma (¿falta de real vocación?) para lograr lo que pensaba era mi sueño leyera una información en la propia Escuela sobre la promoción de unos estudios desconocidos por mí hasta entonces: Diseño Teatral. Leyendo los requerimientos para su admisión descubrí que sí podría superar las pruebas y decidí presentarme. Es así como fui capaz de unir dos de los intereses que tenía hasta el momento: la plástica y la escena.

«La formación en la carrera de Diseño Teatral era integral. Estudiábamos el diseño escénico en todas sus especialidades: Escenografía, Vestuario e Iluminación, básicamente enfocado al teatro, aunque con algún módulo formativo en cine. Una vez graduada, y durante algunos años, probé a desarrollar proyectos en iluminación y escenografía. Hasta que definí que mi verdadera vocación era el vestuario, unido a la docencia en Historia y Teoría del Traje, algo que nunca he abandonado. Aquel deseo de ser actriz logré ´sacarlo´ en los variados cameos que realicé en algunas películas, a petición de sus directores y como ´figurante con presencia´. Un hombre de éxito, dirigida por Humberto Solás, es una de ellas».

¿Qué es para ti ser una buena diseñadora, además de, claro está, el talento y el dominio técnico de la profesión?

«Supongo que te refieras a ser ´una buena diseñadora de vestuario´. Compleja pregunta para una repuesta única… Intentaré trasladarte lo que pienso en pocas palabras. Para mí, un buen diseño de vestuario debe solucionar con eficacia el traslado a la imagen de los personajes de la esencia conceptual de la representación. Traducir al universo de líneas, formas, colores, texturas, lo que el director desea comunicar con su puesta en escena o en cámara, con un vestuario que sea más expresivo que descriptivo. La ´excepcionalidad´ no radica, como muchos puedan pensar, en ser sobresaliente o que se destaque ´por encima´ del resto de los componentes de la representación. Sino ser ´parte de ellos´. A no ser, por supuesto, que dentro de los objetivos de la puesta en escena se encuentre destacar la imagen de los personajes, más allá de lo requerido».

¿Pudieras hablarnos un poco de tus inicios e influencias, tanto de artistas de la Isla como la de creadores foráneos? ¿De qué manera llegaban a ti esas influencias? ¿Podrías citarme algunos nombres?

«En los inicios de mi trabajo estaba lógicamente influenciada por lo que había aprendido durante los cuatro años de formación en la escuela. En ella, nuestro profesor de diseño, y jefe de la especialidad, era el checo Dimitriv Kdrnoska, recientemente fallecido.

«Él nos adentró en el mundo de la escuela checa de escenografía, dándonos a conocer la obra de creadores como Vlastislav Hofman (1884 –1964), perteneciente a la vanguardia de la plástica escénica checa, y otros, como Josef Svoboda (1920-2002) y Jaroslav Malina (1937-2016).

«La mayoría de ellos llevaron a la práctica las teorías de los renovadores de la escena, sobre todo las del inglés Edward Gordon Craig (1872-1966). Dando continuidad al prestigio que llegó a poseer el diseño teatral checo en el siglo XX. Por otra parte, nuestra profesora de pintura nos trasladó en sus clases todo el universo de las vanguardias pictóricas. Enfatizando en la expresividad de las obras de la pintura abstracta y en autores como Georges Braque (1882-1963), Fernand Léger (1881-1955), Juan Gris (1887-1927) o Marc Chagall (1887-1985), entre otros.

«No obstante estos primeros referentes considero que es complejo señalar posibles influencias en la obra de un diseñador escénico. Ya que cada proyecto demanda un estilo, una manera ´de hacer´, una línea de trabajo, una ´mirada´, que difieren y exigen al creador posicionarse en uno u otro referente. Pero para no dejar de expresarte algunas de mis preferencias, que más que ser utilizadas como ´influencias´ son obras que admiro, te menciono producciones en las que se evidencia un concepto general trasladado al lenguaje visual, en las que se advierte esa ‘armonía’ entre la narración dramática, el estilo o planteamiento estético general y las propuestas de manipulación del vestuario histórico:

  • Django desencadenado (Quentin Tarantino, 2012). Sharen Davis con su vestuario irreverente para un nada reverente Django.
  • El Gran Hotel Budapest (Wes Anderson, 2015) con sus pautas estéticas perfectamente controladas que recuerda al cuento narrado desde la nostalgia y destaca la luminosidad de una gama cromática saturada al máximo con un vestuario a cargo de Milena Canonero perfectamente integrado.
  • La Favorita (Yorgos Lanthimos, 2018) Sandy Powell demuestra que, a pesar de la verosimilitud que se exige para el vestuario de cine, se puede manipular el vestuario histórico de la época en que se desarrolla la acción. Reto que supera al estar relacionado con la esencia temática, estética y conceptual de la película del director griego Yorgos Lanthimos».

Has tenido la posibilidad de trabajar con directores importantes del cine y el teatro cubanos, como Humberto Solás, Enrique Pineda Barnet, y otros… Si tuvieras que escoger entre algunos de tus trabajos y directores, ¿cuáles escogerías? Esto no significa que no valores a los demás… (Yo, por ejemplo, tengo los míos, pero yo no soy tú jjjjjjjj).

«Trataré de responderte con la mayor objetividad posible. Y me centraré en el cine. Como trabajos que han tenido una génesis y desarrollo con una excelente labor de equipo propiciado por el director tengo que mencionar dos: Una novia para David (Orlando Rojas, 1985) y la serie para TV La Botija (Danilo Lejardi, 1990).

«En ambos casos la preproducción se convirtió en una fase de inmersión con la participación activa de todo el equipo creativo. Ello propició que el trabajo tuviera coherencia, algo que se advierte en el resultado.

«En Una novia para David, por ejemplo, el concepto estético se basó en la palabra ´Nostalgia´. Esto hizo que Derubín Jácome, el director de arte, y yo, tradujéramos el concepto en una paleta de ´colores diluidos´, enfatizando en las veladuras. Por eso los tonos del vestuario son apastelados, sin nada brillante, solo existen algunos detalles llamativos para llamar la atención sobre los personajes.

«Con La Bella del Alhambra (1989) tuve una experiencia inolvidable por la estrecha relación que se estableció con Enrique Pineda Barnet. Trabajar esta película también constituyó un disfrute. Sobre todo en el rodaje de los números musicales, cuando el proceso de vestir y maquillar a Rachel (Beatriz Valdés) se convertía, a la vez, en una verdadera sesión creativa y festiva al observar la transformación de la actriz en el personaje.

María Isabel Díaz (actriz) y Thais Valdés (actriz) en "Una novia para David", de Orlando Rojas.
María Isabel Díaz (actriz) y Thais Valdés (actriz) en «Una novia para David», de Orlando Rojas. / Imagen: cortesía de la entrevistada.

«No puedo dejar de mencionar la que constituyó nuestra ´escuela de diseñar para cine´. Hablo en plural, pues incluyo a mi pareja —sentimental y profesional— Derubín Jácome. Conjuntamente con nuestra profesora, María Elena Molinet, formamos el equipo de vestuario de la película Cecilia (1982), de Humberto Solás. Esta fue mi primera incursión en vestuario para cine y, gracias a la sabiduría de su director, se convirtió en un máster (o doctorado). Humberto, que cuidaba hasta el detalle la visualidad de sus obras, nos enseñó a ´ver el vestuario con mirada de cine´, a interiorizar lo que significaba el color real y el ´color cine´, a darle importancia a las texturas, los volúmenes y, sobre todo, a la ambientación de cada pieza que sería retratada en pantalla. Y todo ello sin un plan pedagógico al uso, sino, simplemente, a través del proceso de creación del vestuario de la película».

Conocemos de la precariedad con la que se trabaja en Cuba… ¿de qué manera puede un diseñador de vestuario y complementos enfrentar esto cuando, por ejemplo, faltan materiales, escasea el género textil y existe, en ocasiones, una pavorosa ausencia de opciones?

¿Puedes hablarnos de lo que significa trabajar desde la precariedad y no desde la abundancia? ¿Alguna recomendación, algún apunte…? Y desde luego, ¿nos puedes poner algunos ejemplos con tu propio trabajo?

«Como sabrás, mi carrera profesional en el cine se ha realizado fundamentalmente en Cuba y en la década de los años 1980 y principios de los 90. Por tanto, lo ajustado de los recursos siempre ha estado presente en los proyectos en los que he trabajado. Pero no en todos por igual, sino en dependencia de los recursos que el ICAIC dispusiera para cada uno de ellos. Para la mencionada Cecilia se contó con un presupuesto considerable que posibilitó no solo disponer de tejidos comprados fuera de la Isla, sino que se confeccionó y alquiló ropa en España, en la destacada Casa Peris, una de las empresas de adquisición de vestuario escénico más prestigiosas de Europa. Algo similar sucedió con Roble de Olor (Rigoberto López, 2002), para la cual, ya yo radicada en Madrid, diseñé y atendí la confección de gran parte del vestuario en la mencionada Casa Peris.

«Es importante señalar que, para cada proyecto, los diseñadores en Cuba contaban con los recursos del Taller y Almacén de Vestuario de los Estudios Cinematográficos del ICAIC, los cuales contaban con un abundante stock de piezas y tejidos y con talleristas especializados en la realización de vestuario, incluso en prendas de épocas pasadas.

«Era un verdadero placer entrar a este departamento y ver el cuidado con el que trataban las prendas almacenadas. Así como la profesionalidad de cada uno de sus integrantes. Con el tiempo, la falta de mantenimiento y de recursos han afectado mucho al departamento, algo que ya comenzó a percibirse cuando diseñé para La Bella….

«¿Cómo lo solucioné? Con tesón, mucha paciencia e imaginación. Tesón para demostrar que sí se podía hacer la película con un vestuario digno y paciencia para localizar tejidos, accesorios y prendas de almacén que pudiera utilizar. Algunas de las piezas fueron reconstruidas, otras, aunque no eran de la época, dieron la posibilidad de adecuarlas a ella. Trabajar con prendas de almacén es, al menos para mí, una garantía de que la pieza tenga ya ´vida propia´. Es decir, que tenga la ambientación necesaria para dotarla de verosimilitud.

«Las carencias se superan y, en ocasiones, las soluciones superan lo esperado. Así me sucedió cuando preparamos el vestuario de la serie para TV Algo más que soñar (Eduardo Moya, 1985). Como no se pudo conseguir el camuflaje para confeccionar los uniformes que utilizaban los soldados en la guerra de Angola, tuvimos que reproducirlo en los talleres de teatro a base de tintes de diferentes tonos de verde, aplicados con esponja sobre una base de tejido de lienzo… ¡el resultado fue admirable! Le brindó al tejido un ambiente mucho más real, menos ´fabricado´ y con mucha más facilidad para ser ensuciado y desgastado, ¡fue una verdadera sorpresa!».

¿Qué opinas del cine cubano actual? Tengamos siempre en cuenta que todo cambia, nada permanece inamovible… Existen cambios positivos y negativos…

«Tú lo has dicho… todo cambia y hacer una valoración de hacia dónde van los cambios y sus aspectos positivos y negativos es complejo. Tampoco puedo opinar con objetividad pues no he seguido al cine cubano de cerca en las últimas décadas… Como positivo, a todas luces, está la entrada de una nueva generación de cineastas en el panorama del audiovisual cubano. Negativo, por tocarme de cerca, es ver cómo la falta de recursos afecta la calidad general de la imagen, tanto en arte como en vestuario. Aunque se hayan realizado trabajos con cierta dignidad, se advierte carencias materiales en el resultado».

¿Podrías hablarnos de las similitudes y diferencias del diseño teatral y el cinematográfico o televisivo? ¿Cuál prefieres, si es que tienes alguna preferencia?

«El teatro es vivencial, observado a distancia y con mayor sentido de la abstracción que el cine. Trabajar para teatro siempre produjo en mí un reto mayor desde la concentración de la creatividad. Pero lo he disfrutado mucho, precisamente, porque se posee una mayor libertad para generar ideas, traspasar límites, hacer propuestas audaces y, fundamentalmente, expresivas… Aunque a veces me costara ´dar el salto´ pues tiendo a ser más racional y menos transgresora.

«En el trabajo de diseñar para cine se debe pensar en la creatividad ‘diluida’, con un sentido mucho más totalizador y donde el aspecto organizativo ocupa un lugar relevante. No olvidemos que es arte, pero también industria.

«Como buena virgo (pasamos a la astrología) soy muy organizada. Lo que muchos colegas odian del trabajo de cine: desgloses, listados, orden del vestuario por personajes y secuencias, presupuestos, entre otros muchos documentos que debe generar el departamento, a mí se me da fácil. No dejo de considerar que es un engorro, pero tiendo a no fallar en ese aspecto.

«Por otra parte, la creatividad puedo orientarla hacia el logro de una ´integralidad´ en todo el vestuario, conceptualizando la totalidad del proyecto. Para luego desarrollar el trabajo de lo general a lo particular… Pero con ello no afirmo que prefiero el cine, ambos los he disfrutado sin sentir que uno me ha dado más satisfacción que otro.

«Mis retos siempre están relacionados con lograr trasladar al vestuario la esencia del concepto de la propuesta creativa del director del film. Es, quizá, la parte más compleja para mí, al menos, en términos creativos, porque no todos los directores son capaces de trasladar esa esencia conceptual.

«Definir un tema es fácil, pues se deriva del argumento que quieren llevar a la pantalla, pero puntualizar qué quiero decir, por qué lo quiero decir, cómo lo voy a decir, es algo que pocos directores de cine definen con claridad.

«Es decir, que la apropiación de la historia siempre es ‘filtrada’ por el punto de partida del proyecto, en el cual se mezclan género, narración dramática, carácter de los personajes, planteamiento estético general del film. Y, sobre todo, la esencia conceptual del director sobre su obra. Una vez definido esto, el reto es aplicarlo a un concepto propio del vestuario que sirva de ‘guía’ para todo el trabajo de diseño.

«Luego aparecen los retos técnicos, en la fase de materializar lo ideado, ya sea en la elaboración de piezas nuevas o en la selección de prendas de almacén o de stocks de vestuario. Pero para mí estos retos son menores».

¿Cuáles son tus colores predilectos? Esta pregunta puede sonar frívola pero sabes bien, como especialista que eres, que el color en el vestuario y los complementos constituye toda una declaración de principios, y que ciertas combinaciones de colores abren grandes brechas a la imaginación. ¿Podrías hablarnos un poco de esto, de tus colores, de tus matices, de tus texturas cromáticas y textiles preferidas?

«¡Qué pregunta! Difícil también esta respuesta. Un diseñador no puede demostrar sus preferencias de color. Al menos en el trabajo (para eso está la selección de ello que hagas al vestir propio). Pero me haces recordar algunas ´manías´, como es el rechazo a utilizar el verde en mis diseños. Me refiero al verde brillante, no el verde seco o color musgo, y no encuentro una justificación racional a ello…

«En cuanto a preferencias, estaría muy relacionado con el trabajo en cine. Y, sobre todo, con el cine filmado con fotografía digital, que hace brillar todo y destaca colores y texturas mucho más que en la fotografía analógica. Por eso tengo tendencia a preferir siempre los tonos apagados, nunca saturados.

«De no haber una demanda específica por parte de la historia o del director siempre trabajo con colores sobrios. Pues aprendí (desde que Humberto Solás nos hiciera ver el ´color cine´) que la cámara potencia todos los matices y hay que tratar de huir de la brillantez excesiva y no desviar la atención hacia el color. Hay que dejar que hablen mejor las texturas, las líneas, las formas…

«Es más, en muchas ocasiones utilizo los tejidos —de ser estampados— por el revés, con lo que se garantiza que los matices se encuentran más apagados. Pero cada uso depende del proyecto. Por mucho que no me gusta el verde lo tuve que utilizar como matiz esencial del número musical ´El baile de las cotorras´, en La bella del Alhambra… No iba a vestir a las coristas y protagonista de marrón o gris, ¿no?

Con Enrique Pineda Barnet, director de "La bella del Alhambra"
Con Enrique Pineda Barnet, director de «La bella del Alhambra». / Imagen: cortesía de la entrevistada.

«En cuanto al carácter sicológico y simbólico del color, por supuesto que siempre está presente en el momento de diseñar. Pero sin que se convierta en una regla inalterable. Tampoco hay que seguir en detalle los significantes de colores por personajes, ¡sino sería un carnaval! Lo principal es establecer una codificación cromática general para todo el vestuario de acuerdo con el director, el director de arte y el fotógrafo».

Durante el rodaje de "La Bella del Alhambra".
Durante el rodaje de «La Bella del Alhambra». De izquierda a derecha: Derubin Jácome, director de arte, Yara Iglesias, actriz, Diana Fernández, diseñadora de vestuario, Wendy Navarro, su hija, y Héctor Noas, actor. / Imagen: cortesía de la entrevistada.

¿Crees que en Cuba, y también en España, se valora lo suficiente el trabajo de la mujer, a nivel de oportunidades, publicidad y difusión, más allá de los momentos puntuales de los premios, si es que estos llegan alguna vez?

«Creo que por mucho que se ha avanzado la mujer aún sigue siendo marginada y poco promovida. En el mundo del cine existen profesiones donde ´es lógico que sea una mujer´: maquillaje, vestuario, sript… Considero que no se debe encasillar a las mujeres en determinadas especialidades. Y que han de incorporarse normalmente como directoras de fotografía, operadoras de cámara, sonidistas, etc. Debemos admitir que con el desarrollo de las nuevas tecnologías ya no es válida la excusa de que hay que tener fuerza física para ciertas profesiones del mundo audiovisual. Ha de darse la posibilidad a más directoras de cine, guionistas, productoras… Es muy importante que se profundice en la problemática femenina actual, la cual es muy diversa, muy compleja y continúa siendo poco explorada. Sin duda, algo se ha logrado, pero ¡aún mucho falta por hacer!».

¿Cuáles fueron las motivaciones que te llevaron a salir de Cuba en dónde ya gozabas de una respetada posición profesional?

«Realmente en un inicio nunca nos planteamos ´salir de Cuba´… de hecho, creo que aún no lo considero así. El traslado inicial a Madrid se debió a una invitación —por un año— del rector de la Universidad Politécnica de Madrid, institución docente que recién había abierto una carrera dedicada a la enseñanza sobre el diseño de moda.

«Como centro privado, adscrito a una universidad pública, el CSDMM (Centro Superior de Diseño de Moda de Madrid) comenzaba su andadura y el rector cursó una invitación para ambos a fin de contribuir con nuestra experiencia y docencia a su desarrollo. Desde la UNEAC (Unión Nacional de Escritores y Artista de Cuba) se nos autorizó a salir del país con nuestra familia (hijas).

«Una vez pasado el primer año (1992-1993) coincidió que la Isla ya se encontraba en el conocido como ´período especial´, durante el cual la situación económica afectó a todos los renglones, no solamente de la economía, sino de la producción artística.

«Antes de nuestro viaje a Madrid, ya las carencias en la producción cinematográfica se estaban haciendo notar. La mayoría de los proyectos eran coproducciones con historias poco interesantes, nuestro trabajo se reclamaba para ello o para ´servicios´ a producciones extranjeras.

«Esto demandaba que se rodara muchas veces fuera del país, algo que comenzó a asumir Derubín (como Director de Arte, más reclamado que yo, con varios premios y reconocimientos), con el consecuente distanciamiento y ausencias del hogar.

«Su trabajo ya no le producía un disfrute profesional, sino que se convirtió, cada vez más, en una especie de ´Santa Claus´ o ´Reyes Magos´ que traía a casa primero regalos y luego, dinero en divisas para las compras de lo más básico del sustento familiar. Por ello, y ante la situación en que se encontraba Cuba, decidimos prolongar por otro año nuestra estancia. Luego, otro, y otro… hasta llegar a ¡31 años!».

¿Constituyó esto un hecho traumático en tu vida? ¿Cómo lo asumiste, qué significó para ti? ¿Qué cosas dejaste atrás y cuáles encontraste?

«Dejé atrás una vida llena de satisfacciones en lo profesional. Como bien has señalado antes, ambos nos encontrábamos en un punto importante de desarrollo de nuestra carrera, no solamente en cine, sino también en lo docente. Yo era profesora del ISA (Instituto Superior de Arte, ahora Universidad de las Artes) donde impartía Vestuario Escénico e Historia del Traje.

«Dentro de este ámbito, Derubín y yo realizamos un intenso trabajo para proponer a las autoridades académicas la creación de una nueva carrera: Diseño Escénico. Algo que requirió de un proyecto sólidamente fundamentado, que tuvo como basamento la tesis del posgrado que Derubín había realizado en Praga, antigua Checoslovaquia, como final de sus estudios por tres años en una de las escuelas más prestigiosas de diseño teatral.

«Con ello, desarrollamos y actualizamos la propuesta, la cual fue presentada y defendida en público ante académicos y especialistas. Constituyó un apasionante trabajo realizado con mucha entrega y al que dedicamos muchas horas de trabajo. La propuesta se aceptó, pero no habían recursos para ponerla en marcha…´por ahora´… (años después se logró inaugurar dichos estudios, ya con nosotros fuera de la Isla).

«Es así como la realidad del país nos golpeaba en todos los órdenes: producciones de cine de poco interés, o que requerían desplazamientos fuera del país; proyectos docentes sin perspectivas de desarrollo… Y si a eso sumas las carencias de productos básicos en el ámbito del consumo del hogar… entenderás que aceptar trabajar por un año en España era una opción a tener en cuenta.

«Ese era el panorama que dejé atrás para lanzarnos (con más de 40 años) a una aventura que, aunque con el respaldo del rector de la UPM, no sabríamos hacia dónde nos llevaría.

«No creo que el traslado a Madrid haya sido traumático (aunque te confieso que durante meses lloraba casi a diario por extrañar mi lugar). Sí constituyó un reto en muchos órdenes de la vida. Diferente cultura, clima (viajamos en enero de 1992 con el consiguiente choque con el frío, sin ropa adecuada para soportarlo). Y, sobre todo, diferentes métodos para el desempeño del trabajo docente.

«Coincidió mi llegada al ´mundo desarrollado´ con el inicio de las nuevas tecnologías, conocer qué era un ordenador y cómo se utilizaba. Posteriormente cambiar la visualización a través de diapositivas para Power Point… Y, fundamental, adecuar nomenclatura y textos a nuevas ´maneras de decir´ para lograr una eficaz comunicación con alumnos y colegas.

«Pero no demoré mucho en adaptarme. Y en breve tiempo me di cuenta de que mi sólida preparación y experiencia docente desarrollada en Cuba me permitieron ´dar el salto´ más rápido de lo que pensaba. De simple profesora pasé a ser, en poco tiempo, primero secretaria de estudios y en breve, Jefa de Estudios.

«Y así continué desempeñando diferentes responsabilidades en el CSDMM sin abandonar mi labor docente: Coordinadora del Programa ERASMUS de movilidad de estudiantes, Coordinadora Docente, Responsable de Calidad, Responsable de Relaciones Internacionales y hasta Directora Académica por un breve tiempo.

«No quedaba duda de que mi formación en Cuba me posibilitó consolidar mis capacidades para la docencia, así como mi inserción en puestos de organización, control y estructuración de la enseñanza, en muchos de los cuales me sentí (modestia aparte) mucho mejor formada que mis colegas españoles.

«No puedo dejar de señalar que algo positivo de mi traslado fuera de la Isla ha sido el acceso a la información. Esto contribuyó a ampliar mis conocimientos en todos los ámbitos del saber, no solo en lo relativo a mi especialidad.

«Como verás, he trabajado mucho en Madrid. Mucho y variado, pues a la par de lo anterior, pronto acepté incorporarme a proyectos del mundo audiovisual. Lo primero: la serie para TV de 12 capítulos, producida por Antena 3, Curro Jiménez, el regreso de una leyenda (1995), segunda temporada de la mítica El Curro Jiménez (1976).

«Con ello, comencé a conocer las peculiaridades en España de la otra parte de mi perfil profesional, ya no la docente, sino la relacionada con cine.

«Tuve la suerte de que ya conocía a uno de los directores de la serie —Benito Rabal— el cual fue un apoyo incondicional en todos los órdenes. También conté con la ayuda inestimable de una ayudante de vestuario que había sido la principal responsable del vestuario de la primera temporada de la serie.

«Pero sin duda, este trabajo, como otros que realizaría después, demostraron la inmensa capacidad de trabajo que tenía en esa época. Pues sin dejar de cumplir con mis labores en el CSDMM debía asumir el trabajo de una producción, con las consecuentes reuniones, búsqueda de tejidos, visitas a talleres, controles de realización, además de viajes fuera de España que la mayoría de los proyectos que acepté exigían. Afortunadamente, en el ámbito docente confiaban lo suficientemente en mí como para darme flexibilidad en cambio de clases, períodos de ausencia, etcétera.

«Por tanto, respondiendo a la última parte de tu pregunta, ¿qué encontré? Pues la experiencia me brindó la convicción de mi preparación y de mi capacidad para asumir ambas labores.

«Recuerdo que, al terminar la primera semana de trabajo en el CSDMM y al regresar al apartamento en que vivíamos, después de hacer el traslado en metro, subir sus escaleras y recorrer las calles en un frío mes de enero, al encontrarme con Derubín le comenté: ´Después de haber pasado mi primera semana estoy segura de que estoy más que preparada para insertarme en la docencia universitaria española. Lo que no sé si físicamente estoy preparada para ello´.

«¡Me sentía tan agotada en esas primeras semanas! Pasados los años, creo que se debió, básicamente, a la falta de una nutrición sólida que el frío me pasara factura, así como a la carencia de buenos abrigos.

«Yo observaba con admiración como los transeúntes y viajeros del tren o metro llevaban con naturalidad abrigos y bufandas, se quitaban los guantes con habilidad sorprendente… ¡y yo me hacía un lío con todo! El abrigo me pesaba en la espalda, la bufanda no me cubría bien o me ahogaba… ¡y los guantes! Aún a día de hoy no he superado la incomodidad de llevarlos».

¿Ser mujer te ha impedido, en algún momento, desarrollarte y trabajar al nivel de tus capacidades? ¿Has experimentado subestimación de manera directa o sutil?

«Por supuesto. De manera más sutil en Cuba, pues, aunque nunca me sentí excluida por razón de género sí me ´auto-limité´ en muchas actividades. Es decir, mi filmografía es, numéricamente, casi la mitad de la de mi pareja, Derubín. Y aunque debo dejar claro que las labores domésticas han estado siempre bien repartidas entre ambos, ausentarme del hogar más de ´lo normal´ no me parecía correcto. Y así dejé de desarrollar proyectos por pensar que no serían compatibles con mis deberes como mujer, madre y ama de casa.

«De forma más directa se manifestó acá. Siempre supe que ganaba la mitad y trabajaba el doble que mis ´jefes´. Sencillamente por ser mujer, y además, inmigrante. Esto no merece más comentarios».

¿Cómo evaluarías la situación actual del diseño de vestuario a nivel global, y en Cuba, en particular?

«Hoy en día en el mundo escénico el vestuario ocupa un lugar destacado. En el teatro siempre lo ha sido, aún en producciones con poco presupuesto se intenta contar con un profesional para que desarrolle la labor. En el mundo audiovisual, desde que en 1970 quedaran establecidos los criterios del diseño de la imagen en función de la verosimilitud, el vestuario ocupa su verdadero lugar.

«Atrás quedó la figura de ´diseñador de estudio´ y toda la manipulación de la veracidad histórica en función del ´star system´. A pesar de la temática, el diseño de vestuario comenzó a ser concebido como una vía para lograr la verosimilitud necesaria e implicar al espectador.

«En los temas de guerra se cuida especialmente el tratamiento del vestuario: se evidencia mayor profundidad en el trabajo de investigación consiguiéndose una lograda ambientación. Los dramas históricos o románticos del cine-espectáculo también atienden la imagen, con algunas concesiones…

«En la actualidad, con la explosión del fenómeno de las series para televisión, es difícil encontrar productos que no tengan una factura de calidad. Por supuesto, unos más que otros, en dependencia de los intereses de los ´show runners´ y productoras.

«Por otra parte, desde hace algunos años doy seguimiento a lo que se escribe sobre diseño de vestuario en el cine, para mis clases y publicaciones en el blog Vestuario Escénico. Y he advertido un incremento de la calidad y profundidad en reseñas, artículos y entrevistas relacionadas sobre el vestuario, algo que no era habitual. Con sus excepciones, los reporteros ya no se conforman con hacer valoraciones superficiales e intentan adentrarse un poco más en aspectos relacionados con el proceso creativo, el vínculo del vestuario con el personaje y con el estilo general de la puesta en cámara».

Sabemos de tu vocación y entrega a la enseñanza, ¿qué te ha aportado a ti como pedagoga, como investigadora, como mujer, enseñar, trasmitir lo que sabes?

«Cuando me gradué en 1972 de Diseño Teatral en la ENA mi ubicación fue como docente en la escuela de Artes Dramáticas… ¡acabada de graduar! Fue una sugerencia de nuestro profesor (el mencionado docente checo Kdrnoska). Desde tan lejana fecha hasta el día de hoy no he dejado de impartir clases conciliando ambas actividades: diseñando para teatro y/o cine y ejerciendo como docente, labor que desarrollé en disímiles instituciones.

«Las dos asignaturas en las que me he especializado han sido: Teoría e Historia del Traje y la Moda y Diseño de Vestuario Escénico. Actualmente mantengo esa doble vertiente en mi actividad docente: lo histórico (a través de la evolución de las formas del traje y la moda) y lo creativo y su metodología (por medio de los cursos enfocados al diseño de vestuario para la escena), algo que he desarrollado también como conferencista en Jornadas, Congresos, y disímiles eventos dedicados a dichas temáticas».

Has publicado varios libros: Lo cubano en el vestir; Vestir al personaje, escrito a cuatro manos con tu pareja, Derubín Jacome; Así se vendió la moda… Son obras de referencia con un marcado acento historiográfico y académico, sin dejar de ser, a su vez, entretenidas y agradables de leer. ¿Qué te llevó a escribir estos libros? Para mí, que me muevo entre el teatro y el audiovisual, han venido a llenar un vacío importante… pero dime tú, por favor…

«Mi labor como escritora comenzó por necesidad y animada por las autoridades académicas de la Enseñanza Artística en Cuba. Por existir escasa bibliografía sobre historia del traje se me encargó elaborar un manual dedicado a ello. ¡No veas el trabajo que me dio y el orgullo que sentí cuando tuve en mis manos el primer ejemplar! Así se publicó mi primer texto: El Traje. (Ed. Pueblo y Educación, La Habana: 1984). A este, y con el mismo objetivo, le siguieron otros por la misma editorial: El Traje: glosario de términos (1990) y El traje: apuntes sobre su evolución histórica (1991). Mención aparte merece la publicación del texto que constituyó la tesis de grado de nuestros (Derubín y yo) estudios de Licenciatura en Teatrología y Dramaturgia (ISA): Metodología para la crítica del diseño teatral (1989).

«Como sabrás, poco se ha escrito sobre la importancia del vestuario dentro del hecho escénico. Es por ello que siempre insisto en la necesidad de reconsiderar su importancia y posibilidades expresivas como parte de la semiótica de la puesta en escena (o puesta en cámara). A pesar de ello, son escasos los trabajos especializados en la dimensión abarcadora de este importante componente, que constituye el más destacado de la apariencia externa del personaje, comunicando al espectador información prioritaria sobre la narración dramática. Metodología para… fue nuestra primera incursión en escribir sobre este tema, mucho más complejo que lo histórico… Historia que también he dirigido a la investigación de la evolución del traje en Cuba, tema de la supuesta tesis doctoral que nunca defendí y cuyo tutor era todo un lujo: Manuel Moreno Fraginals.

«Investigar e escribir para mi se ha convertido en algo vital. Cuando me trasladé a España pensé que no podría publicar nada de lo que estaba desarrollando. Ya sabes que las condiciones de las editoriales acá son otras. He tenido mucha suerte, pues pronto encontré vías para publicar, aunque fuesen pequeños artículos, en revistas como ´Situación´, ´Arqueología del siglo XXI´, y otras.

«Luego vino la propuesta de la Editorial Cumbres de publicar un texto relacionado con el vestuario escénico y así nació Vestir al personaje. Vestuario Escénico. De la historia a la ficción dramática (Ed. Cumbres, Madrid, 2018).

«Casi a la par, en Cuba, la editorial Unión se interesó por publicar mi trabajo sobre la historia del traje en Cuba: Lo cubano en el vestir. Apuntes esenciales (Ediciones Unión, La Habana, 2018). Recientemente tuve otra satisfacción con la publicación del resultado de una extensa investigación sobre la publicidad de moda en la prensa escrita, un trabajo que me llevó años y que he disfrutado mucho: Así se vendió la Moda. Publicidad del consumo-moda en la prensa escrita. La Habana 1840-1960 (Ed. Verbum, 2022)».

¿Le queda algo por hacer a Diana Fernández?

«Siempre tengo algo por hacer… De trabajo: seguir investigando. Ahora estoy sumergida en el estudio de las crónicas de moda en la prensa cubana. Es fascinante comprobar como contienen información, no solo sobre el vestir y las tendencias del momento, sino de la actualidad. También reflexiones sobre el modo de vida de la mujer en las diversas etapas, gustos, preferencias, incidencias de acontecimientos nacionales o mundiales. ¡Lo estoy disfrutando mucho!

«Tengo en mente retomar el texto Vestir al personaje… para aumentar el último apartado el cual considero que requiere de un mayor desarrollo.

«Para mi tiempo de ocio también me queda mucho por hacer: viajar y conocer más lugares ¡me queda tanto por visitar! Aunque ya por la edad asuma de forma más relajada mi vocación de viajera, esta sigue ahí y creo que no desaparecerá».

Si pudieras regresar al pasado, como en esas películas de fantasía, y reencontrarte con la niña que fuiste, ¿qué le dirías?

«Le diría que haga lo que su corazón le mande, que la vida es un camino largo, con curvas peligrosas, pero que con fuerza y tesón se pueden tomar sin peligro al descarrile. Que disfrute con intensidad los momentos de belleza en el paisaje de ese camino y no tenga miedo de las tormentas… siempre pasan y, al final, el sol sale… Y, sobre todo, que siempre, siempre, sea ella misma».

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